#213 - Amós 1-4: "Mensaje a Manasés"

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#213 - Amós 1-4

"Mensaje a Manasés"

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Como verán, el tercero de los doce profetas es un personaje sumamente interesante, Amós. Su nombre significa "carga o cargador" y en verdad, tuvo una pesada carga que llevar. Fue sacado de su plácida vida como ganadero y agricultor y enviado a Israel norteña para entregar un mensaje sumamente desagradable a la alta sociedad civil y religiosa. Escribió este libro alrededor del año 760 a.C. La situación moral y espiritual en Israel se había deteriorado al punto que Dios no podía encontrar a un levita o sacerdote que sirviera para entregar valientemente su mensaje a la nación. Tuvo entonces que buscar entre el pueblo común para hallar a un hombre que fuera sincero y realmente dedicado a él. Como menciona Ezequiel 22:30: "Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé".

En este caso, encontró a uno que se pusiera en la brecha, Amós. Y serían numerosas las veces que tendría que defender el camino de Dios ante mucha crítica y burla. También se pone en la brecha para pedirle a Dios que perdone a Israel y no le dé un castigo severo.

Amos comienza su relato: "Las palabras de Amós, que fue uno de los pastores de Tecoa, que profetizó acerca de Israel en días de Uzías rey de Judá y en días de Jeroboam hijo de Joás, rey de Israel, dos años antes del terremoto" (Amós 1:1). Más tarde explica cómo fue llamado por Dios. Dice: ''No soy profeta [de descendencia], sino que soy boyero, y recojo higos silvestres. Y el Eterno me tomó de detrás del ganado, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo Israel" (Amós 7:14-15).

Amós hace saber que se había corrompido tanto el sacerdocio y los demás líderes religiosos de Israel que Dios tuvo que llamarlo para hacer su voluntad, aunque no fuera educado como ministro. Sin embargo, Amós era fiel a Dios y conocía profundamente las Escrituras. Aún más, las había aplicado muy bien en su vida. Por eso Dios súbitamente lo llamó al ministerio.

Nos dice el primer versículo que el mensaje de Amós llegó dos años antes de un terrible terremoto que asoló a Israel. Fue tan devastador que el historiador judío Josefo lo menciona y lo atribuye al pecado del rey Uzías de Judá. Dice: "Uzías… se corrompió con tantas riquezas, y se ensoberbeció por el éxito… que en una Fiesta Santa se vistió con ropas sacerdotales y entró en el Templo para ofrecer incienso. El sumo sacerdote Azarías acompañado por ochenta sacerdotes, se lo prohibió, pues decía que no era lícito ofrecer sacrificios, sino a los que eran de la raza de Aarón, y le ordenó que saliera y no violara las leyes de Dios. El rey, indignado, lo amenazó con la muerte si no le consentía hacer el sacrificio. Entre tanto un gran terremoto conmovió la tierra, y entreabriéndose el Templo resplandeció la luz del sol que cayó sobre su rostro; en seguida lo invadió la lepra. Frente a la ciudad… fue arrancada la mitad del monte [por el terremoto]" (Antigüedades de los Judíos, Libro 9, Sec. 10, Párrafo 4). La Biblia menciona la lepra de Uzías (2 Crónicas 26:20) y compara el terremoto al que habrá en la venida de Cristo (Zacarías 14:5) pero, a la vez no especifica cuándo ocurrió. Respecto al terremoto se han encontrado evidencias arqueológicas en Hazor y Samaria de que hubo un terremoto violento alrededor de 760 a.C.

Recién recuperados del terremoto, Amos ahora les informa que, debido a la multitud de pecados, Dios está por intervenir y traer mayores desgracias. Dice: "El Eterno rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén y los campos de los pastores se enlutarán, y se secará la cumbre del Carmelo" (Amós 1:2). ¿Por qué viene el castigo? El pueblo de Israel estaba viviendo una época de prosperidad, pero en vez de agradecerle a Dios, se habían corrompido aún más. Un comentarista explica: "Vivían una época de paz y prosperidad. Pero al norte el ejército asirio pendía sobre la nación de Israel como una espada de Damocles, y en el transcurso de los próximos 50 años, destruiría a la región de las 10 tribus de Israel. No obstante, Israel no deseaba aceptar el peligro y hablaba en vez de paz. Fue el profeta Amós quien les dijo: 'He aquí los ojos del Eterno el Señor están contra el reino pecador, y yo lo asolaré de la faz de la tierra, más no destruiré del todo la casa de Jacob' (Amós 9:8), Este mensaje no fue bien recibido, pues les advertía que era la intención de Dios castigar el pecado" (Amos, McGee).

