Los canarios están dejando de cantar
El estado de Colorado [EE. UU.], donde vivo, es muy conocido por su historia minera. A finales del siglo xix y principios del xx se extrajeron en todo el estado incontables millones de dólares en oro, plata y otros metales preciosos, y también materiales útiles como el carbón. Como soy muy aficionado a la historia, he explorado varias de estas antiguas minas de oro y plata.
Algunos mineros se hicieron ricos. En su mayoría no tuvieron tanta suerte, pero aun así podían ganar un sueldo suficientemente bueno para vivir en esa época. Sin embargo, la minería tenía sus peligros; entre ellos, los peores eran los derrumbes y hundimientos de las minas. Estas a veces se inundaban cuando los mineros abrían accidentalmente una brecha en unacorriente subterránea o un depósito de agua. Además, los explosivos necesarios para romper la roca eran un riesgo permanente.
Pero había un peligro particularmente amenazador: los gases venenosos, como el metano y el monóxido de carbono. Y como este peligro era silencioso e invisible, podía afectar a los mineros de forma repentina y sin previo aviso. En un momento todo estaba bien, y al siguiente estaban inconscientes o muertos.
Para hacer frente a esta riesgosa posibilidad, los mineros idearon una ingeniosa solución: llevaban canarios enjaulados a las profundidades de la mina. Los canarios, haciendo lo que hacen los canarios, piaban y cantaban alegremente mientras los mineros trabajaban.
Su canto indudablemente mejoraba las condiciones de trabajo, pero también hacía las veces de sistema de alerta, porque cuando dejaban de cantar era porque se habían desmayado o habían muerto a causa de los gases tóxicos o la falta de oxígeno. Al ser más pequeños se veían afectados más rápidamente, y los mineros sabían que debían escapar inmediatamente de la peligrosa situación o perderían la vida.
Esta práctica dio origen a la expresión “un canario en la mina de carbón”, que llegó a convertirse en metáfora de una advertencia de peligro que, en caso de ser ignorada, podía resultar fatal para una persona y quienes la rodeaban.
Últimamente he meditado mucho sobre esta particular metáfora. ¿Por qué? Porque pareciera que sin importar a dónde dirijo mi atención, los canarios ya no cantan. Su parloteo y alegres gorjeos se están apagando, y el silencio es cada vez más ensordecedor.
La gente presiente algo siniestro. He estudiado la historia por largos años, pero nunca he visto una época como esta. Las actuales condiciones económicas parecen una combinación de un retorno a la desastrosa inflación y estanflación de los años setenta y el periodo que condujo a la Gran Depresión de los años treinta.
El panorama internacional, con Europa sumida en el caos, la invasión de Rusia a Ucrania y la consiguiente agitación mundial que ello ha provocado, a lo que se agrega la creciente agresión de China contra Taiwán y otros vecinos del Pacífico, trae a la memoria la aterradora época inmediatamente anterior a la conflagración de la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron decenas de millones de personas.
La creciente escasez de alimentos nos recuerda las graves hambrunas de hace varias décadas. El empeoramiento de la crisis energética es algo que hasta donde podemos recordar nunca se había visto, ya que estados, regiones y naciones están experimentando apagones continuos que podrían provocar miles de muertes por sobrecalentamiento y congelación.
¿Qué hay detrás de esta creciente tormenta de problemas en tantos frentes simultáneos?
El nombre de esta revista, Las Buenas Noticias, está tomado de una fuente noticiosa específica, pero ampliamente ignorada. Esa fuente noticiosa es la Biblia, más concretamente, la profecía bíblica. El eslogan de Las Buenas Noticias es “Una revista de comprensión bíblica”, y se basa en el entendimiento de la profecía bíblica que Dios da a sus siervos (Amós 3:7).
La profecía bíblica revela que se avecina una tormenta como ninguna otra en toda la historia de la humanidad (Mateo
24:21-22) y que tomará a la mayoría de la gente por sorpresa. Como predijo el apóstol Pablo, “cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Tesalonicenses 5:3).
¿Por qué se acerca esta tormenta? Dios nos dice en Isaías 30:12-14: “Dado que ustedes desprecian lo que les digo pero más bien confían en la opresión y en las mentiras, la calamidad caerá sobre ustedes de repente, como una pared pandeada que explota y se cae. En un instante, se desplomará y se derrumbará. Ustedes serán aplastados como una vasija de barro, hechos añicos de una manera tan completa que no habrá un pedazo lo suficientemente grande para llevar los carbones de una hoguera ni un poco de agua del pozo” (Nueva Traducción Viviente).
Las señales de advertencia de la tormenta que se avecina son cada día más evidentes, pero la mayoría de la gente desprecia la Palabra de Dios y confía en la mentira.
Escuche atentamente: ¿Siguen cantando los canarios, o se están callando uno a uno? ¿Está usted prestando atención? Su vida, tanto física como eterna, depende de ello. Multitudes de personas serán sorprendidas por lo que se avecina, pero eso no tiene por qué incluirlo a usted.