La guerra contra el matrimonio y la familia

Usted está aquí

La guerra contra el matrimonio y la familia

A menudo se ha dicho, y con razón, que la familia es la piedra angular de la civilización humana. Y el fundamento vital de la familia es un matrimonio sólido entre un hombre y una mujer que permanecen plenamente unidos en mente y corazón durante toda la vida (véase Romanos 7:2). El matrimonio también une a los padres con los hijos que puedan tener, proporcionando una base firme para el desarrollo estable de la próxima generación.

Cuando el fundamento de la relación conyugal es fuerte y estable en los matrimonios, augura grandes bendiciones y ventajas para el futuro de la sociedad. Sin embargo, cuando la base de la familia y el matrimonio comienzan a deteriorarse, toda la sociedad experimenta los devastadores efectos que amenazan su existencia misma.

Lamentablemente, hoy estamos presenciando estos hechos en las naciones de todo el mundo. Esto se debe a que se está librando una guerra encarnizada contra el matrimonio y la familia, incitada por las siniestras fuerzas espirituales invisibles de Satanás el diablo y sus demonios.

Actualmente vemos el mayor intento jamás realizado por destruir la institución del matrimonio, lo cual amenaza con aniquilar a la familia tradicional. De hecho, en este momento muchos millones de hombres y mujeres están cayendo, bien por decisión propia o por ignorancia, en una trampa nefasta que solo les acarreará sufrimiento y tristeza. Los campos de batalla en esta guerra son muchos, y usted necesita saber cuáles son, lo que representan para la sociedad y lo que Dios quiere que haga su pueblo fiel.

Las zonas de combate en este conflicto incluyen varios frentes horrorosos que fomentan la corrupción y la destrucción, como la cultura de los encuentros sexuales ocasionales, la cohabitación de parejas, la prevalencia del divorcio, la aceptación de la conducta homosexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo, la transexualidad, y los esfuerzos por eliminar completamente la identidad de género. Examinaremos cada uno de estos aspectos para que usted esté mejor informado sobre lo que está sucediendo y lo que dice la Palabra de Dios al respecto.

Los propósitos divinos de Dios para el matrimonio y la familia

La unión matrimonial es una institución natural y divina establecida por Dios (Génesis 2:24). Él creó el matrimonio y la familia para que los seres humanos pudieran aprender a amarse unos a otros como él los ama (Efesios 5:25-33).

Cuando nuestro Creador eterno diseñó el sexo (ver Génesis 1:27; 2:18, 24), quiso que fuera un medio puro y maravilloso para que los esposos se expresaran amor uno al otro y se unieran íntimamente dentro de la relación matrimonial. También es el medio para que una pareja engendre y produzca hijos en una atmósfera familiar cálida, tierna y alegre (Génesis 1:28; Malaquías 2:15).

Además, cuando Dios determinó la reproducción humana a través del sexo en el matrimonio para poblar la Tierra, su objetivo final era llevar “muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10). De hecho, él está agregando miembros a su familia concediéndoles a las personas el potencial para que finalmente reciban la vida divina eterna en su reino venidero (Romanos 8:16). Además, la relación devota entre el esposo y la esposa debe reflejar la relación amorosa entre Jesucristo y su Iglesia (Efesios 5:31-32).

Por lo tanto, si consideramos lo que el matrimonio y la familia representan espiritualmente, debiéramos ver que Dios ha diseñado la relación sexual solo para los esposos en un matrimonio estable, duradero y lleno de amor (Génesis 2:24). Cualquier relación sexual fuera de lo que Dios originalmente pretendía con el matrimonio degrada, deshonra y corrompe la indispensable e importante relación familiar (1 Corintios 6:15-20).

El mundo turbulento en el que vivimos

La Biblia llama pecado o quebrantamiento de los mandamientos de Dios (1 Juan 3:4) tanto a las relaciones prematrimoniales como al adulterio. Dios no admitirá en su reino a nadie que no se arrepienta de tales pecados (1 Corintios 6:18; Hebreos 13:4; Apocalipsis 21:8). Desde la creación, el Dios Eterno estableció un propósito santo para el matrimonio y el sexo. Cualquier persona que vaya en contra o esté al margen de sus objetivos perfectos sufrirá graves consecuencias.

