#038 - Éxodo 3: "El año crucial de Éxodo"

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#038 - Éxodo 3

"El año crucial de Éxodo"

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Moisés ya estaba resignado a su destino ignominioso de ser un insignificante pastor de ovejas. Se puede decir por sus reacciones cuando llega a hablar con Dios que su espíritu yacía quebrantado y ya no confiaba en sí mismo. Recuerde lo que dijo el Sr. Armstrong cuando Dios lo llamó después de sucesivos fracasos extraños de sus empresas: se sentía como un pedazo de chatarra arrugada que no servía para nada.

Así se encontraba Moisés cuando llega con las ovejas de su suegro Jetro a Horeb, monte de Dios (Éxodo 3:1). "Después de toda una vida dedicada a meditar sobre los sufrimientos de su pueblo y las promesas seculares de Dios, por fin, cuando tenía 80 años, vino el llamamiento directo de Dios, de libertar a Israel. Pero Moisés ya no confiaba en sí mismo como en aquellos años pasados" (Halley, p. 117).

"Monte Sinaí: Se denominaba así toda la parte granítica y montañosa de la zona del sur, en particular con este nombre y con el de Horeb se denomina a uno de los más importantes macizos de la región. Probablemente debe ser identificado con el monte que los árabes llaman Gebel Musa (significa Monte de Moisés). Precisamente de este monte tomó su nombre (Sinaí) no solamente la zona sino toda la península" (Diccionario Ilustrado de la Biblia, p. 624).

Allí fue donde Moisés vio el extraño espectáculo de una zarza que ardía pero que no se consumía. "La acacia silvestre, o espino, en la que abunda en aquel distrito, generalmente está seca y quebradiza, tanto así, que en ciertas épocas una chispa podría convertir un distrito grande en llamas. Que un fuego estuviera en medio de semejante arbusto del desierto, era una "grande visión" (Comentario Exegético, p. 63).

Al acercarse al arbusto, Dios le indica inmediatamente que se quite sus sandalias, pues está en presencia del gran Dios. "La orden estaba de acuerdo con una costumbre bien conocida a Moisés, porque los sacerdotes egipcios la observaban en sus templos, y es observada en todos los países orientales… El quitarse los zapatos es una confesión de contaminación personal, y de una consciente indignidad de estar en la presencia de la santidad inmaculada… El periodo del viaje de Israel a Egipto y su aflicción allá había sido predicho (Génesis 1:5-13), y fue durante el último año del periodo que todavía tenía que pasar, cuando Dios aparece en la zarza de fuego"(Comentario Exegético, p. 63).

Primero, Dios le indica que es el Dios de Abraham y que llegó la hora de liberar a su pueblo de la esclavitud egipcia y llevarlos a la tierra prometida. Dios le indica que lo ha escogido para esa misión. Pero se encuentra con un Moisés abatido. Luego, Moisés le pregunta con qué nombre se debe identificar. Dios le indica que el nombre con el cual se conocerá con el pueblo de Israel es YHWH. Es importante entender este nombre, pues algunos lo llegan a venerar como JEHOVÁ, otros le dan atributos mágicos y otros insisten en pronunciarlo de una sola forma.

"La forma Jehová proviene de un error de lectura que data más o menos del siglo 14 D.C. El hebreo antiguo se escribía sólo con las consonantes, así que el nombre divino aparecía solo como YHWH. Se ignora cómo se pronunciaba, pues a partir aproximadamente del siglo 5 A.C., por temor de profanarlo, dejó de pronunciarse, y en vez de intentarlo se decía simplemente ADONAI ("Señor"). Cuando se inventó, entre los siglos 6 y 9 D.C. un sistema de signos vocales, se les pusieron al nombre sagrado, como recordatorio a los lectores, a modo de contraseña, las vocales de Adonai, más exactamente eoa. Lectores cristianos que no sabían tal cosa, tomaron las vocales citadas como propias del nombre y naturalmente comenzaron a leer "Jehová" (la letra Y hebrea se latinizó como J). La pronunciación YAHVEH no es segura, sino una reconstrucción aproximada según el consenso más o menos general de los eruditos" (Comentario Arqueológico De La Biblia, p. 57).

