Símbolos de la coronación de Gran Bretaña: Una asombrosa historia

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Símbolos de la coronación de Gran Bretaña

Una asombrosa historia

Cuando la reina Isabel II fue coronada como cabeza de la Iglesia anglicana y del Estado en 1953, en la ceremonia se usaron símbolos muy significativos y que tienen implicancias bíblicas y espirituales. Los emblemas de majestad y dominio contribuyeron a la fuerza y dignidad de este antiguo trono. En esencia, se trató de un acto religioso.

Cuando el rey Carlos III, nuevo jefe de la Mancomunidad de Naciones, sea coronado en mayo de 2023, 70 años después que su madre, es probable que se usen los mismos símbolos cuando, en un acto solemne, sea designado como soberano del Reino Unido y otros países de la Mancomunidad como Australia, Canadá y Nueva Zelanda.

Su coronación tendrá lugar en un edificio eclesiástico destinado al culto y servicio a Dios. El aspecto espiritual de la ceremonia será, con creces, el más importante, y no podemos dejar de sorprendernos por la similitud entre la coronación de los gobernantes de Gran Bretaña y la de los reyes de la dinastía y linaje del antiguo rey David de Israel, que la Biblia llama “casa de David”.

Analicemos algunos de los símbolos que se usaron en la coronación de la reina Isabel II, que muy probablemente también formarán parte de la ceremonia de coronación del rey Carlos III.

La Sagrada Biblia

La Santa Biblia será tomada del altar de la iglesia y presentada al rey Carlos. Si la ceremonia es igual a la de Isabel II, el arzobispo de Canterbury, clérigo principal de la Iglesia de Inglaterra, dirá estas palabras: “Nuestro misericordioso rey, para que su Majestad tenga siempre presente la ley y el Evangelio de Dios como regla para toda la vida y gobierno de los príncipes cristianos, le presentamos este Libro, lo más valioso que ofrece este mundo”.

Esto trae a la memoria el mandato dado por Dios a los reyes en Deuteronomio 17. Allí se le instruyó al rey recién elegido que leyera las palabras de Dios todos los días de su vida para que aprendiera a temer al Señor su Dios, guardara todas las palabras de la ley y los estatutos, y viviera y gobernara de acuerdo a ellos (versículos 18–19).

El ungimiento

Sin duda, lo que sigue a continuación será el aspecto más importante de la coronación del rey Carlos. Él será ungido con aceite especialmente preparado en las palmas de las manos, en el pecho y en la coronilla. Las palabras que se digan evocarán la unción del mismo rey Salomón. Estas fueron las palabras utilizadas cuando Isabel II fue ungida:

Sean ungidas vuestras manos con aceite santo.

Sea ungido vuestro pecho con aceite santo.

“Sea ungida vuestra cabeza con aceite santo, como se ungía a reyes, sacerdotes y profetas:

“Y como Salomón fue ungido rey por Sadoc el sacerdote y Natán el profeta, así sé ungida tú, bendita y consagrada Reina sobre los pueblos que el Señor vuestro Dios te ha dado para regir y gobernar, en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén”.

Estas palabras enfatizan que la coronación de la reina o el rey no es una ceremonia civil, sino un acto religioso que tiene por fin apartar a una persona para un oficio sagrado, un puesto designado por Dios. El pueblo británico ve al rey como “el ungido del Señor”, el representante del Rey de reyes ante el pueblo.

La oración al final de la unción del rey Ethelred II, quien fue coronado en el año 978 d. C., muestra claramente las raíces bíblicas de los anglos y los sajones, ancestros de los ingleses modernos. Una parte de ella dice:

“Que el Todopoderoso te bendiga con las bendiciones de los cielos . . . ¡y que la bendición de los antiguos padres, Abraham, Isaac y Jacob, se colmen sobre ti!”

