Los festivales anuales de Dios
¿Por qué la mayoría de los cristianos evitan las fiestas que Dios le ordenó a Israel observar en Levítico 23 y otros pasajes? Después de todo, las Escrituras muestran que estas fiestas serán observadas por toda la humanidad cuando Jesucristo regrese (vea Zacarías 14:16; Isaías 66:23; Hebreos 8:10). Aun así, muchos cristianos las consideran simples fiestas judías o francamente anticuadas.
¿Qué pasaría si usted descubriera que Dios claramente espera que sus fiestas sean observadas? ¿Las guardaría? Tal vez le sorprenda enterarse de que a lo largo de las Escrituras estas fiestas están continuamente relacionadas, desde el momento en que fueron proclamadas como ley hasta el mismo libro del Apocalipsis.
A pesar de que el apóstol Juan lo escribió, el verdadero autor de Apocalipsis es Jesucristo, que actuó de parte de Dios el Padre (Apocalipsis 1:1). Este libro final de la Biblia revela lo que Dios, a través de Cristo, ha llevado a cabo en los últimos 2000 años, lo que está haciendo hoy y lo que hará en el futuro (Hebreos 1:2; Apocalipsis 11:17-18; Zacarías 14:16).
Cristo profetizó que las fiestas de otoño descritas en Levítico 23:23-39, es decir, la Fiesta de Trompetas, el Día de Expiación, la Fiesta de Tabernáculos (de siete días) y el Octavo Día que le sigue serán cumplidas en las últimas partes de Apocalipsis. ¿Debería usted observar estas fiestas hoy en día?
¿Guarda su iglesia las fiestas que Jesús observó?
New Catholic Encyclopedia (Nueva Enciclopedia Católica) nos dice que Jesús, los apóstoles y los cristianos del primer siglo en realidad observaron las fiestas “judías” antiguas, no la Navidad ni Semana Santa.
“Los primeros cristianos no se desasociaron inmediatamente de la observancia de las fiestas judías. Muchas referencias en el NT [Nuevo Testamento] indican que Jesús y sus discípulos, como también las primeras comunidades cristianas palestinas [las de Judea y Galilea], observaban el sábado y las principales fiestas anuales” (1967, vol. 5, p. 867, “Early Christian Feasts” [Las primeras fiestas cristianas], énfasis nuestro en todo este artículo).
Estas declaraciones son bíblicamente correctas. Sin embargo, lo que sigue no lo es. Note cuidadosamente cómo esta fuente católica justifica los cambios que se le hicieron al sábado y las fiestas anuales:
“Sin embargo, esta observancia había sido investida por Cristo de una nueva dimensión, ya que él proclamó su propia superioridad sobre la Ley y la orientó a los eventos escatológicos [o del tiempo del fin]. Le correspondió a San Pablo proclamar la independencia de los cristianos del calendario judío (Col. 2:16), y con la caída de Jerusalén y el crecimiento de la Iglesia fuera de Palestina, la observancia de los festivales judeo-cristianos cesó a excepción de algunos grupos sectarios” (ibíd.). Esta razón es confusa y equivocada.
Jesús nunca hubiese podido ni querido cambiar las leyes de Dios en cuanto a los sábados semanales o anuales que se encuentran en Levítico 23, y no lo hizo. Él operaba en perfecta armonía con su Padre Santo, llevando a cabo su voluntad y terminando su obra (compare con Juan 9:4; 17:4, 21), y continúa siendo el mismo a través del tiempo (Hebreos 13:8). Si él hubiese cambiado la ley de Dios, incluyendo el cuarto mandamiento acerca del sábado en Éxodo 20:8-11 y la delineación del tiempo santo, él hubiese pecado (1 Juan 3:4), y no hubiésemos tenido un Salvador (vea 1 Pedro 2:22; 2 Corintios 5:21).
Recuerde la apasionada y certera declaración de Jesús a sus discípulos en cuanto a la ley de Dios y el sábado: “No crean ustedes que yo he venido a suprimir la ley o los profetas; no he venido a ponerles fin, sino a darles su pleno valor” (Mateo 5:17, Dios Habla Hoy). Él luego dijo: “Pues les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, no se le quitará a la ley ni un punto ni una letra, hasta que todo llegue a su cumplimiento” (v. 18, DHH).
Por otro lado, el apóstol Pablo no abolió ni revocó las leyes de Dios en Colosenses 2:16, como sostiene la fuente anterior. Pablo dijo aquí: “Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo”.
