Luz de esperanza
Herramientas prácticas para lidiar con la ansiedad
Jesucristo nos enseñó que no debemos preocuparnos (Mateo 6:31) ni tener una mente ansiosa (Lucas 12:29). Pero él no estaba diciendo simplemente que “no debemos sentirnos” preocupados o ansiosos. Más bien, su poderoso mensaje es que la confianza en Dios nos da la capacidad de superar estos sentimientos difíciles, pero muy comunes. Es importante recordar que no debemos obsesionarnos ni darle vueltas a una situación problemática, ya que tal cosa solo aumenta la ansiedad.
La preocupación y la ansiedad pueden ser causadas por diversos factores, entre ellos:
- Nuestras circunstancias, especialmente cuando no nos sentimos seguros o nuestras necesidades básicas no están siendo satisfechas.
- La incertidumbre y la falta de estabilidad en nuestras comunidades o en la sociedad en general.
- Los patrones de pensamiento hacia los que gravitan nuestra personalidad y constitución emocional.
- Los patrones de pensamiento y las conductas que aprendimos en nuestro entorno.
- La soledad y la falta de interacción y relaciones saludables.
- Algunas personas experimentan ansiedad como síntoma permanente de una condición médica.
Muchas personas se enfrentan a uno o más de estos factores a lo largo de su vida, así que si usted ha experimentado ansiedad aguda, ¡sepa que no está solo!
A través de mi propia experiencia con la ansiedad (mi personalidad y mi estructura emocional tienden a ello), he aprendido que existen múltiples herramientas fácilmente disponibles que, con la ayuda de Dios, proporcionan un apoyo significativo para ayudar a manejar estos sentimientos.
Educación proactiva
“El sabio oirá y crecerá en conocimiento . . .” (Proverbios 1:5, La Biblia de las Américas).
A veces, cuando experimentamos ansiedad, la respuesta predeterminada es ignorar nuestros sentimientos y pensar en ellos lo menos posible. A corto plazo es difícil aprender sobre ellos de manera proactiva, pero a largo plazo es mucho más útil. Existen muchos recursos confiables que pueden ayudarnos a comprender la experiencia y mitigar el miedo.
Cuando nos invaden sentimientos muy difíciles y a la vez intensamente personales, el hecho de no poder explicarlos ni entender por qué los tenemos magnifica su impacto. Comprender el qué y el porqué no elimina todas las dificultades, pero sí disminuye en gran medida su impacto.
¿Qué es exactamente la ansiedad? Las investigadoras Catherine Pittman y Elizabeth Karle la definen comparándola con una emoción muy similar: el miedo.
“Ambas surgen de procesos cerebrales parecidos y provocan reacciones fisiológicas y conductuales similares; las dos se originan en partes del cerebro diseñadas para ayudarnos a afrontar el peligro. Sin embargo, el miedo y la ansiedad difieren en que el miedo suele estar asociado a una amenaza clara, presente e identificable, mientras que la ansiedad se produce en ausencia de un peligro inmediato. En otras palabras, sentimos miedo cuando realmente estamos en peligro . . . Sentimos ansiedad cuando se apodera de nosotros una sensación de temor o malestar aunque no estemos, en ese momento, en peligro”.1
Es fundamental comprender esta distinción: la ansiedad suele surgir de peligros percibidos o anticipados que no se han producido. Esto abre vías para reducir la percepción y la anticipación, con el fin de disminuir o evitar la ansiedad que pueden generar. También es crucial comprender el papel de la ansiedad, tanto lo que es como lo que no es (siendo esto último igual de importante).
Desarrollar una perspectiva clara y precisa sobre el propósito de la ansiedad nos prepara para responder de forma saludable a lo que experimentamos. Una alarma que nos avisa acerca de un peligro potencial, como un incendio o un tornado, es por naturaleza un poco aterradora pero, al fin y al cabo, su objetivo es mantenernos a salvo. Las alarmas están diseñadas para llamar nuestra atención e impulsarnos a tomar las medidas necesarias.