En la oración completa que se pronunció por el rey Ethelred, las referencias a los versículos del Antiguo Testamento son muy relevantes, porque los reyes de la antigua casa de David fueron ungidos tal como lo será el rey Carlos.

Las espuelas y la espada

Después de la unción del rey viene la entrega de los emblemas reales: las espuelas y la espada. Estas insignias de mando, que se presentan después de que se unge al rey, significan que ahora es un soberano consagrado, un gobernante apartado para el servicio de Dios.

El toque de las espuelas (emblema de la caballería) y el ceñimiento de la espada se hacen en el altar de la iglesia, lo cual simboliza la intención del rey de gobernar con justicia, equidad y misericordia bajo Dios. Las Escrituras nos recuerdan en Zacarías 7:9-10 esta crucial responsabilidad.

La túnica real y el orbe

Luego, el deán de Westminster le coloca al rey la túnica real de tela y oro, y el gran lord chambelán abotona los broches. Si la historia se repite, el arzobispo dirá: “Recibid este manto imperial, y el Señor vuestro Dios os dote de conocimiento y sabiduría, de majestad y de poder de lo alto: el Señor os vista de manto de justicia y de vestiduras de salvación. Amén”.

El orbe, la esfera dorada con la cruz en la parte superior que simboliza la soberanía de Cristo sobre el mundo, es luego traída del altar por el deán y entregada en la mano del rey por el arzobispo, quien manifiesta: “Recibe este orbe colocado bajo la cruz, y recuerda que el mundo entero está sujeto al poder y al imperio de Cristo nuestro Redentor”.

El anillo y los cetros

El anillo, que se coloca en el dedo anular de la mano derecha del monarca, a menudo se conoce como “el anillo de bodas de Inglaterra”. El rey está simbólicamente casado con la nación, y el anillo es un símbolo de poder y honor.

Después de ponerle el anillo al rey, el arzobispo coloca en sus manos dos cetros o bastones reales, uno con una cruz y el otro con una paloma. El primero representa el poder real y la justicia a través de Cristo, mientras que el segundo representa la equidad y la misericordia a través del Espíritu Santo.

En la Biblia encontramos imágenes similares, con alusiones al cetro como representante de la autoridad real y símbolo de la administración justa: “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino” (Hebreos 1:8).

La corona

Para concluir la ceremonia de coronación, luego de ser investido con las insignias y emblemas de la realeza, el rey recibirá su corona.

La corona de San Eduardo –la corona de Inglaterra– probablemente se usará para la coronación real. El borde de la corona está rodeado por doce piedras grandes de varios colores, cada una engastada en diamantes.

Es interesante y relevante el hecho de que el sumo sacerdote del antiguo Israel usaba un pectoral engastado con doce piedras preciosas para representar la unidad de las doce tribus. Y en el libro del Apocalipsis leemos que la Nueva Jerusalén tiene doce cimientos de estas piedras preciosas, que demuestran unidad y fortaleza imperecederas.

Si la ceremonia es como la de Isabel II, el arzobispo colocará la corona sobre el altar y hará la siguiente oración:

Oh Dios, la corona de los fieles: te rogamos que bendigas esta corona, y santifiques así a tu siervo Carlos, sobre cuya cabeza hoy la colocas como símbolo de majestad real, para que sea lleno de tu abundante gracia con todas las virtudes soberanas: por Jesucristo, nuestro Señor y Rey Eterno. Amén”.

Luego, el arzobispo se aproximará desde el altar y reverentemente pondrá la corona sobre la cabeza del monarca, quien aún estará sentado en la silla del rey Eduardo. En este momento la gente exclamará una y otra vez: “¡Dios salve al rey!”

Y así, una vez más vemos el profundo significado bíblico y espiritual de la ceremonia de coronación. Tanto la ceremonia de coronación como el regocijo asociado a ella son deliberadamente similares a la coronación del rey Salomón.

