El compañerismo más eficaz posible

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El compañerismo más eficaz posible

La Biblia dice que nos edifiquemos unos a otros. ¿Con qué frecuencia hablamos con los hermanos sobre las cosas por las  que hemos estado orando o las que hemos estado estudiando? ¿Qué tan seguido hablamos de las lecciones que hemos aprendido a través de las pruebas?

Prepárese de antemano

Una buena medida es prepararse con anticipación para la confraternización. Medite en lo que va a conversar con los hermanos. Planee hablar con los demás durante al menos cinco minutos, enfocándose en tópicos más profundos y no tan superficiales (como lo que hemos comido, por ejemplo). Si puede, llegue temprano a los servicios y sea uno de los últimos en marcharse.

Comparta

Una vez concluidos los servicios, hable sobre los mensajes que se entregaron. Veamos lo que dicen las Escrituras sobre quienes conversan sobre temas espirituales: “Entonces los que temían al Eterno hablaron cada uno a su compañero; y el Eterno escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoria delante de él para los que temen al Eterno y para los que piensan en su nombre” (Malaquías 3:16). Además de los mensajes, hable de algún tema bíblico que haya estado estudiando o en el que haya meditado recientemente.

Considere la posibilidad de contar algunas de las cosas por las que ha estado orando. Puede resultar alentador para los demás escuchar de usted que ha estado orando por ellos; y también puede preguntarles si hay algo por lo que les gustaría que orara. Propóngase hablar con todos los miembros de la congregación aunque tome semanas o meses, y esfuércese por no dejar a nadie de lado. Incluso algo aparentemente tan insignificante como prestarle atención a un bebé o recordar los nombres de los niños, puede causar un impacto muy positivo en los demás.

En su libro Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, (Traducción Roman Jiménez, Edición Digital Hernán) Dale Carnegie dice que si solo podemos aprender una cosa de su libro, debería ser la importancia de concentrarse en el punto de vista de la otra persona (pp. 21-23). Carnegie dice que es bueno permitir que la otra persona hable de sí misma (p. 37) y que él intenta hablar menos de sí mismo y prestar atención al interlocutor, escuchando “atentamente” (p. 38).

Edifique

Cuando converse, es mejor no hablar sus propias palabras en sábado y, a cambio, hablar de la Palabra de Dios (Isaías 58:13). ¡Nuestra asamblea sabática ordenada por Dios es una gran oportunidad para mejorar nuestras habilidades de compañerismo mientras procuramos mejorar nuestras relaciones!

Si desea disfrutar el mejor y más eficaz compañerismo posible y causar un impacto positivo en los demás con lo que dice, ¡utilice los servicios de la Iglesia como una oportunidad de edificación mutua! EC