Seamos agradecidos de Dios en todo momento

Usted está aquí

Seamos agradecidos de Dios en todo momento

Ahora que nos encontramos en vísperas del Día de Acción de Gracias, festividad tradicional en Estados Unidos, decidí leer el diario de William Bradford, Of Plymouth Plantation (De la plantación Plymouth). En él, este gobernador de la colonia de Plymouth [el primer enclave de colonos en Nueva Inglaterra] relata el  viaje de los peregrinos al Nuevo Mundo y los primeros años de su asentamiento.

Aquellos peregrinos sufrieron muchas penurias. El viaje de dos meses a bordo del navío Mayflower había sido agotador y peligroso. Muchos de los pasajeros se enfermaron gravemente de escorbuto y neumonía y llegaron a su destino en un estado muy débil, justo al comienzo del invierno. Los refugios que construyeron no conservaban el calor y les quedaba poca comida de las provisiones del barco. Al final del invierno, las enfermedades y la desnutrición habían cobrado la vida de casi la mitad de los colonos.

Aun así, mantuvieron su enfoque en Dios y continuaron siendo agradecidos. Bradford escribió en su diario que después de desembarcar del Mayflower, “cayeron de rodillas y bendijeron al Dios del cielo, que los había llevado a través del vasto y furioso océano”. Señaló que incluso después de todas las enfermedades y muertes que sufrieron, los que sobrevivieron siguieron dando gracias a Dios “por su amorosa bondad y sus maravillosas obras”.

Su actitud ejemplificaba las palabras de 1 Tesalonicenses 5:18: “Dad gracias en todo”.

Hay que reconocer que este versículo puede parecer difícil de poner en práctica, pero nos ayuda a entender que no se nos exhorta a dar gracias por todo, sino en o durante todas las circunstancias. Dios no espera que pretendamos que las pruebas que experimentamos no sean dolorosas, o que todos los problemas que vemos en el mundo sean de algún modo acontecimientos positivos. Está claro que los peregrinos no estaban agradecidos por las muertes, las enfermedades y las duras condiciones de vida. Sin embargo, a pesar de todo el sufrimiento, vieron la mano de Dios actuando entre ellos.

Para mí, leer el diario de Bradford fue un buen recordatorio de la importancia de estar continuamente agradecidos de Dios, incluso ante la adversidad. Para mantener esta mentalidad debemos recordar los magníficos atributos de Dios, sus actos de amor y sus promesas, tal como se revelan en la Biblia. Son cosas a las que siempre podemos aferrarnos, que no van y vienen dependiendo de nuestras circunstancias personales o de los acontecimientos del momento. Algo que me ha ayudado a mantener una actitud agradecida es reflexionar sobre las siguientes verdades bíblicas:

Jesucristo dio su vida para que pudiéramos vivir

Jesús sacrificó su vida para que nuestros pecados fueran perdonados, haciendo posible que nos reconciliáramos con Dios el Padre y heredáramos la vida eterna (Juan 3:16; 2 Corintios 5:18). Cuando tenemos la convicción de que Dios se preocupa personalmente por nosotros y de que esta vida no es el fin de nuestra existencia, podemos afrontar nuestros días con esperanza.

El gobierno de Dios es supremo

Ya sea que estemos experimentando crisis económicas, pandemias, escasez de alimentos, guerras o alguna otra emergencia nacional o mundial, Dios sigue estando en su trono (Salmos 47:8-9; 103:19). Él ve lo que está pasando e intervendrá como mejor le parezca, y no va a permitir que ocurra nada que desbarate su plan general para nosotros. Satanás actualmente es “el príncipe de este mundo” (Juan 14:30), pero solo porque Dios se lo ha permitido por un tiempo limitado dentro del marco de sus propósitos finales.

El plan de Dios no puede fracasar (Proverbios 19:21; 21:30; Job 42:2). Aunque él nos da libre albedrío para tomar nuestras propias decisiones, sabe cómo responder adecuadamente para que sus propósitos sigan adelante.

Dios es el Gobernante supremo del universo y su poder es infinito. Su amor por nosotros, su honradez, justicia, equidad, paciencia, bondad, misericordia y sabiduría son parte integral de su persona. Podemos depositar nuestra confianza absoluta en su justo gobierno y liderazgo.

