#317 - Gálatas 1-2
"Cómo ha sido tergiversado Gálatas; obras de la ley"
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#317 - Gálatas 1-2: "Cómo ha sido tergiversado Gálatas; obras de la ley"
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En ese entonces era un pueblo compuesto mayoritariamente de descendientes de la tribu de Rubén – hoy día llamados los galos. Una vez que fueron exiliados los rubenitas con las otras 9 tribus israelitas, se establecieron en Escitia. De allí migrarían primero a Galicia y más tarde a la zona de Francia. Explica el historiador judío Yair Davidy: “Los gálatas y los mercianos en ocasiones son identificados con los godos y los gálatas y tenían una afinidad con los francos. Los godos descendieron de Gad y los francos de Rubén”. (Las Tribus, p. 171).
Con el fin de entender mejor el mensaje de la Epístola de Gálatas, remontémonos un momento a los tiempos del apóstol Pablo. Él escribió esta carta a las iglesias que habían establecido en la región de Galacia. Estamos a mediados del primer siglo. La iglesia tiene aproximadamente dos décadas de vida. ¿Qué creían en ese entonces?
No es difícil averiguarlo por medio de las mismas Escrituras. En ese entonces la Biblia nos indica que todos los cristianos guardaban el sábado, como era la costumbre del mismo Pablo. En Hechos 17:2 y 18:4 nos dice “Y como acostumbraba, Pablo fue a la sinagoga, y por tres sábados razonó con ellos de las Escrituras… Y cada sábado razonaba en la sinagoga, y persuadía a judíos y a griegos” (versión Nueva Reina Valera). Recuerden que no aparece ningún escrito sobre el día domingo como día de adoración hasta mediados del segundo siglo.
Además, es fácil comprobar que todos los cristianos en ese entonces guardaban las Fiestas Santas de Dios. En el libro de Hechos, Lucas relata la historia de las primeras décadas de la iglesia. Desde el comienzo hasta el fin de su relato siempre menciona como algo normal que los cristianos y no sólo los judíos guardaban las Fiestas Santas (vea Hechos 2:1; Hechos 12:3-4; Hechos 18:21; Hechos 20:6,16; Hechos 27:9). También nos informa que ellos no comían alimentos bíblicamente prohibidos al citar al apóstol Pedro. Él dijo que jamás había comido algo inmundo (Hechos 10:14).
Al respecto, La Enciclopedia Británica comenta: “Los primeros cristianos siguieron observando las Fiestas Judías, pero ahora con un nuevo espíritu” (edición undécima). Es importante aclarar que las Fiestas Santas de Dios no son “judías” sino bíblicas, puesto que los judíos no las inventaron y vienen directamente de Dios (vea Levítico 23). Allí sale que el sábado y las fiestas santas están todas unidas bajo una categoría, y por ende, son parte del Cuarto Mandamiento (Éxodo 20:8-11) y no de la ley ritual.
Desde luego, para el apóstol Pablo era imposible saber que un siglo más tarde, un grupo apóstata de gentiles cristianos en Roma estaría inaugurando el día domingo como sustituto para el sábado y estaría cambiando las Fiestas Santas de Dios por otras de origen pagano, como, por ejemplo, la Pascua Florida. Tampoco podía imaginarse Pablo que iban a usar sus epístolas como pretexto para abolir los diezmos o las leyes alimenticias en la Biblia, cosas que él guardó fielmente hasta la etapa final de su vida (Hechos 28:17).
Por lo tanto, cuando Pablo escribió sus epístolas, hay que entenderlas dentro del contexto de su época en la cual se guardaban todas estas leyes y no según el contexto actual del mundo tradicional cristiano donde han sido abolidas. Jamás soñó Pablo que iban a distorsionar el contexto de sus escritos para tratar de eliminar estas leyes de Dios. Sin embargo, como veremos, pronto algunos gentiles cristianos con fuertes prejuicios contra el Antiguo Testamento se aprovecharían al torcer estas epístolas para destruir muchas de las verdades de Dios e introducir herejías.
