#172 - Isaías 7-11: "El nacimiento milagroso de Cristo; el Milenio"

Usted está aquí

#172 - Isaías 7-11

"El nacimiento milagroso de Cristo; el Milenio"

Descargar
172-isaias-7-11print (233.84 KB)

Descargar

#172 - Isaías 7-11: "El nacimiento milagroso de Cristo; el Milenio"

172-isaias-7-11print (233.84 KB)
×

Acaz fue un rey que desobedeció a Dios y por eso se encontró en serios apuros durante todo su reinado. Su hijo Ezequías, en cambio, fue un rey justo. Todo este reinado de ellos sucedió durante la vida de Isaías.

El trasfondo del capítulo 7 es la invasión de los reyes de Israel del norte y de Siria contra Judá, que es relatado en 2 Reyes 16:5. Querían castigar a Acaz por no haberse aliado con ellos contra los asirios. Acaz y el pueblo de Judá estaban muy preocupados por esta invasión y la cuestión era, ¿debían aliarse con los asirios o como decía el profeta Isaías, confiar en Dios? Para animar a Acaz, Dios le revela a Isaías la siguiente maravillosa profecía, una de las más increíbles del Antiguo Testamento, el nacimiento de Jesucristo por una virgen. Dios, para quien “un día es como mil años y mil años como un día” (2 Pedro 3:8), describe la venida de ese Mesías como si estuviera por ocurrir. Revela que vendría de una virgen y sería humano y a la vez, divino. Más tarde menciona que sería menospreciado y moriría, pero que resucitará y derrotaría a los asirios modernos, [Alemania] y a sus aliados en la batalla de los tiempos del Fin.

Esa misma Asiria que estaba invadiendo a Israel y Judá en ese entonces, Dios revela que repetirá su invasión a la moderna Israel en los tiempos del Fin. Al igual que Dios castigó a Asiria en ese entonces, él promete hacerlo otra vez en la Segunda Venida del Mesías. Desde luego que Isaías no tiene idea de ese futuro tiempo. Dios sólo le revela las fechas que corresponden a su tiempo: las partes iniciales que se cumplirán en los 65 años que siguen. 

Le dice a Isaías: “Sal ahora al encuentro de Acaz, tu, y Sear-jasub tu hijo… y dile: Guarda, y repósate; no temas… a causa de estos dos cabos de tizón que humean [el rey de Israel y el de Siria que pronto caerán en manos de los asirios]... Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efraín… diciendo: Vamos contra Judá y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel” (Isaías 7:3-7). Ellos querían conquistar a Judá y poner a otro rey que hiciera la voluntad de ellos. Pero Dios no permitirá que ellos reemplacen a un descendiente de David sobre Judá por un hombre cualquiera. 

Al contrario, son los reyes de Israel y de Siria los que serán reemplazados. Dios dice: “No subsistirá, ni será. Porque… dentro de sesenta y cinco años Efraín será quebrantado hasta dejar de ser pueblo” (Isaías 7:7-8). Y así sucedió. La primera deportación de israelitas y sirios ocurrió dos años después de la profecía, con la invasión del rey asirio, Tiglat-pileser en 734 a.C. “En los días de Peka rey de Israel, vino Tiglat-pileser rey de los asirios, y tomó [regiones de Israel] Ijón... Galilea, y toda la tierra de Neftalí; y los llevó cautivos a Asiria” (2 Reyes 15:29-30).

Unos veinte años más tarde, en el año 721 a.C., se lleva a cabo la segunda deportación bajo el rey asirio, Salmanasar, y Samaria, la capital de Israel es arrasada. Dice la Biblia: “Contra éste subió Salmanasar rey de los asirios; y Oseas fue hecho su siervo, y le pagaba tributo...Y el rey de Asiria invadió todo el país, y sitió a Samaria, y estuvo sobre ella tres años. En el año nueve de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaria” (2 Reyes 17:3-6). La última deportación, que devastó por completo a la casa de Israel y que trajo nuevos colonos, fue cumplida justo al final de los 65 años profetizados. Se llevó a cabo bajo el rey asirio, Esar-hadón, en el año 669 a.C. Los habitantes que llegaron desde Babilonia para poblar a Israel dijeron cuando llegaron: “...y a los jefes de casas paternas...les dijeron: “...a él le ofrecemos sacrificios desde los días de Esar-hadón rey de Asiria” (Esdras 4:2).

