Se feliz
Pueden ser reconocidos por la expresión seria en sus rostros. Una especie de severidad acompaña todo lo que hacen. Uno nunca esperaría que tuvieran una buena carcajada o que encontraran algo tan divertido que las lágrimas corrieran por sus rostros mientras la risa los supera. Hay un momento y lugar adecuados para la risa. La risa verdadera y genuina solo deja una buena sensación detrás. Jesucristo prometió que sus seguidores se reirían y saltarían de alegría (Lucas 6:21-23). Eclesiastés 9:7-9 nos invita a que vivamos con alegría porque Dios nos ha aceptado.
Parece que ser amargado refleja una duda de que Dios nos ama y nos ha aceptado. Puede convertirse en una falta de fe en el sacrificio de Jesucristo. Existe el peligro de convencernos de que Dios nos ama a pesar del hecho de que no le estamos obedeciendo. Muchas personas llegan a convencerse de eso. La felicidad que es sana y permanente es el resultado de comprender y aceptar el maravilloso regalo del perdón que Cristo ofrece y luchar por vivir de acuerdo a las leyes de Dios. Pablo llegó a ese punto después de años de lucha interna. Le dijo a Timoteo: "He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he mantenido la fe" (2 Timoteo 4:7). Él era feliz, y esa felicidad está ahí para cada uno de nosotros.