En efecto, vemos los desastrosos resultados de tales transgresiones en la vida de las personas en toda la sociedad. El quebrantamiento de las leyes santas de Dios relacionadas con el sexo y el matrimonio ha generado un alarmante incremento de rupturas familiares, gran infelicidad, problemas de salud física y mental y dificultades financieras. Ignorando por completo el deseo de Dios por la pureza del sexo, este se ha convertido lamentablemente en algo barato, común y ya nada especial en el mundo de hoy.

Ciertos programas de televisión fomentan constantemente el concepto de que la libertad sexual en cualquier forma no solo es aceptable, sino también deseable. Los telespectadores reciben incesantemente el erróneo y destructivo mensaje de que el sexo entre adultos que lo deseen es agradable física y emocionalmente, y puede practicarse sin “ataduras”. Lamentablemente, son muchas las personas que creen esta terrible mentira y, como resultado, sufren profundamente.

Examinemos varias tendencias sociales específicas que están socavando el matrimonio y la familia. Desde la perspectiva perfecta de las Sagradas Escrituras, además de algunas fuentes seculares apropiadas, evaluaremos las perniciosas consecuencias que estas ideas están teniendo en los individuos y en la sociedad.

La cultura actual del “encuentro casual”

Según Wikipedia en inglés, la cultura del encuentro casual es la que “acepta y fomenta los encuentros sexuales esporádicos, incluidas las aventuras de una noche y otras actividades relacionadas, sin incluir necesariamente lazos emocionales o compromiso a largo plazo. También se le ha llamado sexo sin relación, o sexo sin noviazgo”.

En una investigación sobre este tipo de actividad sexual, el investigador del Instituto Kinsey, Justin García, y sus asociados de la Universidad de Binghamton declararon que “el sexo ocasional forma parte de un cambio cultural popular que se ha infiltrado en las vidas de adultos emergentes en todo el mundo occidentalizado”, (“Sexual Hookup Culture: A Review”, [Cultura del sexo casual: Análisis], National Center for Biotechnology Information, 1 de junio de 2012, p. 171).

Si bien esto se ha convertido en algo común y cada vez más aceptado, ¿cuáles son los efectos perjudiciales en las vidas de las personas, en particular las de escuelas secundarias y universidades? Esto dice la Dra. Susan Krauss Whitbourne, profesora emérita de ciencias psicológicas y cerebrales de la Universidad de Massachusetts en Amherst:

El sexo casual representa una amenaza importante para la salud física y psicológica de estos jóvenes. Además de los riesgos conocidos de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, violaciones y otros tipos de agresión, las personas que practican el sexo casual pueden sufrir consecuencias emocionales que persisten mucho después de que los detalles de un encuentro sean solo un vago recuerdo. En los campus universitarios, donde prevalecen las relaciones sexuales pasajeras, los resultados imprevistos pueden poner en peligro la carrera de un estudiante. En los lugares de trabajo, los resultados pueden ser igualmente desastrosos, si no más (“How Casual Sex Can Affect Our Mental Health” (Cómo el sexo informal puede afectar nuestra salud mental), Psychology Today, 9 de marzo de 2013, énfasis nuestro en todo este artículo).

Jim Daly, presidente de Focus on the Family [Enfoque en la familia], escribió: “Cuando discutimos las tendencias crecientes de los jóvenes que participan en la ‘cultura del sexo casual’, a menudo hablamos del daño que causa a las jovencitas. Obviamente, hay una buena razón para ello: las mujeres jóvenes a menudo sienten una gran presión para aceptar ciertos comportamientos y luego pagan un alto precio en términos de enfermedades de transmisión sexual, embarazos y heridas emocionales.

“¿Y qué pasa con los jóvenes? La cultura del sexo casual . . . hace que tengan una visión sucia e inhumana de la sexualidad (adquirida a menudo mediante la pornografía) que luego afecta su desempeño general en la vida durante muchos años . . . Un muchacho que participa en actos sexuales esporádicos no aprende lo que es bueno, sano, respetuoso y ordenado por Dios. Está siendo condicionado para un desempeño deficiente, ya que no podrá ejercer su autocontrol ni el deseo de progresar en otras áreas de su vida. Sus posibilidades de establecer y dirigir un hogar más adelante también se ven afectadas negativamente . . . La capacidad de un joven para iniciar una relación segura y de confianza, de cualquier tipo, se atrofia” (The Hookup Culture Also Hurts Our Boys [La cultura del sexo casual también afecta a nuestros muchachos], Daly Focus, 10 septiembre de 2013).