La silla y la “Piedra del Destino”

La silla de coronación de roble en la que se sentará el rey data de la época del rey Eduardo I (que reinó desde 1239 hasta 1307). Este monarca hizo diseñar especialmente dicha silla para guardar debajo del asiento una reliquia muy especial traída a Inglaterra desde Escocia: la Piedra de Scone, o Piedra del Destino, en la que habían sido coronados los reyes escoceses. La piedra se devolvió a Escocia en 1996, pero se llevará temporalmente a Londres para la coronación. Es el elemento más antiguo que todavía se usa en la ceremonia de coronación.

La Piedra del Destino es un bloque ovalado de arenisca de 66 centímetros de largo por 40 de ancho y 27 de profundidad. Cerca de Betel, en el Israel actual, se encuentra una piedra similar. La tradición afirma que esta es la misma piedra que el nieto de Abraham, Jacob, usó como almohada la noche que tuvo su famoso sueño en el cual vio ángeles que subían y bajaban por una escalera que llegaba al cielo. Jacob bendijo y ungió la piedra con aceite y es posible que más tarde se la haya llevado como posesión especial (Génesis 28:11-18).

Muchos monarcas británicos han sido coronados en la Piedra del Destino, y esto se remonta al uso de un pilar de piedra en las ceremonias de coronación de los reyes del linaje de David en la antigua Judá, como vemos mencionado con respecto a los reyes Joás y Josías (2 Crónicas 23:13; 2 Reyes 11:12-14; 23:3). Posiblemente esta era la misma piedra que fue ungida por Jacob.

La entronización

El rey Carlos entonces irá a su trono y será subido a este por el arzobispo y otros obispos y nobles. Y luego todos los oficiales y nobles reunidos, igual que antes, concluirán diciendo:

“. . . Y el Señor Dios Todopoderoso, del cual somos ministros y administradores de sus misterios, confirme tu trono en justicia, para que permanezca firme para siempre . . .”

El antiguo formato de la ceremonia de coronación, utilizado en 1937 y en años anteriores, agregó las palabras   “. . . como el sol delante de él, y como el testigo fiel en el cielo. Amén”.

Esta frase final del discurso de entronización fue pronunciada en las Escrituras en referencia al trono de David, el trono del Señor sobre Israel: “Una vez he jurado por mi santidad; no mentiré a David: su simiente permanecerá para siempre, y su trono como el sol delante de mí; como la luna será firme para siempre, como el testigo fiel en el cielo” (Salmo 89:35-37, énfasis nuestro). (Asegúrese de leer “La identidad bíblica de la familia real británica”, a partir de la página 4).

“¡Dios salve al rey!”

Cuando concluya la ceremonia de coronación, todo el pueblo exclamará a viva voz: “¡Dios salve al rey Carlos! ¡Larga vida al rey Carlos! ¡Que el rey viva para siempre!”

Esto nos recuerda el apoyo, la sumisión y la lealtad que el antiguo Israel profesó al rey Salomón: “Y se sentó Salomón por rey en el trono del Eterno en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel. Y todos los príncipes y poderosos, y todos los hijos del rey David, prestaron homenaje al rey Salomón” (1 Crónicas 29:23-24).

No solo la coronación, sino también la gente de la Mancomunidad y su nación hermana de habla inglesa, los Estados Unidos, están vinculados en la Biblia. Todo es parte de una extraordinaria historia que se remonta miles de años.

Hay una razón por la cual las leyes de las naciones del Imperio británico y de los Estados Unidos se basan en la Biblia. Hay una razón por la cual sus familias han luchado en bien de la justicia que solo Jesucristo puede traer.

La historia de las naciones del Imperio británico y los Estados Unidos dan testimonio del poder de Dios incluso cuando su pueblo ora para que venga su reino.

El mismo trono de David está ligado al trono real de Gran Bretaña. ¡Este es el mismo trono al cual, como se predijo en Isaías 9:7, Jesucristo regresará para reclamar como suyo! BN