#076 - Números 10-13: "Las Trompetas; Codornices; Pecado de María y Aarón"

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#076 - Números 10-13

"Las Trompetas; Codornices; Pecado de María y Aarón"

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Con un inmenso terreno que cubrir, unos 19 kilómetros cuadrados según los cálculos, era imposible avisar en voz alta a todo el pueblo cuando debían movilizarse. Por eso Dios entrega la solución de usar trompetas, tal como se usan aún hoy día para ciertas funciones en la mayoría de los ejércitos del mundo. “Hazte dos trompetas de plata; de obra de martillos las harás, las cuales te servirán para convocar la congregación y para hacer mover los campamentos” (Números 10:1). El historiador y sacerdote Josefo nos describe estas trompetas:

“De largo tenía poco menos de un codo. Estaba compuesta de un tubo angosto, algo más delgado que una flauta pero suficientemente ancho como para que pasara el aliento de la boca de un hombre. Terminada en forma de campana”.

Trompetas

Dios establece tres diferentes motivos para usar estas trompetas:

  1. Cuando ambas suenan sería para convocar a toda la congregación. Esto incluye los días sábado para los servicios, las Fiestas Santas, al principio del año de Jubileo, y para anunciar el primer día del mes lunar (Números 10:3-10).
  2. Cuando una sola trompeta toca es para reunir a los líderes de la congregación ante Moisés – era un tipo de conferencia ministerial, como la Iglesia hace hoy día (Números 10:4).
  3. Cuando las trompetas tocan con el sonido de alarma, es para movilizar primero los que están en la vanguardia y la segunda vez que tocan es para movilizar a los del sur.

Sólo los sacerdotes estaban autorizados para tocar las trompetas, Dios les prometió que él escucharía las trompetas y los salvaría de los enemigos.

Hoy día, la Iglesia guarda la cuarta Fiesta Santa, que se llama la Fiesta de Trompetas (Levítico 23:24). Hay tres aplicaciones de las trompetas en la vida cristiana, una cotidiana, otra colectiva y otra profética.

  1. La cotidiana es que cuando uno se encuentra en peligro o requiere la ayuda de Dios, elevamos a él nuestras oraciones en forma ferviente y a veces con fuerte clamor. El apóstol Pablo nos dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias" (Filipenses 4:6). Las oraciones de muchos hombres de Dios eran muchas veces en momentos difíciles con gran clamor (vea muchos de los Salmos; Lucas 22:44).
  2. La forma colectiva es enviar como Iglesia el mensaje de alarma al mundo sobre la pronta venida de Jesucristo a la Tierra: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el. mundo para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin" (Mt 24:14).'También Dios exhorta a sus ministros lo siguiente: "Clama a voz en cuello, no te detengas; alza tu voz como trompeta y anuncia a mi pueblo su rebelión y a la casa de Jacob su pecado" (Isaías 58:1). Esto lo hace la Iglesia mediante el poderoso medio de comunicación como la televisión y las publicaciones como las revistas que se envían en forma gratuita al mundo entero.
  3. La manera profética de las trompetas como las 7 trompetas de Apocalipsis que anunciarán eventos conmovedores como la venida de Jesucristo (Apocalipsis 8-9). Cada vez que celebramos la Fiesta de Trompetas nos acordamos de esos poderosos símbolos dados por Dios a su pueblo para no perder la memoria de los propósitos que tiene en mente. “y seréis recordados por el Eterno vuestro Dios, y seréis salvos de vuestros enemigos...y os serán por memoria delante de vuestro Dios" (Números 10:9-10).