Cohabitación: Convivencia fuera del matrimonio

Otra idea social dañina que trastorna el matrimonio es la convivencia, que consiste en que los miembros de una pareja vivan juntos y tengan relaciones sexuales sin estar casados. Lamentablemente esto se ha vuelto tan frecuente en la sociedad, que pocas personas siquiera lo cuestionan.

En 2001, el Proyecto Nacional del Matrimonio en la Universidad de Rutgers de Nueva Jersey [EE. UU.] realizó un estudio exhaustivo sobre la cohabitación. Su informe de veinte páginas, profusamente documentado y con notas al pie de la página, concluyó: “A pesar de la aceptación generalizada por parte de los jóvenes, el notable aumento de la convivencia entre no casados en los últimos años no parece favorecer los mejores intereses de los hijos en la sociedad. La evidencia sugiere que ha debilitado el matrimonio y la integridad de la familia compuesta de dos progenitores, dañando así nuestro bienestar social, especialmente el de las mujeres y los niños” (David Popenoe y Barbara Defoe, “Should We Live Together? What Young Adults Need to Know About Cohabitation Before Marriage” [¿Debemos vivir juntos? Lo que los jóvenes adultos deben saber sobre la convivencia antes del matrimonio], Proyecto Nacional del Matrimonio, 2002).

De acuerdo a dicho informe, una encuesta a nivel nacional realizada ese año reveló que dos tercios de los adultos jóvenes creían que irse a vivir juntos antes del matrimonio era una buena manera de evitar el divorcio. El Colegio de Pediatras de Estados Unidos comentó lo siguiente sobre esta noción errónea, como parte de un informe exhaustivo sobre los efectos generales de la cohabitación:

“Contrariamente a la percepción actual de muchos adolescentes y adultos jóvenes que ven la convivencia como un sustituto del matrimonio o como un trampolín para un matrimonio más seguro, los estudios muestran que las parejas que cohabitan tienen más probabilidades de separarse que aquellas que no viven juntas antes de casarse. Las parejas que cohabitan son más propensas a la infidelidad y también tienen más tendencia a la violencia.

“Además, los hijos, ya sea que nazcan antes, durante o después de la convivencia de los padres, tienen un mayor riesgo de [resultados] negativos que incluyen partos prematuros, fracaso escolar, menor nivel de estudios, más pobreza durante la infancia y menores ingresos al convertirse en adultos, más posibilidades de ir a la cárcel y problemas conductuales, ser padres solteros, negligencia médica y problemas de salud crónicos, tanto médicos como psiquiátricos, más abuso de drogas, alcohol y tabaco, y abuso infantil. También es más probable que las mujeres que cohabitan decidan abortar a sus hijos(Cohabitation: Effects of Cohabitation on the Men and Women Involved” [Cohabitación: Efectos de la cohabitación en los hombres y mujeres que la ejercen], Colegio de Pediatras de Estados Unidos, marzo de 2015).

Más allá de estas conclusiones inquietantes, es vital tener en cuenta que la Palabra de Dios describe tales relaciones y acuerdos de convivencia como inherentemente erróneas y evidentemente inmorales. Esto se debe a que el sexo fuera del matrimonio es completamente contrario al modo de vida que Dios nos exige (Mateo 15:19-20; 1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21).

La epidemia del divorcio

Trágicamente, el divorcio ha alcanzado proporciones epidémicas en muchas naciones industrializadas. Por ejemplo, Divorce.com da cuenta de las siguientes tasas de divorcio para los matrimonios en primeras nupcias: Reino Unido, 53%; Estados Unidos, 49%; Canadá, 45%; Francia, 43%; Alemania, 41%; Holanda, 41%.

Y aunque los resultados de los fracasos matrimoniales difieren en gravedad, hay similitudes en el dolor que se sufre. Por ejemplo, varios aspectos de la identidad de una pareja se pierden después del divorcio: dónde vive uno, a qué escuela asistirán los niños, y los amigos, vecinos y familiares con los que la pareja se había relacionado hasta entonces.

