Cómo están relacionados los sacrificios y las fiestas
Cualquiera que lea acerca de las fiestas de Dios en el Antiguo Testamento, se dará cuenta que los sacrificios rituales estaban íntimamente asociados con las fechas sagradas. ¿Cuál es la conexión entre los sacrificios y las fiestas de Dios?
Primero es necesario entender que estos sacrificios representaban a Jesucristo. Veamos la explicación en el libro de Hebreos: “…Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión. Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios” (Hebreos 9:22-24).
En el antiguo Israel un tabernáculo físico representaba la presencia de Dios entre su pueblo. Pero hoy, por medio de su Espíritu, Dios vive en su pueblo. Los cristianos, por tanto, como individuos (1 Corintios 6:19) y como la iglesia, el “cuerpo de Cristo” (1 Corintios 12:12-13), deben ser vistos como el “templo” del Espíritu Santo (Efesios 2:19-22).
Como lo explican las Escrituras, “Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:11-14).
La lección que encontramos aquí es que las bendiciones del plan de salvación de Dios, como están representadas en sus fiestas, están disponibles únicamente para aquellos que él redime por medio del sacrificio de Jesús. La necesidad que todos tenemos de que nuestros pecados sean cubiertos por el sacrificio de Cristo estaba simbólicamente representada en el antiguo Israel—aunque los israelitas no entendían claramente qué era lo que estaban haciendo—por medio de los sacrificios rituales que Dios les exigía que hicieran, especialmente durante las fiestas santas.
Aun más, debemos ser profundamente conscientes de que el sacrificio de Cristo es la clave de nuestra participación en el gran plan de Dios. Su sacrificio siempre será la clave de nuestra salvación—y la clave para que podamos entender el plan de Dios para nuestra salvación como está revelado en sus fiestas santas. Por lo tanto existe una relación vital, aunque infinitamente mejor, entre su sacrificio eterno y las fiestas santas de Dios. Este vínculo entre el sacrificio y la fiesta nunca se ha roto.