¿Cómo encontrar paz en un mundo turbulento?

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¿Cómo encontrar paz en un mundo turbulento?

Es fácil estar tranquilo cuando no hay grandes problemas o preocupaciones que nos quiten el sueño. Pero hoy en día, la mayoría de nosotros tenemos muchas cosas en la mente.

Nuestro mundo está plagado de violencia, corrupción, malestar social e incertidumbre económica. Nos preocupan la escasez de alimentos, las quiebras bancarias, las catástrofes naturales, los brotes de enfermedades, las extralimitaciones gubernamentales y la amenaza potencial de la inteligencia artificial. Todo esto se suma a los problemas personales relacionados con la salud, el trabajo o las relaciones.

Todos anhelamos la paz interior, pero ¿cómo podemos conseguirla? Entender qué es realmente la paz puede ayudar. No es una mera ausencia de perturbaciones o conflictos. La verdadera paz interior no depende de las circunstancias, ya que podemos encontrarla incluso en medio de traumas y disgustos. Al fin y al cabo, se trata de buscar la fuerza y guía de Dios y ver nuestras situaciones más desde su perspectiva. He aquí seis maneras específicas de obtener paz mental.

1. Entregue sus preocupaciones a Dios

El punto de partida es invocar a Dios mediante la oración. La Biblia dice: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios” (1 Pedro 5:7, Nueva Traducción Viviente). Pensar que podemos manejar las cosas por nuestra cuenta nos impedirá buscar a Dios como deberíamos hacerlo.

Una amiga mía aprendió esta lección cuando su marido estuvo sin trabajo durante dos años y estuvieron a punto de perder su casa y tener que declararse en quiebra. “No sentimos ninguna paz hasta que nos dimos cuenta, después de haber hecho todo lo posible por nuestra parte para mantenernos a flote financieramente, de lo mucho que escapaba a nuestro control y de lo mucho que necesitábamos confiar en Dios para el resultado”, relató mi amiga.

Cualquier cosa que nos preocupe o agobie debe ser entregada a Dios, quien resuelve las dificultades y necesidades de sus seguidores de la mejor manera. Puede que no solucione o elimine inmediatamente nuestras preocupaciones, pero el Salmo 50:15 dice que Dios nos librará si lo invocamos. Tenemos que poner de nuestra parte para superar las dificultades, pero sin dejar de confiar en Dios para que se ocupe de todos los asuntos que realmente están fuera de nuestro control. El solo hecho de saber que no tenemos que depender de nuestras propias capacidades y recursos para resolver nuestros problemas, y que Dios suplirá nuestras carencias, es sumamente tranquilizador.

2. Medite en las promesas de Dios

Debemos recordar las muchas promesas de la Biblia sobre la protección, liberación y cuidado que Dios brinda a quienes le sirven como él pide. La Biblia nos dice que Dios no nos fallará ni nos abandonará (Deuteronomio 31:6, 8; Salmo 37:28; Juan 14:18). Dios terminará la obra que ha comenzado en nosotros y no nos abandonará (Filipenses 1:6). Y cuando le pidamos ayuda, él suplirá nuestras necesidades (4:19).

Esto incluye proporcionarnos sustento (Mateo 6:31-33), refugio (Salmo 91:2, 5-7), sanidad (Santiago 5:14-16) y dirección (Proverbios 16:9). Incluso cuando tengamos problemas, Dios nos brindará los recursos que necesitamos para superarlos (1 Corintios 10:13). Al aferrarnos a estas preciosas promesas, podemos estar en paz y evitar ser controlados por nuestros miedos y ansiedades.

3. Reflexione sobre las obras de Dios

Es útil acordarse de ocasiones pasadas en las que pudimos ver la mano de Dios en nuestras vidas. Todos debiéramos ser capaces de recordar momentos en los que Dios abrió puertas e intervino a favor nuestro, aportando soluciones a situaciones estresantes. Por ejemplo, es posible que en medio de circunstancias económicas difíciles hayamos encontrado el trabajo adecuado, o que la propiedad ideal apareciera de repente en el mercado inmobiliario después de muchos meses de búsqueda, o que nos mejoráramos milagrosamente, quizá de la noche a la mañana, de alguna enfermedad. Recuerde cómo se desarrollaron esos acontecimientos.

También podemos reflexionar sobre cómo Dios intervino en la historia. Por ejemplo, cómo los nativos americanos ayudaron a los peregrinos a colonizar Estados Unidos o cómo las fuerzas aliadas fueron rescatadas en Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial. Estas historias pueden ser muy inspiradoras.

