“Guardaos de la levadura de los fariseos”
"La levadura de los fariseos” es una frase curiosa. ¿Por qué sintió Cristo la necesidad de advertirles a sus discípulos que la evitaran? ¿Reconocería usted esa “levadura” si la viese hoy? La respuesta a estas preguntas es importante, no solo durante la temporada de la Pascua, sino todo el año.
¿Cuál es esta “levadura de los fariseos”? La respuesta clara y directa se encuentra en Lucas 12:1. “En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía”. La hipocresía se describe aquí como la levadura de los fariseos, pero como veremos más adelante, esto es solamente la punta del témpano.
Definición de hipocresía
La palabra “hipócrita” viene del vocablo griego hupokritesy se refiere a alguien que está actuando o fingiendo. Entre los actores de teatro griegos y romanos era costumbre utilizar grandes máscaras con aparatos mecánicos para aumentar la fuerza de su voz. Estos actores, que escondían sus rostros y cambiaban sus voces reales, eran llamados hupokrites, o hipócritas.
Jesús comparó la conducta de los fariseos con la de estos actores: hombres que simulaban o pretendían ser algo que no eran. Los fariseos en tiempos de Cristo constituían una poderosa comunidad de líderes que afirmaban ser más fervientes y justos que el resto de la sociedad judía. Se establecieron a sí mismos como modelo de lo que era ser justo y piadoso; sin embargo, a los ojos de Cristo su ejemplo en realidad era destructivo. Cristo opinaba que la conducta de estos hombres tenía un efecto pernicioso en aquellos que seguían su ejemplo: en otras palabras, un efecto leudante.
El sermón del monte y la instrucción en cuanto a la hipocresía
Es interesante que Cristo abordara desde un comienzo el tema de la hipocresía. Uno puede considerar Mateo 6:1-18 como el manual básico para identificar la hipocresía: los hipócritas dan ofrendas con el propósito de ser vistos y admirados (versículos 1-2); oran para impresionar a los hombres con sus voces y sus palabras (versículo 5); y hacen todo lo posible para parecer patéticos cuando ayunan a fin de ser admirados por su sacrificio y que les tengan lástima por lo mal que se sienten (versículo 16). El mensaje de Cristo a sus discípulos era simple: si ustedes hacen las cosas de esta manera, la admiración del hombre será su única recompensa, ya que yo no les prestaré atención ni los oiré.
La mayoría de quienes profesan ser cristianos comprenden perfectamente este punto; es algo elemental. ¿Cuán seguido ve usted a alguien tocando una trompeta para anunciar su ofrenda, o descuidando su apariencia presentándose sin afeitarse y despeinado a fin de que usted tenga que preguntarle “¿Estás ayunando hoy?” Pero el efecto leudante de la hipocresía es mucho más amplio.
Hipocresía y malas intenciones
La mayoría de nosotros estamos familiarizados con la situación descrita en Mateo 22:15-18. Los fariseos le trajeron a Cristo una moneda que tenía la imagen de César y le preguntaron si era apropiado pagar impuestos. Los judíos del tiempo de Cristo odiaban la ocupación romana. Si él les decía que sí era apropiado, se enemistaría con los judíos. Si les decía que no, sería un acto de traición en contra del gobierno romano y lo pondría en peligro de ser perseguido. Jesús les dijo en el versículo 18: “¿Por qué me tentáis, hipócritas?”
Los versículos del 15 al 18 dejan muy claro que la intención del corazón y la apariencia son dos cosas distintas: ”Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. Dinos, pues, qué te parece”. Aquí vemos un claro ejemplo de mala intención. Trataron de perjudicar a Cristo con sonrisas en sus rostros y palabras halagadoras. Pablo, que había sido un fariseo antes de su conversión, podía apreciar claramente la conexión entre la levadura y la mala intención. En su carta a los corintios, que fue escrita durante la temporada de la Pascua, Pablo exhortó: “Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:8, énfasis nuestro). Pero hay más en este relato de la levadura de los fariseos.
Una segunda forma de levadura
En Mateo 16, las Escrituras nos muestran que la levadura de los fariseos va más allá de la hipocresía. Después del milagro de los peces y los panes, los fariseos confrontaron a Jesús porque querían que les diera una señal. Él los llamó hipócritas en sus caras y no les ofreció ninguna señal, excepto la de Jonás. Luego advirtió a sus discípulos: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:6), pero ellos no comprendieron de inmediato lo que quiso decir. Cristo llamó a los fariseos hipócritas en el versículo 3, pero los discípulos no se percataron automáticamente de la conexión.
Es muy posible que los discípulos inicialmente estuvieran cegados por su conciencia culpable. Según Mateo 16:7, pensaron que estaban siendo sutilmente amonestados porque nadie se había acordado de comprar comida para el grupo. Cristo les explicó que él no estaba preocupado de si habían comprado o no alimentos. Después de todo, ¿acaso no acababa de alimentar a una inmensa multitud con solo siete panes y unos cuantos peces? Una vez aliviados de su conciencia culpable se dieron cuenta de lo que en realidad les quería decir Cristo, según leemos en el versículo 12: “Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos”.
