¿Se siente abrumado por el agotamiento?
La mente, el corazón y el cuerpo sufren tremendamente en momentos de continua incertidumbre, ansiedad o temor. En medio de las crisis de los últimos meses, nuestro mundo ha sufrido diversos grados de estas emociones estresantes. El covid-19, la devastación financiera, los disturbios, el malestar de la sociedad, todo tiene un precio. Ningún país, cultura, idioma o sociedad ha escapado al aluvión de noticias angustiosas que estamos enfrentando. ¿Es de extrañar, entonces, que suframos enfermedades del cuerpo, el corazón y la mente?
Las circunstancias difíciles y aparentemente interminables vienen en muchas formas, pero su capacidad de causar estragos en el cuerpo y la psiquis humana es la misma. Para algunos, puede ser el dolor de un corazón destrozado por la pérdida de un ser querido. Para otros, pueden ser las constantes fricciones de una relación que devastan el espíritu; las dificultades familiares que destruyen los sueños y expectativas que alguna vez florecieron; un pecado oculto que corroe las entrañas; la soledad que seca el alma; un matrimonio deshecho que destruye la confianza en la pareja; los apuros financieros que alejan la tranquilidad; cuidar de alguien, y su consecuente fatiga emocional; o una enfermedad crónica que socava el espíritu. La lista es interminable.
¿Alguna vez ha sentido deseos de rendirse por el simple hastío de todo? ¿Le recuerdan las siguientes palabras algunos de los momentos más angustiosos de su vida?: “Estoy agotado de tanto llorar; toda la noche inundo mi cama con llanto, la empapo con mis lágrimas”. De ser así, usted no es el único. Esas palabras las dijo el rey David, y las leemos en Salmos 6:6 (Nueva Traducción Viviente).
Yo misma he recorrido este oscuro sendero a causa de una enfermedad crónica y prolongada. Y aunque mi paso por el valle del agotamiento puede tener un origen diferente al de otras personas, ya que sin duda algunos pueden haber experimentado desafíos aún mayores, las dificultades que todos enfrentamos son a la vez únicas y similares en su capacidad para desgastarnos. Quizás el hecho de compartir algunas herramientas simples que me han ayudado pueda servir de salvavidas a quienes se sienten identificados con estas situaciones, y brindar comprensión y esperanza a quienes lo necesitan.
Lección 1: Describa las bendiciones directamente a Dios
Cuando estamos abatidos, a menudo el estado del cuerpo y la mente es tal que resulta difícil incluso recordar las cosas más pequeñas que reaniman nuestros corazones. En algún momento durante mi enfermedad, decidí llevar un simple diario de gratitud de dos partes, que he atribuido a la inspiración divina. Dios sabía lo que yo debía hacer.
La primera parte se enfoca en dedicar un tiempo diario para identificar las bendiciones divinas, incluso las más simples en apariencia, y escribirlas en una oración que comienza con: “Hoy agradezco que . . .”
A pesar de los desafíos físicos de ser ciega y sorda, Helen Keller evidentemente entendió este principio, y lo expresó así: “Agradezco a Dios por mis limitaciones, porque a través de ellas me he encontrado a mí misma, a mi trabajo y a mi Dios”.
Salmos 118:1 dice: “Den gracias al Señor porque él es bueno”. Esta frase del rey David se repite varias veces a lo largo del libro de los Salmos, así que este principio de gratitud permanente también debe haber funcionado bien para él.
A la segunda parte de mi diario le di el título “Notas sobre la creación”. El propósito en esta parte es dedicar tiempo para meditar y estar en armonía con lo que uno ve a su alrededor, para identificar específicamente los elementos de la creación de Dios que a menudo damos por sentados, y luego alabarlo por ello.
Trabajar en la primera parte llenó mi corazón de agradecimiento, y aprendí que la gratitud es un poderoso antídoto contra el cansancio; y trabajar en la segunda parte llenó mi mente de admiración por nuestro gran Dios, quien planeó su creación de manera que no solo fuera extraordinariamente bella, sino que además rebosara de impresionantes detalles, incluido el maravilloso cuerpo humano.
También aprendí que el hecho de enfocarnos en la creación de Dios y en el Creador hace que cambie nuestra perspectiva sobre nosotros mismos. Me parece muy interesante que entre los capítulos 37 y 39 de Job, Dios dedicara 95 versículos para enseñarle a Job sobre su creación durante el periodo en que este sufría profundamente.
Por otro lado, es evidente que esta herramienta fue utilizada por el rey David, un hombre que sufrió tragedias, ansiedad, miedo, soledad, pruebas familiares y problemas de relaciones interpersonales. El salmo 104 es un hermoso ejemplo de esto, y es un pasaje inspirador que vale la pena leer una y otra vez. David escribió muchos salmos meditando, alabando y reconociendo a Dios y su creación, a menudo durante o después de sus pruebas más difíciles. “Meditaré en la gloria y la majestad de tu esplendor, y en tus maravillosos milagros” (Salmos 145:5, NTV).
Lección 2: Piense en esto, no en aquello
En medio del abatimiento, cuando la mente y el cuerpo se sienten debilitados, es fácil que afloren pensamientos autodestructivos. Un gran amigo me regaló un ejemplar del libro Forty Days to a Joy-Filled Life (Cuarenta días hacia una vida llena de gozo), de Tommy Newberry, sin tener idea de cuán desesperadamente yo lo necesitaba.
El método “piense en esto, no en aquello” que describe el autor se basa en Filipenses 4:8, que dice: “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” (Nueva Versión Internacional).
