#319 - Gálatas 3-4: "El ejemplo y la simiente de Abraham; ¿Cuál es el ayo de la ley?"

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#319 - Gálatas 3-4

"El ejemplo y la simiente de Abraham; ¿Cuál es el ayo de la ley?"

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Vamos a ver que la epístola a los Gálatas, como todas las cartas de Pablo que Dios inspiró, es de gran belleza e instrucción; pero a la vez, es difícil de entender algunas de sus expresiones. El comentarista F. F. Bruce explica que esto se debe a que Pablo tuvo mucha prisa al escribir esta epístola porque falsos hermanos habían entrado en las congregaciones. Por eso, para poder comprender bien esta epístola usaremos una nueva técnica: la de insertar con corchetes un comentario al texto para mejor aclarar las expresiones y no desviarnos del contexto.Hasta el momento hemos visto cómo Pablo va metódicamente haciendo su caso ante los gálatas de que no deben dejarse engañar por los "falsos hermanos introducidos a escondidas" (Gálatas 2:4).

Lo primero que hace es recalcar el amor que Dios les tiene (Gálatas 1:1-4) y luego se enfoca en el problema que tienen: el haberse desviado del verdadero evangelio que les había enseñado y en vez, seguir uno falso (Gálatas 1:6-10). Comienza defendiendo el auténtico evangelio que había recibido directamente de Cristo (Gálatas 1:11-12). 

Esta revelación cambió su percepción de lo que en realidad deseaba Dios: no la fe judía con sus tradiciones basadas en obras de la ley que se habían apartado de la verdadera religión del Antiguo Testamento (Gálatas 1:13-14). Cuando recibió la comisión de parte de Cristo para predicar el nuevo evangelio de la incircuncisión entre los gentiles con el énfasis en el bautismo y no en la observancia de ritos y tradiciones que caracterizaban al judaísmo. Pablo fue a Jerusalén donde recibió el apoyo de los apóstoles respecto a este nuevo mensaje (Gálatas 1:15-24). Luego unos catorce años después, fue de nuevo a Jerusalén, ya como apóstol, y no permitió que los falsos hermanos entre la iglesia allí obligaran a Tito, un ministro gentil, a circuncidarse y convertirse en judío. 

De nuevo, los apóstoles allí apoyaron a Pablo y este evangelio de la incircuncisión hacia los gentiles conversos (Gálatas 2:1-9). Pero Pablo relata que más tarde: Pedro sucumbió al falso evangelio de querer circuncidar a los gentiles y someterlos a las leyes de la pureza ritual para comer con ellos y no quedar ceremonialmente impuro. Pedro sabía por el incidente con Cornelio en Hechos 10 que Dios ya no consideraba a los gentiles conversos e incircuncisos como ritualmente impuros, pero se debilitó ante una comitiva de falsos hermanos judío-cristianos que fingían tener el apoyo del apóstol Santiago. Pablo tuvo que reprender a Pedro, Bernabé y los demás que se dejaron llevar por este engaño (Gálatas 2: 11-14). Lo más probable es que todo esto ocurrió antes de la Conferencia Ministerial en Jerusalén descrita en Hechos 15, pues si sucediera después, Pablo podría haber mostrado el decreto mandando que los gentiles conversos no se circuncidaran (Hechos 15:23-29), y, fin del cuento. Pero antes de esa conferencia, en Antioquia es donde Lucas menciona que estalló esta polémica que suscita este debate (Hechos 14:26-15:3). Allí es donde Pablo introduce el término "obras de la ley" para distinguir entre el evangelio que él enseñaba de la incircuncisión en contraste con lo que enseñaban estos falsos hermanos. Dijo claramente: “Como vieron [los apóstoles] que me había sido encomendado el evangelio de la incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión (pues el que actuó en Pedro para el apostolado de la circuncisión, actuó también en mí para con los gentiles), y reconociendo la gracia que me había sido dada, Jacobo, Cefas y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra en señal de compañerismo, para que nosotros fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión” (Gálatas 2:7-9). 

Es obvio aquí que todos los apóstoles estaban de acuerdo con guardar los mandamientos de Dios, pero la cuestión era: ¿es necesario para los gentiles conversos la circuncisión, las purificaciones, los sacrificios y las tradiciones? ¿Deberían someterse a todo esto para agradar a Dios? Cristo les había revelado que no era necesario. Por eso, Pablo usa el término "obras de la ley" para distinguir y separar un grupo de leyes bíblicas que ya no se aplicarían a los gentiles, mencionado por Santiago en Hechos 21:24-25.