Es importante notar que ya en ese entonces el apóstol Pedro les había advertido a los miembros que algunos estaban sacando las epístolas de Pablo fuera de su contexto para propagar sus herejías en contra de la ley de Dios. Dijo: “Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3:15-16). Además, Judas, otro de los apóstoles, menciona lo mismo, esta vez especificando que: “…convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Judas 4). En este pasaje libertinaje significa: “estar exento de cumplir la ley moral” (Enciclopedia Internacional de la Biblia, tomo 2, p. 128). En otras palabras, intentaron desvirtuar la ley moral – los Diez Mandamientos. De esta manera podían enseñarles a los cristianos incautos que bajo la gracia ya no era necesario guardar las leyes de Dios, y especialmente el sábado. Al respecto, Pedro dice: “Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción (libertinaje)… Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado” (2 Pedro 2:19-21). De modo que aquí están las mismas mentiras que algunos usan hoy día para justificar la abolición de las leyes de Dios.
Por tanto, se ve que en el primer siglo del cristianismo se estaba torciendo el sentido de las epístolas de Pablo, especialmente las que eran “difíciles de entender”, es decir, las que tenían un alto contenido teológico. La epístola más fácil de torcer su contenido fue la de Gálatas. En realidad, usa términos que son “difíciles de entender”, como por ejemplo cuando dice Pablo: “la ley no es de fe” (Gálatas 3:12), o “la ley ha sido nuestro ayo… pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (Gálatas 3:24-25) y se refiere a “la maldición de la ley” (Gálatas 3:13). Si uno toma estos versículos fuera de su contexto, ¡sería muy fácil “torcerlos” para su propia destrucción doctrinal! Es un hecho histórico desde el primer siglo que muchos se han basado en estos versículos para dejar de guardar el sábado y otras de las leyes de Dios. ¿Cómo podemos estar seguros de que esto no era la intención de Pablo? Es muy fácil, al examinar las muchas escrituras que muestran la verdadera actitud de respeto de Pablo hacia la ley de Dios.
Sabemos que David exclamó: “Oh, cuánto amo yo tu ley. Todo el día es ella mi meditación” (Sal 119:97-98). ¿Sería importante si encontráramos que Pablo dijera lo mismo? Pues Pablo declaró: “De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno… Porque sabemos que la ley es espiritual… Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios” (Romanos 7:12, 14, 22). Vemos en todas sus epístolas que ésta era su perspectiva básica hacia la ley de Dios y que Pedro defiende cuando acusa a los falsos maestros de torcer algunas de las epístolas de Pablo que son “difíciles de entender”.
Al estudiar las epístolas de Pablo, pronto se nota que lo que él atacó fuertemente fue la forma tergiversada de algunos cristianos judíos enseñaban la ley. La gran controversia que muestra el Nuevo Testamento que Cristo y los apóstoles afrontaron no era si se debía guardar el sábado y las demás leyes o no, sino cómo y por qué se debían guardar. Tenían que mostrarles a los judíos y hermanos conversos que no se debía guardar la ley de Dios con todos los reglamentos fariseos, ni tampoco como una forma de merecer la salvación “por las obras”. Mas bien se debían guardar las leyes de Dios sin las tradiciones rabínicas, y al basarse en la obediencia y la gracia de Dios. Toda esta polémica se centraba en si era necesario circuncidar al cristiano o no, pues la circuncisión representaba para los gentiles que se convertían en someterse a las tradiciones y ritos judíos y “ganarse” la salvación por medio de la justicia de Abraham.
