#157 - Ester 1-4
"La valentía de Ester"
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#157 - Ester 1-4: "La valentía de Ester"
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Aquí veremos que él considera a las mujeres como iguales de capacidad y valentía. Ya hemos estudiado en la Biblia el gran valor de mujeres como Débora y Rut. Ahora nos toca incluir a Ester como otro gran ejemplo.
Como en el libro de Nehemías, el relato de Ester se sitúa durante el Imperio Persa. De hecho, como se mencionó en estudios anteriores, según los datos históricos, el libro de Ester es unos pocos años anteriores al de Nehemías aunque éste viene primero. Quizás hasta estuvo viva Ester cuando Nehemías fue copero del siguiente rey, Artajerjes. Veamos el esquema:
Fue entonces en el reinado de Jerjes que comienza el libro de Ester. Es importante notar que este rey es llamado Asuero en la Biblia, que es su nombre en hebreo. En griego es Jerjes, como es conocido en la historia, pero en su idioma original de persa es Shayarsa.
"Aconteció en los días de Asuero… que reinó desde la India hasta Etiopía sobre ciento veintisiete provincias" (Ester 1:1).
El Imperio Persa seguía en su apogeo de esplendor, aunque con una próxima derrota griega, comenzaría a menguar. Mientras tanto, era tan extenso, como acabamos de leer, que lo dividieron en 127 regiones. Para confirmar que el relato bíblico no exagera, en las excavaciones de la capital persa, Persépolis, (1931-1939), hallaron los restos del palacio de los reyes Darío y Jerjes. En el salón principal hay una serie de relieves que "representan la entrega de tributos de las varias regiones de su imperio, aparecen los representantes de la India y de Etiopía" (Comentario Arqueológico de la Biblia, pp. 158, 159).
Recuerden que este es el segundo imperio mundial descrito en la imagen de Daniel 2:32. Es denominado como de plata, pues era inferior en calidad al babilónico. Sin embargo, al igual que la plata es más duro y fuerte que el oro, así el Imperio Persa era militarmente más potente.
El relato comienza con la celebración de las victorias y las riquezas persas durante los primeros tres años del reinado de Jerjes (Ester 1:3). Trajo a todos los gobernadores de las regiones y festejó con la crema y nata de la sociedad persa. Las celebraciones durarían seis meses.
Fue tan exitosa esta celebración que, como agradecimiento al pueblo de Susa, la capital invernal, el rey decidió hacer otra fiesta de siete días para ellos (Ester 1:5). La reina Vasti también hizo una celebración durante el mismo tiempo para las mujeres, ya que la ley persa prohibía mezclar a los esposos y las esposas. Todo marchaba muy bien hasta que el rey, algo ebrio, pidió traer a la reina a su banquete para que todos sus hombres la admiraran por su gran belleza. La sorpresa fue tremenda cuando ella rehusó venir. Aparentemente, nunca había sucedido antes que una reina se negara a obedecer a su esposo. El rey quedó avergonzado ante sus hombres y se enojó mucho.
Ahora bien, la reina tenía sus razones y lamentablemente, como nos dice la Biblia, "estando el corazón del rey alegre del vino" tomó una decisión desatinada. Dice el Comentario Exegético:
"La negativa de Vasti de obedecer una orden que exigía que ella hiciera una exposición indecente de su persona ante una compañía de borrachos festivos, fue propia tanto de la modestia de su sexo como de su calidad de reina. Según las costumbres persas, la reina, más que las esposas de otros hombres, era retirada de la mirada pública; y si no estuviera la sangre del rey recalentada por el vino, él habría entendido que su propio honor, tanto como el de ella, era defendido por la conducta sería de ella… Es apenas posible que nos imaginemos el asombro producido por semejante negativa en un país y en una corte donde la voluntad del soberano era absoluta… Los grandes que estaban reunidos quedaron petrificados de horror por una afrenta tan atrevida; alarma por las consecuencias que podrían resultar para cada uno de ellos en su propia casa… Se resolvió unánimemente que el castigo de Vasti no fuese nada menos que la degradación de su dignidad real" (p. 381).
De ese modo, comenzó la búsqueda de una nueva reina. Se llevaría a cabo un "concurso" de belleza y elegancia para determinar la elegida.
Entre estas muchachas estaba Ester, quien vivía en Susa con su tío, Mardoqueo. Ella era huérfana y su tío la cuidaba. Dice la Biblia: "Y la joven era de hermosa figura y de buen parecer" (Ester 2:7). Entonces fue elegida para ser parte de este "concurso de belleza". Pronto empezó la selección y ella era una de las favoritas.
"Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres. Y la doncella agradó a sus ojos y halló gracia delante de él, por lo que hizo darle prontamente atavíos y alimentos, y le dio también siete doncellas especiales de la casa del rey… Ester no declaró cuál era su pueblo ni su parentela, porque Mardoqueo le había mandado que no lo declarase. Y cada día Mardoqueo se paseaba delante del patio de la casa de las mujeres, para saber cómo le iba a Ester, y cómo la trataban… después de haber estado doce meses… entonces la doncella venía así al rey… Cuando le llegó a Ester... ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían… Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti" (Ester 2:8-17).
De este modo tenemos algo insólito – una reina israelita como esposa del hombre más poderoso del mundo de ese entonces. Dos veces anteriores encontramos a un israelita al lado de otro emperador mundial, Daniel en Babilonia y José, como primer ministro del Faraón. Veremos que de la misma manera esto no era al azar, sino que Dios tenía un gran propósito para salvar a su pueblo de una gran calamidad. José, una vez encumbrado, le dijo a sus hermanos:
"Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto" (Génesis 45:7-8).