Las mujeres a menudo experimentan mayores dificultades financieras después del divorcio, ya que normalmente se les concede la custodia de los hijos y deben costear la mayoría de los gastos del hogar. Esto puede significar mudarse a una residencia más pequeña, tener menos dinero para gastar y vivir del sueldo mensual sin un fondo de reserva. Según la revista académica American Sociological Review, las mujeres con frecuencia no superan completamente los aprietos económicos a menos (o hasta) que se vuelvan a casar (“The Effect of Marriage and Divorce on Women’s Economic Well-Being” [El efecto del matrimonio y el divorcio sobre el bienestar económico de la mujer], 1999, vol. 64, pp. 794-812).

Además, debido al estrés emocional que causa el divorcio, la salud física de la mujer puede correr un gran peligro frente a amenazas como afecciones cardíacas y cáncer. Las mujeres divorciadas a menudo experimentan niveles más altos de ansiedad, depresión, ira y soledad, que pueden durar años.

Un documento titulado “The Influence of Divorce on Men’s Health” (La influencia del divorcio en la salud de los hombres), publicado en la edición de septiembre de 2013 de la revista estadounidense Journal of Men's Health afirma que, después del divorcio, los hombres son más propensos a la depresión profunda y a abusar de las drogas y el alcohol. El riesgo de suicidio para un hombre divorciado es 39% mayor que para un hombre casado. También se afirma que los hombres divorciados tienen un mayor riesgo de problemas de salud física, como cáncer, ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

Además de los efectos secundarios del divorcio en una pareja, sus hijos también sufrirán mucho. Encyclopedia on Early Childhood Development (Enciclopedia sobre el desarrollo de la primera infancia) afirma: “Numerosos estudios han revelado que la separación y el divorcio de los padres están asociados en varios aspectos con una serie de resultados negativos para niños pequeños y adolescentes. La separación o divorcio de los padres está vinculada a dificultades académicas como calificaciones más bajas, abandono prematuro de la escuela y mayores conductas dañinas. Los niños y adolescentes que experimentan el divorcio de sus padres también tienen tasas más altas de cuadros depresivos, menor autoestima, y angustia emocional” (Dr. Brian D’Onofrio, “Consequences of Separation/Divorce for Children” [Consecuencias de la separación o divorcio en los niños], 2011).

La misma fuente continúa diciendo: “El divorcio de los padres también se asocia con resultados negativos y transiciones de vida más tempranas a medida que los hijos se van haciendo adultos y aun después”. Los hijos de padres divorciados tienen más probabilidades de experimentar pobreza, fracaso escolar, actividad sexual precoz y riesgosa, embarazos prematuros, matrimonio precoz, cohabitación, dificultades matrimoniales y divorcio”.

Del mismo modo, la organización Marriage and Religion Research Institute [Instituto de investigación sobre el matrimonio y la religión] publicó un informe completo de 48 páginas sobre el tema, que dice: “El divorcio . . . debilita permanentemente la familia y la relación entre los hijos y sus padres. A menudo conduce a métodos destructivos de manejo de conflictos, disminución de la competencia social y, en los hijos, a la pérdida temprana de la virginidad, así como a la disminución del sentido de masculinidad o femineidad para los adultos jóvenes. También produce más problemas en sus noviazgos, más probabilidad de optar por la convivencia, de divorcio a largo plazo, y un menor deseo de tener hijos.

“Paul Amato, profesor de sociología en la Universidad Estatal de Pensilvania, lo resume así: el divorcio conduce a la ‘ruptura en las relaciones padres e hijos, discordia continua entre los excónyuges, pérdida de apoyo emocional, dificultades económicas y un aumento en el número de otros sucesos negativos de la vida’” (Patrick Fagan y Aaron Churchill, “The Effects of Divorce on Children” [Los efectos del divorcio en los hijos], 11 de enero de 2012).­

No es nada extraño entonces que Dios diga claramente que odia el divorcio, ya que es un flagelo que perjudica enormemente a los individuos, las familias, las comunidades y la sociedad en general (Malaquías 2:16; ver también Mateo 19:3-9).

