La película rota

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Dejando de lado la polémica de la exponencial fama de las aplicaciones chinas y sus desesperados intentos de bloqueos y compras estadounidenses, me gustaría hacer un análisis lejos del ámbito geopolítico o tecnológico. De hecho, me gustaría retroceder un siglo para hacerlo.

A través de todos los tiempos, el ser humano siempre ha procurado relatar sus historias mediante cualeuier medio o plataforma que haya tenido a su disposición. Hoy, el medio es la imagen en movimiento. ¿La plataforma? Tik Tok.

¿Por qué son tan eficientes, impactantes y hasta adictivos los videos de Tik Tok? ¿Por qué son tan atractivos para los jóvenes millennials y centennials los breves videos de la plataforma oriental? He aquí una de las tantas hipótesis.

Si nos remontamos al principio del siglo XX, encontraremos el Big Bang de los inventos. Hoy seguimos utilizando varios de ellos, aunque con ciertas variaciones. Uno de estos inventos fue la exposición continua de varias fotografías a manera de provocar la ilusión de movimiento. Al ser tan rápida la secuencia, el ojo es incapaz de separarlas. Este fenómeno, que se llama “persistencia retiniana”, es el que nos permite disfrutar de la mezcla perfecta entre ciencia y arte, es decir, del cine y todas sus variedades.

En los orígenes del séptimo arte podemos ver mucha experimentación. Es muy interesante darle una mirada a uno de ellos, el experimento del ruso Lev Kuleshov, porque aunque fue llevado a cabo hace 98 años, todavía mantiene su vigencia. Este ejercicio, llamado “el efecto Kuleshov”, muestra en primera instancia un rostro neutro, una mesa con un plato de sopa y finalmente una mujer en un ataúd. Luego se cambia el orden de los planos. Así, para la audiencia, el rostro neutro inicial “parece” sonreír o entristecerse dependiendo del orden en el que es puesto.

El público de hace 100 años atrás no estaba acostumbrado al consumo de grandes cantidades de horas de cine y televisión como hoy. Sin embargo, el fenómeno persiste porque es algo natural que llevamos dentro. El encadenamiento y la yuxtaposición de los planos entregan un mensaje guiado, planificado y pensado por el director, quien ha validado previamente un storyboard y la importante tarea del editor, dueño de las tijeras mágicas. 

Por esto creo que los videos de Tik Tok funcionan. Porque tienen una buena edición. Claro que se suma la sincronización de labios (lipsync), música, efectos, filtros y actuaciones graciosas. Así como en el cine, la buena edición es la que produce el impacto en la audiencia, tal como el director lo quiso, tal como lo demostró Kuleshov un siglo atrás. 

Esto nos lleva al análisis del consumo de los medios de hoy. Porque así como los videos de Tik Tok, también consumimos otros videos, otros audios, otros textos, sean estos para entretenernos o para informarnos. Y más en lo segundo, ¿qué parte del completo hay ahí? ¿Qué extracto de la realidad ha sido publicado y con qué intención? Son preguntas que difícilmente responderemos porque simplemente no estábamos ahí cuando ocurrió lo que nos están informando. 

Pero hay algo que sí me atrevo a inferir, y es que la edición de la película está manipulada. No hay manera de ver los pedazos de celuloide que cayeron al suelo. Alguien entró a la sala de edición de noche a destruir, a confundir, y a tomar las mágicas tijeras de la edición para mostrarnos por medio de todos los medios posibles una sombra amorfa y cruel. Y lo peor de todo es que aquella imagen el mundo no la ve mal. ¿Está todo perdido? No. Veamos lo que está escrito en el libro de Isaías 55, versos 6 al 8 en la versión Traducción en Lenguaje Actual.

Isaías dijo: “Ahora es el momento oportuno:

¡busquen a Dios!; ¡llámenlo ahora que está cerca!

Arrepiéntanse, porque Dios está siempre dispuesto a perdonar; él tiene compasión de ustedes.

Que cambien los malvados su manera de pensar, y que dejen su mala conducta”.

 

Dios dijo: “Yo no pienso como piensan ustedes ni actúo como ustedes actúan.

Mis pensamientos y mis acciones están muy por encima de lo que ustedes piensan y hacen:

¡están más altos que los cielos! Les juro que así es”.