La nueva revolución sexual
¿Ve las palabras “niño o niña” en las líneas de arriba? El corrector ortográfico de mi programa computacional me pedía que lo cambiara por “criatura”, un “término más inclusivo en cuanto a género”. Más adelante, donde escribo “novios”, se me pedía que lo cambiara por “pareja”. Así de generalizada es esta revolución.
Crecí en los años sesenta, durante una época de gran agitación cultural y social. Una gran transformación le dio el nombre de “revolución sexual” a este periodo. Uno de sus principales impulsores fue “la píldora”, un anticonceptivo oral para mujeres cuyo uso se aprobó en 1960. Ahora, con la píldora disponible, la gente podía mantener relaciones sexuales con mayor libertad sin temor al embarazo.
¡Esto fue algo descomunal! El sexo casual, al que se le dio el eufemismo de “amor libre”, se convirtió en un enérgico llamado a la acción entre los jóvenes y las generaciones mayores.
Las actitudes hacia la moral tradicional y la estructura familiar cambiaron radicalmente a lo largo de la década, especialmente con la eliminación de Dios y la oración en las escuelas públicas de Estados Unidos en 1962 y 1963. Luego, en 1973, se produjo otro acontecimiento relacionado con el aumento de la inmoralidad y el desmoronamiento de la moral tradicional: la decisión de la Corte Suprema en el caso Roe contra Wade legalizó el aborto. Desde entonces, solamente en los Estados Unidos se han realizado más de 60 millones de abortos legales.
No sé cuántos entienden el gran impacto que esta decisión provocó en nuestra sociedad. Lo que sí sé es que se ha degradado el valor de la vida. El hecho de que aceptemos el aborto –el asesinato de millones de niños en gestación– como algo normal, nos ha insensibilizado respecto a la santidad de la vida, la maternidad y el valor de la familia para la sociedad. Hay una posibilidad de que el fallo en el caso Roe contra Wade pueda ser revertido con un veredicto que pronto anunciará la Corte Suprema, pero el daño que ya se ha hecho es incalculable.
Otra etapa de la revolución sexual
Hoy nos enfrentamos a otra etapa de la revolución sexual. Podríamos llamarla “nueva revolución sexual”, pero en realidad no hay nada nuevo bajo el sol en términos de degradación humana. Las épocas anteriores siempre tuvieron su cuota de inmoralidad sexual. (¿Ha estudiado las antiguas Grecia y Roma?). Tanto el aborto como diversas formas de infanticidio eran algo común en muchas culturas antiguas.
Sin embargo, cuando se trata de las profundidades de la confusión sexual, el autodesprecio, las viles perversiones sexuales y la negación de la biología por parte de los principales medios de comunicación, el Gobierno y las elites del mundo del espectáculo de hoy en día, podríamos estar frente a un nuevo abismo aún más profundo de perversión cultural, social y espiritual que escandalizaría incluso a los habitantes de la antigua Sodoma.
Vamos a examinar brevemente lo que está ocurriendo. Las noticias y los titulares le resultarán familiares, ya que son una parte interminable del ciclo informativo actual. Los lectores de Las Buenas Noticias deben entender que lo que está ocurriendo ante nuestros ojos no es normal y podría llevar al desmoronamiento de la estructura familiar tal como la hemos conocido tradicionalmente. De hecho, ¡esa parece ser la clara intención detrás de todo esto!
Si ello sucede, la humanidad se habrá separado de la institución divina que Dios creó para perpetuar la raza humana. La familia –la familia bíblica, compuesta de un hombre (padre) y una mujer (madre) biológicos, comprometidos mediante el matrimonio– está bajo ataque directo en esta nueva revolución sexual, y ello nos afectará a todos.
¿Qué dice Dios?
