La trascendental misión de los peregrinos
En este año tan inusual, colmado de disturbios que pretenden destruir el patrimonio cultural de los Estados Unidos, se celebra un importante hito histórico: los 400 años del desembarco de los peregrinos en América del Norte.
Después de arribar en el Mayflower, su legendario barco, estos colonos del Nuevo Mundo provenientes de Europa pisaron por primera vez Cape Cod, Nueva Inglaterra, el 13 de noviembre de 1620, y luego continuaron para establecerse finalmente en la cercana Plymouth Rock, el 18 de diciembre. Aquel viaje y sus repercusiones se han conmemorado durante mucho tiempo cada noviembre en la observancia estadounidense del Día de Acción de Gracias.
Este año, la histórica travesía se conmemora con las celebraciones del cuarto centenario no solo en los Estados Unidos, sino también en Gran Bretaña y los Países Bajos. ¿Por qué fue tan importante este evento en la historia mundial?
Un proyecto que cambió el mundo
Huyendo de la persecución religiosa en Inglaterra, un grupo de puritanos que se consideraban separatistas había emigrado a Leiden, en Holanda. Después de soportar allí problemas por más de una década, algunos decidieron viajar a América. Zarparon desde Plymouth, Inglaterra, esperando encontrar una mejor vida para sus familias y libertad para adorar a Dios en paz.
Estos pioneros, conocidos posteriormente como “peregrinos”, se cuentan entre los colonos más famosos de la historia. Su fe y su sistema de autogobierno sentaron las bases religiosas y culturales de una nueva nación.
Ellos convencieron a un grupo de comerciantes británicos para que respaldaran el proyecto y formaran una sociedad anónima con los colonos. De los 102 pasajeros a bordo del Mayflower, solo 37 eran peregrinos; los demás fueron reclutados por la compañía londinense para cuidar sus intereses.
El nuevo asentamiento, Plymouth, fue la segunda colonia inglesa exitosa en Norteamérica después de Jamestown, Virginia, fundada en 1607. Sin embargo, a diferencia de muchos de los colonos de Jamestown, los peregrinos no buscaban convertirse en empresarios ricos sino trabajar la tierra y servir a Dios sin obstáculos gubernamentales. Los sistemas tanto social como legal de la colonia, iniciados con el famoso Pacto del Mayflower, estaban estrechamente vinculados a sus creencias religiosas y a la tradición inglesa.
Pronto llegaron más separatistas a Plymouth, y durante los siguientes 20 años 16 000 puritanos seguirían emigrando desde Inglaterra a la vecina colonia de la bahía de Massachusetts, que luego se fusionó con Plymouth. Un grupo aún más numeroso de puritanos se estableció en Connecticut y Rhode Island. La fe y las costumbres de estos primeros colonos ejercieron una influencia duradera en la cultura estadounidense y el carácter nacional.
Del viaje inicial, el historiador naval estadounidense Henry Culver dice: “Ningún buque, ni el Santa María [el buque insignia de Colón usado en el descubrimiento de América], ni el Constitución, el más famoso y glorioso de todos los buques de guerra de los Estados Unidos, puede compararse en interés romántico y admiración patriótica con la fama debidamente otorgada al Mayflower. Su nombre está muy ligado a los fundamentos de las instituciones democráticas estadounidenses. Fue la cuna de nuestra libertad mecida por las olas” (The Book of Old Ships: From Egyptian Galleys to Clipper Ships [El libro de los barcos antiguos: De las galeras egipcias a los barcos clíper], 1924, p. 84, énfasis nuestro en todo este artículo).
¿Cuáles son algunos de los aspectos bíblicos sobre los que deberíamos reflexionar hoy al recordar a estos primeros fundadores de lo que llegaría a ser los Estados Unidos de América?
Peregrinación en el desierto
“Entonces el Eterno dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón y dile: el Eterno ha dicho así: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva” (Éxodo 8:1).
A través de los siglos las personas que se esfuerzan por seguir a Dios han tenido que huir de la persecución religiosa, siendo el éxodo de Egipto el ejemplo más destacado. Muchos siglos después el apóstol Pedro describió a los cristianos que enfrentaron persecución religiosa en el Imperio romano como “peregrinos” (1 Pedro 2:11). Jesús había dicho de sus discípulos: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:16).
Por tanto, la palabra “peregrinos” tiene fundamento bíblico y se refiere a las personas que emprenden un largo viaje, principalmente con un propósito religioso. El término fue adjudicado a los separatistas por uno de los primeros gobernadores de la colonia de Plymouth, William Bradford, quien escribió sobre su viaje de Holanda a Inglaterra y luego a América así:
“Salieron, entonces, de esa hermosa y agradable ciudad [Leiden] que había sido su morada por cerca de doce años; pero sabían que eran peregrinos y no se detenían mucho en esas cosas, sino que alzaban los ojos al cielo, su patria anhelada, para calmar sus espíritus” (Of Plymouth Plantation [De la colonia Plymouth], cap. 1).