Ya en el segundo siglo, hay escritos de varios “padres católicos” que “torcían” la epístola de Gálatas para dejar de guardar el sábado, las Fiestas Santas, el diezmo y las leyes alimenticias. Ignacio (110 d.C.) en su Epístola a los Magnesios (versión larga y corta) menciona lo siguiente: “Debemos guardar el sábado en una forma espiritual y luego de observar el sábado, guardemos el Día del Señor como una fiesta que conmemora el día de la resurrección… es absurdo seguir a Cristo y a la vez judaizar”. Este último término lo usó Pablo con otro fin en Gálatas 2:14 pero Ignacio lo aplicó al sábado. Más tarde, Justin Mártir (100-165 d.C.) escribió: “La ley que ahora viene ha abrogado la anterior y el pacto nuevo al antiguo” usando la idea de Gálatas 3:17. ¿Qué otra ley hay sino la misma ley de Dios? No hay tal cosa como una “nueva ley”, sino una nueva administración de la misma ley de Dios.
No obstante, estas citas, son pocas las veces que se usa a Gálatas en los primeros siglos para procurar abrogar la ley, pero sí para sostener los argumentos anti-judíos. En realidad, no es hasta el período de la Reforma Protestante en el siglo 16 que aparecen muchos escritos usando Gálatas como el argumento principal para abolir la ley. Los protagonistas fueron Martín Lutero y Juan Calvino que intentaron “reformar” a la Iglesia Católica al abolir las “obras de la ley” católicas como las indulgencias, la penitencia, los rosarios y el culto a las imágenes. Crearon lo que se llamaría más tarde la Teología Reformista y forma la base doctrinal de la mayoría de las iglesias protestantes y evangélicas de hoy. Para ellos, la idea central es la justificación sino por la fe, sin obras. Por eso enseñan que la ley de Dios ha sido abolida y que ahora estamos solo bajo la “gracia”.
Con este fin, Lucero y Calvino interpretaron la epístola de Gálatas para mostrar que “las obras de la ley” eran negativas y debían ser abolidas. Según la Biblia, tenían razón al aplicar este principio a las “obras de la ley” católicas, que no son bíblicas, pero se equivocan al aplicarlo a las leyes de Dios. Terminando haciendo lo que advirtió Pedro, y “torcieron” las Escrituras al atacar la ley de Dios y sentaron las bases para que las iglesias protestantes pudieran convertir “en libertinaje la gracia de Dios”.
Por eso, es tan necesario entender los errores de estas ideas que siguen siendo enseñadas por tantas iglesias. Al respecto, es importante recordar que Pablo era el pastor de las iglesias en Galacia y que dirigía esta carta a ellos no para tratar el tema sobre si se deben guardar los Diez Mandamientos sino para refutar las creencias erradas sobre la ley de unos falsos maestros que habían infiltrado sus congregaciones. Un diccionario bíblico explica: “Se ha complicado mucho la interpretación del Nuevo Testamento y en particular, las epístolas de Pablo, al no tomar en cuenta las diferencias que hay en el término “ley”… No se debe confundir el término aplicado a la ley dada a Moisés con la forma despectiva que Pablo usa la ley al referirse al estado de la persona que mira hacia la ley y las obras de la ley como la forma de ser justificado y aceptado por Dios” (Nuevo Diccionario de la Biblia, “La Ley”).
Una enciclopedia bíblica añade: “La ley mosaica abarcaba tres partes: la ley moral, resumida en los Diez Mandamientos; la ley ceremonial, que explica los ritos; y la ley civil o política, relacionada con la vida nacional del pueblo. Las distinciones de la ley no siempre se definen claramente, aunque en general se refiere a la ley mosaica entera. Sin embargo, a veces el término “ley” se usa en un solo aspecto. Con respecto a cuánto de la ley del A.T. está incluida en el N.T., los teólogos cristianos en general están de acuerdo de que toda la ley moral y ninguna de la ley ceremonial está vigente, pues la ley ceremonial fue cumplida con el sacrificio de Cristo” (La Enciclopedia Internacional de la Biblia, Artículo, “La Ley en el N.T.”).