Abra ahora su Biblia en Éxodo. 3:13-14 para conocer otro de los nombres de Dios... “YO SOY EL QUE SOY”. ¡Hay gran SIGNIFICADO en este nombre! También puede ser traducido del hebreo original como 'Yo seré lo que seré'. Este nombre – YO SOY ¡Significa que bajo los cielos no existe nadie superior a aquel que se le apareció a Moisés, y que nadie puede ejercer señorío sobre su persona por ser El Señor de toda la creación! Eso es lo que quiere decir su nombre... El equivalente de YHWH en el idioma castellano es "EL ETERNO", "el que ha vivido por siempre" o "el que existe por sí mismo". En otras palabras, YHWH literalmente significa "El que es lo que él es", y por lo tanto, "el eterno YO SOY" como en Éxodo 3:14. Piense, ¿no es más importante saber cuál es el SIGNIFICADO que la pronunciación del nombre de Dios? El hecho de que Dios permitió que se perdiera la articulación de su nombre indica que sí lo es! (carta circular de la iglesia sobre el tema).

Al revelarse Dios como el que actúa sin necesitar de alguien o algún poder más, le explica a Moisés cómo será el comportamiento del Faraón cuando trate de sacar a Israel de Egipto. Al conocer la historia de este rey orgulloso, fuerte y de una estirpe guerrera, se puede entender mejor su disposición terca. "La personalidad de Totmes III (padre de Amenotep II), despierta mayor interés que cualquier otro rey del antiguo Egipto, exceptuando a Eknatón. Se nos muestra como un monarca enérgico e infalible, un político sagaz y uno de los mayores capitanes de la historia. Anteriormente nunca había existido hombre alguno que tuviera en sus manos la suerte de tantos seres. Su genio era semejante al de Alejandro Magno o al de Napoleón. Totmes III fue el creador del primer imperio mundial. En cuanto expiró Totmes, se desencadenó la tempestad. Los Asirios se sublevaron en masa contra su hijo y sucesor, Amenhotep II, pero como atestigua la inscripción de un monumento de Karnak, el joven rey derrotó al enemigo" (Historia Universal, Grimberg, p. 146).

Con semejante padre, que se lo ha comparado con Alejandro Magno, el hijo de éste no se va a doblegar fácilmente. Moisés conoce bien a quien se enfrenta, pues tuvo una crianza parecida y desea algunas "garantías" antes de ir al poderoso faraón. Le entrega a Dios cuatro razones para no cumplir la misión.

  1. No se siente capaz;
  2. Israel no creerá que Dios está detrás de esta liberación;
  3. No está seguro que Israel lo aceptará como su líder, acaso ¿no lo habían rechazado antes?
  4. Su tartamudeo lo hace incapaz de ser un buen comunicador.

Dios pacientemente le contesta cada objeción 1) La incapacidad que Moisés siente no significa nada, pues Dios es el que lo apoyará en todo. 2) Dios se muestra como el Eterno, que hará su voluntad sin que nadie pueda detenerlo. 3) Dios le permite hacer tres milagros para que crean. 4) Dios usaría a Aarón como el comunicador.

Moisés vuelve a su familia en Madián, y de nuevo, vemos la costumbre patriarcal de pedir el permiso antes de irse, tal como sucedió con Jacob y Labán. Jetro le entrega el permiso y Moisés parte con su esposa y los dos hijos (Éxodo 4:20). Dios le advierte a Moisés de que el faraón no le permitirá salir de inmediato y que la lucha será entre los primogénitos de Dios (Israel) y el primogénito del poderoso faraón. Se verá quién ganará la batalla, el poder físico más grande del mundo o el poder espiritual de Dios.