La ansiedad puede parecer una fuerza incontrolable en la mente y el cuerpo, que no se puede apagar ni domar. Desde esa perspectiva se percibe como una entidad desconocida que actúa por cuenta propia, lo que naturalmente nos hace temerla. La educación proactiva reduce en gran medida ese miedo y nos permite redirigir nuestra atención y energía hacia la identificación y el tratamiento de la causa de la alarma. Como explica John Delony, autor y consejero de relaciones y salud mental, no es muy útil “arreglar o desactivar el sistema de alarma en vez de apagar el fuego y despejar el humo”.2
Procesamiento emocional proactivo
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis ansiedades . . .” (Salmos 139:23, Nueva Versión Internacional).
Las emociones difíciles son inevitables en nuestra experiencia de vida. Nuestra existencia física es temporal, imperfecta e incompleta, ¡y también nosotros! Sin embargo, a menudo nos sorprenden y consternan las emociones incómodas, y hacemos todo lo posible por evitarlas.
Otras emociones, como el desánimo, la soledad y el duelo, son realmente desagradables. Sin embargo, ¡las sentimos por una razón! Su propósito es permitirnos reconocer y responder a las cosas difíciles de la vida de manera saludable, de modo que nos ayuden a superar la experiencia y a crecer emocional y espiritualmente.
El hecho de escribir frases sencillas respecto a nuestras emociones y hablar con Dios sobre ellas en oración son herramientas simples, pero muy eficaces, que aumentan nuestra comprensión y capacidad para procesarlas. Escribir las cosas tiene dos beneficios inmediatos:
- El proceso de escribir ayuda a aclarar nuestros pensamientos y sentimientos.
- Escribir es una forma saludable de expresión que proporciona una vía de escape para exteriorizar los pensamientos y sentimientos que pueden generar ansiedad.
Hay muchos estilos y métodos diferentes para escribir con regularidad. No se preocupe de hacerlo perfectamente; simplemente implemente y desarrolle un método que le funcione según sus preferencias. Personalmente, he desarrollado el hábito de llevar conmigo un bolígrafo y un cuadernito sencillo donde puedo escribir fácilmente algunas frases simples sobre pensamientos, emociones, experiencias y versículos bíblicos, o cosas que leo y oigo que me llaman la atención.
Existen diversos recursos donde puede encontrar muchas listas de palabras que describen emociones positivas y negativas. Encuentre una (pida ayuda a una persona de confianza si lo necesita) y comience a utilizarla para escribir frases muy sencillas sobre sus emociones positivas y negativas, como por ejemplo:
- “Me siento . . .”. Describa la emoción y algo sobre cómo la está experimentando, independientemente de si sabe por qué se siente así o no.
- “Estoy procesando . . .”. Escriba el sentimiento y la experiencia emocional o física con la que no sabe muy bien qué hacer o cómo lidiar.
- “Estoy agradecido por . . .”. Escriba sobre algo por lo cual está agradecido o que le merece aprecio. El hecho de enfocarse regularmente en las muchas cosas buenas de nuestra vida no nos impide tener problemas, pero nos ayuda a mantener esas dificultades en la perspectiva adecuada.
Para ser claros, el objetivo de esta práctica no es el de tener más pensamientos “positivos” y menos “negativos”, sino percibir y procesar nuestros pensamientos y sentimientos con mayor precisión. Esto significa reconocer las cosas difíciles y no minimizarlas ni exagerarlas, aprender a verlas tal y como son y no al contrario, y desarrollar respuestas saludables.
La mejor manera de hacerlo es hablar con Dios sobre lo que él escribe, porque él ya lo sabe y lo entiende mejor que nosotros. Él lo ama y quiere ayudarlo a superar sus problemas. Como escribió el rey David: “Oh Eterno, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos” (Salmos 139:1-2). Dios puede darle entendimiento tanto del presente como de los pasos futuros que necesitará para alcanzar la verdadera paz. En Filipenses 4:4-8 se encuentra una receta bíblica para la ansiedad:
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.
Conexión proactiva
“Oirá el sabio . . . el entendido adquirirá consejo” (Proverbios 1:5).
Cuando experimentamos ansiedad es fácil aislarnos de diversas maneras para evitar las cosas que, según nuestra percepción, nos causan angustia. Evitar es una respuesta poco saludable por dos razones: en primer lugar, las cosas y situaciones que parecen causar ansiedad suelen ser solo una señal de que nos sentimos inseguros a un nivel más profundo, y el acto de evitar retrasa la identificación de la causa real del sentimiento. En segundo lugar, evitar y aislarse alimentan la ansiedad, haciendo que esos sentimientos se arraiguen de manera cada vez más profunda.
