Mini-estudio: Los valiosos beneficios y propósitos de la profecía bíblica

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Los valiosos beneficios y propósitos de la profecía bíblica

Bienvenido al tercer estudio de la serie “La profecía bíblica y usted”. Tal vez se haya preguntado: ¿Por qué existe la profecía? ¿Cuál es su propósito? ¿Cuáles son sus beneficios? De eso precisamente se trata este estudio.

Todos tenemos curiosidad acerca del futuro y de lo que este nos depara en el plano personal. Nuestro amado Creador no quiere que su pueblo esté a oscuras y angustiado por el temor a lo desconocido. Con este propósito en mente, él inspiró la Biblia para que fuese una guía y un mapa durante nuestra vida.

De hecho, la profecía bíblica satisface gran parte de nuestra curiosidad respecto al futuro, pero ese no es el único propósito de Dios en cuanto a ella. ¡Sus profecías tienen magníficos propósitos espirituales!

En este estudio usted aprenderá por qué Dios nos entrega revelaciones proféticas tanto del futuro del mundo como de nuestro futuro personal.

¿Por qué es importante la profecía bíblica? ¿Por qué reveló Dios tanto acerca del futuro a través de sus profetas? ¿Qué razones tiene Dios para querer que comprendamos las profecías?

Una lectora de Texas, Estados Unidos, expresa así lo que ha sido aprender sobre la profecía:

“Cuando comencé a comprender la Biblia y la profecía bíblica, pensé ¡increíble! — ¡tantas de mis grandes preguntas están siendo contestadas!

“Fue muy reconfortante e inspirador aprender sobre el plan de Dios para el futuro de la humanidad. Qué bendición es que Dios nos haga saber con anticipación lo que debemos esperar y cómo podemos prepararnos. Lo que se me había enseñado en otra iglesia me dejó un poco confundida y atemorizada. Ahora, mientras más entiendo lo que la Biblia enseña acerca del pasado, el presente y el futuro, siento una mayor paz.

“Pude ver más y más que Dios está a cargo, y que él puede protegernos de todo. Él tiene un tiempo para todo, y sabe lo que es mejor para cada uno de nosotros. Ahora que sé de los ejemplos de fe en la historia bíblica y las promesas de Dios y su plan para el futuro, tengo valentía, tranquilidad y confianza en que Dios está llevando a cabo su voluntad en mi vida”.

Los profetas hicieron mucho más que comunicar predicciones

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16). Por lo tanto, todas las profecías bíblicas provienen de Dios. Sus profetas eran simplemente los mensajeros que hablaron y escribieron las revelaciones que él les dio. Algunas profecías se refieren a naciones, algunas a personas y otras a ambas. Muchas profecías son condicionales, especialmente aquellas que se refieren a las personas, tal como veremos.

La gente erróneamente asume que los profetas solo se dedicaban a predecir, pero en realidad tenían un rol dual. Dios los envió a predecir o vaticinar el futuro y a predicar (vea, por ejemplo, Jonás 3:2-4). ¿Y qué predicaron? Que la gente se arrepintiese de sus pecados y siguiera a Dios “para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva” (Ezequiel 3:18).

Dios bendecirá y salvará a todos los que se arrepientan de sus caminos pecaminosos y lo sigan, llevando una vida de obediencia y servicio a él. Los profetas de Dios fueron enviados para motivar a la gente con un mensaje basado en el método de premio o castigo. Las profecías incluían tanto advertencias de castigos como promesas de recompensas.

En Deuteronomio 11:26-28 leemos un resumen conciso del tipo de mensaje que los profetas de Dios debían predicar: “He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos del Eterno vuestro Dios . . . y la maldición, si no oyereis los mandamientos del Eterno vuestro Dios”.

Examinemos algunos de los propósitos principales de Dios para darnos sus profecías.

- ¿Son prueba de la existencia de Dios las profecías que se han cumplido?

“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré” (Isaías 46:9-11).

Note nuevamente lo que Dios dijo: “Yo soy Dios, y no hay otro dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio . . . Yo hablé, y lo haré venir”. Como vamos a ver en los estudios 5 y 6 de esta serie, tenemos pruebas contundentes del poder supremo de Dios. Sus numerosas profecías siempre ocurrirán exactamente como él dijo, ¡porque él las lleva a cabo!

- ¿Es la profecía que se ha cumplido prueba de la veracidad de la Biblia?

“Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21).

En ocasiones, los profetas de Dios simplemente escribieron lo que él les había dicho. Otras veces, ellos “hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”. Cada profecía bíblica de un acontecimiento pasado ha sido cumplida a la perfección, y examinaremos algunas de ellas en lecciones futuras. A medida que los eventos futuros profetizados ocurran, tendremos incluso más prueba de la inspiración divina de la Biblia.