Luego Pablo dice: "Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío [persona sometida a todas estas leyes rituales, empezando por la circuncisión, para ser ceremonialmente puro) vives como los gentiles y no como judío [ya no sujeto a todas estas ceremonias para ser justo ante Dios). ¿Por qué obligas a los gentiles a judaizar [someterlos a todos estos ritos]? Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles [en cuanto a estar ritualmente limpios desde que fueron circuncidados en el octavo día] sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley [ahora ya sabían que ese sistema de justificación quedó caducado], sino por la fe de Jesucristo [por la fe en el sacrificio de Cristo que nos limpia de todo pecado], nosotros también hemos creído en Jesucristo para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley [ese sistema anterior de ser justificados], por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado [pues esos sacrificios y ritos no removían en realidad los pecados de uno]. Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores [por los judíos al comer con gentiles que son ritualmente inmundos], ¿es por eso Cristo ministro de pecado [al permitirles comer así con los gentiles)? En ninguna manera. Porque si las cosas que destruí [al antes apartarse de comer con los gentiles incircuncisos para mantenerse ritualmente puro], las vuelvo a edificar [vuelve a levantar esas barreras rituales], transgresor me hago [ante Cristo]. Porque yo por la ley [la que ahora Cristo estableció para los gentiles y los judíos creyentes], soy muerto para la ley [de los ritos que separan a los judíos de los gentiles que ya no rigen]. Con Cristo estoy juntamente crucificado [le debo toda la obediencia y lealtad al Salvador, aunque signifique sufrir como él], y ya no vivo yo [como antiguamente lo hacía bajo las obras de la ley (vea Filipenses 3:2-14)], mas vive Cristo en mí [como él ha instruido]; y lo que ahora vivo en la carne [el resto de mi vida], lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí [su sacrificio perdonó mis pecados y es suficiente sin las obras de la ley]. No desecho la gracia de Dios [ese perdón y favor que desecharía si se volviera a someterse a las obras de la ley para la justificación]; pues si por la ley [aquí Pablo abrevia el término 'obras de la ley' por primera vez] fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo [para qué murió Cristo si se puede justificar uno por esas obras de la ley – ritos, purificaciones y sacrificios]? (Gálatas 2:14-21).

Ahora seguimos con el capítulo tres, añadiendo lo necesario para esclarecer el texto que fue escrito por Pablo con mucha rapidez. Dice: "¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a la verdad [del evangelio de la incircuncisión recién explicado por Pablo], a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado [al morir por nuestros pecados para no necesitar las obras de la ley como la circuncisión, los ritos, las purificaciones y sacrificios para ser justificados]. Esto solo quiero saber de vosotros. ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe [¿Fueron convertidos al estar circuncidados y ritualmente puros? Claro que no]. ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu [como lo hizo Cornelio], ahora vais a acabar por la carne [al ser circuncidados]. ¿Tantas cosas habéis padecido en vano [el proceso de la conversión]? Si es que realmente fue en vano. Aquel, pues, que os suministra el Espíritu [Dios], y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley [porque están debidamente circuncidados y ritualmente limpios – claro que no] o por el oír con fe? [esa fue la manera correcta)" (Gálatas 3:1-5).

Pablo ahora usa el ejemplo de cómo fue justificado Abraham: "Así también Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia [fue perdonado y aceptado por Dios sin ser en ese entonces circuncidado o guardar. todos esos ritos. En Romanos 4:9-10. Pablo aclara el mismo punto: "Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia. ¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión”]. Sabed por tanto que los que son de fe éstos son hijos de Abraham [los que creen y obedecen a Dios de corazón sin preocuparse ahora de la circuncisión y las otras obras de la ley. Como dijo Pablo en otra parte: "la circuncisión nada es y la incircuncisión nada es sino el guardar los mandamientos de Dios" (1 Corintios 7:19)]" (Gálatas 3:6-7).

Continúa: "Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles [por creer y aceptar el sacrificio de Jesucristo], dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones [que incluyen a israelitas y gentiles al traer el descendiente de Abraham que pagaría los pecados de todos con su sacrificio]. De modo que los de la fe [en el sacrificio de Cristo] son bendecidos con el creyente Abraham. Porque todos los que dependen de las obras de la ley [de todos estos ritos y purificaciones para ser justificados] están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas [pues cada infracción demandaba un sacrificio o un castigo, o si no, quedaba condenado y en muchos casos, ceremonialmente impuro]. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente. Porque: El justo por la fe vivirá [y no por el sistema de ser justificado por las obras de la ley]: y la ley no es de fe [no es el mismo sistema de justificación], sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas (Levítico 18: 5) [hablando de todas esas leyes, que, si uno falla en cualquiera de ellas, queda bajo la condena de la ley]. Cristo nos redimió de la maldición de la ley [la condena de la ley], hecho [Jesucristo] por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero,), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles [aunque fueran ceremonialmente impuro, por el sacrificio de Cristo, son hechos limpios ante Dios y perdonados de todo pecado] a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu [pudiesen ser convertidos].

Sigue Pablo: "Hermanos, hablo en términos humanos [en forma legal]: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade [el pacto que Dios hizo con Abraham tenía sus condiciones antes de que entrara en vigor el Antiguo Pacto]. Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a su simiente, la cual es Cristo. Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo [de que eventualmente vendría como Salvador de toda la humanidad para perdonar y justificarla] la ley que vino cuatrocientos treinta años después [con todas las demás leyes y estipulaciones para el pueblo israelita] no lo abroga, para invalidar la promesa [de ese sistema mejor y final de justificación]. Porque si la herencia [de Abraham] es por la ley [al ser circuncidado y someterse a todas las leyes ceremoniales] ya no es por la promesa [de la justificación por la fe en Cristo]; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa [de esa simiente venidera]” (Gálatas 3:15-18).