Como explican Pittman y Karle: “La dinámica de experimentar ansiedad y luego escapar de ella evitando la situación solo sirve para prolongar la ansiedad, y esto es precisamente lo que hace que las reacciones de ansiedad sean tan difíciles de modificar. De esta manera, la ansiedad puede perpetuarse”.3 Esta es una realidad desalentadora, pero que se puede superar. Es más factible cambiar nuestra respuesta a la ansiedad cuando la educación y el procesamiento se producen en el marco de relaciones interpersonales saludables.
¡No se pueden subestimar los beneficios que produce hablar con otras personas sobre la ansiedad que experimentamos! Delony describe de esta manera el magnífico provecho de compartir genuinamente nuestros sentimientos:
“Procesar sus pensamientos y sentimientos en voz alta con un amigo de confianza, un familiar, un consejero o un grupo puede ser transformador y sanador. Conectarse con un ser querido (en persona, cara a cara si es posible), es una de las mejores maneras de calmar rápidamente la ansiedad y recuperar la sensación de seguridad . . . ”.4
Estos principios también se encuentran en toda la Biblia, en pasajes que nos animan a ayudarnos mutuamente en las dificultades (Proverbios 17:17; Gálatas 6:2) y a confiar en la fuerza combinada que proporcionan las relaciones (Eclesiastés 4:9-12). Contrariamente a lo que sentimos y suponemos de forma natural, compartir nuestras dificultades no nos debilita, sino que nos fortalece para afrontarlas y superarlas.
Resumen y nota del autor
La capacidad de convertir los pensamientos negativos (que contribuyen a la ansiedad) en pensamientos, palabras y frases positivas utilizando la Palabra de Dios, puede ser un medio muy importante para reducir la ansiedad. Dios nos brinda información sobre cómo manejar cualquier situación que podamos encontrar en la vida. Interiorizar estos conceptos, creencias y estrategias puede reducir en gran medida los sentimientos de ansiedad.
Este artículo tiene por objeto compartir herramientas prácticas, independientemente del nivel de ansiedad que uno pueda experimentar. Si experimenta ansiedad general con síntomas de bajo impacto que tienen poco o ningún efecto en sus actividades normales, seguir estas prácticas puede ayudarle a mantener respuestas saludables que mitiguen y prevengan un impacto adicional.
Si experimenta ansiedad aguda, con síntomas de mayor impacto que afectan su capacidad para realizar actividades normales, no se desanime y recuerde que no está solo. Seguir estas prácticas, combinadas con apoyo y herramientas adicionales en cada categoría, puede tener un enorme impacto positivo a la hora de equiparlo para reducir y manejar la ansiedad de forma saludable.
Lo sé por mi propia experiencia, y estoy seguro de que usted también puede lograrlo. Fíjese en que todas las prácticas comienzan con la misma palabra: proactivo. No he utilizado esa palabra a la ligera, porque para mí no ha sido nada fácil. Para ser sincero y transparente, gran parte de mi aprendizaje se ha producido cuando las dificultades me han obligado a crecer de forma reactiva.
Pero estoy aprendiendo y practicando los beneficios de aceptar la incomodidad y buscar activamente un mayor crecimiento. Lo animo a que también lo haga, especialmente en cuanto a escribir y compartir. Como dijo Dawson Trotman, un evangelista cristiano del siglo xx: “Los pensamientos se desenredan cuando pasan por los labios y las yemas de los dedos”. Por medio de la obra de Dios en nosotros, los aspectos malsanos de nuestros miedos humanos, incluida la ansiedad, pueden transformarse en un temor saludable (respeto, reverencia, adoración) hacia él, lo cual produce maravillosos frutos espirituales (Salmos 34:1-9). EC
Referencias (en inglés)
1Rewire Your Anxious Brain (Reconecte su cerebro ansioso), de Catherine M. Pittman y Elizabeth M. Karle, New Harbinger Publications, 2015, p. 2.
2Redefining Anxiety (Redefiniendo la ansiedad), de John Delony, Ramsey Press, 2020, pp. 6-7.
3Pittman y Karle, p. 129.
4Delony, pp. 38-39.