Conducta homosexual y uniones del mismo sexo

El tema del comportamiento homosexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo (o matrimonio homosexual) ha sido muy debatido en muchos países. En los últimos años, los “matrimonios” de parejas del mismo sexo han sido reconocidos por la ley en veinticinco naciones. Entre ellas se encuentran Australia, Canadá, Francia, Alemania, Irlanda, Nueva Zelanda, Sudáfrica, España, el Reino Unido, Estados Unidos, Argentina, Colombia, Brasil, Uruguay y algunos estados de México.

Sin duda, los legisladores y jueces en los países democráticos, con el consentimiento de la población, tienen la libertad de aprobar o defender leyes que consideren correctas, incluidas las leyes relacionadas con temas homosexuales. Sin embargo, el solo hecho de que algo pueda ser legal no necesariamente significa que sea aprobado por Dios. Además, que algo sea aceptado en la sociedad, como lo es ahora el comportamiento homosexual, de ninguna manera significa que sea bueno, saludable o deseable.

Veámoslo de esta manera: cuando Dios creó la Tierra y toda la vida sobre ella, dijo que “era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Pero la forma perfecta en que él estableció las cosas en ese momento no son como están ahora. ¿Por qué? Porque cuando el pecado entró en el mundo a través de la desobediencia de Adán y Eva en el huerto de Edén, todo cambió.

Lo que fue perfecto se contaminó, y desde entonces el mundo ha permanecido en un estado de corrupción. Nuestros primeros padres pecaron cuando decidieron por sí mismos qué era correcto e incorrecto y comieron el fruto del “árbol del conocimiento del bien y del mal” (Génesis 2:15-17; 3:1-6).

A partir de entonces, cada generación subsiguiente ha seguido el mismo ejemplo imprudente y perjudicial, haciendo lo que le parece correcto (Proverbios 14:12; 21:2). Haber seguido ese camino a lo largo de la historia ha dado lugar a incalculable angustia y desdicha que el mundo ha acumulado sobre sí mismo, incitado por la nefasta influencia del diablo (Génesis 3:3-24; 1 Juan 5:19; 2 Corintios 4:4; Efesios 2:2; Apocalipsis 12:9). Todo esto debe tenerse en cuenta cuando evaluamos la “bondad” relativa de cualquier cosa, incluidas las decisiones de los legisladores y jueces de aprobar el matrimonio homosexual como ley.

La única manera de saber si algo en verdad está bien es examinarlo bajo la luz resplandeciente y reveladora de la Palabra de Dios. Por ejemplo, con respecto a la redacción de la frase “matrimonio entre personas del mismo sexo”, debemos darnos cuenta de que solo nuestro Creador tiene el derecho de definir la relación matrimonial.

Y con respecto a la actividad homosexual en sí misma, la Biblia claramente la califica de pecaminosa (Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9-10). Por supuesto, debemos mostrar compasión hacia quienes sienten atracción por el mismo sexo y luchan con la tentación de seguir este estilo de vida, y que se esfuerzan por evitar el pecado con la ayuda de Dios.

Muchas investigaciones han revelado lo peligroso y destructivo que puede ser este estilo de vida. Por ejemplo, el 9 de marzo de 2016, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades del Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), publicó lo siguiente en su sitio web: “Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) han aumentado entre los hombres homosexuales y bisexuales, y hay más casos de sífilis en todo el país. En 2014, los homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres representaron el 83% de los casos de sífilis primaria y secundaria (cuando se conocía el sexo de la pareja) en los Estados Unidos. Los homosexuales, bisexuales y otros que tienen relaciones sexuales con hombres a menudo se contagian con otras ETS, como las infecciones por clamidia y gonorrea”.

Además, el 5 de abril de 2018, el CDC publicó esta declaración en su sitio web: “En los Estados Unidos, los homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres son la población más afectada por VIH [virus de la inmunodeficiencia humana, que causa el sida]. Según el CDC, aproximadamente un 67% de las personas diagnosticadas con VIH en 2015 en los Estados Unidos eran hombres homosexuales y bisexuales”.