Cuando Isaías le hizo saber esta profecía para animarlo, el rey Acaz no lo creyó. Dios se indignó y lo desafió: “Habló también el Eterno a Acaz: Pide para ti señal del Eterno tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto” (Isaías 7:11). El rey no aceptó esta oportunidad, pues significaría tener que someterse a Dios. Entonces Isaías le dice: “El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14). En Mateo 1:21-23 vemos el cumplimiento de esta profecía al nacer Jesucristo: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta [Isaías], cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.

Luego Dios describe la vida de Jesús: “Comerá mantequilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno” (Isaías 7:15). Esto significa que, aunque el niño fuera “Dios con nosotros” o sea, de naturaleza divina, también comería como cualquier otro niño, demostrando su naturaleza humana y crecería como cualquier otro niño hasta llegar a adulto (vea Lucas 2:52).

Dios ahora añade otra profecía que será representada por el hijo de Isaías, Sear-jasub, cuyo nombre significa “un remanente volverá”. Antes de llegar ese hijo a la edad de “desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes [Israel y Siria], será abandonada”. Esto se cumplió dos años más tarde cuando Tiglat-pileser invadió esa zona y tomó a Damasco en 734 a.C., matando a su rey, Rezín (2 Reyes 16:9) y haciendo lo mismo dos años después con el rey Peka de Israel. Dios también le revela que por la falta de fe de Acaz, los asirios caerán sobre Judá, aunque no tomarán a Jerusalén.

Dios usa el nombre del segundo pequeño hijo de Isaías – Maher-salalhasbaz, que significa, “el despojo se apresura, la presa se precipita” para profetizar que Judá será protegida del ataque mientras que Asiria cae sobre los reyes Rezín y Peka. Pronto los asirios tomarán a estas presas, los dos reyes, señalados por Dios.

Al final de esta profecía, Dios desafía al rey a buscar entre sus agoreros y adivinos paganos para ver si ellos pueden profetizar el futuro como él lo hace. Dice: “Tomad consejo, y será anulado; proferid palabra, y no será firme, porque Dios está con nosotros” (Isaías 8:10). No hay otro que pueda predecir el futuro salvo Dios que usa a sus profetas. Dice: “Al Eterno… santificad; sea él vuestro temor… Entonces él será por santuario… Ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos… He aquí, yo y los hijos que me dio el Eterno somos por señales y presagios en Israel… Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores… que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos? ¡A la ley y al testimonio! ¡Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido!” (Isaías 8:10-20). Esta debe ser nuestra respuesta a todos los que atacan la ley de Dios.

¡Cuán gran contraste había entre los adivinos del rey Acaz y el Dios Todopoderoso que entregaba estas profecías tan precisas! Dios deseaba que Acaz confiara en él y evitara el castigo. Por primera vez hay una referencia a un grupo escogido por Dios, un tipo de iglesia de testigos fieles como el sacerdote Urías y Zacarías (Isaías 8:2) que apoyan fielmente a Isaías. A este grupo los llama Dios “mis discípulos” (Isaías 8:16). Ellos obedecen de corazón a la ley de Dios y como estudiantes, quieren aprender más sobre su Camino. Dios dice que tienen dos características, creen el testimonio de Dios (Isaías 8:1-2), las profecías dadas, y guardan fielmente la ley de Dios.  Es una descripción muy parecida a la de la Iglesia cuando Cristo vuelva: “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17). Esto identifica a la verdadera Iglesia a través de los siglos. No aceptarán los ataques contra los testimonios proféticos ni los argumentos en contra de ley de Dios.

Al no escuchar Judá estas profecías de Isaías ni guardar las leyes de Dios, deciden ir a los adivinos para saber el futuro y a los asirios para su seguridad. Por su desobediencia Dios dice: “pasarán por la tierra fatigados y hambrientos, y acontecerá que, teniendo hambre, se enojarán y maldecirán a su rey y a su Dios, levantando el rostro en alto. Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas… y serán sumidos en las tinieblas” (Isaías 8:21-22). De ese modo vendrá el castigo de Dios por medio de los asirios y luego por los babilonios que dejará a Israel desolada. Esto le sucederá también a las modernas naciones de Israel que repiten las mismas actitudes y pasarán por la Gran Tribulación. Se quejarán amargamente: “Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16:9). Recuerden que proféticamente los asirios son la cabeza del grupo de la Bestia y Babilonia representa al falso profeta aliado con él (vea Apocalipsis 17-18).