Con este último detalle cumplido, el pueblo de Israel parte del área del Monte Sinaí hacia la Tierra Prometida. El historiador judío Josefo nos menciona cómo era el campamento: "Era como un mercado bien ordenado; todas las cosas estaban bien arregladas y preparadas para vender. En los puestos había toda clase de artículos; parecía una ciudad que a veces se traslada y a veces queda fija". Algunos pueden pensar que el pueblo de Israel era ocioso mientras cruzaban el desierto pero no era así. Había artesanos, comerciantes, médicos para fijar huesos, ayudar con los dientes, etc. No se debe pensar que hubo una suspensión de la vida diaria. Y a veces pasaban mucho tiempo en un lugar. El maná caía fielmente cada día y como veremos, el agua venía por la intervención de Dios.

En el año segundo, en el mes segundo, a los veinte días del mes, la nube se alzó del tabernáculo del testimonio. Y partieron los hijos de Israel del desierto de Sinaí según el orden de marcha y se detuvo la nube en el desierto de Parán... Así partieron del monte del Eterno camino de tres días y el Arca del Pacto del Eterno fue delante de ellos camino de tres días, buscándoles lugar de descanso" (Números 10:11-33).

En tres días ya se escucharon las murmuraciones de costumbre: "Aconteció que el pueblo se quejó a oídos del Eterno; y los oyó el Eterno y ardió su ira y se encendió en ellos fuego del Eterno y consumió uno de los extremos del campamento…Y llamó a aquel lugar Tabera (incendio) porque el fuego del Eterno se encendió en ellos (Números 11:1-3).

Antes de juzgar muy severamente al pueblo, debemos entender sus condiciones, pues a veces uno se puede sentir muy superior en constancia que ellos. Josefo nos relata lo siguiente: "Después de obtener esa maravillosa liberación, los hebreos se encontraron con el problema del campo, que era completamente desierto y no daba ningún sustento. Había también muy poca agua, que era insuficiente para los hombres y no alcanzaba para dar de beber al ganado. La tierra estaba reseca y no tenía humedad que permitiera nutrir vegetales. Se vieron obligados a viajar por ese campo, porque no había otro por el que pudieran  hacerla. Habían llevado consigo agua de la tierra por donde habían viajado antes, pero cuando se hubo consumido, se vieron obligados a sacar agua de pozos, penosamente, por la dureza de la tierra… Moisés vio que el pueblo estaba decaído y que las palabras no serían eficaces en esas circunstancias; porque no se trataba de un ejército corriente de hombres que podía oponer fortaleza masculina a la necesidad que los agobiaba. La multitud de los niños, y también de las mujeres demasiado débiles para ser persuadidos por la razón entorpecían el valor de los hombres. Moisés se vio por eso en grandes dificultades y tuvo que cargar con las calamidades de todos. Porque todos corrieron hacia él a pedirle socorro. Las mujeres pedían por sus niños, los hombres por las mujeres, que no los abandonaran y buscara algún medio de salvarlos”.

El medio era más difícil de lo que nosotros hemos pasado, y hemos visto para nuestra vergüenza a miembros quejarse igual que lo hacían en los tiempos de Moisés por cosas mucho menos penosas.

Volvamos de nuevo al relato. De poco sirvió las advertencias que Dios les dio sobre los murmullos. Recuerden que en este contexto, el murmullo, tal como el diccionario lo define es: “hablar entre dientes, manifestando queja o disgusto por alguna cosa… conversar en perjuicio de un ausente, censurando sus acciones” (Diccionario Real Academia).

El siguiente incidente añade un nuevo elemento a las quejas: “Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo” (Números 11:4). Aquí vemos que no todos eran del pueblo de Israel, y ante las pruebas muchos de ellos no tenían el mismo compromiso a Dios y a Moisés. Así también es en la Iglesia de Dios, no todos los que se congregan tienen el mismo compromiso y fe en Dios. Recuerden, sí que debemos ayudar a los más débiles en la fe para que se fortalezcan: “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos” (Romanos 15:1) Esto equivale a los hombres fuertes de Israel que podían ayudar y a proteger a las mujeres y los niños. Ahora, sin embargo, es la fe y no la fortaleza física lo que más vale.