Un escritor bíblico explica: “La mayoría de los estudiosos de Pablo hacen hincapié en que él no distingue explícitamente entre los aspectos éticos y los ceremoniales de la ley. Esto es cierto, pero la distinción implícita es inevitable y debe ser tomada muy en cuenta. Aunque la circuncisión era un mandamiento de Dios y parte de la ley, Pablo hace una separación entre la circuncisión y los mandamientos de Dios cuando dice: “La circuncisión nada es, y la incircuncisión nada es, sino el guardar los mandamientos de Dios” (1 Corintios 7:19). Al decir esto, separó lo ético de lo ceremonial, lo que es permanente de lo que es temporal” (Teología del Nuevo Testamento, Dr. G. E. Ladd, p. 510).
Así vemos según varios expertos que no se puede usar la palabra “ley” en los escritos de Pablo en forma indiscriminada. Hay que examinar cuidadosamente el contexto para determinar cómo usaba Pablo el término “ley”. Por ejemplo, por una parte, dice que la ley es “justa, y el mandamiento santo, justo y bueno” (Romanos 7:12) y por otra parte habla de la “maldición de la ley” (Gálatas 3:13). O se está contradiciendo Pablo o está usando el vocablo “ley” en distintos sentidos. Veremos que Pablo usó el término “ley” en Gálatas en formas muy diferentes. Por eso, la clave es dejar que las Escrituras se interpreten a sí mismas.
Es importante notar que el Apóstol Pablo explica al principio de la epístola cuál será el tema en discusión y a qué ley se refiere. Dice: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente”(Gálatas 1:6). El problema era que las iglesias recién establecidas en Galacia, compuestas mayoritariamente por gentiles conversos, estaban escuchando a un mensaje de falsos hermanos que era diferente del que les había enseñado Pablo.
Pablo tiene que defenderse de las falsas acusaciones contra él al decir: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según el hombre… sino por revelación de Jesucristo, pues ya habéis oído acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que perseguía sobremanera la iglesia de Dios, y la asolaba, y en el judaísmo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradicionales de mis padres”(Gálatas 1:11-14). Aquí Pablo explica que el evangelio que recibió y predicó no estaba basado en el judaísmo con sus tradiciones y falso enfoque que él había aprendido y ahora había dejado atrás. Aclara que Cristo le había revelado que no debía imponer este judaísmo de la circuncisión, las tradiciones, y el enfoque legalista a los gentiles conversos.
Les dice: “Y expuse en privado a los que tenían cierta reputación el evangelio que predico entre los gentiles. Mas ni aun Tito que estaba conmigo, con todo y ser griego fue obligado a circuncidarse; y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que entraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud a los cuales ni por un momento accedimos a someternos, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros” (Gálatas 2:2-6).
Aquí aparece la definición clave para explicar lo que significan “las obras de la ley”. Veremos aquí que el evangelio que Pablo predicaba a los gentiles abarcaba la libertad de no tener que circuncidarse para ser miembro de la iglesia. Esto era una revelación inaudita y polémica en ese entonces. Según el Antiguo Pacto, para tomar la Pascua, un varón debía ser circuncidado. Dice en Éxodo 12:48: “Ningún incircunciso comerá de ella… si algún extranjero morare contigo y quisiere celebrar la pascua para el Eterno, séale circuncidado todo varón, y entonces la celebrará”.
En ese tiempo, había aprendido que el primer paso para ser miembro del Antiguo Pacto era ser circuncidado. Constituía el primer rito que el varón debía cumplir y representaba someterse a todos los reglamentos ceremoniales y orales del judaísmo y ser justificado por los méritos de Abraham. Pero ahora Cristo había revelado que no sería necesaria la circuncisión para tomar la Pascua del Nuevo Testamento. Por eso para comprender esta epístola es vital entender lo que significaban “las obras de la ley” para Pablo.
Como Gálatas es la epístola predilecta para atacar la ley de Dios, nos hemos detenido más de lo común para entender bien el trasfondo de esta carta. En el siguiente estudio vamos a estudiar más a fondo lo que son “las obras de la ley”.