Ahora Dios consuela a su pueblo, pues por lo menos ese período oscuro del Antiguo Testamento y de los tiempos del Fin será acortado. Dios al fin intervendrá para salvarlos al enviar a Jesucristo. He aquí la descripción de su llegada: “Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia… pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles [de dónde vino Cristo]... Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado [de lo alto], y el principado sobre su hombro [será rey]” (Isaías 9:1, Isaías 9:6).

Aquí predice que el Mesías vendrá de la tierra de Galilea, que es menospreciada por los judíos. En los tiempos de Isaías, Galilea fue devastada por los asirios y sumida en una oscuridad deprimente. Era llamada “de los gentiles” porque desde antaño muchos israelitas se habían mezclado con sus vecinos, los fenicios (Jue 1:30; 1 Reyes 9:11). Además, los colonos que vinieron de Babilonia poblaron esta área. Por eso era despreciada por los judíos de sangre pura (Juan 1:46; Juan 7:52). Pero de esa humilde región vendría una “gran luz”; el Mesías es de allí y no de la orgullosa Judá. Dice Mateo 4:12-17: “Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea… para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías: “...Galilea de los gentiles; el pueblo asentado en tinieblas vio gran luz… Desde entonces comenzó Jesús a predicar”. Aunque era despreciada, Dios revela que un día tendrá el honor de presentar al Salvador a la humanidad.

Cristo es nombrado con cinco títulos (Isaías 9:6):

  1. Admirable – por sus milagros y enseñanzas, los hombres quedarán admirados (Lucas 9:42-43; Marcos 1:22). 
  2. Consejero – tiene palabras de vida eterna (Juan 6:68).
  3. Dios fuerte – nos librará del adversario (Hebreos 2:14-15).
  4. Padre Eterno – Cristo es un Padre, pues nos hizo a todos (Colosenses 1:16; Juan 14:10).
  5. Príncipe de Paz – Traerá paz a la tierra (Isaías 2:4).

Respecto al reino de Cristo dice: “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite [se expandirá hasta los confines del universo], sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo… en juicio y en justicia desde ahora y para siempre” (Isaías 9:7). Este reino anhelado comienza en el Milenio y continuará extendiéndose para siempre. Esas son las buenas nuevas que Cristo trajo, es el evangelio del Reino venidero y cómo uno puede ser parte de él.

Luego, Dios describe el castigo inminente de la casa de Israel. Por su orgullo y falta de arrepentimiento, especialmente de los gobernantes, serán conquistados. “Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó al Eterno y cortará de Israel cabeza y cola… en un mismo día… Por la ira del Eterno… se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego...” (Isaías 9:13-14, Isaías 9:19). 

Ahora se ve la dualidad profética de Asiria como vara de castigo para ese entonces y para los tiempos del Fin. Dice Dios: “Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. La mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles… Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sión y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria… Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho… ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta?... ¡Cómo si el báculo levantase al que lo levanta!... Por esto el Señor… enviará debilidad sobre sus robustos… y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama… Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel… nunca más se apoyarán en el que los hirió [los asirios], sino que se apoyarán con verdad en el Eterno, el Santo de Israel. El remanente volverá...” (Isaías 10:5-34). Así tenemos el cumplimiento dual de esta Profecía, una parte en los días de Ezequías cuando los asirios son milagrosamente derrotados, pero la completa será en los últimos días. 

Halley explica la parte cumplida en los tiempos de Isaías: “Esto fue escrito después de la caída de Samaria (Isaías 10:11), en desafío de los orgullosos asirios que marchaban sobre Judá y hasta las puertas mismas de Jerusalén… Dios había usado a los asirios para castigar a Israel, pero aquí les amonesta a que no sobrestimen su poderío (Isaías 10:15) y les promete una derrota humillante como la de los madianitas a manos de Gedeón (Jueces 7:19-25) y la de los egipcios en el Mar Rojo (Éxodo 14). Ambos fueron milagros estupendos… en 701 a.C. Senaquerib, a la cabeza de un vasto ejército, invadió el país. En esta ocasión Dios cumplió su promesa, y dio a los asirios un golpe tan inesperado y tan violento que no volvieron más contra Jerusalén (Isaías 37:36)” (p. 261).