A medida que examinemos aquí las consecuencias del pecado en los individuos, naciones y culturas, veremos las enseñanzas de la Biblia sobre las familias, la moral y la sopa de letras que es el movimiento LGBTQ. Es fundamental saber lo que Dios dice sobre el comportamiento que va en contra de su ley espiritual eterna. Todos estamos en igualdad de condiciones ante Dios como pecadores que necesitan el perdón. La ley de Dios define cómo debemos vivir, y cuando cruzamos la línea de la desobediencia y el pecado, hay consecuencias. Y hoy estamos viendo esas consecuencias.
Nuestra intención en Las Buenas Noticias no es condenar al pecador, sino señalar claramente el pecado. Queremos que cada persona entienda la verdad, la verdad de Dios, sobre el asunto. Sentimos compasión por quienes se hallan atrapados en conductas y patrones de pensamiento que dañan la mente y el cuerpo. A los que saben que están atrapados y esclavizados por el pecado, les ofrecemos comprensión respecto a esa lucha y también el conocimiento del amor y la verdad de Dios.
Parte de esa verdad es que hay una forma de salir de la trampa y que las cadenas sí pueden romperse. No nos complace en absoluto el sufrimiento de tantas personas; queremos ayudar a la gente a dejar atrás su comportamiento destructivo y a vivir rectamente ante Dios. Todos pueden encontrar perdón, sanidad, esperanza y fortaleza a través de Jesucristo.
Entendemos cuán difícil es cambiar patrones conductuales y mentales extremos y muy arraigados, pero también sabemos que existe ayuda competente para quienes desean hacerlo. Nos basamos en la promesa de Dios de que “cuando el impío se apartare de su impiedad, e hiciere según el derecho y la justicia, vivirá por ello” (Ezequiel 33:19, énfasis nuestro en todo este artículo).
¡Aunque usted no lo crea!
Muchos se quedaron asombradísimos cuando la jueza Ketanji Brown Jackson fue interrogada ante el Comité Judicial del Senado de Estados Unidos como candidata a la Corte Suprema a principios de este año. Cuando la senadora de Tennessee Marsha Blackburn le preguntó: “¿Puede dar una definición de la palabra mujer”, la jueza solo pudo responder: “No puedo . . . No soy bióloga”.
Entiendo que en política la evasión de temas sea algo normal, ¡pero esta respuesta fue simplemente inaudita! Esta frase podría definir nuestro tiempo: uno de estupidez extrema. El hecho de que una jueza federal en servicio activo que está siendo considerada para el más alto cargo judicial de la nación diga esto, es simplemente inverosímil. Y lo que debiera ser aún más inverosímil, pero lamentablemente no lo es, es que ella fuera escogida para integrar el más alto tribunal de la nación.
La jueza Brown sabía que para ser confirmada por la mayoría liberal del Senado de Estados Unidos tenía que proyectar una imagen ultraliberal o progresista y mostrar su alineación con las ideas políticamente correctas de las elites actuales. De no haber demostrado que estaba de acuerdo con la nueva revolución en materia de género y sexualidad, no habría recibido su confirmación. Su respuesta indica que sus decisiones en los casos que se presenten ante el máximo tribunal no estarán basadas en el apego a la Constitución de la nación, sino en la ideología progresista.
No importa que se trate de una mujer altamente educada que conoce bien la diferencia entre hombres y mujeres, ni el hecho de que ser mujer fuera un requisito previo para su nominación por parte del presidente Joe Biden: es evidente que está dispuesta a participar en una mentira. Así de sencillo. Para negar la biología, la ciencia genética y la sexualidad básica hay que participar en una mentira reiterada interminablemente por personas influyentes. Su respuesta muestra el precipicio moral al que esta nueva revolución sexual ha llevado a la nación. Será muy difícil revertir tal manera de pensar y sus consecuencias.
Participar en una mentira de esta magnitud puede dañar de manera incalculable a una cultura, porque negar la sexualidad biológica grabada en la estructura genética va contra la propia naturaleza. La mujer tiene dos cromosomas X, y el hombre, un cromosoma X y un cromosoma Y. Nuestro sexo está literalmente escrito en cada uno de los billones de células de nuestro cuerpo.
