Un mundo que está perdiendo el juicio

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Un mundo que está perdiendo el juicio

A veces pienso que el mundo se está volviendo loco. El resto del tiempo no tengo ninguna duda.

Esta mañana desperté con la noticia de otro asesinato en masa, esta vez en Dayton, Ohio [EE. UU.], donde un pistolero de 24 años baleó y mató a nueve personas, una de las cuales era su propia hermana. Otras 27 personas resultaron heridas, algunas por los disparos y otras por lesiones sufridas mientras escapaban para salvar sus vidas.

Solo 12 horas antes, otro joven desquiciado de 21 años asesinó a 22 personas e hirió a 24 más que asistían a un festival en California, después de saltar un cerco para evitar a los funcionarios de seguridad.

Mientras tanto, un promedio de 56 personas son baleadas semanalmente en Chicago, y de ellas, diez fallecen. Para ser justos, en muchas ciudades de Brasil, México y Venezuela hay muchos más asesinatos, así que las devastadoras y altísimas cifras de homicidios son un fenómeno mundial. Y esto ni siquiera toma en consideración los continuos asesinatos masivos de cristianos en el Medio Oriente y África a manos de quienes están empeñados en hacer desaparecer el cristianismo. 

Al mismo tiempo, los de Occidente vivimos en sociedades donde los promotores del asesinato de bebés nonatos nos sermonean sobre derechos humanos, los inexpertos nos sermonean sobre economía, los travestis nos sermonean sobre biología humana, y los actores y actrices de Hollywood con múltiples hijos de varias parejas nos sermonean sobre virtud. 

Solo la semana pasada, un homosexual que aspira a la presidencia de los Estados Unidos (¡jamás hubiera imaginado siquiera que estaría escribiendo esta frase en mi teclado!) sermoneó a la nación sobre cuál es la moral cristiana y bíblica apropiada, que según su punto de vista exige aún más redistribución del dinero duramente ganado de los ciudadanos. 

Y como si esto fuera poco, decenas de luminarias de Hollywood, políticos, magnates de la farándula y celebridades se dirigieron a la isla mediterránea de Sicilia en más de 100 lujosísimos yates y jets privados (uno de los cuales cuesta 400 millones de dólares) y se alojaron en un hotel donde pagaron 900 dólares la noche por cada habitación, para una conferencia de tres días. ¿La razón de dicha reunión? ¡Discutir cómo “salvar” al planeta del cambio climático! Solo los yates de lujo privados –sin tomar en cuenta las numerosas limusinas, automóviles deportivos y helicópteros– generaron aproximadamente 800 toneladas (métricas) de emisiones de dióxido de carbono.

No hay duda de que el mundo se está volviendo loco. Pero, ¿qué tienen en común todos estos problemas? Primero, todos son síntomas de una enfermedad espiritual que afecta a todo el mundo. Mucho de lo que vemos alrededor nuestro es en realidad un tipo de locura: procesos mentales y acciones que desafían la explicación racional y carecen de todo sentido. Estamos entrando a territorios desconocidos en donde arriba es abajo y abajo es arriba o, como lo expresa la Biblia, hay personas “que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo”, y “que hacen de la luz tinieblas” (Isaías 5:20).

Y para cualquiera que entienda aunque sea mínimamente lo que está ocurriendo, es obvio que las cosas están empeorando y no mejorando. ¿Por qué no podemos encontrar las soluciones? Porque estos son problemas espirituales, síntomas de una enfermedad espiritual, y las soluciones deben ser espirituales.

¿Por qué digo que estos problemas son espirituales? Porque detrás de ellos hay una fuerza y un poder espirituales. Pocos se dan cuenta de ello, pero una fuerza siniestra y malévola está operando continuamente detrás de las bambalinas de nuestro mundo. 

La Biblia nos revela información que de otra manera no podríamos obtener, porque no puede discernirse mediante los sentidos humanos del tacto, el gusto, la vista, el oído o el olfato. Sin embargo, es tan real como usted o yo. La Biblia revela la existencia de un mundo espiritual invisible y oculto, y registra el ocasional encuentro de nuestro mundo físico y este mundo espiritual, ¡cuyos resultados casi siempre han aterrado a quienes lo experimentaron!

La Biblia revela que existen seres espirituales llamados ángeles que sirven a Dios; pero también nos muestra que existen ángeles malignos y rebeldes llamados demonios que sirven a un poderoso ángel caído llamado Satanás (que significa “adversario” o “enemigo”) el diablo (que significa “falso acusador” o “calumniador”). También es llamado mentiroso y homicida (Juan 8:44), porque eso es lo que es y hace.

Su influencia es tan enorme, que “engaña al mundo entero” y “el mundo entero está bajo el maligno” (Apocalipsis 12:9; 1 Juan 5:19). Si usted cree en Dios el Padre y en Jesucristo según lo que está escrito en su santa Palabra, la Biblia, entonces debe creer también en Satanás el diablo y sus demonios que, según la Biblia, ¡son muy reales! 

Por todo esto es que nuestros problemas están tan arraigados y son tan difíciles de resolver, a pesar de los mejores esfuerzos humanos. Sin la ayuda de Dios no podemos resolverlos porque son de naturaleza espiritual y requieren de una solución espiritual. Detrás de ellos hay fuerzas espirituales que no podemos derrotar y que llenan nuestro mundo de violencia, odio, hostilidad, asesinatos y mentiras.

¿Cuál es la solución entonces? Dios puede hacer y hará lo que la humanidad no es capaz de hacer. Se acerca el tiempo en que él intervendrá y enviará a su Hijo Jesucristo a la Tierra para acabar con el reinado de Satanás como “el dios de este siglo” (2 Corintios 4:4). Esta edición de Las Buenas Noticias habla de cómo sucederá esto y de cómo será el mundo nuevo y transformado. Por ello es que lo animamos a que se nos una en oración para clamar, como Jesús nos enseñó, “¡Venga tu reino!”  BN