Comúnmente se cree que él les estaba diciendo a los cristianos en Colosas que ignoraran las críticas de los judíos por no seguir las observancias judías. Pero la realidad es que era exactamente lo opuesto. Esta era una congregación gentil que no había participado en tales observancias anteriormente. La verdad es que Pablo les estaba diciendo a los cristianos convertidos que ignoraran los reproches externos por la forma en que ahora observaban estas ocasiones.
Como vimos, New Catholic Encyclopedia identifica a quienes continuaron observando las fiestas bíblicas como sectarios, es decir, como grupos pequeños de mente cerrada que no siguen las enseñanzas de una organización religiosa predominante.
Sin embargo, Jesús dijo que su Iglesia sería pequeña: “. . . porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:14). Él además dijo que honraría a quienes lo honraran (Juan 12:26) y llamaría grandesa aquellos que hacen su voluntad y enseñan a otros a hacer lo mismo (Mateo 5:19).
Muchos cristianos en la actualidad prefieren un cristianismo cómodo y conformista, libre de persecución. Compare tal enfoque con las enseñanzas de Jesús: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20).
¿Observa su iglesia las fiestas que Jesús y sus discípulos observaron?
¿Cuáles son las fiestas del Nuevo Testamento?
Al considerar esto, examinemos la observancia de las fiestas en el Nuevo testamento, y luego veamos la correlación en Apocalipsis.
La referencia católica citada anteriormente admite que Jesús, los apóstoles y la Iglesia primitiva observaron en el Nuevo Testamento las fiestas de Dios del Antiguo Testamento descritas en Levítico 23. Las primeras tres: Pascua, Panes in Levadura y Pentecostés, se observan en la primavera en la tierra de Israel. Las últimas cuatro ocurren en la transición de fines del verano a principios de otoño (en el hemisferio norte): Trompetas, Expiación, Tabernáculos y el Octavo Día. Identifiquemos todas estas en el Nuevo Testamento según su progresión lógica.
Jesús murió el día de la Pascua, y el apóstol Pablo exhortó a la Iglesia de Corinto a guardar la Pascua y la fiesta de los Panes sin Levadura que venía después: “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta,no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:7-8).
Lucas, quien escribió uno de los cuatro evangelios y el libro de Hechos, usó la fiesta de los Panes sin Levadura como una significativa marca cronológica: “Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a prender también a Pedro. Eran entonces los días de los panes sin levadura” (Hechos 12:3).
Después de la resurrección de Jesús, sus discípulos guardaron la Fiesta de Pentecostés (Hechos 2:1), el mismo día que recibieron el don del Espíritu Santo. Muchos cristianos observan esta fiesta en la actualidad, al menos de nombre. (La fiesta no se llamaba Pentecostés en su descripción en Levítico 23:15-22. Sin embargo, el nombre fue tomado de una palabra que aparece aquí en el versículo 16 en la traducción griega del Antiguo Testamento y que significa “cincuenta” en la frase “contaréis cincuenta días”; esto significa contar cincuenta desde una ofrenda de grano anterior, para determinar cuándo se debía observar esta fiesta).
La Fiesta de Trompetas no está mencionada específicamente en el Nuevo Testamento, pero el fuerte sonido de trompetas como heraldo de la segunda venida de Cristo sí lo está. El libro de Apocalipsis habla de siete trompetas tocadas por ángeles que señalan el retorno de Cristo. Y en 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4 se afirma que Jesús vendrá y sus seguidores serán resucitados a la última trompeta. Tiene mucho sentido que los primeros cristianos hayan observado este festival en anticipación de estos eventos futuros.
Lucas presenta al apóstol Pablo refiriéndose al Día de Expiación, un día de ayuno obligatorio, como un marcador de tiempo, un día que aún encierra mucho significado para los cristianos. “Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba . . .” (Hechos 27:9). Esta ocasión también anticipaba acontecimientos futuros, como veremos.
Pablo parece referirse a la Fiesta de Tabernáculos cuando partió de Efeso: “Es necesario que en todo caso yo guarde en Jerusalén la fiesta que viene;pero otra vez volveré a vosotros, si Dios quiere”(Hechos 18:21). El hecho de que Pablo no haya nombrado la fiesta puede haberse debido a que estaba siguiendo la costumbre de referirse a la Fiesta de Tabernáculos simplemente como “la Fiesta”, ya que era la mayor de todas en cuanto a festividades porque celebraba la cosecha de fin de año (vea Deuteronomio 16:16-17; Levítico 23:39).