Esto era una referencia a Hebreos 11:13-16, donde se describe a los creyentes como peregrinos y extranjeros que viajan por la Tierra hacia el Reino de Dios venidero, su patria y país celestial.
Por extensión, el apelativo “peregrino” se convirtió más tarde en el término más popular para describir a los pasajeros del Mayflower e incluso a otras personas que llegaron a Plymouth en esos primeros años. Después de su exitoso asentamiento, y gracias a los contactos e influencia, más colonias de puritanos se establecieron en la zona. La más grande, fundada en 1629, fue la colonia de la bahía de Massachusetts. Los colonos practicaban fervorosamente lo que consideraban como su “recorrido por el desierto”, similar al de los antiguos israelitas.
“Ninguna comunidad cristiana en la historia”, dice el historiador Gabriel Sivan, “se identificó más con la Gente del Libro que los primeros pobladores de la colonia de la bahía de Massachusetts, quienes creían que sus propias vidas eran una réplica literal del drama bíblico de la nación hebrea.
“Se consideraban a sí mismos los hijos de Israel; América era su tierra prometida; el océano Atlántico, su mar Rojo; los reyes de Inglaterra eran los faraones egipcios; los indios americanos, los cananeos (o las diez tribus perdidas de Israel); el pacto de Plymouth Rock era el pacto sagrado de Dios; y las ordenanzas por las que vivían eran la Ley Divina.
“Igual que . . . otras víctimas protestantes de la opresión del Viejo Mundo, estos migrantes puritanos se consideraban a sí mismos como el remanente justo de la Iglesia corrompida por el ‘ay de Babilonia’ [en referencia al falso sistema cristiano descrito en Apocalipsis 17-18] y creían ser instrumentos de la Providencia Divina, un pueblo elegido para construir su nueva mancomunidad según el pacto celebrado en el monte Sinaí” (The Bible and Civilization [La Biblia y la civilización], 1973, p. 236).
Además, creían que esta sagrada misión debía servir de ejemplo. En alusión a las palabras de Jesús en Mateo 5:14, el gobernador de la bahía de Massachusetts, John Winthrop, dijo: “Seremos como una ciudad sobre una colina: los ojos de todas las personas nos miran”.
Pacto con Dios basado en la libertad del autogobierno
“Proclamaréis libertad en la tierra para todos sus habitantes” (Levítico 25:10).
Ningún territorio gozó de más libertades religiosas que las decretadas por los peregrinos y sus vecinos puritanos. En un momento en que la monarquía y la aristocracia dominaban en Europa, los colonos no querían perpetuar ese tipo de gobierno, pero, aunque prometían lealtad al rey británico, crearon un consejo autónomo.
El sistema de autogobierno de la colonia de Plymouth fue un sólido fundamento para la conformación de la democracia tanto en América como en Gran Bretaña. El libro de William Bradford Of Plymouth Plantation fue muy leído en Gran Bretaña. Influyó en el pensamiento político del poeta y político puritano John Milton, quien fue asistente de Oliver Cromwell, el líder puritano que más tarde derrocó al rey Carlos I y gobernó Gran Bretaña durante cinco años.
En Norteamérica, la colonia Plymouth inició una tradición de autogobierno que fue imitada en la bahía de Massachusetts, Connecticut, Rhode Island, Nueva Jersey y Pensilvania. De hecho, el ministro separatista Roger Williams, quien fue expulsado por otros líderes puritanos en la bahía de Massachusetts por fomentar una mayor libertad religiosa y por otros desacuerdos, fundó Rhode Island específicamente como un refugio seguro de la persecución religiosa, añadiendo así libertad de conciencia al modelo de autogobierno de Plymouth. (Fue en Rhode Island donde los primeros cristianos sabatarios, que huían de la persecución religiosa en Inglaterra, fundaron las primeras congregaciones observantes del séptimo día en Norteamérica).
El historiador y rabino Ken Spiro señala sobre los puritanos: “En vista de que se les negó el derecho a culto por los decretos que ordenaban la liturgia uniforme, los puritanos ansiaban cerciorarse de que ningún ser humano tuviera ese poder sobre la conciencia de los demás. En palabras del predicador puritano Roger Williams (más tarde fundador de Rhode Island): “Es la voluntad y el mandato de Dios que se otorgue libertad de conciencia y adoración a todos los hombres en todas las naciones y países . . . Una uniformidad religiosa impuesta niega los principios del cristianismo . . .”