Dios satisface nuestras necesidades

Si pedimos ayuda a Dios, él satisfará todas nuestras necesidades, tanto físicas como espirituales (Filipenses 4:19). Es posible que las soluciones que él proporcione no siempre sean las que teníamos en mente, pero sí cuidará de nosotros. Ello incluye brindarnos sustento (Mateo 6:31-33), protección (Salmos 91:2, 5-7), sanación (Santiago 5:14-16), y además guía y dirección (Proverbios 16:9). Incluso cuando tengamos problemas, Dios nos dará los recursos que necesitamos para superar esas circunstancias
(1 Corintios 10:13).

Dios no nos abandonará

Mientras no hayamos rechazado a Dios, él no nos fallará ni nos abandonará (Deuteronomio 31:6, 8; Salmos 37:28; Juan 14:18). Dios tiene una gran visión de lo que podemos llegar a ser y terminará la obra que ha comenzado en nosotros (Filipenses 1:6).

Las pruebas son oportunidades de crecimiento

Todos los seres humanos se enfrentan a dificultades, contratiempos y desafíos. Sin una relación con Dios, los problemas son solo una fuente de frustración y angustia. Pero si buscamos la participación de Dios en nuestras vidas, él sacará a la luz lo bueno de las tormentas que enfrentamos. Las dificultades pueden mostrarnos dónde estamos fallando espiritualmente, motivarnos a orar, impulsarnos a estudiar la Biblia y ayudarnos a desarrollar un carácter virtuoso.

Santiago 1:2 dice: “Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas” (Nueva Versión Internacional). El sufrimiento en sí no es lo que da alegría, sino saber que Dios es nuestro Maestro Alfarero y que las pruebas son una herramienta que él utiliza para formarnos y prepararnos para su reino. Es una bendición poder ver los problemas de la vida como oportunidades de crecimiento en lugar de un sufrimiento sin propósito.

La recompensa eterna superará con creces el sufrimiento presente

Dios concederá recompensas eternas a los que perseveren  en sus caminos a pesar del sufrimiento. Santiago 1:12 llama a estas recompensas “corona de vida”, y Romanos 8:17 añade que seremos glorificados con Cristo. La Biblia no nos dice todo lo que comprenden estas recompensas, pero Romanos 8:18 asegura que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Cualquier padecimiento que tengamos que soportar para estar en el Reino de Dios valdrá la pena (véase también 2 Corintios 4:17-18).

Jesús volverá para establecer el Reino de Dios

No tenemos que esperar que, de alguna manera, la tecnología o la ciencia aporten soluciones a los problemas del mundo, o que los políticos “correctos” lleguen al poder. La Biblia nos asegura que Dios Padre enviará a Jesucristo a la Tierra para establecer su reino (Daniel 2:44; Miqueas 1:3; Mateo 24:30; Apocalipsis 1:7, 19:16), que es el único camino hacia la paz y la armonía duraderas.

Hoy en día a muchos les preocupa que una posible guerra nuclear acabe con la humanidad, y aunque sabemos que se avecinan acontecimientos turbulentos, Mateo 24:22 nos promete que estos tiempos serán acortados y que la humanidad no se destruirá a sí misma.

¡La gratitud es siempre la actitud correcta!

Por supuesto, ser agradecidos “en todo” incluye también los buenos momentos, cuando tenemos bendiciones materiales como alimentos, un lugar para vivir, salud y trabajo, así como familia y amigos. Dar gracias a Dios por la abundancia en nuestras vidas nos ayuda a recordar que, en última instancia,  él es quien nos proporciona todo lo que tenemos.

Cuando los tiempos son difíciles debemos dar gracias a Dios por sus promesas inquebrantables, como las que se mencionan aquí, y también recordar formas específicas en las que ha intervenido en el pasado. Eso fue lo que hicieron los peregrinos, y lo que les ayudó a perseverar y a confiar más en Dios.

Este tipo de gratitud también nos ayuda a nosotros. Agradecer a Dios nos hace olvidar toda la negatividad de este mundo y nos motiva a enfocarnos en lo que tiene valor eterno, recordándonos que debemos confiar en la ayuda y la bondad constante de Dios y serle fieles.  BN