Cuando Jesús retorne, todas las naciones serán obligadas a observar este festival: “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”(Zacarías 14:16).
La verdadera grandeza de esta fiesta es lo que representa: la gran cosecha espiritual de seres humanos bajo el reinado de Jesucristo, cuando todas las naciones serán guiadas a la salvación.
El Octavo Día, que tiene lugar inmediatamente después de los siete días de la Fiesta de Tabernáculos, es una fiesta separada y distinta, la última de las siete fiestas anuales. Pero aunque diferente, continúa el tema de los siete días previos. Este Octavo Día representa el edénico ambiente global en el que se ofrecerá la salvación a las mayores multitudes de seres humanos jamás vistas, cuando todos los que hayan vivido sin un conocimiento apropiado serán resucitados para recibir la instrucción de la verdad de Dios y también la oportunidad de ser salvos. Su Biblia se refiere a este periodo como el juicio ante el gran trono blanco (Apocalipsis 20:11-13).
El número siete en las Escrituras simboliza finalización, mientras que el ocho significa ir más allá: algo rebosante, “superabundante” (E.E. Bullinger, Number in Scripture [Números en las Escrituras], 1979, p. 196, “Eight” [“Ocho”]). La salvación de miles de millones de personas en el futuro encaja en este simbolismo (vea Ezequiel 37:18-25), que se refiere a Israel como el primer grupo que será salvo, pero la Escritura también incluye a los gentiles (Romanos 9:22-26).
El hecho es que esta fiesta y todas las fiestas bíblicas fueron y son muy significativas para todas las naciones, no solamente para los judíos. Fueron observadas por Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia cristiana primitiva, tal como confirma New Catholic Encyclopedia, y serán observadas también durante el reino venidero de Cristo sobre toda la Tierra.
Sin embargo, la mayoría de las iglesias actuales no reconocen estas celebraciones que se encuentran en las Escrituras y a cambio las sustituyen por otros días de adoración enraizados en religiones falsas. Como Jesús advirtió a los líderes religiosos de su tiempo, “Pues en vano me honran,enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” (Marcos 7:7).
Tiempo de guerra y de acercarse a Dios
Los últimos capítulos de Apocalipsis muestran el cumplimiento de las cuatro fiestas de otoño que se encuentran en Levítico 23. Como ya se mencionó, la Fiesta de Trompetas representa los calamitosos eventos que precederán el retorno de Jesucristo y la resurrección y transformación de los suyos a gloria inmortal.
En el antiguo Israel se tocaban trompetas como alarma en caso de guerra (Jeremías 4:19). Las siete trompetas de Apocalipsis advierten a la humanidad que Cristo está regresando para hacer guerra a los tiranos asesinos y salvar a la humanidad de sí misma, y “destruir a los que destruyen la tierra” (Apocalipsis 11:18; compare con Juan 18:36).
En Apocalipsis 8 vemos ángeles que tocan las siete trompetas finales, las cuales cumplen con el significado de la Fiesta de Trompetas: “Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas . . . Y los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas” (vv. 2, 6). En Apocalipsis 8 se tocan cuatro trompetas, y la quinta y la sexta en el capítulo 9.
La séptima y final trompeta es tocada en Apocalipsis 11:15, junto con anunciar que los reinos del mundo quedarán bajo el dominio del Reino de Dios. ¡Estas son maravillosas noticias! En los tiempos bíblicos también se tocaban trompetas para celebrar ocasiones alegres, como la coronación de reyes, por ejemplo. También se nos dice que a continuación, “el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).
No obstante, mientras tiene lugar este acontecimiento tan gozoso se producirán siete postreras plagas y más guerras. Bajo la dirección del demonio, las fuerzas de dos inmensos poderes militares, la bestia (Apocalipsis 13:1-8) y los reyes del oriente (Apocalipsis 16:12-14), se reunirán en la tierra de Israel. De allí marcharán a Jerusalén para pelear contra Jesucristo que regresa, pero como se describe en Zacarías 14 y Apocalipsis 19, perderán la batalla.
Esto nos lleva al siguiente festival, el Día de Expiación. La eliminación de los enemigos humanos será seguida por el derrocamiento de las fuerzas espirituales malignas que influencian al mundo.
