Mi hija quiere abortar; ¿qué debo hacer?
Considere este consejo del apóstol Pablo: “Si otro creyente está dominado por algún pecado, ustedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto” (Gálatas 6:1, Nueva Traducción Viviente).
Esto define el enfoque que debe tener con su hija. Aunque nunca pudiera perdonarla por decidir abortar, no la condene. Cristo mismo dijo: “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (Juan 3:17).
Debe estar agradecido de que le haya contado lo que está pensando, y tal vez aún haya esperanza de que decida no abortar. Esta es su oportunidad de mostrarle el carácter de Dios en usted, mientras que sutil y humildemente trata de ayudarla a tomar la decisión correcta.
Este sería un buen momento para orar y pedirle a Dios ayuda y gracia para hablarle con amor a su hija. Ore para tener la oportunidad de hacerle ver por qué su decisión de abortar no es lo que Dios quiere.
Como ella le ha hablado de sus intenciones, quiere decir que confía en usted y ahora debe aumentar esa confianza. Dios no nos obliga a tomar las decisiones correctas. En cambio, nos conduce a la verdad por su Espíritu. Como dijo Jesús, el Espíritu “os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13). Del mismo modo, debe guiar a su hija a la decisión correcta sin imponerle su voluntad.
Con una actitud amable y humilde, intente que le cuente más sobre su situación. Puede hacer preguntas como: “¿Cuándo supiste que estabas embarazada?”, “¿Lo sabe el padre?” Préstele toda su atención y permítale hablar. Este no es el momento de decirle a su hija qué hacer sino de asegurarle que está dispuesto a apoyarla y que comprende la seriedad de su decisión. Ella necesita sentir que quiere ayudarla a sobrellevar esta crisis.
Deje que ella le cuente, mientras le hace preguntas, cómo llegó a la decisión de abortar a su bebé. Puede hacerle preguntas sobre cómo se siente acerca de hacerse un aborto y si ha pensado en otras opciones.
Como su padre, tiene un gran interés en que su hija tenga a su bebé. Puede hablarle de sus sentimientos sobre la vida que lleva en su vientre, pues ese es su nieto. Pero recuerde, usted quiere ayudarla, así que no deje que sus emociones influyan en las de ella.
Es probable que esté muy preocupada por su futuro, ya que un hijo afectaría enormemente su vida. Hay otras opciones además del aborto, y puede animarla a examinarlas. Existen centros de alternativas al aborto que ofrecen orientación al respecto. Ofrézcale su ayuda para evaluarlas.
Su hija sabe que usted es una persona de fe, así que cuando sea el momento adecuado puede ayudarla a ver el panorama general del plan de Dios para la humanidad. Sabemos que Dios nos creó y que cada vida tiene el potencial de convertirse en un hijo inmortal suyo. David escribió muy elocuentemente sobre la creación de Dios: Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras” (Salmo 139:13-14). Sabemos que Dios da vida, y la vida le pertenece a Dios: “Él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hechos 17:25).
Que su hija le confíe sus planes de abortar a su bebé puede causar perturbación y muchas emociones. Usted sabe que no es correcto y ella también puede tener dudas sobre su decisión, pero agradezca que acudió a usted para contarle. Esta es una oportunidad para permitir que el amor y la misericordia de Dios se manifiesten en usted. Con oración, con la ayuda de su Espíritu, y con un enfoque amable y respetuoso, puede brindarle gran consuelo y ayuda a su hija mientras intenta rescatarla a ella y a su bebé. Demostrarle su profunda preocupación y amorosa atención puede ayudarla a ver que un aborto no es lo que Dios quiere de ella, y que él la apoyará en su decisión de hacer su voluntad.
No puede obligar a su hija a tomar la decisión correcta, la de elegir la vida. Puede guiarla con gentileza, pero nunca podrá decidir por ella. Independientemente de lo que ella decida, confíe en que Dios tiene el control de las cosas y es profundamente misericordioso. Incluso todos los que pecan pueden buscar y encontrar el perdón, y en su reino los que hayan muerto volverán a vivir. Por fin él corregirá todo mal y “enjugará toda lágrima” de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4). La práctica pecaminosa del aborto ya no será esa horrible mancha en el mundo porque todos los pueblos de la Tierra sabrán el gran valor que Dios le da a la vida. ¡Que venga pronto el Reino de Dios!
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