El constructor debe tener cuidado de cómo edifica

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El constructor debe tener cuidado de cómo edifica

Una de las estructuras más famosas del mundo es la Torre Eiffel. Construida para celebrar el centenario de la Revolución francesa y mostrar la experiencia industrial y creatividad arquitectónica de Francia, esta torre fue la principal atracción de la Exposición Universal de París en 1889. Fue diseñada y construida por el ingeniero francés Gustave Eiffel en 1887, y sus 324 metros de altura la convierten en la estructura más alta de París. Esta atracción turística mundial, considerada una obra de arte, es visitada anualmente por más de cinco millones de personas.

Y aunque muchos se maravillan ante el arte y la belleza de la Torre Eiffel, otra de sus hermosas características a menudo pasa desapercibida simplemente porque está oculta. ¿Cuál es esta característica? Sus cimientos. En su calidad de ingeniero altamente calificado, Gustave Eiffel comprendía la vital importancia de construir sobre una base firme. Y el hecho de que la Torre Eiffel se haya mantenido erguida y fuerte durante 136 años es un testimonio de su pericia como ingeniero. Por supuesto, los cimientos sólidos como una roca no se limitan a las estructuras físicas. Considere que Jesucristo, como Cabeza viviente de su cuerpo espiritual, la Iglesia, se describió a sí mismo como el cimiento indestructible sobre el que se construye. Dijo que nada podría derribar ese incomparable edificio divino (Mateo 16:18).

Recompensados según nuestra labor

Tomemos en cuenta ahora esta asombrosa circunstancia: de entre los miles de millones de personas que hay en la Tierra, Dios Padre lo llamó a usted a su Iglesia y le dio la maravillosa oportunidad de edificar su vida sobre los sólidos cimientos de Cristo (Juan 6:44; Lucas 6:47-48). El apóstol Pablo atesoraba este hecho y además reconocía que solo mediante la fuerza y la inspiración de Dios podía construir algo de valor duradero
(1 Corintios 3:5-7). Más aún, hizo esta significativa observación: “Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor” (v. 8). Esto significa que cada discípulo al final será recompensado de acuerdo al trabajo que haya realizado (Filipenses 2:12-13). Pablo escribió también: “Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye” (1 Corintios 3:10, Nueva Versión Internacional).

Esta es una seria advertencia para todos los que trabajamos en la obra de Dios (versículo 9). Como uno de sus obreros, debemos tener mucho cuidado en cómo construimos sobre el fundamento de Cristo y con qué materiales lo hacemos. Es fundamental ser un constructor diligente y dedicado, porque cualquier defecto en lo que se edifique será el resultado de nuestros propios esfuerzos. Esto queda claro en 1 Corintios 3:12-13, que dice: “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta” (vv. 12-13).

¿De qué está usted hecho?

Si analizamos el oro y la plata, veremos que ciertamente son materiales hermosos, valiosos y muy preciados, especialmente en su estado reluciente y acabado. Además, las piedras preciosas, tras haber sido talladas y pulidas, revelan un brillo deslumbrante y exquisito. Por el contrario, la madera, el heno y la paja son materiales comunes y corrientes cuyo valor es significativamente menor. ¿Qué deberían significar estas metáforas cuando contemplamos el magnífico futuro que nos espera en el Reino de Dios venidero? Claramente Dios quiere saber de qué está usted verdaderamente “hecho”. Es decir, ¿qué hay en lo más profundo de su corazón y su mente? Él desea saber si usted comprende cabalmente la enorme magnitud de su llamado y si está priorizando sus propósitos por encima de todo lo demás en su vida. Él desea saber si usted está absolutamente decidido a hacer todo lo posible para convertirse en hijo de su familia eterna, independientemente de las dificultades y los obstáculos a los que se enfrente (2 Corintios 6:18).