Continúa Pablo: “Entonces, ¿para qué sirve la ley? [¿por qué Dios añadió todas esas estipulaciones sobre la circuncisión y las leyes ceremoniales para la justificación?]. Fue añadida a causa de las transgresiones [para frenar las muchas transgresiones de un pueblo mayoritariamente carnal y no fiel como Abraham, y por eso se impusieron estas “ofrendas y sacrificios que no pueden hacer perfecto, en cuanto a la conciencia, al que practica ese culto, ya que consisten sólo de comidas y bebidas, de diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el tiempo de reformar las cosas”, (Hebreos 9:9-10)], hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador [por medio de Moisés, un hombre imperfecto]. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno [la simiente, siendo Dios, hizo un mucho mejor pacto, sin necesidad de un mediador humano]. ¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? [¿Acaso se equivocó Dios al dar todas estas leyes adicionales al pueblo carnal de Israel?]. En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar [realmente justificar al pecador], la justicia fuera verdaderamente por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado (bajo la condena del pecado], para que la promesa que es por la fe en Jesucristo [la venida de la Simiente Redentora] fuese dada a los creyentes, Pero antes que viniese la fe [en la Simiente Redentora], estábamos confinados bajo la ley [bajo la condena de la ley], encerrados [culpables] para aquella fe [basada en la Simiente Redentora] que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro ayo [guardián])".

Explica el Diccionario Ilustrado de la Biblia sobre el ayo: "Traducción de la voz gr. Paidagogos que significa "el que guía a los niños", pero que no alude a la figura del maestro (de otro término en gr., didaskalos. En el mundo grecorromano, los primeros años del niño transcurrían en el 'gineceo', bajo la vigilancia de la madre y de la 'nutricia'. Pero a los 7 años el niño abandonaba el control femenino para pasar a manos del ayo, cuya función era acompañar a su joven amo en las salidas diarias, cuando iba a la escuela, a la palestra, o a cualquier ceremonia pública. Le llevaba su equipo escolar, y por la calle cuidaba de que el niño observara una conducta decente, caminara con los ojos bajos y cediera el paso a las personas mayores" (p. 62). Si era necesario, el ayo tenía la autoridad para disciplinar.

Pablo sigue: "De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo [cuidamos y disciplinarnos en el camino recto] a fin de que fuésemos justificados por la fe [que vendría con la Simiente Redentora]. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo [bajo esas leyes de duras obras que debían frenar nuestros deseos carnales hasta el tiempo para reformar ese sistema], pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús [sin las obras de la ley de la circuncisión y los ritos]; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos [sin la necesidad de ser circuncidados y someterse a todas las leyes que son “ayos” o un “yugo”, pues ahora el bautismo sustituye todo esto, y uno queda purificado ante Dios de todos los pecados. No necesita ya este viejo sistema de ser ritualmente purificado]. Ya no hay judío ni griego [todas las leyes de ese ayo que diferencian a un judío de un griego quedan eliminadas]; no hay varón ni mujer [las leyes que levantaban una barrera social. racial y espiritual entre el hombre y la mujer quedaban abolidas]. Porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús [al estar convertidos todos son espiritualmente iguales ante Dios]. Y si vosotros sois de Cristo [bautizados en él], ciertamente linaje de Abraham sois [aunque no sean circuncidados, y no importa la raza], y herederos según la promesa [en la Simiente])" (Gálatas 3:24-29).

Sigue Pablo: "Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo [pues es tratado por el ayo con severidad y disciplina, y no puede quejarse o cambiar el sistema de las obras de la ley]; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre [de reformar todas las cosas y asumir el control]. Así también nosotros, cuando éramos niños [como fue Pablo en el judaísmo al seguir todas esas obras de la ley] estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo [bajo toda esa enseñanza básica de 'las tradiciones de los padres' (Gálatas 1:14) que Pablo dijo fue “instruido a los pies de Gamaliel estrictamente conforme a la ley de nuestros padres" (Hechos 22:3, pero que ahora consideraba "como pérdida por amor de Cristo" (Filipenses 3:7). Pues, como sigue Pablo: "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo [cuando llegaría la Simiente Redentora]. Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley [el antiguo sistema de justificación por las obras de la ley estaba vigente] para que redimiese a los que estaban bajo la ley [bajo ese antiguo sistema de justificación], a fin de que recibiésemos la adopción de hijos [bajo un nuevo sistema de justificación]. Y por cuanto sois hijos [al ser gentiles conversos e incircuncisos], Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo) el cual clama: ¡Abba [significa Papito]. Padre! Así que ya no eres esclavo [no están bajo el antiguo sistema de justificación por las obras de la ley], sino hijo: y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo [bajo la nueva forma de justificación sin necesidad de la circuncisión y ritos]" (Gálatas 4:1-7).