¿Qué creía y practicaba la iglesia primitiva?

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¿Qué creía y practicaba la iglesia primitiva?

El libro de los Hechos es un relato de primera mano acerca de la iglesia primitiva desde la muerte de Jesucristo hasta cerca del año 60 d.C. En el capítulo 2 podemos leer acerca del comienzo de la iglesia, cuando Dios envió su Espíritu a 120 seguidores de Jesús de Nazaret.

Muchos lectores de la Biblia están familiarizados con los milagrosos sucesos que ocurrieron ese día: la casa en la cual los discípulos estaban reunidos se llenó con el sonido de un viento poderoso y lenguas de fuego aparecieron sobre ellos. Otro milagro ocurrió cuando estas personas, ahora llenas del Espíritu de Dios, comenzaron a hablar en los idiomas de las personas que habían venido de diferentes tierras, de tal forma que todos pudieron entenderlos.

Lo que se pasa por alto con frecuencia en este relato es el día específico en que se produjeron estos sucesos: el día de Pentecostés (Hechos 2:1), una de las fiestas ordenadas por Dios a su pueblo muchos siglos antes (Levítico 23). Al revelar estos días de fiesta, Dios dijo: “Las fiestas solemnes del Eterno . . . Estas son las fiestas solemnes del Eterno, las convocaciones santas . . .” (vv. 2, 4). Dios proclamó estas festividades como “estatuto perpetuo . . . por vuestras generaciones” (vv. 14, 21, 31, 41).

Los evangelios muestran que Jesús celebró las mismas fiestas (Mateo 26:17-19; Juan 7:10-14; 37-38). Tanto el libro de los Hechos como las epístolas de Pablo muestran que los apóstoles celebraban estas fiestas durante las décadas que siguieron a la crucifixión y resurrección de Cristo (Hechos 2:1-4; 18:21; 20:6, 16; 27:9).

Casi todas las iglesias enseñan que estas festividades fueron “clavadas en la cruz” y que de alguna forma quedaron anuladas con la muerte de Cristo. Sin embargo, el testimonio inconfundible de la Biblia demuestra que la iglesia primitiva continuó celebrándolas, pero con un mayor entendimiento de su significado espiritual.

Al hablar de una de estas fiestas ordenadas por Dios, el apóstol Pablo exhortó a la iglesia en Corinto —un grupo compuesto por gentiles y judíos creyentes— de esta manera: “Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:8). Se estaba refiriendo obviamente a celebrar la Fiesta de los Panes sin Levadura (Levítico 23:6; Deuteronomio 16:16).

Pablo explicó el significado de la Pascua (1 Corintios 5:7; Levítico 23:5) y les dio instrucciones para celebrarla apropiadamente (1 Corintios 11:23-28).

Tantas referencias en los evangelios, los Hechos y las epístolas de Pablo hacen que surja una pregunta obvia: Ya que Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva celebraron estas fiestas, ¿por qué las iglesias no las celebran en la actualidad? Después de todo, Pablo vinculó directamente las fiestas con Jesús, su propósito y su sacrificio por la humanidad (1 Corintios 5:7).

En los evangelios y en el libro de los Hechos es igualmente claro que Jesucristo, los discípulos y la iglesia primitiva guardaron el sábado —desde el atardecer del viernes al atardecer del sábado, el séptimo día de la semana —como su día de descanso y de adoración (Marcos 6:2; Lucas 4:16, 31-32; 13:10; Hechos 13:14-44; 18:4). Jesús aun se llamó a sí mismo “Señor” de éste, el verdadero día de reposo (Marcos 2:28).

Jesús tenía la costumbre de ir a la sinagoga todos los sábados para adorar (Lucas 4:16). Contrario a las enseñanzas de aquellos que dicen que Pablo dejó de guardar el sábado, era su costumbre también ir a la sinagoga cada sábado (Hechos 17:1-3), valiéndose de esas oportunidades para enseñar a otros acerca de Jesús como Salvador y Mesías.

El sábado es otra de las fiestas de Dios, como las que mencionamos anteriormente. De hecho, es la primera que aparece en la lista (Levítico 23:1-4). También está incluido en los Diez Mandamientos (Éxodo 20:8-11; Deuteronomio 5:12-15).

Como sucede con las demás fiestas de Dios, el sábado es rechazado por la arrolladora mayoría de las iglesias. En lugar de guardar el sábado, tal como Dios ordena, la mayoría de las iglesias se re- únen el domingo —el primer día de la semana— un día que en ninguna parte de la Biblia se ordena para la adoración de Dios. ¿Por qué? Si algún día de la semana sirve como día de adoración y de descanso, ¿no debiéramos guardar el mismo día que guardaron Jesús y los apóstoles?

También encontramos otras diferencias en las enseñanzas y prácticas de la iglesia primitiva. Muchas iglesias enseñan que la obediencia a la ley de Dios no es necesaria, que Cristo la guardó por nosotros o que fue “clavada en la cruz” con él. Esto contradice directamente las propias palabras de Jesús (Mateo 4:4; 5:17-19) y la enseñanza y la práctica de los apóstoles (Hechos 24:14; 25:8; Romanos 7:12, 22; 1 Corintios 7:19; 2 Timoteo 3:15-17).

Siguiendo el ejemplo de Cristo, los apóstoles predicaron poderosamente acerca de su regreso para establecer el Reino de Dios (Lucas 4:43; 8:1; 21:27, 31; Hechos 1:3; 8:12; 14:22; 19:8; 28:23, 31). Pero Pablo advirtió que aun en sus días algunos ya estaban predicando un “evangelio diferente” (2 Corintios 11:4; Gálatas 1:6).

Vemos mucha confusión en las iglesias acerca de lo que es el evangelio. Muchos creen que es un mensaje acerca del nacimiento, vida y muerte de Jesús, pero no entienden por qué nació ni por qué tuvo que morir. Pocos proclaman el mensaje del Reino de Dios que Jesús mismo predicó (Marcos 1:14-15).

De forma similar, Jesús y sus apóstoles nunca enseñaron que al momento de morir, los justos ascendían al cielo (Juan 3:13; Hechos 2:29, 34); y entendieron que el hombre no posee un alma inmortal (Ezequiel 18:4, 20; Mateo 10:28) que estaría eternamente en el cielo o en el infierno.

En ninguna parte de la Biblia encontramos que ésta apruebe la celebración de festividades tales como la Navidad, Semana Santa, la Cuaresma y la Pascua Florida.

La iglesia primitiva también seguía las instrucciones de Dios con respecto a las carnes que él creó para el consumo humano (Hechos 10:9-14). Las carnes limpias e inmundas están listadas en Levítico 11. (Si desea más información al respecto, no vacile en solicitarnos la publicación gratuita ¿Es toda carne propia para alimento?)

Estas son algunas de las diferencias principales entre el cristianismo de la época de Jesús y los apóstoles y lo que se practica comúnmente en la actualidad. ¿No debiera usted buscar en su Biblia para comprobar si sus creencias y prácticas están de acuerdo con las que enseñaron y practicaron Jesús y sus apóstoles?