- ¿Nos ayuda el conocimiento de la profecía a interpretar las noticias y eventos mundiales?

“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

“Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre. Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

“Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad” (Marcos 13:28-37).

Efectivamente, la profecía nos permite “velar” inteligentemente con el conocimiento que hemos recibido. Y debido a que la profecía bíblica es precisa y confiable, nos entrega una base para la perspectiva y el marco conceptual que debemos utilizar cuando analizamos las noticias. Gracias a ella podemos distinguir lo que tiene significado a largo plazo de lo que no lo tiene. Jesús les dijo a sus discípulos: “Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis” (Lucas 10:23).

u ¿Nos prepara este conocimiento anticipado para mantener la calma y ser valientes cuando enfrentemos momentos difíciles?

“Estas cosas os he hablado, para que no tengáis tropiezo . . . Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros” (Juan 16:1, 4).

“Cuando llegue la hora” (de las pruebas), Cristo no quiere que tropecemos — que seamos tomados por sorpresa, entremos en pánico o caigamos. Esta es una importante razón de por qué nuestro Dios amado revela “su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Cuando las profecías de Dios se llevan a cabo de la misma manera que él predijo, se fortalece nuestra fe y confianza en que él nos cuida y protege.

-¿Hace Dios responsable a la gente de este conocimiento antes de entregarle entendimiento y advertencias?

“Aquel siervo que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Mas el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12:47-48).

Dios es absolutamente justo y misericordioso. Él hace a la gente responsable de lo que sabe, al punto de estar dispuesto a pasar por alto los tiempos de “ignorancia” (Hechos 17:30). Dios al final no juzgará a nadie sin antes enseñarle y advertirle sobre las graves consecuencias del pecado, como también revelarle los maravillosos resultados de seguir su camino (vea también Santiago 4:17 y Juan 9:41).

- ¿Cuál fue la tarea principal que Dios encargó a sus discípulos (su Iglesia) desde ese punto en adelante?

“Les dijo: Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura” (Marcos 16:15, Nueva Versión Internacional).

“Buenas nuevas” quiere decir buenas noticias, porque se refieren principalmente al regreso de Jesucristo para establecer el Reino de Dios en la Tierra (Marcos 1:14). Pero el mensaje también incluye a un “testigo” o advertencia acerca de las pruebas de los últimos tiempos que precederán el regreso de Cristo (vea Mateo 24:14). Tal como Juan el Bautista preparó el camino para la primera venida de Cristo (vea Mateo 3:1-3; Lucas 3:2-6), la predicación del evangelio prepara el camino para su segunda venida.

La obra que Dios le dio a su Iglesia puede ser comparada con la tarea asignada a un “atalaya”. ¿Qué significa esto?

“Vino a mí palabra del Eterno, diciendo: Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo, y diles: Cuando trajere yo espada sobre la tierra, y el pueblo de la tierra tomare un hombre de su territorio y lo pusiere por atalaya, y él viere venir la espada sobre la tierra, y tocare trompeta y avisare al pueblo, cualquiera que oyere el sonido de la trompeta y no se apercibiere, y viniendo la espada lo hiriere, su sangre será sobre su cabeza. El sonido de la trompeta oyó, y no se apercibió; su sangre será sobre él; mas el que se apercibiere librará su vida.

“Pero si el atalaya viere venir la espada y no tocare la trompeta, y el pueblo no se apercibiere, y viniendo la espada, hiriere de él a alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de mano del atalaya.

“A ti, pues, hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte.

“Diles: Vivo yo, dice el Eterno el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” (Ezequiel 33:1-7, 11).

Un atalaya debía emitir un sonido de advertencia cada vez que veía algún peligro que amenazaba al pueblo. Hoy en día, la Iglesia de Dios cumple el rol espiritual de “atalaya”. Esto explica en parte por qué la profecía es tan importante y por qué Dios quiere que su Iglesia enseñe y predique sus profecías. Dios no quiere “que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).

Ponga esto en práctica ahora mismo

Lea los capítulos 3 y 4 de Jonás y vea las lecciones espirituales que puede aprender. Debido a que los elementos básicos de una historia como esta la han convertido en un cuento para niños, la gente a menudo se olvida de leerla con seriedad. Este es un buen ejemplo de una profecía condicional (vea Jeremías 18:7-10). Jonás le dijo a la gente de Nínive que si no se arrepentía de sus pecados dentro de 40 días, Dios destruiría la ciudad.

Pero esa historia tuvo un final feliz. Los ninivitas sí se arrepintieron, y Dios protegió la ciudad por muchos años. En el mismo relato usted verá cómo Jonás tuvo que aprender algunas lecciones de manera difícil.

Escriba la lección principal que Dios le enseñó a la gente de Nínive y la lección principal que le enseñó a Jonás. ¿Cuáles son las lecciones principales que él le está enseñando a usted a través de la profecía?