Un nuevo reino
¿Qué sucederá después que Dios eche fuera al actual “príncipe de este mundo”? (Juan 12:31).
“. . . y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15).
¿Sucederá al regreso de Cristo un acontecimiento milagroso sin precedentes?
“Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:15-17).
¿Nos da la Biblia otros detalles acerca de esta resurrección?
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:50-54).
“Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (vv. 41-44)
¿Gobernarán con Cristo en su reino las personas que sean resucitadas en esa resurrección?
“Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).
El regreso de Jesucristo marcará no sólo el comienzo del Reino de Dios, sino también el tiempo en que Dios resucitará a los muertos en Cristo y les dará vida eterna para reinar con Jesús por siempre.
¿Quiénes estarán en esta resurrección a vida eterna en el Reino de Dios?
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21).
¿Desempeñarán los 12 apóstoles un papel especial durante el reinado milenario de Cristo?
“Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (Lucas 22:29-30).
¿Regresará Jesús a la tierra literalmente?
“Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente . . . y vendrá el Eterno mi Dios, y con él todos los santos” (Zacarías 14:4-5; comparar con Apocalipsis 5:10).
En esta profecía se describe el retorno literal de Jesucristo a la tierra, en compañía de los santos resucitados. Regresará al monte de los Olivos, que está situado al oriente de Jerusalén.
¿Cuál será la situación en Jerusalén después del regreso de Cristo?
“Así dice el Eterno: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del Eterno de los ejércitos, Monte de Santidad” (Zacarías 8:3).
“En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono del Eterno, y todas las naciones vendrán a ella en el nombre del Eterno en Jerusalén; ni andarán más tras la dureza de su malvado corazón” (Jeremías 3:17).
“Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como antorcha. Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca del Eterno nombrará . . . Los que os acordáis del Eterno, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra” (Isaías 62:1-2, 6-7).
Jerusalén, esa antigua ciudad por la que tanta sangre se ha derramado durante miles de años, se convertirá en el centro gubernamental y religioso del mundo bajo el reinado de Jesucristo.
¿Traerá el Mesías a otras naciones bajo su dominio?
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:2-3).
Notemos que el Reino de Dios, establecido por Jesús el Mesías, tomará las riendas de los reinos del mundo. Será un reino literal que reemplazará los actuales sistemas de gobierno, que han rehusado aceptar y obedecer las leyes de Dios. Este reino divino se convertirá en una realidad al regreso de Cristo.
¿Cómo tratará Jesucristo a la gente que no venga a Jerusalén a adorarlo como él manda?
“Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no subieren a Jerusalén para adorar al Rey, el Eterno de los ejércitos, no vendrá sobre ellos lluvia. Y si la familia de Egipto no subiere y no viniere, ellos no habrá lluvia; vendrá la plaga con que el Eterno herirá las naciones que no subieren a celebrar la fiesta de los tabernáculos” (Zacarías 14:16-18).
Las naciones que pierdan el suministro de agua, pronto se darán cuenta de que su supervivencia depende de la buena voluntad del nuevo Rey en Jerusalén. Finalmente, todas las naciones responderán a la convocatoria de Cristo y vendrán a Jerusalén para aprender los caminos de Dios.
¿Qué les sucederá a las zonas secas y estériles alrededor de Jerusalén?
“Ciertamente consolará el Eterno a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto del Eterno; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto” (Isaías 51:3).
“En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano del Eterno hace esto, y que el Santo de Israel lo creó” (Isaías 41:18-20).
“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo; la gloria del Líbano le será dada . . . Ellos verán la gloria del Eterno, la hermosura del Dios nuestro . . . El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos” (Isaías 35:1-2, 7).
¿Qué efecto tendrán estos cambios en la agricultura?
“He aquí vienen días, dice el Eterno, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán” (Amós 9:13).
Además de la transformación de la tierra, ¿qué cambio ocurrirá con los animales salvajes?
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora” (Isaías 11:6-8).
¿Cómo será el estado de salud de la gente durante ese tiempo?
“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad” (Isaías 35:5-6).
¿Pondrá Cristo fin a la guerra y a la violencia?
“Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:3-4).
¿Experimentará finalmente el mundo la paz?
“Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos del Eterno, y sus descendientes con ellos” (Isaías 65:21-23).
“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).
El Reino de Dios, bajo la supervisión de Jesucristo, traerá bendiciones de paz y prosperidad al mundo entero. Dios restaurará lo que quitó cuando expulsó a Adán y Eva del huerto del Edén: el acceso al conocimiento de él por medio del árbol de la vida (Apocalipsis 22:1-2). El resultado será la paz universal. Dios no permitirá que nadie, ni hombre ni animal, cause daño a su creación.
¿Cuál es la clave de toda esta transformación tan maravillosa?
“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Eterno; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33-34).
Los seres humanos, por sí mismos, no pueden lograr esta increíble transformación de mente, de corazón y de comportamiento. Sólo puede venir como resultado del Espíritu de Dios obrando en sus mentes y corazones, capacitándolos para obedecer sus mandamientos de corazón (Zacarías 4:6; Ezequiel 36:25-37). Dios cambiará la naturaleza misma del hombre.
Los seres humanos podrán entonces empezar a lograr su asombroso potencial humano. Dios entonces hará a todas las personas —de todas las naciones y todos los grupos étnicos— a su imagen espiritual, de acuerdo con su intención original.