No obstante, “la multitud mixta” en general se refería a los que no compartían la fe de los Israelitas. Tal como el Apóstol Juan habló de los falsos hermanos que se oponían a él y a la Iglesia: “Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen, sido de nosotros, habrían permanecido con, nosotros pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros" (1 Juan 2:19).

La rebelión esta vez tuvo la falta de carne como objetivo principal: "y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne! Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos… y la ira del Eterno se encendió en gran manera; también le pareció mal a Moisés" (Números 11:4-10).

Antes de precipitarnos en juicio, recuerden que habían comido el mismo maná por todo un año, y ya saben lo difícil que es para el ser humano comer lo mismo todos los días por un año. Hay personas convertidas que se quejan de comer lo mismo “por un solo día”. Cuando comemos juntos en la Fiesta de los Tabernáculos, siempre hay unos pocos que quedan disconformes, o quieren comer más, o cosas distintas aunque todo es servido de alta calidad. ¿Ven cómo cuando comparamos la actitud de los israelitas con la nuestra en forma práctica ya no parecen tan exageradas las quejas? Esto nos sirve para apreciar lo que tenemos.

A todo esto, el tener Moisés que tratar todos los problemas de esta inmensa multitud lo tenían al borde de un colapso nervioso. “Y dijo Moisés al Eterno: ¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿y por qué no he hallado gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre mí? ¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré yo, para que me digas: Llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a la tierra de la cual juraste a sus padres? ¿De dónde conseguiré yo carne para dar a todo este pueblo? Porque lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal” (Números 11:11-15).

Aquí vemos que Moisés era humano y que su preocupación no era por él mismo pues él comía del mismo maná, sino por servir a su pueblo con una petición que le parecía imposible. Dios amaba a Moisés por su obediencia y amor hacia los demás y entendió su petición. Le pidió a Moisés por su obediencia y amor hacia los demás y entendió su petición. Le pidió a Moisés que designara a 70 de los líderes para que recibieran una parte del Espíritu Santo que estaba en Moisés. Vemos otra vez la característica de la mansedumbre de Moisés al recibir dos de los ancianos que no estuvieron presentes ese espíritu y profetizaron sin cesar. Al verlos Josué, le pidió a Moisés que interviniera, pues parecía como si le hacían competencia a él. Pero Moisés le dijo: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo del Eterno fuese profeta, y que el Eterno pusiera su espíritu sobre ellos" (Números 11:29).

Respecto a ese espíritu que recibieron el Comentario Exegético explica; "Como aquellos ancianos fueron constituidos gobernadores civiles, su "profetizar" tendría que entenderse como la ejecución de sus deberes civiles y sagrados, con la ayuda de aquellos dones que habían recibido, y por su "no cesar", o que ellos continuaron ejerciendo sus dones sin interrupción el primer día (véase 1 Samuel 19:24), o que éstos eran dones permanentes, los cuales los clasificaron en un grado eminente para cumplir los deberes de magistrados públicos".

Cuando Dios les dijo que les iba a traer carne para "un mes", Moisés y los israelitas no podían ver cómo era posible. Dios les contestó: "¿Acaso se ha acortado la mano del Eterno?" (Números 11:23). Como dijo Cristo más tarde: "Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios" (Lucas 18:27), y así fue. Dios trajo una inmensa bandada de codornices, que suelen pasar por esa región pero desde luego, pasan por encima. El gran milagro fue la inmensa cantidad de las aves, el momento, y que cayeron mansamente a la tierra. Se recogieron "millones" de aves "casi dos codos (50 centímetros) sobre la faz de la, tierra… el que menos recogió, diez montones" (Números 11:31-32).