El principio del reemplazo es simple. Cuando empiezan a surgir pensamientos negativos, debemos reemplazarlos inmediatamente con pensamientos positivos. Y créanme, ¡funciona! Algunos ejemplos pueden ser:
• Rechace el miedo y la duda recordando la fidelidad de Dios.
• Rechace pensamientos irracionales y negativos meditando en sus bendiciones, aunque parezcan pequeñas.
• Rechace la desesperación causada por problemas personales reflexionando sobre las promesas de Dios.
• Rechace sentimientos de amargura recordando el perdón y la gracia que Dios le ha otorgado personalmente.
Y así sucesivamente. Proverbios 4:23 nos dice: “Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida” (Palabra de Dios para Todos).
Lección 3: Cultive un corazón lleno de esperanza
Hay momentos en que es útil reorganizar nuestra mente y considerar el panorama general, nuestra “esperanza bienaventurada” (Tito 2:13), para adquirir la capacidad de superar el abatimiento, aunque parezca una tarea imposible.
La esperanza es poderosa. Es uno de los tres pilares de la vida cristiana mencionados en 1 Corintios 13:13 junto con la fe y el amor. La esperanza es una compañera de la fe, y su poder emana de la absoluta confianza en las promesas de Dios para nosotros. Difiere mucho del simple pensamiento positivo, ya que nos otorga la capacidad para soportar los momentos difíciles en vez de la simple habilidad de soslayar la ansiedad. Trasciende el presente y nos recuerda que nuestras circunstancias actuales no son permanentes.
Al parecer este también fue otro principio básico para Helen Keller. Una vez dijo: “Me consuela profundamente saber que las cosas que se ven son temporales y las que no se ven son eternas”. Esta es una cita directa de la Biblia, de lo que dijo el apóstol Pablo (ver 2 Corintios 4:16-18).
Habiendo soportado muchas pruebas dificilísimas en su propia vida, Pablo entendía el valor de mirar hacia el futuro. Él a menudo nos recuerda que la vida será difícil, pero nos insta así cuando nos hallamos en medio de grandes dificultades: “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración” (Romanos 12:12, NVI).
Si no cultivamos un corazón lleno de esperanza, es difícil tener fe y confianza en el plan primordial que Dios está llevando a cabo ante nosotros. La veracidad y las promesas confiables de Dios “nos fortalecen para continuar en la esperanza que Dios nos da. Tenemos esa esperanza tan fuerte y segura como un ancla que sostiene el alma” (Hebreos 6:18-19, PDT).
Lección 4: Ore a menudo
Recurrir a Dios funciona mucho mejor que encender la televisión o cualquier otra cosa que podamos hacer.
También puede ser útil recordar que el abatimiento ciertamente no es nada nuevo, y que el propósito principal de Dios no es evitar las dificultades, sino lograr el desarrollo espiritual.
Hace casi 2000 años, Jesús dijo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso” (Mateo 11:28, NVI). Él y el Padre conocen los desafíos que enfrentan los creyentes. Y aunque es posible que Dios no siempre elimine la prueba como le pedimos, o no nos libre de tener que soportarla, siempre estará a nuestro lado para guiarnos paso a paso. Pídale su guía y presencia en su vida.
Piense en esto: ¿Nos tomamos el tiempo para reflexionar sobre su presencia y percibirla? ¿Meditamos acerca de todas las veces que él nos ha guiado y ha intervenido en nuestras vidas? Puede ser un ejercicio útil poner por escrito esas experiencias, contemplarlas en retrospectiva, y tenerlas presentes para que podamos reflexionar sobre ellas cuando nos sintamos deprimidos. El abatimiento puede hacernos olvidar que Dios siempre está acompañándonos en nuestro diario caminar. “El Eterno te pastoreará siempre” (Isaías 58:11).
Lección 5: Ayude a los demás, incluso cuando no pueda ayudarse a sí mismo
Es sorprendente lo que sucede cuando dejamos de centrarnos en nosotros y dirigimos nuestra atención hacia los demás. Mentalmente esto hace más llevaderas nuestras propias circunstancias, beneficiándonos con una perspectiva adecuada (compárese con Hechos 20:35).
Dependiendo de la situación personal, hacer el esfuerzo por compartir o interactuar con otros a veces puede parecer una hazaña casi imposible, especialmente si uno está confinado en su casa. Pero concentrarse en lo que puede hacer en lugar de centrarse en lo que no puede hacer es otra herramienta útil.
Algunos ejemplos sencillos de cómo alentar a otros cuando su situación personal sea difícil son enviar mensajes de texto, correos electrónicos, tarjetas y cartas, y en lo posible mantener el contacto telefónico. “El que es generoso prospera; el que reanima será reanimado” (Proverbios 11:25, NVI).
Cómo disminuir el cansancio
Cada uno de nosotros es una obra en curso y completamente único en lo que está experimentando en la vida. Cada prueba, cada situación difícil, e incluso el abatimiento, ayudan a moldear a la persona que somos y a la que aún debemos llegar a ser. También nos dan la capacidad de consolar a otros mediante comprensión, empatía y compasión.
Como nos dice 2 Corintios 1:3-4, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”.
Somos quienes somos debido a nuestras experiencias colectivas y la forma en que las manejamos, una vez que descubrimos cómo hacerlo. Oro para que estos cuantos puntos prácticos contribuyan y nos ayuden en el proceso de mitigar el abatimiento, tanto en estos momentos de conmoción e incertidumbre como en el resto de nuestras vidas. BN