Por otro lado, Healthline.com informó en julio de 2016: “La depresión afecta a las personas LGBT [lesbianas, gais, bisexuales y transexuales] en un porcentaje mayor que el de la población heterosexual, y los jóvenes LGBT son más propensos que los estudiantes heterosexuales a experimentar altos niveles de consumo de drogas y manifestar sentimientos de depresión. Según el CDC, el suicidio es la tercera causa de muerte entre las personas de 10 a 24 años en los Estados Unidos. “La población joven de homosexuales, lesbianas y bisexuales en los grados escolares 7-12 tienen el doble de probabilidades de intentar suicidarse que sus pares heterosexuales”.

A pesar del terrible daño que conlleva, el estilo de vida homosexual es cada vez más aceptado e incluso fomentado. Los programas de televisión en los Estados Unidos lo muestran abrumadoramente como algo positivo. El año pasado, la Alianza Contra la Difamación de Gais y Lesbianas (GLAAD por sus siglas en inglés) se jactaba en su sitio web: “De los 901 personajes conocidos que se espera que aparezcan en la programación estelar [en 2017], 58 (6.4%) fueron identificados como gais, lesbianas, bisexuales, transexuales, y/o queer [raro]. Este es el porcentaje más alto que GLAAD ha encontrado en la historia de este informe”.

Un niño que se ha criado viendo el estilo de vida homosexual presentado como algo positivo a lo largo de su vida, seguramente se verá inclinado a aceptarlo como normal y no perjudicial.

El 2 de mayo de 2016, el orador internacional y erudito bíblico Dr. Michael Brown escribió esto en su sitio web: “Los niños en las escuelas primarias estarán expuestos a la legitimización de la homosexualidad, la bisexualidad y la expresión transexual como algo absolutamente normal . . . Las opiniones opuestas serán rechazadas como peligrosas y homofóbicas, para ser acalladas y excluidas del aula. Las escuelas intermedias y secundarias y también las universidades harán todo lo posible para fomentar tanto la aprobación de la homosexualidad como la profunda solidaridad con el activismo gay . . .” ¡Y esta tendencia ciertamente se está incrementando en las escuelas de todo el país!

El comportamiento homosexual, que no hace mucho tiempo era catalogado de inmoral en muchas naciones y sujeto a castigos legales, ahora está esencialmente exento de la censura pública. Si alguien se atreve a criticarlo, puede ser acusado de fomentar un “discurso de odio”. Sin embargo, la actividad homosexual y cualquier otra actividad sexual fuera del matrimonio apropiado entre un hombre y una mujer son violaciones graves de las instrucciones de Dios, como queda claro en la Biblia (ver 1 Timoteo 1:9-10).

Normalización del transexualismo y eliminación de la identidad de género

La Real Academia de la Lengua Española define así el término transexual: 1) “Dicho de una persona que se siente del sexo contrario, y adopta sus atuendos y comportamientos”; 2) “Dicho de una persona que mediante tratamiento hormonal o intervención quirúrgica adquiere los caracteres sexuales del sexo opuesto”. Este término esencialmente se refiere a los hombres que se sienten como mujeres y a las mujeres que se sienten como hombres.

Algunos van incluso más lejos al promover el género no binario, el género neutral e incluso la abolición absoluta de género. Algunos activistas sostienen que el género no tiene una validez real, y que los conceptos de hombre y mujer no son más que un invento de la sociedad. Según un artículo en Curiosity.com, “Los que abogan por la abolición del género dicen que eso sería, de hecho, liberar a la sociedad de los roles y expectativas tradicionales de género que en gran medida son perjudiciales para la sociedad” (“What Would a Post-Gender World Look Like?” [¿Cómo sería un mundo sin género?], 28 de marzo de 2016).

Aunque algunas personas pueden pensar o sentir que son del sexo opuesto al que tenían al nacer, o desean ser algo indefinido en términos de sexo, volvemos nuevamente al hecho de que cuando Dios creó a los seres humanos, le dio a cada uno una identidad sexual bien definida: hombre, o mujer. La buena práctica psiquiátrica entiende que a pesar de lo que las personas puedan pensar en cuanto a tener una identidad sexual diferente, estos sentimientos en realidad son anormales y síntomas de problemas psicológicos más profundos.