Así es como Dios hizo al hombre y a la mujer. En Génesis se nos dice que la primera mujer fue tomada de la costilla del hombre y que ambos son distintos, pero sus diferencias van más allá de la estructura y la función de cada uno. La mujer fue hecha para llevar otra vida humana en su vientre, y esa vida solo puede ser engendrada por un varón biológico con características específicas. Este es el orden natural diseñado por Dios tal y como se revela en la Biblia.
Romanos 1 describe el resultado de ignorar y negar lo que Dios ha puesto en orden: “Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí. Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira. Y así rindieron culto y sirvieron a las cosas que Dios creó pero no al Creador mismo, ¡quien es digno de eterna alabanza!” (vv. 24-25, Nueva Traducción Viviente).
“No digas gay”
En marzo de este año, el Senado del estado de Florida se enfrentó a la política progresista actual cuando aprobó el proyecto de ley “Derechos de los padres en la educación”, que fue convertido en ley inmediatamente por el gobernador Ron DeSantis. Esta ley restringe “la discusión en el aula sobre la orientación sexual o la identidad de género” en los grados preescolar a tercero.
El simple hecho de que una ley así sea necesaria es inconcebible. Estos primeros años de la escuela primaria (para niños de cinco a ocho años) solían ser una época en la cual los alumnos aprendían a trabajar juntos y a mostrar respeto en el contexto de una vida normal, típica de niños y niñas que jugaban en un entorno familiar tradicional.
Los que se oponen a la ley del estado de Florida la apodan “No digas gay”, aunque no contiene ninguna de estas tres palabras. Llamarla así tiene como objetivo incendiar los ánimos y enturbiar los hechos para hacerla parecer odiosamente excluyente y así conseguir que la gente se le oponga.
Pero las encuestas muestran que la mayoría de la gente, incluso muchos del bando liberal, está en contra de la instrucción en el aula sobre la sexualidad y la identidad de género a niños de esa edad. Y, felizmente, muchos padres están despertando a los peligros que se infligen a los niños en las escuelas públicas.
Los padres con ideas tradicionales de los estados de Florida y Virginia se han unido para resistir los siniestros cambios que se han infiltrado en la elite educativa actual. Pero su reacción no es solo contra el adoctrinamiento de género: también están viendo lo absurdo de la teoría crítica de la raza que se les enseña a los jóvenes.
Sospecho que estamos observando lo que podría ser el remanente cada vez menor de una generación de personas que conocieron un Estados Unidos diferente, en el que al menos el marco de la moral y la ética bíblica constituía la base de la religión y la educación. No se trata de ignorar las desigualdades, la injusticia y el racismo, ni tampoco el pecado que siempre ha formado parte de toda sociedad. Pero hubo un tiempo en el cual la mayoría distinguía el bien del mal en asuntos crucialmente necesarios para mantener el orden en la sociedad. Hubo un tiempo en el que un candidato a la Corte Suprema no dudaba en dar una respuesta honesta a la pregunta “¿Qué es una mujer?”
Tal vez la señal de advertencia más clara en cuanto a lo que se avecina sea la reacción de la compañía Disney Entertainment, con sede en Florida. Los furiosos ejecutivos de Disney comenzaron a declarar abiertamente que incluirían más historias “homosexuales” y desviaciones sexuales en sus programas de entretenimiento.
En una grabación de una videoconferencia que se filtró, una ejecutiva de Disney se jactaba de su “programa gay nada secreto” y de sus intentos de “añadir homosexualismo” siempre que pudiera a los programas infantiles. Otro empleado habló sin reservas sobre su propósito de “explorar historias homosexuales” e incluir “personajes no conformes con su género”.
Quienes observan con ojo analítico a Disney han visto desde hace tiempo un cambio de programación respecto a las costumbres tradicionales. Los archivos de Disney almacenan décadas de entretenimiento familiar, y cabe preguntarse si habrá un movimiento para rehacer gran parte de ellos a fin de que se ajusten a un formato aceptable y liberal en cuanto a género. ¿Qué pasará con los siete enanitos? ¿Tendrán que desaparecer porque ofenden a un determinado grupo de personas? ¿Habrá princesas Disney masculinas? Uno se estremece solo de pensar en lo que harán con el ratón Mickey o Blancanieves.
