#334 - 2 Timoteo 2-4
"Despedida del apóstol Pablo"
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#334 - 2 Timoteo 2-4: "Despedida del apóstol Pablo"
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Le dice que solo se puede hacer algo con ellos hasta un punto y los compara a vasos de deshonra al decir: “Pero en una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para usos honrosos, y otros para usos viles. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra” (2 Timoteo 2:20-21).
Por eso, usa el ejemplo de un hogar rico, donde hay recipientes de acuerdo con la necesidad. Algunos son vasos baratos de madera o arcilla, como platos o basureros, mientras que otros son hechos de plata u oro para ocasiones especiales. Estos simbolizan la calidad de miembros en la iglesia (vea también 1 Corintios 3:12-15). Algunos son para “honra” y otros para “deshonra” -tales como Himeneo y Fileto. Esta es una enseñanza cándida en las Escrituras: que no todos en la iglesia son “de la fe” (2 Tesalonicenses 3:2). Pablo habla también de “falsos hermanos” (2 Corintios 11:26). Por otra parte, Dios lo permite con el propósito de: (1) probar y mostrar quiénes son los aprobados (1 Corintios 11:19) y (2) juzgar y condenar a los que tuvieron la opción de enderezarse y “limpiarse” de actitudes y acciones dañinas, pero al fin, no lo hicieron.
En cambio, Pablo le insta a Timoteo a continuar sus esfuerzos para ser un “vaso de honra”. Con ese fin, le dice: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.” (2 Timoteo 2:22-23). De modo que él debe alejarse de tales codicias, pero correr tras las buenas virtudes, que no son automáticas.
Comenta John Stott, “Este verbo [dioko en griego– correr tras] se usa para describir la búsqueda de la voluntad de Dios. Usando la analogía de una carrera de carrozas, Pablo se imagina esforzándose hacia adelante, y añade: ‘prosigo’ y otra vez: ‘prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús’” (Filipenses 3:12,14). Por eso, debemos correr lejos del peligro espiritual, pero hacia lo que es bueno” (Guard the Godspel [Cuida el Evangelio], p. 75).
Así, aunque Timoteo debe corregir a tales falsos maestros, lo debe hacer de una manera cristiana. Como menciona: “Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido, corrigiendo tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad” (2 Timoteo 2:24-26, LBLA).
Le recuerda a Timoteo que es un “dulos” del Señor, término que significa un esclavo doméstico. Debe ser “amable” con los que se le oponen. Jesús mismo dijo que era: “manso y humilde de corazón” (Mt 11:29). No obstante, eso no quiere decir ser débil, sino manso; debe ser amable, pero firme—humildemente corrigiendo a los opositores.
Como dice Gálatas 6:1: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” Por tanto, cómo se corrige es tan importante como lo que se hace. Si un servidor de Dios es duro y altivo cuando corrige a otros, es culpable de una actitud impía. En vez, debe instruir con tino a los errantes, pero no obligarlos a cambiar, ya que, en últimas instancias, eso depende de la relación espiritual de ellos con Dios.
El Comentario Tyndale señala: “Debe ser la meta del ministro guiarlos, si es posible, al arrepentimiento, aunque aquí implica que tal actitud es un don de Dios. Requiere de un cambio mental al reconocer la verdad de la situación, pues la mente ha sido cautivada. ‘Volviendo en sí’ es una metáfora que implica algún engaño previo debido a las malas influencias. Como en el caso de ser intoxicado, el método del diablo es ‘adormecer la conciencia, confundir los sentidos y paralizar la voluntad’…El diablo es descrito como el intoxicador y el cautivador de las mentes humanas” (p. 155).
Esa poderosa influencia del diablo le recuerda a Pablo de los últimos días, cuando esa influencia sería multiplicada. Dice, “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” (2 Timoteo 3:1-5). Jesús describe tales días como los de Noé y Lot, cuando la sociedad terminaría tan corrupta que provocaría la intervención y el castigo de Dios.
Como dice el Comentario Tyndale: “Los postreros días es una frase común en el Nuevo Testamento, e indica el período inmediatamente antes del fin de esta presente era humana. Sin embargo, ese futuro tiempo tiene ciertos paralelos con los días de Pablo, pues desde el versículo 6, él usa el tiempo presente y no el futuro” (p. 156).
Luego Pablo enumera diecinueve características de la sociedad del tiempo del fin, dividida en tres partes. La primera sección describe a una sociedad auto-absorta, es decir, egoísta, avara y orgullosa. La segunda parte revela una vida familiar deteriorante, especialmente con los hijos volviéndose crueles, descariñados, insolentes y rebeldes. La última parte se enfoca en una sociedad llena de calumniadores, personas promiscuas, profanas, irrespetuosas de autoridad, odiando el bien, traicioneras, envanecidas y sin embargo autojustas, como dice Proverbios 30:12: “Hay generación limpia en su propia opinión, si bien no se ha limpiado de su inmundicia”. ¡Eso lo vemos hoy!
Él dice de los falsos hermanos: “Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la de aquéllos” (2 Timoteo 3:6-9).
Estos falsos maestros se cuelan en los hogares mientras los hombres están trabajando y halagan y engañan a mujeres faltas de carácter que quieren escuchar sandeces y novedades. Ellos les recuerdan a los dos magos en los tiempos de Moisés, llamados según la tradición judía como Janes y Jambres, que se opusieron a la verdad con sus trucos, pero finalmente fracasaron, y así les ocurrirá lo mismo a estos.