Así, Dios previniendo un futuro desastre, colocó a Ester en el lugar donde podría librar a su pueblo en el futuro. Mientras tanto, Mardoqueo, siempre alerta, le avisó a Ester que no revelara su origen judío y ella lo obedeció.
Como Mardoqueo siempre estaba cerca del palacio para saber de Ester, presenció la salida de dos eunucos del palacio que estaban furiosos. Sin darse cuenta que él podía escucharlos, determinaron "poner mano en el rey Asuero", es decir, matarlo. Como Mardoqueo era un ciudadano leal, le contó a Ester para que le advirtiera al rey. El rey, acostumbrado a estos complots, investigó y confirmó que era cierto. Los eunucos fueron hallados culpables y colgados (Ester 2:23). Los hechos con la denuncia de Mardoqueo fueron registrados. El poder escuchar una conspiración secreta era la segunda intervención milagrosa para librar al pueblo de Dios. Ahora llegamos al gran desastre que se avecina sobre el pueblo judío. Es causado inadvertidamente por la obediencia de Mardoqueo a la Ley de Dios. Tiene que ver con un funcionario vanidoso y orgulloso del rey, llamado Amán.
“Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán… y lo honró, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él. Y todos los siervos del rey que estaban a la puerta del rey se arrodillaban y se inclinaban ante Amán, porque así lo había mandado el rey; pero Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba. Y los siervos del rey que estaban a la puerta preguntaron a Mardoqueo: ¿Por qué traspasas el mandamiento del rey? Aconteció que hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, lo denunciaron a Amán, para ver si Mardoqueo se mantendría firme en su dicho; porque ya él les había declarado que era judío. Y vio Amán que Mardoqueo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y se llenó de ira. Pero tuvo en poco poner mano en Mardoqueo solamente, pues ya le habían declarado cuál era el pueblo de Mardoqueo; y procuró Amán destruir a todos los judíos que había en el reino de Asuero, al pueblo de Mardoqueo… y fue echada Pur, esto es, la suerte… y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar. Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir. Si place al rey, decrete que sean destruidos; y yo pesaré diez mil talentos de plata a los que manejan la hacienda para que sean traídos a los tesoros del rey. Entonces el rey quitó el anillo de su mano, y lo dio a Amán… enemigo de los judíos, y le dijo: La plata que ofreces sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de él lo que bien te pareciere… y fueron enviadas cartas por medio de correos a todas las provincias del rey, con la orden de destruir, matar y exterminar a todos los judíos, jóvenes y ancianos, niños y mujeres, en un mismo día, en el día trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y de apoderarse de sus bienes… Y el rey y Amán se sentaron a beber; pero la ciudad de Susa estaba conmovida… Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor" (Ester 3:1-4:1).
Por todo el reino de Persia se dieron las noticias, y el pueblo judío, que era considerable y muchos eran prósperos y notables ciudadanos, se vistieron de luto. Cuando las noticias llegaron a Ester, como ella había ocultado su nacionalidad, nadie sospechaba de ella, pero sabían que tenía un amigo, Mardoqueo, que estaba vestido de cilicio. Ella envió a un eunuco a indagar la razón por todo esto, pues estaba en el harén del palacio, y muchas veces las noticias eran limitadas por el poco contacto permitido.
El eunuco habló con Mardoqueo y le informó a la reina del complot de Amán. También le contó que Mardoqueo confiaba en ella para hablar al rey y persuadirlo de revocar la orden. Pero ella sabía que había una ley que le impedía hablar con el rey. Le envió a decir a Mardoqueo:
"Todos los siervos del rey, el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior del rey para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a él: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta días " (Ester 4:11).
Aunque Ester deseaba ver al rey y era valiente, esta acción seguramente le costaría la vida, pues aparentemente, no había casos anteriores de alguien que sobreviviera.
Sin embargo, Mardoqueo, como hombre de fe, sabía que ella era la indicada para presentarse ante el rey. Le dijo:
"No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, RESPIRO Y LIBERACIÓN VENDRÁ DE ALGUNA OTRA PARTE para los judíos: mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y QUIÉN SABE SI PARA ESTA HORA HAS LLEGADO AL REINO? (Ester 4:13-14).
Renuentemente, Ester quedó convencida que tenía que presentarse ante el rey, aunque le costara la vida. Pero no lo iba a hacer sin primero ir a Dios en ayunas junto con su pueblo para pedirle ayuda.
"Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: Ve y reúne a todos los judíos que se hallan en Susa, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche y día; yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y entonces entraré a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mandó Ester" (Ester 4:15-17).
¡He aquí una mujer valiente! Estaba dispuesta a entregar su vida cómoda y segura por su pueblo. Veremos en el siguiente estudio como a veces, cuando el pueblo de Dios parece estar en las fauces de ese león el diablo, Dios lo rescata en las formas más increíbles.
Dios le dijo a su pueblo que nunca lo iba a desamparar y Cristo nos dice lo mismo en Mateo 28:20: "...y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Debemos siempre confortarnos y consolarnos con esas palabras, pues aunque las pruebas son difíciles, no se pueden comparar con las que Ester tendrá que afrontar. Veremos la próxima vez cómo salen de esta situación que aparentemente no tenía salida.