Por ejemplo, al escribir sobre su estudio de cuarenta años sobre personas con problemas de confusión de género, el Dr. Paul McHugh, expresidente y distinguido profesor del Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos, escribió: “La disforia de género, término psiquiátrico oficial para definir el sentimiento de ser del sexo opuesto, pertenece a la familia de suposiciones similares sobre el cuerpo, como la anorexia nerviosa y el trastorno dismórfico corporal. Su tratamiento no debe consistir en tratar al cuerpo con cirugías y hormonas, tal como no se trata con liposucción a pacientes anoréxicos que temen la obesidad.

“El tratamiento debe enfocarse en corregir la naturaleza falsa y problemática de la suposición, y resolver los conflictos psicológicos que la provocan. Con los jóvenes, esto se hace mejor en terapia familiar” (“Transgender Surgery Isn’t the Solution” [La cirugía de cambio de sexo no es la solución], The Wall Street Journal, 12 de junio de 2014).

Al hablar sobre la tendencia cultural de hoy para acomodar el transexualismo, el Dr. McHugh escribió: “La idea de que el sexo de la persona es neutral y una simple cuestión de libre elección circula libre de cuestionamientos por nuestra cultura y se refleja en todas partes a través de los medios de comunicación, el teatro, las aulas de clase, y en muchas clínicas de salud. Ha adoptado características similares a las de un culto: su propia jerga especial, salas de chateo en Internet que ofrecen respuestas ingeniosas a los nuevos reclutas, y clubes para acceder fácilmente a vestuario y estilos que apoyan el cambio de sexo.

Está causando mucho daño a las familias, adolescentes y niños, y debe confrontarse como una opinión sin fundamento biológico dondequiera que surja” (“Transgenderism: A Pathogenic Meme” [Transgenerismo: Una conducta patógena] Public Discourse, 10 de junio de 2015).

De igual modo, el Dr. Richard Fitzgibbons, psiquiatra de la Universidad de Pensilvania y director del Instituto de Sanidad Matrimonial, escribió: “Las operaciones de transexuales y el cambio de sexo están acaparando muchísima atención. Los jóvenes pueden recibir tratamiento para las atracciones transexuales a una edad temprana, aunque estas atracciones pueden desaparecer por sí solas. En estos pacientes y sus padres se han identificado conflictos psicológicos que pueden ser tratados con éxito.

Hay graves riesgos asociados con el cambio de sexo. Estos incluyen el peligro de enfermedades depresivas y suicidios. Los médicos y profesionales de la salud mental deben estar al tanto de estos riesgos y los remordimientos de quienes han pasado por operaciones de cambio de sexo. Estos pacientes y sus familias también deben ser informados de otras opciones de tratamiento” (“Transsexual Attractions and Sexual Reassignment Surgery: Risks and Potential Risks” [Cirugía de transexuales y reasignación sexual: Riesgos y riesgos potenciales], Institute for Marital Healing, 1 de noviembre de 2015).

Cómo permanecer firmes en un mundo corrupto

Nuestro gran Creador ha bendecido a la humanidad con el maravilloso beneficio del matrimonio y la familia. Cuando la base de la relación matrimonial entre esposos y esposas es sólida y estable, se traduce en grandes ventajas para el futuro de la sociedad en general. Sin embargo, cuando el fundamento de la familia y el matrimonio se desestabiliza, toda la sociedad experimenta efectos perjudiciales y se pone en juego su misma supervivencia. Lamentablemente, hoy estamos presenciando esta situación en lo que equivale a una guerra total contra el matrimonio y la familia.

Debido a que fuerzas peligrosas y sin ley están actuando entre nosotros, es necesario que permanezcamos vigilantes para protegernos contra una sociedad cada vez más inmoral y decadente (Mateo 24:12; Romanos 1:28-32). Por lo tanto, no confiemos en las palabras e ideas de los hombres, sino en lo que la Autoridad Suprema del universo revela a través de su Palabra, la Santa Biblia (2 Samuel 22:31; Filipenses 4:7; 1 Tesalonicenses 2:13).

Afortunadamente Dios el Padre pronto enviará a su Hijo, Jesucristo, para liberar al mundo de su camino autodestructivo y sanar los corazones y las mentes de todas las personas (Isaías 9:6-7). Mientras permanecemos firmes en la verdad de la Palabra de Dios hoy, ¡preparémonos para un magnífico mundo nuevo que está por venir, donde la justicia reinará por siempre! BN