Migraciones principales desde Inglaterra occidental, Escocia e Irlanda a EE.UU.

El mensaje principal de Amós es hacia la casa de Israel, o las 10 tribus del norte. De nuevo, las profecías aquí son duales. Hay un cumplimiento parcial en ese entonces, y el resto será para los tiempos del fin. Amós no se enfoca particularmente en Efraín como sí lo hace en su hermano Manasés; tribu que se encuentra principalmente en los Estados Unidos de América.

Al respecto, el Sr. Armstrong señala: "Cabe preguntarse, sin embargo, cómo los Estados Unidos pueden ser Manasés si gran parte de sus habitantes vinieron de muchos países. La respuesta es la siguiente: Una gran parte de la tribu de Manasés permaneció con Efraín hasta la separación de la Nueva Inglaterra (nombre dado al sector nororiental de EE. UU.). Pero según la profecía [de Amós], habrían de ser zarandeados como se zarandea el grano en una criba, sin que cayera un grano en tierra, es decir, sin que se perdiera ni uno (Amós 9:9). Efectivamente, el pueblo norteamericano se filtró por entre muchas naciones. Efraín y gran parte de Manasés emigraron juntos a Inglaterra, pero otros muchos descendientes de Manasés pasaron por otras naciones, como por una "criba", y de allí emigraron a los Estados Unidos DESPUÉS que las colonias se habían convertido en nación independiente. Esto no quiere decir que todos los extranjeros que han inmigrado a los Estados Unidos sean de la tribu de Manasés, pero muchos, sin duda, sí lo son. Por otra parte, Israel también absorbía a los gentiles que se establecían en su tierra y se casaban con gente de su pueblo" (La Llave Maestra de la Profecía, p. 100).

Hay hoy día más información disponible que confirma lo dicho por el Sr. Armstrong. Yair Davidy, el historiador judío en Jerusalén y experto en la materia escribe: ''Las tribus de José, Efraín y Manasés, consisten en los pueblos celtas occidentales y anglosajones, cuya mayoría poblaron Gran Bretaña. Los descendientes de Manasés se encuentran generalmente en el lado occidental de Inglaterra y los de Efraín en el sector Oriental y al sur. Fue desde la región occidental de Inglaterra, poblada por la tribu de Manasés, que vinieron la gran mayoría de los colonos norteamericanos. Las profecías que se refieren a Manasés son aplicables a los Estados Unidos, y las que se refieren a Efraín, a Gran Bretaña… En su período formativo, los Estados Unidos recibió aproximadamente 87% de sus inmigrantes ingleses desde Gales [Inglaterra occidental], Escocia e Irlanda. En otras palabras, al inicio, la sociedad norteamericana se formó principalmente por grupos relacionados con la tribu de Manasés. Aún hoy día, más de la mitad de la población blanca de los EE. UU. pueden rastrear su ascendencia a Inglaterra e Irlanda. Estos pueblos, descendientes de Manasés, todavía siguen como el factor determinante en Norteamérica" (The Tribes, [Las Tribus] páginas 370, 393).
Tomando este concepto en cuenta, ahora sigamos con el libro de Amós y verán cuánto describe, más que a cualquier otro país en el mundo, a los Estados Unidos en la actualidad.

Antes de juzgar a Manasés, Dios primero emite el juicio sobre los seis vecinos de Israel. Forman un círculo completo, empezando en el norte, pasando al oeste, luego al sur y finaliza en el oriente. Las naciones son: Siria con su capital en Damasco; Filistea; Fenicia con su capital en Tiro; Edom; y los pueblos al oriente Amón y Moab. Todos se habían corrompido, especialmente con el comercio de esclavos israelitas. Los sitios, filisteos y edomitas los atrapaban y luego los fenicios los vendían en el comercio internacional.