Por supuesto, la Biblia registra muchas intervenciones milagrosas de Dios, desde la liberación de los israelitas en el mar Rojo hasta la protección de Daniel en el foso de los leones. Enfocar nuestros pensamientos en los asombrosos actos de intervención de Dios alejará la preocupación de nuestra mente.

4. Afronte los hechos

Debemos enfocarnos en lo que es constructivo, correcto y bueno, como se nos dice en Filipenses 4:8. Pero eso no significa que debamos ignorar o negarnos a reconocer lo que es inquietante o desagradable. Estar verdaderamente en paz exige afrontar la realidad. No podemos crear circunstancias agradables simplemente ignorando lo que está sucediendo, pretendiendo que las cosas son mejores de lo que son, o simplemente teniendo “pensamientos felices”.

Estar bien informados sobre las situaciones a las que nos enfrentamos nos ayuda a planificar, elaborar estrategias y estar preparados para posibles desenlaces difíciles (Proverbios 22:3; 27:12). Si estamos preparados para lo que se avecina, estaremos menos agitados y más tranquilos. Al enfrentarnos a la escena mundial, la Biblia nos dice a qué debemos estar atentos en términos de acontecimientos proféticos, en parte para que podamos estar preparados física y espiritualmente. Cuando Jesucristo profetizó acerca de los inquietantes acontecimientos mundiales que ocurrirían antes de su regreso, dijo: “Mirad que no os turbéis” (Mateo 24:6). Ser conscientes de lo que va a ocurrir nos ayuda a estar en paz con lo que está sucediendo.

Negarnos a reconocer las realidades negativas de esta vida quizá ni siquiera permitirnos ver las noticias porque son muy desagradables, o quizá pasar mucho tiempo en el mundo del entretenimiento digital para “escapar” del mundo real– puede hacernos sentir bien temporalmente. Pero no nos prepara para evitar que algunos problemas potencialmente graves nos  tomen por sorpresa o nos encuentren desprevenidos.

5. Rodéese de gente que le levante el ánimo

La Biblia nos advierte de que “las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33, Nueva Versión Internacional). No podemos evitar que la influencia de aquellos con quien nos juntamos nos afecte. Si la mayoría de las veces nos relacionamos con personas negativas que están crónicamente preocupadas o que se alteran con facilidad, lo más probable es que nosotros mismos nos volvamos así.

Deberíamos pasar la mayor parte de nuestro tiempo con personas optimistas que vivan su vida de la forma más constructiva posible y con una mentalidad llena de esperanza. Si estamos preocupados por algo, tenemos que poder hablar con personas que escuchen nuestras preocupaciones y no pretendan que las cosas son más color de rosa de lo que son, sino que sigan viendo los aspectos positivos de la situación y nos ayuden a encontrar soluciones. Si no pensamos con claridad, nos lo dirán, y también nos asegurarán que orarán por nosotros. Esto nos ayuda a mantener la calma y la actitud de “puedo superarlo”.

6. Recuerde “el gran panorama” de Dios.

Hace poco, una amiga que recibió un diagnóstico grave de cáncer me dijo: “Bueno, si esto es lo que Dios cree que tengo que pasar para estar en su reino, que así sea”. Estaba totalmente en paz con la crisis de salud en la que se encontraba.

Ella sabía que las circunstancias a las que nos enfrentamos en  algún momento al final obrarán en nuestro favor, que Dios está utilizando nuestras pruebas para forjar en nosotros la experiencia, el carácter y la sabiduría necesarios para estar en su reino (Romanos 8:28; 5:3-4; Isaías 64:8). Dios sabe qué es lo mejor para nosotros. Él está enfocado en la eternidad, no solo en el aquí y ahora, y nosotros debemos cultivar esa misma mentalidad (Romanos 8:18; 2 Corintios 4:16-18).

Hacerlo no solamente nos fortalece cuando atravesamos reveses personales, sino que también nos llena de esperanza cuando oímos las noticias y comentarios sobre todos los problemas de la sociedad. El sufrimiento a lo largo de la historia de la humanidad sirve como un enorme testimonio de lo mucho que necesitamos que Jesucristo regrese para establecer el Reino de Dios en la Tierra. Sepa que él regresará (Mateo 24:30; Apocalipsis 11:15; Daniel 2:44; Miqueas 1:3-4), y que cuando lo haga los problemas del mundo se resolverán. Las cosas pueden estar mal ahora, pero mejorarán, y no tenemos que poner nuestras esperanzas en seres humanos falibles para tratar de hacer de este mundo un lugar mejor.

Mientras recordemos estas verdades, mantengamos nuestra atención en el Reino de Dios, sigamos caminando por sus senderos y confiemos en que Dios hará lo necesario para llevar a cabo sus planes, y que encontraremos la paz ¡incluso en este mundo cada vez más agitado!  BN