Cómo será el cielo en la Tierra

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Cómo será el cielo en la Tierra

En la Biblia hay muchas profecías específicas que describen cómo será el mundo después que Jesucristo establezca el Reino de Dios en la Tierra. Algunas de ellas se parecen mucho a las ideas populares acerca del cielo. De hecho, algunas personas creen que algunas de estas profecías hablan del cielo, ¡aunque en realidad se refieren a la futura transformación de la Tierra y todo lo que hay en ella!

Veamos lo que la profecía bíblica nos dice acerca de este maravilloso mundo de mañana que está por venir. ¡Ella hace una descripción asombrosamente bella de un mundo muy diferente al de nuestro mundo actual!

Jesucristo establecerá un gobierno muy diferente

Cristo Jesús reinará como el Rey divino e indiscutible sobre toda la Tierra, después que se proclame: “El reino del mundo ha pasado a ser de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15, Nueva Versión Internacional). Para traer la paz al mundo, Jesucristo debe asumir el control de todas las naciones y pueblos de la Tierra: “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Daniel 7:14).

Cristo, el Príncipe de Paz, será el Pacificador por excelencia y traerá y mantendrá una paz mundial duradera: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre . . . Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite . . .” (Isaías 9:6-7).

Bajo su gobierno, las prioridades de las naciones cambiarán su antiguo patrón de agresión por uno de paz: “Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra” (Miqueas 4:3).

Jerusalén se convertirá en la capital mundial

Jesucristo regresará al monte de los Olivos, en las afueras de Jerusalén, para reinar sobre toda la Tierra (Zacarías 14:4, 9, 17), y Jerusalén será la capital de su gobierno mundial (Jeremías 3:17). “Así dice el Eterno: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del Eterno de los ejércitos, Monte de Santidad” (Zacarías 8:3).

Como Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis 19:16), Jesucristo enseñará a todas las naciones las leyes de Dios tal como están en las Escrituras: “Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno . . . y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Miqueas 4:2).

Él gobernará sobre todos los pueblos con justicia y equidad: “Y reposará sobre él el Espíritu del Eterno; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Eterno. Y le hará entender diligente en el temor del Eterno. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos [es decir, no se basará en apariencias o rumores]; sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra . . .” (Isaías 11:2-4).

Quienes actualmente siguen a Jesucristo y verdaderamente se someten y dedican sus vidas a Dios, le ayudarán a gobernar la Tierra: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21).

La humanidad experimentará una gran transformación espiritual

Satanás el diablo, el invisible “dios de esta era” que “engaña al mundo entero” (2 Corintios 4:4; Apocalipsis 12:9), será obligado a apartarse de la humanidad para que ya no pueda influir en las personas y llevarlas por su sendero de engaño y muerte: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años” (Apocalipsis 20:1-3).

Una vez que Satanás, la fuente de toda mentira y engaño, sea encerrado, toda la humanidad aprenderá acerca del Dios verdadero y llegará a conocerlo a él y su camino de vida: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).

Cuando Satanás ya esté fuera del panorama y las personas por fin puedan aprender sobre el Dios verdadero y su forma de vida, Dios ofrecerá su Espíritu a todos los seres humanos para que puedan ser convertidos espiritualmente. Para ello comenzará con su pueblo Israel, a quien usará de modelo de lo que hará por toda la humanidad: “Y les daré un corazón, y un espíritu nuevo pondré dentro de ellos; y quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne, y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas, y guarden mis decretos y los cumplan, y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios” (Ezequiel 11:19-20; ver también Hechos 2:17).

El hecho de recibir el Espíritu de Dios no elimina su ley, como muchos creen, sino que, por el contrario, es el medio de interiorizar esa ley en los corazones y mentes de las personas para llegar a conocerlo verdaderamente: “Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Eterno; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:33-34; Hebreos 8:10-12).

La prosperidad aumentará y el crimen disminuirá

Dos características principales del reinado de Cristo en la Tierra serán el gran aumento de la riqueza y el fin del crimen y la corrupción. “En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus opresores. Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza” (Isaías 60:17-18).

La gente ya no temerá que los delincuentes o los gobiernos opresivos les hagan daño o les roben sus propiedades. “Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca del Eterno de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:4).

“Construirán casas y vivirán en ellas. Cultivarán viñedos y disfrutarán lo que produzcan. No construirán casas para que otros vivan en ellas. No cultivarán viñedos para que otros los disfruten. Porque tendrán larga vida como los árboles; y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. No trabajarán duro para no salir con nada; ni criarán hijos para el desastre. Porque ellos y sus descendientes serán un pueblo bendecido por el Señor” (Isaías 65:21-23, Palabra de Dios para Todos).

El mundo se transformará físicamente

Aun la naturaleza de los animales será transformada: “Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora” (Isaías 11:6-8). La sanidad divina estará disponible para curar todas las enfermedades, dolencias y heridas: “Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo . . .” (Isaías 35:5-6).

En contraste con gran parte del mundo de hoy, las tierras agrícolas llegarán a ser increíblemente productivas: “He aquí vienen días, dice el Eterno, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán” (Amós 9:13). Las áreas que hoy son desiertos se volverán fértiles y exuberantes con manantiales y ríos de agua dulce, “porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos” (Isaías 35:6-7).

Además de la abundante agua que fluirá en esos lugares, también habrá una vegetación renovada: “En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano del Eterno hace esto, y que el Santo de Israel lo creó” (Isaías 41:18-20).

Después de que Jesucristo detenga la destrucción generalizada y la guerra que precederán su regreso, se repararán las áreas destruidas mediante proyectos de reconstrucción mundial haciéndolas habitables: “Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas” (Ezequiel 36:35).

¡Qué mundo tan maravilloso es el que está por venir!

Estos y otros versículos muestran una visión del futuro que pronto se hará realidad. Si cree en Dios y que la Biblia es su Palabra, ¡entonces crea que estas promesas se cumplirán! ¡Jesucristo regresará para hacer realidad la promesa de un paraíso terrenal, transformando este mundo en un lugar semejante al Edén! (Asegúrese de leer “El maravilloso mundo que esperamos”, en las páginas 12 y 13).

Estas promesas –que Jesucristo reinará en la Tierra para establecer la paz y la justicia, que Satanás el diablo y su influencia maligna sean eliminados, y que habrá una transformación espiritual de los seres humanos que obedezcan las leyes de Dios y que reciban su Espíritu Santo– producirán un mundo de paz, prosperidad y propósito. Aquel mundo superará hasta nuestros sueños más remotos, ¡y usted puede ser parte de él! BN