Luego Dios juzga a Judá e Israel por haber dejado su santa ley. "Así ha dicho el Eterno: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley del Eterno, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. Prenderé, por tanto, fuego en Judá, el cual consumirá los palacios de Jerusalén" (Amós 2:4-5).

Al juzgar las naciones vecinas, Dios no las acusa de menospreciar su ley, puesto que eran pueblos paganos. Más bien era un juicio moral por haber pervertido sus consciencias. Como dice Pablo: ''Porque cuando los gentiles que no tienen ley [de Dios], hacen por naturaleza lo que es de la ley [la parte moral], éstos, aunque no tengan ley [de Dios], son ley [por sus conciencias] para sí mismos, mostrando la obra [moral] de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, acusándoles [si va contra la moral] o defendiéndoles [a favor] sus razonamientos" (Romanos 2:14-15).

El juicio, por ende, es más grave para Judá e Israel que tienen la ley de Dios. Cuanto más privilegios, cuanto mayor es la responsabilidad y el castigo (Lucas 12:47-48).

Dios le dice a Israel del norte: ''Por tres pecados de Israel, y por el cuarto [esto simboliza una multitud], no revocaré su castigo; porque vendieron por dinero al justo, y al pobre por un par de zapatos. Pisotean en el polvo de la tierra las cabezas de los desvalidos, y tuercen el camino de los humildes; y el hijo y su padre se llegan a la misma joven, profanando mi santo nombre. Sobre las ropas empeñadas se acuestan junto a cualquier altar: y el vino de los multados beben en la casa de sus dioses" (Amós 2:6-8). Israel era más prospera que Judá al ser más extensa y con mayor población y recursos. Pero en vez de ser agradecidos, los ricos estaban violando todas las leyes respecto a los pobres. Se volvió una sociedad basada en que los ricos explotan a los pobres.

Menciona un comentario: ''La primera acusación contra los israelitas es que descaradamente vendían en esclavitud a los pobres que no podían pagar sus deudas (2 Reyes 4:1-7). Vendían a las personas honradas, aunque eventualmente podían pagar su deuda. Los más pobres eran esclavizados al no poder pagar por un par de sandalias (Amós 8:6) ... Luego Dios acusa a los jueces de estar de acuerdo con los acreedores para explotar a los pobres. Tomaban sobornos a favor de los ricos y los pobres eran tan oprimidos que se sentían como si fueran pisoteadas sus cabezas (Amós 2:7). La tercera denuncia es que el padre y el hijo se acostaban con la misma mujer. La promiscuidad sexual se traspasaba de una generación a la otra. Estaban blasfemando el nombre de Dios al no tomarlo en cuenta en sus vidas. Al menospreciar abiertamente los mandamientos de Dios, en realidad se estaban burlando de su carácter santo. El cuarto cargo era que se aprovechaban de las prendas que los pobres dejaban en garantía. No deberían quedarse con el abrigo del pobre que lo usaba para abrigarse al acostarse (Éxodo 22:26-27). Quinto: estaban adorando a ídolos y usaban el vino tomado como prenda de los pobres para ofrecer libaciones a los dioses falsos" (El Comentario del Conocimiento Bíblico).

Dios contrasta el mal que ellos le han hecho con el bien que él sigue haciendo: "Yo destruí delante de ellos al amorreo, cuya altura era como la altura de los cedros… Y a vosotros os hice subir de la tierra de Egipto, y os conduje por el desierto cuarenta años, para que entraseis en posesión de la tierra del amorreo. Y levanté de vuestros hijos para profetas, y de vuestros jóvenes para que fuesen nazareos. ¿No es esto así, dice el Eterno, hijos de Israel? Mas vosotros disteis de beber, vino a los nazareos, y a los profetas mandasteis diciendo: No profeticéis. Pues he aquí, yo os apretaré en vuestro lugar, como se aprieta el carro lleno de gavillas; y el ligero no podrá huir… el esforzado de entre los valientes huirá desnudo aquel día, dice el Eterno" (Amós 2:9-16).

