¿Qué significa ser un discípulo?
Cuando enseño mi clase acerca de los evangelios en el Instituto Bíblico Ambassador, uno de los conceptos que a menudo enfatizo es el que tiene que ver con lo que significa ser un discípulo. Para un discípulo en tiempos de Cristo, su rabino era su maestro, instructor y señor, y vemos que estos mismos términos son los que se usan en los evangelios para referirse a Jesús.
Tendemos a considerar la relación entre rabino y discípulo como la de un maestro y sus estudiantes, pero en realidad el asunto va mucho más allá de eso. Un estudiante quiere saber lo que sabe su maestro, pero un discípulo quiere ser exactamente como su rabino, maestro e instructor en todo aspecto.
Este compromiso es mucho más profundo que una relación entre maestro y alumno. Por ello es que los discípulos de Jesús siempre viajaban con él: no solo querían saber lo que su Maestro sabía, sino también llegar a ser tal como él en todo sentido.
Tal era la razón de que acompañaran a su Maestro a todos lados. Lo hacían para ver qué hacía su Rabino en cada circunstancia de la vida. ¿Cómo oraba? ¿Cómo enseñaba? ¿Cómo estudiaba y entendía la Palabra de Dios? ¿Cómo aplicaba esa Palabra en la vida cotidiana?
No es coincidencia que en los evangelios reiteradamente veamos que Jesús le decía “Sígueme” a alguien. Ser un discípulo en aquel tiempo literalmente significaba seguir al maestro a dondequiera que fuera e imitar su manera de comportase y vivir, para poder asemejarse a él lo más posible.
Aunque no fue uno de los apóstoles originales, el apóstol Pablo entendía perfectamente esta relación. Se había instruido bajo el famoso rabino Gamaliel hasta que fue llamado a seguir a un Rabino mucho más importante, que lo entrenó personalmente. Pablo sabía que debemos llegar a ser como nuestro Rabino perfecto en cada área de nuestra vida, por lo cual dijo que nuestra meta era “[llegar] a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la misma estatura de Cristo” (Efesios 4:13, Nueva Versión Internacional, énfasis nuestro en todo este artículo).
Pablo tenía muy claro quién era su ejemplo a seguir, y animaba a los miembros de la Iglesia a que también lo siguieran: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1, NVI). Así como un discípulo procuraba vivir tal como su maestro, Pablo se esforzaba por vivir tal como lo hacía Jesucristo. Y al seguir estos ejemplos, los miembros de la Iglesia podían ver qué era lo que necesitaban para transformar sus vidas.
Si vamos a ser tales discípulos, ¿dónde debemos comenzar? ¿Qué pasos podemos tomar para llegar a ser como Jesucristo en todo sentido? El sendero a seguir es el mismo que siguieron los propios discípulos de Jesús en el primer siglo. Veamos tres aspectos:
1. Un discípulo debe pasar tanto tiempo como le sea posible con su maestro.
La meta de un discípulo no se limitaba puramente a adquirir conocimiento, sino que incluía también una transformación personal. Los discípulos de Jesús lo seguían a todas partes y prácticamente vivían con él gran parte del tiempo, a medida que sus corazones y mentes se transformaban. Mediante sus palabras y acciones, Jesucristo constantemente mostraba a sus discípulos la forma en que debían relacionarse con Dios y con otros seres humanos.
Pero se necesitó tiempo para que estos hombres cambiaran — mucho tiempo. Los cambios que Cristo generó en las vidas de sus discípulos no se produjeron de manera automática o fácil. Los evangelios registran muchos ejemplos de gente que fue sanada instantáneamente por Jesús, pero no vemos ejemplos en los cuales él haya curado inmediatamente a alguno de sus seguidores de un terrible hábito o un defecto de carácter. En cambio, él simplemente continuó enseñando y corrigiéndolos amablemente, dándoles tiempo para madurar y cambiar.
Así es como Dios opera en nuestras vidas. Él nos enseña continuamente, corrigiéndonos gentilmente y dándonos tiempo para crecer y vencer. La transformación interna del nuevo hombre solo puede alcanzarse con el transcurso del tiempo. Esta es la forma en que Dios trabaja y la forma en que un discípulo de Cristo, día a día, llega a parecerse más a su Maestro e Instructor.
¿Qué tal andamos nosotros en este sentido? Como discípulos de Jesucristo, nuestro Rabino, ¿cuánto tiempo pasamos con él? Se nos ha dado la Biblia, que está colmada de sus enseñanzas, pensamientos y verdad. ¿Qué estamos haciendo con todo ello? ¿Estamos procurando que sea una parte diaria de nuestra mente, pensamiento y carácter, o permitimos que otras cosas se interponga en el camino?
2. Un discípulo debe comprometerse absolutamente con su maestro.
Esto nos lleva al segundo aspecto de lo que significa ser un discípulo, y es que un discípulo debe estar totalmente comprometido con su maestro.
En Lucas 9:57-62 leemos que Jesús les dijo a varios individuos “Sígueme”. Pero todos presentaron diferentes excusas de por qué no podían seguirlo. Jesús les dijo que si querían ser discípulos debían dejar todo atrás, para mostrar la profundidad de su compromiso.
Su camino de vida consistía en servir a Dios, comprometiendo su vida a enseñarle a la gente sobre su Padre. La suya era una existencia muy difícil. Los discípulos deben haber compartido esta vida tan complicada, pero también deben haber experimentado gran gozo. Después de todo, ellos eran los discípulos de un Rabino extraordinario, del cual habían aprendido las cosas profundas de Dios que nadie más sabía y que asombraban grandemente a quienes las escuchaban.
El hecho de pasar tanto tiempo juntos y el compromiso absoluto de los discípulos con su Maestro produjo un vínculo muy sólido. Los discípulos de Jesucristo entendían esto muy bien, según vemos en escrituras tales como Marcos 10:28, donde Pedro le dice a Jesús, “lo hemos dejado todo, y te hemos seguido”. Las palabras de Pedro reflejan la profunda devoción y el total compromiso que los discípulos sentían hacia su Rabino. Esta cercanía y compromiso eran esenciales para poder llegar a ser como su Maestro en todo sentido.
3. Un discípulo debe obedecer y servir a su maestro.
La tercera forma en que un discípulo puede llegar a ser como su maestro es sirviéndole y obedeciéndole. Como Jesús les dijo a sus seguidores en Lucas 6:46, “¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Él claramente espera que sus discípulos le sirvan y obedezcan.
Los discípulos debían aprender sirviendo a sus maestros. Una de las cosas que aprendían era la humildad, que era un requisito para un crecimiento adecuado, y se disponían voluntariamente a ser guiados y corregidos por su instructor. Todas estas cosas eran cruciales para llegar a ser tal como su maestro.
Comience a ser como Jesucristo
Debemos transformar nuestras vidas para que podamos ser como nuestro Maestro y Rabino, Jesucristo. Pero no solo tenemos que aprender de él, sino que debemos convertirnos en alguien como él en cada aspecto.
¿Quién o qué deseamos como modelo para nuestras vidas? Siempre estamos siendo moldeados por algo. ¿Será la cultura del mundo que nos rodea, o será nuestro Señor y Maestro, Jesucristo?
¿Pasará usted tanto tiempo con él como le sea posible? ¿Se comprometerá con él y le servirá y obedecerá en todo sentido? ¡Esto es lo que significa ser discípulo de Jesucristo! EC