Seamos claros
La violenta reacción a la ley de Florida por parte de Disney y de grupos activistas es el ejemplo más claro de a dónde nos está llevando esta nueva revolución sexual: a un mundo nuevo donde se aceptan como normales prácticas nocivas como el cambio de género. Donde la sociedad tiene derecho a enseñar a nuestros hijos, nietos y sobrinos y a los muchachitos de nuestro barrio que no son niños ni niñas, sino lo que se les antoje en ese momento.
El objetivo no es solo enseñarles que pueden identificarse con el género del que creen ser, sino también que pueden someterse a una manipulación psiquiátrica perjudicial y a una cirugía para cambiar su comportamiento y su anatomía. El daño a largo plazo es incalculable.
Estamos siendo testigos de un esfuerzo sistemático por incorporar a los niños a un sistema depravado que enseña un enfoque antinatural, antibíblico y destructivo de la sexualidad, y esto se está haciendo a la vista de todos. El historial de aquellos que promueven el orgullo gay, la normalización del movimiento LGBTQ y la aceptación de otras formas de perversión sexual es claro. En algunas escuelas se han encubierto agresiones sexuales derivadas de las políticas de baños transexuales, que permiten a los muchachos adolescentes utilizar los baños de las chicas. ¿Y qué tal los talleres de cinco días para enseñar a los niños a vestirse de drags (hombres que se visten de mujeres) que ofrece el Museo de la Cultura Pop de Seattle, Washington?
Las instituciones educativas, la industria del entretenimiento y los medios de comunicación están siendo utilizados como instrumentos para crear entornos en los que los niños, sin el consentimiento ni conocimiento de los padres, son preparados para aceptar un sistema de pedofilia y perversión sexual, o para convertirse en participantes de él.
Un artículo en la revista digital conservadora The Federalist muestra las definiciones de la Asociación Estadounidense del Colegio de Abogados para quienes manipulan a los niños mediante su comportamiento depredador. Entre los muchos comportamientos que pueden ser sexualmente excitantes para los adultos que se aprovechan de los niños se encuentra el de “entregar información sexualmente explícita bajo la apariencia de educación” (Kylie Zempel, “Weirdos Who Want to Sexualize Your Children Should Absolutely Stigmatized As Groomers” [Bichos raros que quieren sexualizar a nuestros hijos deben ser estigmatizados sin contemplación como explotadores de niños], 7 de abril de 2022).
Sí, todo esto es desagradable y chocante. Tal vez usted piense que este tema no es apropiado para una revista dedicada a la predicación del evangelio de Jesucristo y del Reino de Dios. Lamentablemente, sí es apropiado. Equivale a lo que hicieron todos los profetas de Dios cuando clamaron en contra de la corrupción moral en las antiguas Israel y Judá. La gente de esas naciones llegó a sacrificar a sus hijos en el fuego a un dios pagano llamado Moloc. ¿Acaso sacrificar las vidas y las mentes de nuestros hijos a la perversión demoniaca no corresponde a lo mismo?
Si usted piensa que Dios no ve o no tiene interés en lo que sucede, recuerde que él calcinó la antigua Sodoma con fuego ardiente del cielo (vea nuestra edición de enero-febrero de 2022 para más información sobre este acontecimiento). La humanidad se había vuelto tan corrupta y malvada en los días de Noé, que solamente los ocho miembros de su familia se salvaron cuando Dios literalmente lavó a aquel mundo de toda su maldad. ¿Y pensamos acaso que nuestro mundo maligno escapará al juicio?
La nueva revolución sexual pretende abrir una brecha entre padres e hijos, haciendo trizas el orden natural de la familia. Los que fomentan tal revolución se empeñan en enseñar a los niños ideas pecaminosas sobre la sexualidad y la moralidad, totalmente opuestas a lo que enseña la Biblia.