La sociedad entera se había degenerado hasta el punto de que los pocos justos eran obligados a pecar. Por eso, Dios hace ver que toda causa trae un efecto inevitable. Hay consecuencias ineludibles una vez que se emprende una acción. Es el principio en Proverbios 26:2: "Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa" y "Tarde o temprano, el malo será castigado; mas la descendencia de los justos serán librados" (Amós 11:21). Dios dice: "A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, os castigaré por todas vuestras maldades". Ellos tenían la responsabilidad de ser un "reino de sacerdotes, y gente santa" (Éxodo 9:6) ante el mundo para que, por su ejemplo, las demás naciones los siguieran y aprendieran la ley, pero no ocurrió así.

Amós comienza haciendo siete preguntas cuyas respuestas son obvias. "¿Andarán dos juntos, si [primero] no estuvieren de acuerdo? ¿Rugirá el león en la selva sin haber presa [para paralizarla de miedo]?... ¿Se tocará la trompeta en la ciudad [primero], y no se alborotará el pueblo?" (Amós 3:3-6). Cada efecto tiene una causa. Dios no traerá un efecto (el castigo) sin que haya una causa. Y antes de que castigue, le avisará al pueblo mediante sus siervos, los profetas. "Porque no hará nada el Eterno el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? [Hay una causa = efecto], Si habla el Eterno [a Amós], ¿quién no profetizará?" (Amós 3:7-8).

¿Qué les sucederá a estas 10 tribus de Israel? Dios dice que, si los fenicios y egipcios fueran a Samaria, aunque no son un pueblo santo, quedarían espantados al ver el nivel de corrupción (Amós 3:9). Ahora viene la sentencia: "Por tanto, el Eterno Dios ha dicho así: Un enemigo vendrá por todos lados de la tierra, y derribará tu fortaleza, y tus palacios serán saqueados... De la manera que el pastor libra de la boca del león dos piernas, o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel que moran en Samaria" (Amós 3:11-12). Esto se refiere a la invasión asiría de Israel y que habrá tan pocos israelitas en la tierra que serán como los restos de una oreja o pierna de un cordero recién devorado por un león. De acuerdo con Éxodo 22:13, el cuidador debía traer estos restos del animal para mostrarle al dueño que no se los había robado.

Dios también les revela que los cautivos serán llevados "con ganchos" (Amós 4:2) al exilio, como ocurrió según los relieves asirios. Uno de los grandes pecados de la casa de Israel era el sitio en Bet-el dónde Jeroboam había puesto uno de los dos becerros de oro y había hecho un santuario para sustituir al templo de Jerusalén. También había cambiado las fechas de las Fiestas Santas, en particular la Fiesta de los Tabernáculos, del séptimo al octavo mes (1 Reyes 12:28-33). Todo esto era una abominación para Dios y las oraciones y las ofrendas ofrecidas allí eran inaceptables. Por eso les dice en forma irónica: "Id a Bet-el, y prevaricad… y traed de mañana vuestros sacrificios, y vuestros diezmos cada tres días [debe decir años no días]" (Amós 4:4). Aquí, lamentablemente tenemos un error de transcripción en la versión Reina Valera. En vez de decir días debe decir años. La Nueva Reina Valera tiene la traducción correcta: "...traed de mañana vuestros sacrificios y vuestros diezmos cada tres años". Desde luego, esto se refiere a la ley del tercer diezmo dada en Deuteronomio 14:28-29 para alimentar a los pobres. Es una prueba de que los israelitas guardaban esta ley de Dios.

Dios ahora revela que estaba castigándolos por su idolatría en Bet-el. No hizo llover sobre ciertas ciudades y trajo hambruna, vino una plaga de langostas, quizás la misma mencionada por Joel, y llegó una terrible peste (Amós 4:6-10).

Sin embargo, el propósito del castigo no tuvo efecto, "...mas no volvisteis a mí, dice el Eterno...Por tanto, de esta manera te haré a ti, oh, Israel; y porque te he de hacer esto, prepárate para venir al encuentro de tu Dios, oh, Israel [muchos morirán por el castigo)" (Amós 4:6,12).

Así termina la primera parte del libro de Amós. La siguiente sección tiene que ver con el Milenio.