¿Qué sentido tiene casarse?
Dentro de mis funciones ministeriales, las dos ceremonias más gratificantes para mí siempre han sido el bautismo y el matrimonio. En mis años como ministro he realizado varias de ellas, y aún me conmuevo por el significado que cada una encierra.
En su esencia, el bautismo simboliza la absoluta entrega a Dios y el compromiso total con él. Curiosamente, la ceremonia nupcial también representa sumisión y compromiso: sacrificamos nuestros propios deseos en bien del otro y nos comprometemos a compartir todo con el compañero que hemos elegido para vivir juntos el resto de la vida. Estas dos ceremonias son compromisos formales y acuerdos vinculares.
Además, ambas tienen su fundamento en el amor. El bautismo refleja el amor que Dios nos tiene (y que manifiesta extendiéndonos su misericordia y perdón, lavando nuestros pecados mediante el sacrificio de su Hijo, quien dio su vida por la humanidad) y que nosotros le retribuimos dedicándole nuestra vida. De manera similar, el matrimonio representa el compromiso que dos personas asumen cuando se comprometen a amarse de por vida.
He llegado a estas conclusiones después de mucho reflexionar en las palabras de Pablo en Efesios 5, en donde describe el rol del esposo y de la esposa en el matrimonio: “Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia” (v. 32).
El matrimonio comprende mucho más que limitarse a decir: “Sí, acepto”. Pablo nos dice que el propósito del matrimonio es que aprendamos acerca del amor de Jesucristo por su pueblo y por la Iglesia, y de la devoción de ambos hacia él. Esta hermosa alegoría nos indica que el amor es un camino de doble vía.
¿Qué tan importante es el matrimonio? A diferencia de otras relaciones, Dios fue quien estableció esta unión cuando creó a Adán y Eva y los declaró marido y mujer. Jesús explica en Mateo 19:4-6: “¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”.
La ceremonia nupcial implica la unión de dos personas que se convierten en una. Es una hermosa forma de representar el compromiso de amor que hace una pareja al casarse.
Las Escrituras nos dicen que Dios es amor (1 Juan 4:8, 16), lo cual resume su naturaleza, carácter y motivaciones en todo lo que hace. Y para ayudarnos a crecer espiritualmente y parecernos a él en todo, Dios nos ha regalado esta institución (equivalente al aula de clases y la experiencia educativa) del matrimonio. Mediante la relación conyugal experimentamos, aprendemos y practicamos personalmente el profundo amor que encierra la naturaleza del Padre y de su Hijo Jesucristo.
Aprender a amar a otro de esta manera no es algo natural para el ser humano. Sin embargo, Dios nos da una herramienta maravillosa: su Palabra, que nos enseña sobre el matrimonio y el verdadero significado de amarnos unos a otros. Dios quiere que todos disfrutemos de un matrimonio feliz, gratificante y pleno, y nosotros, a través de nuestra revista Las Buenas Noticias, queremos ayudarle. Cuando ponga en práctica los consejos y recomendaciones contenidos en esta edición, podrá experimentar esta bendición en su vida.