Estas cosas son muy importantes, porque las cualidades espirituales fundamentales que desarrolle en su vida a lo largo de los años (su carácter, servicio, amor, obediencia y devoción) acabarán siendo puestas a prueba. “El día del juicio se sabrá qué material han empleado los constructores. Cada obra será pasada por fuego, para que se sepa la calidad del trabajo de cada uno” (1 Corintios 3:13, Nueva Biblia Viva). En las Escrituras, el fuego representa simbólicamente un método de purificación o medio de destrucción (Mateo 3:11-12). Por lo tanto, es un símbolo apropiado para el juicio de Dios, cuando él evaluará nuestros esfuerzos como discípulos suyos.

¿Cuánto valora usted a Dios?

Si está construyendo su corazón, su mente y su carácter con oro, plata y piedras preciosas –lo que esencialmente significa hacer lo mejor y más de lo que es capaz, a través de una relación sólida y consistente con Dios– será bendecido inmensamente. “Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa” (1 Corintios 3:14, NVI). Por el contrario, las obras débiles e ineficaces, simbolizadas por la madera, el heno y la paja, que básicamente significan hacer lo mínimo de lo que uno es capaz, no sobrevivirán la prueba del fuego.

Al referirse a realizar “obras”, muchos cristianos tradicionales dicen que esto fomenta el concepto de ganarse la salvación. En realidad no es así en absoluto, ya que la Biblia revela claramente que la salvación es un don de Dios que es imposible ganarse (Efesios 2:8). Sin embargo, está claro que usted debe poner de su parte para demostrar lo mucho que aprecia a Dios y el magnífico futuro que él le ofrece. A medida que trabaja en el desarrollo personal de la rectitud por medio del Espíritu de Dios, también está obligado a emplear sus talentos para ayudar y apoyar a los demás. El apóstol Pedro escribió: “Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas” (1 Pedro 4:10, NVI).

Cómo desarrollar y utilizar sus talentos

Pero algunos dirán: “¿Cómo puedo ayudar a los demás si no tengo ningún talento especial?”, o “¿Cómo me comparo con otros que siempre están sirviendo?” El hecho de comparar nuestra inteligencia, personalidad, amor o logros con los de otras personas “es una tontería”, según las Escrituras (2 Corintios 10:12, Traducción en Lenguaje Actual). En lugar de admirar las aptitudes y obras de otra persona, es más provechoso descubrir, desarrollar y utilizar las que Dios le ha dado, por pequeñas o modestas que parezcan (1 Corintios 12:1-11).

En cuanto al uso de sus talentos para servir a los demás, sin duda debe tener en cuenta las circunstancias de su vida. Estas deben incluir, por ejemplo: su edad y estado de salud, las horas de trabajo y de transporte, la edad de los niños en casa y otros factores diversos. Por lo tanto, dentro de los parámetros de sus capacidades y su situación, debe esforzarse por hacer el máximo de lo que sea capaz. Aunque ciertamente no puede hacerlo todo, sí puede hacer algo, aunque sea tan sencillo como visitar a las personas que están enfermas o solas, enviar tarjetas expresando preocupación y apoyo, o hacer llamadas telefónicas de amistad y aliento. Además, sus fervorosas oraciones en favor de quienes están atravesando pruebas difíciles pueden tener un resultado significativo, porque Dios misericordiosamente escucha y responde (Santiago 5:16). El poder del Espíritu de Dios es lo que le permite a usted utilizar sus talentos para producir excelentes resultados en su vida y en la de los demás.

La elección es suya y el momento es ahora

Al construir su famosa torre, Gustave Eiffel comprendió la gran importancia de edificar sobre cimientos firmes. De una manera significativamente mayor, Jesucristo es la base de su Iglesia, tan sólida como una roca. Usted, como uno de sus amados discípulos, tiene una importante decisión que tomar en cuanto a los materiales que está utilizando ahora mismo en la construcción de su vida espiritual. ¿Está escogiendo oro, plata y piedras preciosas que sobrevivirán la prueba del fuego? ¿O está utilizando madera, heno y paja que no la resistirán? Por lo tanto, como constructor, tenga mucho cuidado con la forma en que edifica. EC