¿Cuál es su brújula moral espiritual?
Mi esposa y yo tenemos cinco hijos cuyas edades fluctúan entre los nueve y los veintidós años. Recuerdo una ocasión especialmente desagradable, hace unos diez años, cuando un grupo de muchachos de entre cinco y once años armaban una carpa en el patio vecino para acampar. Mi esposa escuchó que uno de los niños, de cinco años, dijo algo muy chocante sobre la bisexualidad. En vista de que tres de nuestros hijos también lo escucharon, nos vimos obligados a enfrentar un asunto que no esperábamos tener que discutir tan pronto.
Para los padres de hoy este asunto es aún más difícil; en los noticieros abundan las historias de personas que apoyan la bisexualidad, la homosexualidad, la transexualidad y el matrimonio entre personas del mismo sexo. En los Estados Unidos las escuelas están permitiendo que los estudiantes usen el baño que prefieran. Un reciente artículo noticioso comentó que en cierto distrito escolar de este país, a los niños que se identifiquen a sí mismos como niñas ¡se les debe permitir que compartan dormitorio con las muchachas durante los viajes escolares prolongados, sin necesidad de que el distrito tenga que notificar a los padres!
El fácil acceso a Internet hace aún más difícil la labor de los padres, pues permite que los hijos accedan a imágenes e ideas casi imposibles de encontrar hace tan solo una generación. Y aunque la conexión doméstica a Internet sea restringida, no es posible controlar todos los puntos de acceso inalámbrico (Wi-Fi) gratuitos. Entonces, ¿qué se puede hacer?
Cómo tener una brújula moral
Hoy, más que nunca, es vital que los padres inculquen sólidos parámetros morales en el corazón de sus hijos. La instrucción en Deuteronomio 6:6-7 habla de la importancia de tener los caminos de Dios escritos en nuestros propios corazones para que podamos enseñar diligentemente a nuestros hijos siendo un ejemplo vivo de conducta moral adecuada. El propósito fundamental es proporcionarles una brújula moral para que puedan encaminar sus vidas.
Pero, ¿qué es moral, y qué es inmoral? ¿Quién define la moralidad? Durante muchos siglos se han promovido teorías que producen opiniones diferentes, y a menudo contradictorias, sobre lo que se entiende por moralidad. El Diccionario de la Real Academia Española define así la moral: “Perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal y en función de su vida individual y, sobre todo, colectiva”. La definición de inmoral es: “Que se opone a la moral o a las buenas costumbres” (RAE, edición en línea).
Para los cristianos, la definición de moral es simple: significa obedecer a Dios, lo que se traduce en un comportamiento ético. Pedro nos dice: “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento” (2 Pedro 1:5). Virtudes otra forma de decir excelencia moral.
Hay un sinnúmero de libros que discuten los orígenes de la moralidad, pero ¿quién hace las reglas? ¿Existe un código moral absoluto para la humanidad? ¿Es moralmente aceptable que una persona pueda asesinar, y otra no? Si es así, ¿quién decide?
La decadencia moral
El estado actual de nuestro declive moral ha sido lento y gradual. Al igual que una rueda cuesta abajo, inicialmente fue paulatino pero, una vez que tomaron impulso, los cambios empezaron a suceder rápidamente. Las filosofías que intentan describir lo que es moral sin tener en cuenta a Dios se remontan muchos siglos atrás, pero consideremos los resultados de los últimos 95 años.
En los años anteriores a 1920, los jóvenes pedían permiso al padre de una joven para empezar a cortejarla, y si la pareja hacía una cita para salir siempre había alguien que la acompañaba a modo de chaperón; nunca estaban solos. Este es un principio bíblico encontrado en 1 Tesalonicenses 5:22: “Absténganse de toda forma (apariencia) de mal” (Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy). Al seguir esta práctica, la pareja evitaba cualquier señalamiento. Esto cambió durante la década de 1920, pues las citas dejaron de incluir chaperones.
La “nueva moralidad” de la década de 1920 exaltaba la libertad personal desafiando las convenciones sociales. Hubo una marcada transformación de la moda femenina a medida que la ropa se hacía más reveladora. Las flappers (señoritas a la moda), como se les conocía, fueron las jóvenes que abandonaron los estándares convencionales de comportamiento, cortándose el cabello y fumando cigarrillos. Tanto los hombres como las mujeres jóvenes se volvieron más activos sexualmente.
Fue durante los años 1920 que Margaret Sanger (1879-1966) escribió en su libro Woman and the New Race [La mujer y la nueva clase]: “El nuevo estándar se basará en el conocimiento y la libertad, mientras que el viejo se basaba en la ignorancia y la sumisión” (p.167, énfasis nuestro en todo este artículo). Note lo que dice Isaías: “¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!” (Isaías 5:21). Lo que Margaret Sanger llamaba “conocimiento y libertad” era inmoralidad sexual.
En 1930, el seminario del presidente Hoover en la Casa Blanca sobre protección de la salud del niño preparó un informe haciendo énfasis en la “higiene social” en lugar de la conducta moral. El informe abogaba por cosas tales como educar a los jóvenes para que tuvieran “un estilo de vida sexual saludable” (Sex, Youth, and Sex Education: A Reference Handbook [Sexo, juventud y educación sexual: Un manual de referencia], David Campos, p. 73).