Este adoctrinamiento solía comenzar en las universidades, a las cuales los padres enviaban a sus hijos con mucho esfuerzo solo para que volvieran a casa con la cabeza llena de conceptos basados en la teoría crítica de la raza, en la inmoralidad, y en una ideología anti-Dios.
Ahora esta enseñanza se ha colado en las aulas de los más pequeñitos, empezando por los niños en edad preescolar. De ahí la necesidad de leyes como la que se acaba de aprobar en Florida. Desde luego, esto no es suficiente para cambiar la situación, especialmente cuando las escuelas deliberadamente mantienen a los padres en completa ignorancia respecto a lo que se les enseña a sus hijos.
¿Qué podemos hacer?
Usted puede tomar medidas para proteger a su familia de esta cultura perversa y generalizada. Y no le quepa ninguna duda: es maléfica.
En primer lugar, hay que darse cuenta de que esto ocurre en los centros de enseñanza pública a los que probablemente asisten sus hijos. Los profesores de hoy en día deben apegarse a los planes de estudio elaborados por “expertos”, colmados de falsas ideologías sobre la teoría crítica de la raza, la inclusión y la justicia social, que determinan lo que se enseña sobre la historia, el lenguaje, y hasta las ciencias y las matemáticas en algunos casos.
La formación de los profesores de hoy en día hace que sus mentes acepten y fomenten estilos de vida que difieren mucho de los que usted considera adecuados y que enseñaría a sus hijos.
Puede involucrarse más en las escuelas de sus hijos para demostrar su oposición a que se inserten esas ideas en los planes de estudio. También puede ser más proactivo y hablar con ellos sobre las ideas que escuchan en la escuela, ya sea de los profesores o de los amigos. No renuncie a su papel de primer maestro en la vida de sus hijos.
También debe saber lo que hay en su televisor o computador, desde servicios de transmisión continua como Disney+, Netflix y otros. La programación actual incluye mensajes sutiles y descarados que promueven estilos de vida LGBTQ, que se presentan como aceptables y normales. Incluso las cadenas de televisión básicas se han sumado, presentando cada vez más personajes e historias LGBTQ.
Usted y sus hijos están siendo manipulados para que encajen en una cultura moldeada por la nueva revolución sexual. Esta cultura, que no es la cultura de Dios, ha entrado en nuestros hogares y vidas de todas las maneras posibles. Debemos estar atentos a ello y actuar diligentemente para rechazarla y expulsarla.
Lo más importante es que nos basemos en lo que dice la Biblia sobre la sexualidad, la familia y la moral. La nueva revolución sexual de hoy en día es un ataque frontal contra la familia que la Biblia describe como la unión divina entre un hombre y una mujer, cuyos hijos son parte de esa unión y a los que deben criar, proteger y enseñarles una moral sana.
Las familias de hoy deben desenvolverse con esta revolución como telón de fondo. Cada vez hay más niños que viven en hogares donde ambos padres cohabitan, sin el beneficio del matrimonio. Las altas tasas de divorcio crean un gran número de hogares monoparentales, carentes del modelo de padre-madre que los niños necesitan. Y ahora que a los niños se les pide que consideren cambiarse de sexo, se están modificando los patrones de lo que serán las familias tradicionales del futuro.
Pero usted puede armarse de la verdad sobre el diseño de Dios para la familia. Veamos algunas escrituras básicas para entender esta verdad.
Una visión bíblica del mundo
Una de las escrituras fundamentales en este sentido se encuentra en Mateo 19, donde Jesús fue puesto a prueba con esta pregunta: “¿Le está permitido a uno divorciarse de su esposa un motivo cualquiera?” (v. 3). Jesús respondió: “¿No han leído ustedes en la Escritura que él los creó en el principio, ‘hombre y mujer los creó’? Y dijo: ‘Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona’. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido”
(vv. 4-6, Dios Habla Hoy).
Este pasaje es importante por varias razones, si queremos formarnos una visión bíblica del mundo sobre este tema. Se refiere a la fundación del mundo y a la intención de Dios para el orden creado. Dios diseñó dos sexos, masculino y femenino, no un número infinito de géneros.