Rumbo a Egipto, la negligencia de Moisés al ceder a los deseos de su mujer, que no era de Israel, casi le costó la vida. Los madianitas no tenían la costumbre de circuncidar a los hijos, y Séfora había resistido los esfuerzos de Moisés. Pero al intervenir Dios directamente para tomar la vida de Moisés cuando descansaban en una posada, ella tomó un pedernal, o cuchillo de piedra y circuncidó de malas ganas a sus dos hijos. Aquí vemos que Dios no hace acepción de personas, y aunque tenía la intención de usar a Moisés para su importante misión, Moisés debía poner el ejemplo al tener a sus hijos circuncidados según la ley (Génesis 17:14).

Mientras que Moisés seguía en su viaje hacia Egipto, Dios habla con Aarón en Gosén y lo envía al encuentro de su hermano. Aarón viaja hasta el Monte Sinaí donde los dos hermanos se ven por primera vez después de 40 años. Vuelven los dos a Gosén y reúnen a los líderes de Israel. Moisés hace los dos milagros, una con la vara que se vuelve culebra y la otra, que mete su mano en su pecho y cuando la saca se ha vuelto leprosa. "Y el pueblo creyó; y oyendo que el Eterno había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron" (Éxodo 4:31). El escenario está listo para el gran conflicto ¿cuál de los primogénitos iba a morir y cuál iba a sobrevivir? ¿El de Dios o el de faraón?

Moisés y Aarón entran en la corte del faraón que creemos fue Amenhotep II Dos humildes pastores de un pueblo esclavo ante la corte más poderosa de ese entonces. Están armados con una vara de pastor y un Dios desconocido por los egipcios. He aquí la reconstrucción de la escena según las costumbres de ese entonces:

"Poco después, Moisés y Aarón solicitaron una audiencia al Faraón y sus deseos les fueron concedidos (como representantes de Israel, tenían derecho a pedir audiencia del rey, y su acabada enseñanza egipcia les indicó cómo y cuándo buscarla). En el momento acordado, un sirviente introdujo a ambos en el salón de las audiencias reales, una estancia larga, de alto techo, flanqueada por gruesas columnas de granito y decorada con vivas escenas de las victorias militares de Egipto. Lentamente se aproximaron al Faraón, en el extremo opuesto de la sala, que se hallaba en su trono, instalado en una plataforma. Cuando se hallaban a escasos metros de él, el Faraón indicó con un leve movimiento de su mano que ya se habían acercado bastante. Por un momento, los dos visitantes observaron maravillados la figura que se hallaba ante ellos. A menos de tres metros de distancia se hallaba sentado el monarca más poderoso del mundo, alto, agraciado, revestido con un ligero lienzo blanco, con la corona roja y blanca de Egipto. Un pesado collar de joyas colgaba de su garganta, y sus brazos y dedos aparecían cubiertos de brillantes brazaletes y sortijas. Unas babuchas doradas adornaban sus pies. En su mano derecha sostenía el bastón taraceado en oro, símbolo de la omnímoda autoridad sobre sus vasallos. Alrededor de su trono dorado se apiñaban los guardias sardos, las doncellas árabes con sus largos abanicos de plumas, los sacerdotes y los funcionarios de la corte. A sus pies se recostaba un león, animal favorito del rey (y quizás cerca, su famoso arco que solo él podía tensar). Aarón y Moisés se inclinaron reverentes ante el Faraón.

Aarón, sin dilación ninguna, explicó su misión en nombre de Moisés: "Así dice Yahvé, Dios de Israel: Deja ir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto". El Faraón, que había esperado recibir regalos y alabanzas, se sintió ofendido por semejante audacia. "¿Quién es Yahvé para que yo le obedezca y deje salir a Israel? Ni conozco a Yahvé, ni dejaré salir a Israel" (Personajes Bíblicos, p. 77). Así comienza la gran contienda entre la gran potencia física y la espiritual.