La levadura de los fariseos es mucho más que la simple hipocresía; es también su doctrina. Pero ¿por qué es su doctrina igualada a la levadura? Como veremos más adelante, hay una relación innegable entre la hipocresía de los fariseos y sus doctrinas.
La doctrina farisea y la hipocresía
La conexión más clara entre la hipocresía de los fariseos y su doctrina se aprecia en Marcos 7:1-9, donde los fariseos se quejaron de que los discípulos comían sin lavarse primero las manos. Debemos entender que las tradiciones o reglas que se transmitían de generación en generación por los hombres sabios de la cultura farisea adquirían el poder de la ley. En la mente de los fariseos, los dichos de sus mayores tenían tanto peso como las Escrituras. De hecho, Cristo da a entender que los primeros eran para ellos incluso más importantes que la ley de Dios en caso de que ambos entraran en conflicto. Para Cristo esto era hipocresía. ¿Cómo podía un grupo de hombres que afirmaban ser los observadores más justos de la ley de Dios, crear tradiciones que anulaban la ley divina y aun así decir que eran justos? Esto no tenía sentido. En este caso, Cristo vio sus doctrinas como hipocresía.
A medida que continuamos en Marcos 7, vemos este conflicto. Los fariseos vinieron a Cristo y lo desafiaron diciendo: “¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?” (Marcos 7:5). Cristo les respondió: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Marcos 7:6-7).
Cristo continuó su reprimenda en Marcos 7:8-13 dando ejemplos de las tradiciones heredadas de sus ancianos que contradecían flagrantemente la ley de Dios. Su conclusión fue que en muchas áreas relacionadas con la consejería, con los reglamentos, e incluso con la ley, habían echado a un lado la ley de Dios, prefiriendo en vez sus propias tradiciones. Tal conducta –de parte de un grupo que decía tener una justicia superior al resto– para Cristo era pura hipocresía, ya que la justicia de Dios son sus mandamientos (Salmos 119:172).
Ejemplo moderno de hipocresía
El conflicto entre las tradiciones de los ancianos y la ley de Dios no era un problema exclusivo del tiempo de Cristo. Los fariseos de ese tiempo en realidad fueron los predecesores del sistema rabínico que asumió el poder después de la destrucción del templo. Después que se les prohibió la entrada a los judíos al área de Jerusalén, las escuelas rabínicas se trasladaron al norte, a orillas del mar de Galilea, y ahí crearon la base del judaísmo moderno. Este sistema de instrucción basado en tradiciones ha continuado desde ese entonces.
Hace algunos años, antes de la Pascua, el periodista Jeffrey Weiss escribió un artículo muy interesante en el periódico estadounidense The Oregonian, en el cual detallaba el efecto de las tradiciones de los ancianos para determinar lo que tiene levadura. El Sr. Weiss entrevistó al rabino residente de la compañía Manischevitz, el mayor fabricante de matzos a nivel mundial. Antes de entrar en detalles, el Sr. Weiss escribió: “Por miles de años, los rabinos han dado largas explicaciones en cuanto a cómo se debe observar este mandamiento aparentemente simple” (refiriéndose al mandamiento en Éxodo acerca de la levadura).
El Sr. Weiss explicó que la planta Manischevitz está cerrada por un mes antes de la Pascua para limpiar por completo los equipos de cocina, que prácticamente son desarmados antes de comenzar la producción de matzos para la Pascua. Él también describió la manera meticulosa en la que se hace el matzo, asegurándose de que nada de levadura lo contamine, ya sea de manera intencional o no intencional.
Al final de este artículo el reportero describe las muchas maneras en las que algunos que observan la Pascua y los días de Panes sin Levadura tratan de soslayar la estricta obediencia a la ley que prohíbe la levadura. Y así encontramos una “ley” muy interesante. El Sr. Weiss le preguntó al rabino residente de Manischevitz acerca de lo que parecía ser una contradicción a la ley bíblica que prohíbe la levadura durante esta temporada: “¿Y qué puede decirme acerca de las muchas mezclas procesadas para hacer pasteles, galletas y otros postres estilo
kosher durante la temporada de la Pascua? Uno de los ingredientes es el bicarbonato de sodio — ¿no es este acaso un leudante?'
“‘Puede que así lo parezca’, dijo el rabino Horowitz, ‘pero las apariencias engañan’.
“Los rabinos decidieron que una vez que el matzo ha sido certificado como kosher para la Pascua, no puede ser descalificado como tal, ni siquiera después de haber entrado en contacto con levadura. Todas las mezclas de Manischevitz usan como base la harina de matzo de la Pascua que –según los rabinos– no puede ser ritualmente contaminada con bicarbonato de sodio.
“‘La mayoría de la gente no entiende esto’, dijo el rabino Horowitz.
“‘No se trata de lo que parece ser’, dijo, ‘sino de como los rabinos lo llaman’”.
Este artículo refleja las palabras de Marcos 7:8: “Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los
hombres . . .”
A medida que nos acercamos a la Pascua y los Días de Panes sin Levadura, aprendamos de las palabras de advertencia de Cristo y estemos pendientes de la levadura de los fariseos. Durante nuestros días de autoexaminación e introspección, tomemos la determinación de adorar a Dios con un corazón sincero y honesto, junto con un respeto tanto por la letra como por el espíritu de su Palabra. EC