“En el Nuevo Mundo se estaba gestando una evolución política muy significativa. A diferencia de los puritanos en Inglaterra, que por necesidad vivían bajo el derecho tradicional inglés y estaban gobernados por un rey y un parlamento, los puritanos de América no tenían una autoridad central ni un organismo de gobierno nacional. Aun así, no cayeron en la anarquía, sino que crearon comunidades gobernadas por consejos de ancianos elegidos, como los de los ‘presbíteros’ de Inglaterra. Sus comunidades eran estables y prósperas, con sistemas escolares obligatorios inspirados en los judíos” (WorldPerfect, 2002, pp. 240, 249).
En este sistema, la libertad también debía basarse en seguir a Dios y sus leyes pero por consenso de la comunidad.
Estados Unidos ha sido un refugio para muchos “peregrinos” perseguidos de otras tierras, y hasta nuestros días, en general todavía hay tolerancia religiosa dentro de sus fronteras. Y a pesar de sus defectos, ha sido un modelo de libertad para otras naciones.
Erosión y ruina de un poderoso legado
“Si los cimientos son destruidos, ¿qué pueden hacer los justos?” (Salmos 11:3).
Tristemente, la sólida base religiosa cristiana que establecieron los puritanos se ha ido corroyendo rápidamente en las últimas décadas. Las encuestas en Estados Unidos muestran claramente una fuerte disminución del número de personas que dicen tener creencias cristianas, en tanto que la moralidad ha descendido a niveles aún más bajos.
Si los puritanos resucitaran hoy, se horrorizarían de ver en lo que se ha convertido este país. Sería prácticamente irreconocible para ellos en lo que respecta a la moral cristiana básica. Otros líderes cristianos del pasado también se escandalizarían, como George Washington, el primer presidente de los Estados Unidos.
En su discurso de despedida a la nación al dejar el cargo, Washington advirtió: “De todas las leyes y costumbres que conducen a la prosperidad política, la religión y la moralidad son pilares esenciales . . . Tanto la razón como la experiencia nos prohíben esperar que la moralidad nacional pueda prevalecer si se excluye la religión”.
¡La advertencia que hizo Washington es exactamente lo que ha estado ocurriendo en Estados Unidos! Como señaló el autor evangélico Tim LaHaye en su libro Faith of Our Founding Fathers (La fe de nuestros padres fundadores, 1987): “Estados Unidos se fundó sobre más principios bíblicos que cualquier otra nación en la historia: ese es el secreto de su grandeza. Esos principios imbuyeron originalmente nuestro sistema educativo, los tribunales, la vida pública, la vida religiosa y el sistema económico, produciendo lo que el presidente Ronald Reagan [quien estaba en el cargo cuando se escribió esto] llamó ‘valores tradicionales’.
“Cuando prevalecían estos valores, la calidad de vida tanto familiar como en las calles era mucho mejor que hoy. Y si bien los ciudadanos ciertamente no contaban con los medios de comunicación modernos ni con la movilidad o tecnología del siglo xxi, tampoco sufrían por la inseguridad en las calles para las mujeres después del anochecer, las trágicas tasas de abuso a menores, un millón de embarazos adolescentes al año y el desenfreno de la violencia y el crimen. Y ciertamente no éramos conocidos como ‘la capital mundial de la pornografía’.
“Siempre que señalamos la necesidad de volver a los valores tradicionales, los humanistas protestan diciendo que queremos llevar al país ‘de vuelta al oscurantismo’. En realidad, la tecnología moderna sería de mucho más beneficio para la humanidad en un entorno de ‘valores tradicionales’ que en medio de la sociedad humanista y permisiva de hoy” (p. 34).
El deterioro social predicho por Dios
¿Qué le ha pasado a la sociedad estadounidense? Al alejarse más y más de Dios, está aquejada de una oscuridad creciente y profunda. Dios siempre supo que esto pasaría y lo advirtió en la Biblia, inspirando al apóstol Pablo para que describiera el final de esta era en la epístola que le envió a su compañero:
“En los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios” (2 Timoteo 3:1-4, Nueva Traducción Viviente).
¡Este es un breve retrato de gran parte de la sociedad actual!
Un mundo nuevo mucho mejor aún está por delante
Sí, el cuarto centenario del desembarco de los peregrinos es un acontecimiento muy notable. Pero dado que el humanismo secular ahora prevalece en las escuelas, la prensa y el gobierno, el extraordinario fundamento religioso de la nación se está desmoronando rápidamente, y nos esperan tiempos mucho peores.
No obstante, aún hay buenas noticias en el futuro, ¡porque Dios tiene grandes planes para Estados Unidos y el resto del mundo!
Los sueños de los primeros peregrinos y puritanos de una sociedad cristiana virtuosa bajo el gobierno de Dios y sus leyes serán superados con creces en el maravilloso mundo nuevo que Dios traerá con el regreso de Jesucristo a la Tierra, ¡una época de justicia verdadera y permanente, y libertad en la futura tierra prometida del Reino de Dios! BN