El declive moral continuaría en la década de 1940, y en 1942 apareció por primera vez el tema de la educación sexual en la portada de un diario importante: el titular del periódico Evening Star, de Washington D. C., decía “¿Qué es la educación sexual?” (Campos, p. 84).
En la década de 1950 tomó fuerza la idea de que los impulsos sexuales no debían ser ignorados, y que si dos personas estaban de acuerdo su relación no tenía nada de malo.
La década de 1960 estaría marcada por las protestas, el uso de drogas y el “amor libre”: la libertad de tener relaciones sexuales con cualquier persona, y con cuantas se quisiera y se “amara”. La década de 1960 también sería considerada como el comienzo del moderno movimiento LGBT [siglas en inglés para lesbianas, gays, bisexuales y transgénero] luego de una incursión de la policía en un bar de homosexuales en junio de 1967, en la ciudad de Nueva York.
¿Existe realmente una “nueva moralidad”?
En su novela Los Hermanos Karamazov, el novelista, escritor y filósofo ruso Fedor Dostoievsky escribió: “Si Dios no existe, todo está permitido”. Si no se cree en Dios, no hay fundamento para verdades morales absolutas.
El relativismo moral, también conocido como ética de situación, promueve la creencia de que lo que pueda ser moralmente correcto para una persona puede no ser correcto para otra, y que no hay verdades morales absolutas. Esta idea no es nueva, simplemente es un cambio de nombre de la antigua e insistente tentativa de reemplazar a Dios y sus leyes por un sistema de moralidad artificial que pueda modificarse para adaptarlo a las perversiones individuales, y que a la vez elimine los sentimientos de culpa asociados.
Es una ideología que cree que la pornografía no es mala, como tampoco lo es que personas solteras vivan juntas o mantengan relaciones sexuales. Enseña que la homosexualidad es un estilo de vida aceptable, que el aborto es una opción válida y que la gente puede “autodefinir” su propio género. ¡Y ese sistema está influenciando a nuestros hijos!
Pregúntele a su hijo adolescente si hay casos en los que sería aceptable que una mujer tenga un aborto. ¡Su respuesta podría sorprenderle! Nuestra sociedad está tratando de confundirlos justificando el asesinato de los no nacidos cuando haya circunstancias “excepcionales” o “razonables”, como la salud de la madre, violación, etc. Sí, esas son circunstancias muy difíciles. Sin embargo, la única verdad es que todo asesinato es pecado.
Nuestros hijos están creciendo en un mundo que ofrece un sistema de falsificación de valores, y necesitan estar preparados para saber tomar decisiones moralmente correctas y apropiadas. La sociedad moderna no va a prevenir que tomen decisiones que finalmente destruirán sus vidas. En Romanos 1 leemos acerca de las consecuencias de una mente depravada (versículos 28-32), y el apóstol Pablo en su carta a la Iglesia en Corinto se refirió a los resultados de la conducta injusta, inicua e inmoral, donde habla de los que “no heredarán el reino de Dios”
(1 Corintios 6:9-10).
Ahora, en nuestra época actual y posmoderna, se nos dice que cualquier persona puede determinar lo que es correcto para sí misma. Sin embargo, hay una advertencia: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12).
En Deuteronomio 30:15-18 podemos leer que las claras expectativas que Dios tiene son para nuestro bien, aunque él nos permite escoger. Por lo tanto, los padres deben enseñarles a sus hijos los caminos, estatutos y juicios de Dios para que puedan elegir lo que es correcto, lo que es bueno y lo que conduce a la vida eterna.
¿Qué puede hacer usted?
¡En primer lugar, entender que solo Dios es la fuente de valores morales absolutos! A la humanidad se le ha dado el derecho de elegir; no obstante, no tiene la autoridad para definir qué es bueno y qué es malo. La única fuente de verdad moral es la Palabra de Dios. Jesucristo, en su oración al Padre justo antes de su muerte, dijo claramente: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17).
¡La Biblia es la verdad absoluta! La Palabra de Dios nos muestra cómo vivir y tener una moral intachable en nuestras vidas. Veamos Miqueas 6:8: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Eterno de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”.
Para alcanzar la excelencia moral es necesario saber lo que Dios dice acerca de un determinado asunto, como ya vimos en Deuteronomio 6:6-7. Debemos conocer la Palabra de Dios; debe estar escrita en nuestros corazones, y debemos estar viviendo por ella para que podamos enseñarla a nuestros hijos. Si no lo hacemos, ellos solo tendrán como referencia los caminos de este mundo, con todas sus mentiras y teorías confusas. En la carta del apóstol Pablo a la Iglesia en Roma, les recuerda: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2). En Efesios se instruye a los padres a criarlos “en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).
Diez años atrás mi esposa y yo no queríamos sentarnos con nuestros hijos a debatir sobre el comportamiento inmoral, pero fue necesario abordar el tema, y la discusión se centró en lo que Dios dice que es correcto, y no en lo que piensa la humanidad.
La sociedad está poniendo a prueba nuestra fe, pero especialmente la fe de nuestros hijos. Debemos recordarles que “crean que él existe, y que es galardonador de aquellos que diligentemente lo buscan” (Hebreos 11:6). Como escribió el salmista en Salmos 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”.
La Palabra de Dios es nuestra guía. La Palabra de Dios es nuestra brújula moral. EC