"Desde el África, que en verano resulta insoportable por el calor y la sequía, los pájaros, desde tiempos antiquísimos, se dirigen a Europa siguiendo dos rutas. Una de ellas lleva desde la punta occidental de África a España la segunda, alrededor del Mediterráneo Oriental a los Balcanes. Entre las aves peregrinas se encuentran las codornices, que en los primeros meses del año pasan por encima de las aguas del Mar Rojo, que tienen que atravesar en su ruta hacia el Este. Cansadas de tanto volar, se dejan caer algunas en las llanuras costeras para recuperar sus fuerzas a fin de realizar después el vuelo por encima de las altas montañas hasta alcanzar el  mediterráneo. Flavio Josefo da cuenta de este hecho; pero aún en nuestros días, en los meses de primavera y otoño, los beduinos cazan algunas con la mano en aquella misma comarca a las cansadas codornices” (Y La Biblia Tenía Razón, Keller, p. 131-132).

Una vez capturadas y asadas, lo primero que hizo el pueblo fue devorarlas. ¿Pueden adivinar qué fue lo, que se les olvidó hacer antes de comerlas? Correcto. Se les olvidó DAR GRACIAS A DIOS EN ORACIÓN. Es falta de reconocimiento por el gran milagro que Dios había hecho y la terrible ingratitud mereció el castigo que recibieron: "Aún estaba la carne entre los dientes de ellos, antes que fuese  masticada, cuando la ira del Eterno se encendió en el pueblo, e hirió el Eterno al pueblo con una plaga muy grande. Y llamó el nombre de aquel lugar Kibrot-hataava (tumbas de los codiciosos)" (Números 11:33-34). El comer sin dar las gracias de Dios es un tipo de codicia, pues parece que ponemos la comida antes que Dios. Debemos siempre dar gracias a Dios ante una comida, como nos dio. Cristo el ejemplo, "porque del Señor es la tierra y su plenitud" (1 Corintios 10:26).

Tras el fracaso de esta prueba viene otro, esta vez de parte de los hermanos de Moisés. "María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado el Eterno? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Números 12:1-2).

“En hebreo, “mujer cusita”, pues Arabia era llamada generalmente en las Escrituras la tierra de Cus, porque sus habitantes eran descendientes de aquel hijo de Cam (Génesis 10:6) y generalmente era considerada una raza vil y despreciable (Amos 9:7-8)

La ocasión de este ataque sedicioso de parte de María y Aarón contra Moisés, fue la del gran cambio hecho en el gobierno por la adopción de los setenta ancianos, y su irritante desprecio a la esposa de él, quién era con toda probabilidad Séfora (que era madianita [Éxodo 2:15] y Madian y Cus están ligados, Habacuc 3:7) y no una segunda esposa con quien él se hubiera casado recientemente. Vino pues la sedición de los celos de los cuñados de ella, por cuya influencia había sido hecha primero, la innovación, mientras que ellos no fueron consultados. María se menciona antes de Aarón, por ser la instigadora y guía de la rebelión" (Comentario Exegético, p. 123).

María, desde luego, tenía ciertas capacidades. Es llamada "profetisa" en Éxodo 15:20 y Aarón era el sumo sacerdote que llevaba el Tummim y el Urim. Sin embargo, no eran los encargados de la obra de Dios. Dios actuó rápidamente para defender a su servidor. Les preguntó: "¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?" (Números 12:8). Jamás vemos en la Biblia que uno tiene el derecho de hablar en contra o rebelarse contra el siervo designado por Dios. Pero se ha hecho a través del tiempo, como vemos en las Epístolas de Pablo, donde muchas veces lo menospreciaban y lo juzgaban como a los demás apóstoles. También es una lección para nosotros.

Hay una forma correcta de resolver dudas y desacuerdos. Se va directamente a la persona en autoridad y se le pregunta. No se va jamás por detrás, pues eso es lo que hacían constantemente los israelitas. No confiaron en el sistema y el gobierno de Dios para resolver sus problemas. "Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo… tuvieron envidia de Moisés en el campamento… aborrecieron la tierra deseable; no creyeron a su palabra antes murmuraron en sus tiendas y no oyeron la voz del Eterno, por tanto, alzó su mano contra ellos para abatirlos en el desierto, y humillar su pueblo entre las naciones" (Salmos 106:13-16, Salmos 106:24-27).