El hijo de consolación

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El hijo de consolación

A veces se pone un sobrenombre por algún rasgo de carácter. Imagine, por ejemplo, a alguien reconocido por consolar y animar a los demás, al punto que algunos ni siquiera lo llamaban por su nombre verdadero, reconociéndolo sólo por su apodo. Esto le sucedió a José, un líder de la Iglesia del primer siglo.

Lucas, el autor del libro de los Hechos, nos habla de este levita de Chipre, más conocido como Bernabé. En sus epístolas, el apóstol Pablo tampoco lo menciona por su verdadero nombre.

Cuando leemos sobre Bernabé, le vemos vendiendo una heredad para ayudar a la Iglesia ( Hechos 4:37 ). Los miembros de la Iglesia en Jerusalén—cuando se inició la Iglesia en el Día de Pentecostés en el año 31 D.C.—estaban pasando por una situación económica difícil.  

Tenemos poca información sobre Bernabé; se dice que era tío de Marcos, el evangelista autor de un evangelio (Colosenses 4:10) que luego se convirtió en su mentor.

Un sobrenombre perdurable

Su nombre era José, pero los apóstoles le apodaron Bernabé, que significa “hijo de Consolación” o “hijo de exhortación” (Hechos 4:36). Los seguidores de Jesucristo escogieron un sobrenombre que le venía como anillo al dedo por la forma en que actuaba. Bernabé era un hombre con el Espíritu Santo (Hechos 11:24) que se caracterizaba por conciliar, consolar, animar y exhortar.

En la Iglesia del primer siglo leemos sobre personas exhortando a vivir en los caminos de Dios, en una época difícil de persecución, lucha y pruebas.

Cuando Pablo, antes Saulo, trató de reconciliarse con la Iglesia de Jerusalén después de perseguir a los miembros, Bernabé lo respaldó (Hechos 9:27). Los miembros en Jerusalén desconfiaban porque muchos habían sufrido por sus acciones, pero Bernabé intercedió por él ante los apóstoles, convenciéndolos de su genuina conversión.

Gradualmente, Pablo fue aceptado dentro de la Iglesia, aunque con cierto recelo. Seguramente no habría sido aceptado en Antioquía y en Jerusalén sin el apoyo de Bernabé.

En ese tiempo Bernabé estaba activo en las congregaciones de Jerusalén y se le había confiado viajar a Antioquia para empezar la Obra, dando ánimo y consejo a aquellos que habían respondido al llamamiento de Dios.

Aquí vemos nuevamente a Bernabé viviendo, según su sobrenombre, como conciliador. Él llegó a comprender que Dios estaba llamando a los gentiles (no israelitas) a la Iglesia y probablemente pasó el resto de su vida sirviendo a Dios.

Resolviendo desacuerdos

Sin embargo, en muchas ocasiones Bernabé encontró hostilidad de los judíos y gentiles que no estaban de acuerdo con el mensaje que proclamaba—confrontando falsos conceptos y motivando a que se alejaran de estos. Qué difícil debió haber sido animarlos en medio de tan intensa oposición.

Surgió un serio desacuerdo entre Bernabé y Pablo sobre si Juan Marcos los debería acompañar. Pablo se había disgustado con Juan Marcos por haberse regresado a mitad de su primer viaje. Bernabé, por el contrario, insistía en que él los debiera acompañar. Debido a esta disputa se separaron (Hechos 15:39-41).

Pero este desacuerdo no fue permanente, ya que Pablo y Bernabé trabajaron juntos sirviendo a la Iglesia de Corinto. Un tiempo después, Pablo implícitamente reconoció que Bernabé tuvo razón en no dejar a Juan Marcos, que luego se convirtió en un destacado ministro.

Dios dejó escrita la historia de Bernabé para mostrarnos que, en medio de circunstancias adversas, como la que confrontamos ahora con la pandemia del Covid 19, una palabra de aliento puede infundir ánimo para seguir adelante. Es probable que la humanidad no confronte otro tiempo como el actual, donde el consuelo sea tan imprescindible. El ejemplo bíblico de Bernabé nos muestra la importancia de respaldar a nuestros hermanos y hermanas en la fe, cuando surgen dificultades y desavenencias.