Cuando un hombre y una mujer se unen en matrimonio, son unidos por Dios. Por tanto, el matrimonio es de origen divino, no una institución cultural ideada por el hombre. He oficiado muchas bodas, y en cada una les digo a los novios: “El matrimonio es una institución divina ordenada por Dios al momento de la creación”. Esto los ancla a las Escrituras como pareja.
Cuando nos remontamos al Génesis, vemos cómo a partir de Adán y Eva, los primeros padres humanos, se desarrolla la familia. Este es el patrón que se repite a través de toda la Escritura: un hombre y una mujer forman un núcleo familiar y tienen hijos, que crecen y a su vez forman sus propias familias con hijos, y el mismo modelo continúa generación tras generación. En el núcleo de cada generación está la familia, un padre y una madre, y sus hijos. Esta secuencia se repite y expande. La Biblia contiene más información sobre la familia de lo que la mayoría cree.
Muchas escrituras también proporcionan enseñanzas sobre cómo tratar a una familia que puede estar fracturada por el divorcio. Por medio de lo que le ordenó a Moisés que escribiera, Dios muestra cómo tratar a las familias deshechas y asegurar su continuidad. Cuando hay una viuda sin marido, hay una ley para protegerla. Cuando hay huérfanos, hay instrucciones para que la comunidad los proteja y mantenga.
La conocida historia de Rut contiene detalles que muestran cómo funciona esto. Rut y su suegra Noemí, ambas viudas, fueron atendidas en Belén gracias a ciertas leyes destinadas a preservar el nombre y la propiedad de la familia. Detrás del matrimonio de Rut con Booz había leyes destinadas a salvaguardar el orden, la paz y la seguridad de la estructura familiar tradicional a la que Cristo se refirió.
De hecho, Dios mismo promete cuidar de los más vulnerables si nos dirigimos a él: “Padre de huérfanos y defensor de viudas es Dios en su santa morada” (Salmo 68:5).
En el Nuevo Testamento, el deber básico de la alianza matrimonial y familiar se reafirma en los Evangelios y en la enseñanza del apóstol Pablo. La familia está en el meollo del mensaje del evangelio, y en Efesios se encuentra un pasaje que hace hincapié en los deberes de ambos esposos. Merece la pena citarlo en su totalidad por la visión precisa que nos ofrece sobre el funcionamiento de esta unión fundamental de la familia y lo que representa en el plano espiritual. Leámoslo con detenimiento:
“Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.
“Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:22-33).
La unión de un hombre y una mujer mediante el vínculo amoroso y divino del matrimonio constituye uno de los aspectos más hermosos de la vida humana. Tener hijos, educarlos para que comprendan lo que es el amor, que lleguen a conocer a Dios y que respeten sus cuerpos como instrumentos de conducta cristiana, abarca todo el propósito de la vida humana. La familia es un modelo de la relación divina entre Dios Padre y su Hijo, el Señor Jesucristo. Cuando examinamos la enseñanza bíblica del matrimonio y la familia, llegamos a comprender el destino de los seres humanos como parte de su familia. Debemos estar espiritualmente casados con Cristo, siendo todos nosotros hijos de Dios Padre.
La confusión generada por la nueva revolución sexual pretende destruir el modelo bíblico del matrimonio y de la familia. Pero no se equivoque: es solo una mentira satánica que está dando resultado.
Las Escrituras nos enseñan a amarnos unos a otros y a predicar el mensaje de esperanza y reconciliación que se encuentra en el evangelio. Cristo murió por cada pecador, y todos tendrán la oportunidad de arrepentirse y conocer el amor de Dios. Pero al predicar y enseñar esta verdad, no podemos negar la verdad sobre la sexualidad humana y el matrimonio tal como Dios lo concibió, y lo que significa corromperlo.
Usted tampoco puede ignorar esta verdad. Le instamos a tomar plena conciencia de la guerra cultural que nos rodea. ¡Ármese de la verdad para protegerse a sí mismo y a sus seres queridos! BN