La otra parte de la profecía para los tiempos del fin la menciona otro comentarista, Merril Unger: “El tiempo: “en ese día”, “el día del Señor” (Isaías 2:10-22), es cuando los enemigos postreros de Israel han sido destruidos. A pesar de que esta profecía tiene su cumplimiento histórico, la destrucción completa de Asiria viene cuando “el rey del norte” (Daniel 11:45) invade a Israel en los tiempos del Fin (Isaías 14:24-25; Isaías 30:31-33; Miqueas 5:4-7; Daniel 8:23-26). El remanente en los tiempos del Fin, tal como lo hizo Isaías y sus seguidores en su momento, rechazarán este rey falso y “se apoyarán con verdad en el Eterno, el Santo de Israel” (Manual Bíblico de Unger, Versión en inglés, p. 316).

Dios ahora le explica a Isaías cómo será vencida Asiria en los últimos días, será por el Mesías: “Saldrá una vara [Cristo] del tronco de Isaí [padre de David]. Y reposará sobre él Espíritu del Eterno… de sabiduría y de inteligencia… de consejo y de poder… de conocimiento y de temor del Eterno. Y le hará [Dios el Padre] entender diligente en el temor del Eterno (vea Hebreos 5:7-8). No juzgará según la vista de sus ojos… sino que juzgará con justicia… y herirá la tierra con la vara de su boca [en los tiempos del fin, vea Apocalipsis 19:15]... [Entonces] Morará el lobo con el cordero… el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid...” (Isaías 11:1-8). 

Esto, desde luego, sólo se cumplirá en la Segunda Venida de Cristo. Los profetas de ese entonces indagaban sobre esto, pues no entendían bien que Cristo vendría en dos etapas para cumplir la totalidad de las profecías que son duales. A esto se refiere 1 Pedro 1:10-12: “Los profetas que profetizaron [como Isaías y Daniel] de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos… A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas”. Lo interesante es que hasta el apóstol Pedro no sabía que las profecías se cumplirían sólo parcialmente en sus días. De hecho, Apocalipsis fue escrito en parte para explicarles que todavía pasaría mucho tiempo y muchas eras de la iglesia hasta que se llegara al cumplimiento final. Por eso, respecto a los tiempos, siempre hay que ser cuidadosos. Hay muchos indicios de que estamos muy próximos a los tiempos del Fin, pero recuerden, hasta los ángeles en el cielo, que están a lado de Dios, no saben exactamente cuándo Dios actuará. De modo que debemos ser humildes al respecto.

La profecía continúa respecto al Milenio: “No harán mal en mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9). “En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono del Eterno, y todas las naciones vendrán a ella” (Jeremías 3:17). Tal como las aguas entran por todas las cavidades para llenar el mar, así el conocimiento de Dios y su camino será universal. Recuerden que el mar llega hasta 10 kilómetros de profundidad en algunas partes. El conocimiento será inmenso. Añaden las Escrituras: “Y el Eterno será rey sobre toda la tierra. En aquel día el Eterno será uno y uno su nombre” (Zacarías 14:9).

Ahora Dios habla de un segundo éxodo al principio del Milenio: “Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, [Jesucristo], la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa. Asimismo, acontecerá en aquel tiempo, que el Eterno alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto… y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra. Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín… Y secará el Eterno la lengua del mar de Egipto [el Mar Rojo]; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río [Eufrates] y… hará que pasen por él con sandalias. Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto”.

Noten algo de vital importancia en los tiempos del Fin, además de la casa de Israel, estarán en pie naciones como Asiria y Egipto. Asiria, que derrotará a Israel en los últimos tiempos, en la actualidad emigró a la zona de Alemania. Por lo tanto, hay que enfocarse en Alemania para entender las profecías relacionadas con Asiria en los tiempos del Fin. Egipto, en cambio, sigue en el mismo lugar geográfico y cumplirá su papel profético en ese lugar. Israel ya no se encuentra en la Tierra Prometida, y emigró, junto con los asirios, a la zona de Europa y Norteamérica. Dios llama a estas naciones por su nombre antiguo, pero se refiere a ellos en un futuro período. Además, todos estamos en naciones que cumplirán un papel profético en el futuro. En la actualidad la Iglesia es esa Israel espiritual, o el remanente fiel, parecido al grupo de Isaías que será protegido. De modo que aquí tenemos una evidencia clara en la Biblia respecto a los fundamentos del folleto, Usted puede entender la profecía bíblica. Veremos a través de todos los profetas que estas bases proféticas se confirman una tras otra vez.