Como mencionamos anteriormente, el Día de Expiación es un día de ayuno (Levítico 23:27-28, 32). Dios ordena a su pueblo que ayune y ore para enfocar su fe en la liberación que él les concederá de los espíritus malignos que rondan la Tierra (vea Mateo 17:21, 1 Pedro 5:7; Efesios 6:12, Job 1:7; Mateo 4:8-9).
El Día de Expiación se cumple en Apocalipsis 20: “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:1-3).
El encarcelamiento de Satanás y sus demonios es un aspecto muy importante del cumplimiento del Día de Expiación, y encaja perfectamente con la ceremonia de desterrar un macho cabrío al desierto. Una vez que estos espíritus maléficos desaparezcan, se producirá un arrepentimiento general de la humanidad y la paz comenzará a extenderse por todo el mundo (Isaías 14:5-7). Esto nos lleva al cumplimiento de la Fiesta de Tabernáculos.
Paz y gozo inundarán al mundo
La Fiesta de Tabernáculos representa un futuro huerto del Edén (vea Amós 9:13; Ezequiel 36:35). Por primera vez en la historia del hombre, todas las naciones prosperarán en paz bajo el gobierno de Jesucristo y sus santos (es decir, sus seguidores en esta era, que ya para entonces habrán sido glorificados como seres espirituales). Fíjese en el resumen que hace Cristo de este cumplimiento en Apocalipsis 20:4-6: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar [vea 1 Corintios 6:2-3; Apocalipsis 2:26] . . . los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años [en cumplimiento del Octavo Día].
“Esta [al comienzo de los mil años, cuando Cristo regrese] es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”(vea también Apocalipsis 5:10).
Al final de estos mil años Satanás será liberado por un breve periodo, durante el cual instigará una rebelión final contra Dios. Pero Dios mandará un fuego que consumirá a todos los que participen. A continuación, Satanás y sus demonios serán arrojados al lago de fuego y sacados del panorama para siempre (Apocalipsis 20:7-10).
Enseguida, justo después del breve periodo de rebelión de Satanás, viene el juicio del gran trono blanco, simbolizado por el Octavo Día. Como dijimos, el Octavo Día sigue a continuación de los siete días de la Fiesta de Tabernáculos. Este día “extra” puede parecer solo una extensión de la Fiesta de Tabernáculos, sin embargo, ¡es una fiesta distinta y separada que simboliza un tiempo de salvación para miles de millones de personas!
Dios proclamó el Octavo Día como una ocasión para que su pueblo se congregara ante él: “Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta al Eterno por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo”(Levítico 23:39).
Según el relato de Juan, la imagen que describe Cristo en cuanto al cumplimiento del festival del Octavo Día encaja perfectamente aquí: “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios [compare con Ezequiel 37:1-14]; y los libros fueron abiertos [libros de la Biblia abiertos para impartir entendimiento y como fundamento para juicio].
“Y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida [Filipenses 4:3]; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras [a lo largo de un periodo de tiempo después de que Dios les revele su verdad; vea Juan 12:47-48]. Y el mar entregó los muertos que había en él [resurrección a vida física según muestra Ezequiel 37:1-14]; y la muerte [un gran enemigo, 1 Corintios 15:26, 54] y el hades [la tumba] entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras”(Apocalipsis 20:11-13; Santiago 2:20-26, respecto a la fe y las obras).
Note que el juicio aquí no es una sentencia inmediata, sino una evaluación de las nuevas vidas de aquellos que resuciten, tal como los que pertenecen a la Iglesia de Dios actualmente están siendo juzgados durante el curso de sus vidas (compare 1 Pedro 4:17).
¿Guardará usted las fiestas que Cristo guardó?
Considerando la gran importancia del cumplimiento de las últimas cuatro fiestas, la gran pregunta es, ¿guardará usted las fiestas que Jesús guardó? La mayoría de los que se identifican como cristianos no lo hacen, al menos no por ahora. Pero en el futuro, todos deberán hacerlo. Todas las fiestas de Dios serán observadas después de que Cristo establezca el Reino de Dios sobre la Tierra, de acuerdo al simbolismo de la Fiesta de Tabernáculos.
Las fiestas de otoño ordenadas por Dios en Levítico 23 son cumplidas en los últimos capítulos de Apocalipsis. Ojalá que usted escuche y obedezca el llamado de Dios a observar sus festivales, que son parte de la condición de obediencia que él le ha impuesto a usted y a todos los seres humanos para que puedan ser parte de su plan de salvación — ¡tanto ahora como por la eternidad!