Entonces dice: “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Timoteo 3:10-13). Pablo contrasta a esos quebrantadores de la ley con el ejemplo suyo y cuenta lo que ha sufrido para permanecer fiel a Dios.
En cuanto a la verdad, le recuerda a Timoteo de lo que es su única fuente: “Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:14-17).
Así, refuta la idea de que el Antiguo Testamento ha sido abolido, pues es el fundamento de las verdades de Dios, que luego el Nuevo Testamento edifica encima. Como enfatiza: “Las Escrituras son “exhaladas de Dios” (del gr. teo-neustos), que deben ser usadas para cuatro fines—(1) establecer las doctrinas de Dios, (2) refutar los conceptos falsos, (3) corregir lo deficiente, e (4) instruir en los caminos de Dios. El resultado es estar equipado para cumplir con la voluntad de Dios. Como dice John Stott: “No tenemos la libertad para inventar nuestro mensaje, sino solo comunicar ‘la Palabra,’ que Dios ha hablado y ahora se la ha encargado a la Iglesia como una herencia sagrada” (Ídem., p. 106).
Como resultado, Pablo le insta: “Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:1-5).
Pablo le dice a Timoteo que llegará el día en que los miembros preferirán ser entretenidos, conmovidos y estimulados, en vez de seguir las verdades bíblicas que quizás no le parezcan tan emocionantes.
El Comentario del Creyente anota: “Sus oídos querrán escuchar doctrinas que son placenteras y cómodas. Con el fin de satisfacer su codicia por lo novedoso y gratificante, acumularán un grupo de maestros que les dirán lo que ellos quieren escuchar”. Él sabía que los falsos enseñadores iban a torcer las Escrituras para engañar al incauto, al perezoso, y al inmaduro espiritual. El término “fábulas”, del gr. mitos, se refiere a mitos religiosos, tales como los que tenemos hoy día: el alma inmortal, fiestas paganas, el ir al cielo o el infierno, u orar a los muertos.
Luego dice: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:6-8).
Pablo sabe que su ejecución está cerca, pero está en paz, sabiendo que ha permanecido fiel hasta el fin. Se compara a un corredor que está en la última vuelta de la carrera y puede ver la meta. Su vida será dada en sacrificio a Dios. Noten que dice claramente que no va a ir al cielo tras su muerte, sino que recibirá la recompensa--esa corona de justicia (y también todos los que permanecen fieles) solo al retorno de Cristo.
Él ahora se dirige a Timoteo para que se apure a venir y que le traiga ciertos objetos de Troas y otras partes. Le dice: “Procura venir pronto a verme, porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia. Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso. Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor les pague conforme a sus hechos. Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras” (2 Timoteo 4:9-15).
Pablo todavía echa de menos a este joven pastor y querido colega, Timoteo, y quiere verlo antes de que sea ejecutado, que, en el caso de un ciudadano romano, no era la crucifixión, sino el ser decapitado con una espada: una muerte más misericordiosa. Comenta que Demas, una vez un colega cercano, dejó el ministerio y volvió a su antigua vida, pues no todos son fieles hasta el fin. Noten que Pablo ahora está usando a Marcos, que anteriormente había rechazado, y que una vez causó una separación con Bernabé, pero ahora está resuelto (Hechos 15:36-40).
Ahora Pablo se siente muy solo y abandonado y dice que Lucas, el médico amado (Col 4:14) es el único que se atreve a visitarlo en la prisión. Le pide a Timoteo que le traiga su capote, que es un poncho pesado, pues se acerca el invierno. También le pide que venga con los “libros”, que en el gr. es biblia y se refiere a rollos de papiro, que probablemente incluían los materiales para escribir sus cartas y quizás documentos oficiales que le servirían en su juicio, y posiblemente algunos de los evangelios con los dichos de Jesús. Además, le pide que trajera “los pergaminos” que eran rollos más caros, hechos de pieles de animales y tal vez incluían una copia del Antiguo Testamento. Como vemos, hasta en la cárcel, ¡Pablo siempre seguía estudiando y meditando sobre la Palabra de Dios! Qué gran ejemplo nos dio.
Luego continúa: “En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león” (2 Timoteo 4:16-17).
Puesto que Pablo era un prominente líder del cristianismo, el ser implicado con él, especialmente después del terrible incendio en Roma, podía significar ser arrestado y sumariamente crucificado. Por eso, cuando Pablo se presentó en su juicio preliminar, nadie se atrevió a acompañarlo. Eso fue decepcionante para él, pero los perdonó por esa falta de valentía. La referencia al “león” probablemente se trata del gobernante romano de ese entonces y quizás fue Nerón mismo, ese sanguinario y loco déspota.
Pablo termina su epístola con unos saludos a los hermanos en Éfeso, y le pide a Timoteo que se apure a verlo antes de que llegue el invierno y termine la navegación. Sus últimas palabras están llenas de aliento, paz y fe. Dice: “El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén” (2 Timoteo 4:22).
De modo que el espíritu de Dios debe trabajar con nuestro espíritu para lograr ese crecimiento espiritual. Sin ello, no podemos realmente hacer nada. Pero con ese espíritu de Dios, tal como Pablo nos dio un excelente ejemplo en su vida, podemos lograr grandes cosas ante Dios y al final, convertirnos en seres victoriosos en la carrera hacia su bendito reino.