Lo que debes saber sobre la dopamina
Para nuestros lectores jóvenes
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¿Has oído hablar de la dopamina? Algunas personas la llaman la sustancia química “del placer”, pero esto no es del todo exacto. La dopamina es una sustancia química que el cerebro produce y libera entre las células cerebrales cuando se hacen ciertas cosas. Comprender cómo funciona puede ayudarte a sortear los obstáculos para encontrar la felicidad verdadera y duradera.
Desencadenantes y ansias por obtener más
Muchas actividades pueden gatillar una liberación adicional de dopamina: ingerir azúcar, practicar deportes, navegar por las redes sociales, ver películas, jugar videojuegos, consumir drogas, beber alcohol, ver pornografía, etc. Diferentes actividades provocan la liberación de diferentes cantidades de dopamina, pero cuando esto ocurre, esta sustancia le da a la persona un pequeño estímulo. Durante un breve periodo se siente un poco más feliz, un poco más emocionada o simplemente un poco menos aburrida.
Esto no siempre es malo. La dopamina te da el impulso para trabajar duro, porque sabes que al concluir tu tarea te sentirás realizado. Además, te motiva a querer más para ti, para tu vida o para tu familia.
Sin embargo, ahora tenemos acceso a más desencadenantes de dopamina que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Este es el problema: el cerebro nunca está satisfecho. Siempre nos dice: necesitas más. La dopamina nunca produce sentimientos de alegría, satisfacción o paz. Las notificaciones en el teléfono, Netflix en el televisor, los videojuegos en la habitación . . . Todo esto desencadena una liberación constante e intensa de dopamina en el cerebro, que nos dice que sigamos haciendo esas cosas una y otra vez, pero que nunca produce verdadera felicidad o satisfacción.
Satisfacción inalcanzable
Proverbios 27:20 nos dice que “los ojos del hombre nunca están satisfechos”. Esta es una descripción perfecta del ciclo de la dopamina en nuestro cerebro. Si solo procuramos el deseo, el placer y el entretenimiento, nunca lograremos satisfacción porque este no es el propósito de la dopamina.
Salomón escribió lo siguiente en el libro de Eclesiastés: “No negué a mis ojos ningún deseo ni privé a mi corazón de placer alguno. Mi corazón disfrutó de todos mis trabajos. ¡Solo eso saqué de tanto afanarme! Luego observé todas mis obras y el trabajo que me había costado realizarlas. Vi que todo era vanidad, un correr tras el viento, y que no había provecho bajo el sol” (Ecl. 2:10-11, Nueva Versión Internacional).
Buscar el placer de la dopamina no es satisfactorio ni produce verdadera alegría o bienestar a largo plazo. Con el tiempo, el cerebro se acostumbra a los altos niveles de dopamina que se libera constantemente. En consecuencia, comienza a sentirse mal si uno deja de chequear las redes sociales o jugar videojuegos. Las cosas que normalmente nos dan un poco de satisfacción, como pasar tiempo con la familia, caminar en la naturaleza o resolver problemas difíciles, dejan de ser placenteros.
Estos cambios son especialmente influyentes en los cerebros adolescentes, que siguen experimentando cambios significativos al menos hasta los 25 años. El cuerpo humano nunca está satisfecho con la dopamina, porque el propósito de esta es motivarlo a actuar y alcanzar metas, no el de crear una paz duradera.
La distracción que brindan las redes sociales o los videojuegos en realidad se reducen a una cosa: a la emoción y energía instantáneas que provocan un aumento brusco de dopamina en el cerebro, lo cual es mucho más fácil lograr que esforzarse por encontrar paz y satisfacción.
A corto plazo la distracción y el escape son fáciles y placenteros, pero terminan haciéndote más sensible al dolor. Cada vez te será cada vez más difícil sentirte bien, porque tu cerebro requerirá más y más dopamina para sentir placer.
Por otro lado, si estás dispuesto a moderar y poner límites a la cantidad de dopamina que buscas durante el día, permitirás que tu cerebro produzca otras sustancias químicas que te permitan sentirse satisfecho y alcanzar la verdadera felicidad.
Plan de acción
Entonces, ¿qué podemos hacer? Algo muy útil es formular un plan sobre cómo quieres que las redes sociales, los videojuegos, la televisión, etc., desempeñen un papel en tu vida. Si no tiene redes sociales, te sugiero que esperes para empezar. Las investigaciones demuestran que, con el tiempo, los adolescentes que las usan se vuelven menos felices.
Es importante que los adolescentes hablen con sus padres. Sé sincero con ellos sobre lo que ves a tu alrededor y sobre cómo otros adolescentes utilizan las redes sociales. Tus padres quieren que seas feliz, pero también necesitan mantenerte a salvo y ayudarte a desarrollar todo tu potencial durante tus años de adolescencia.
Si tienes redes sociales, sé honesto contigo mismo. ¿Hay cosas en las que desearías pasar menos tiempo, pero no puedes evitar? ¿Te sientes peor contigo mismo después de usar las redes sociales, ver demasiada televisión o jugar videojuegos durante demasiado tiempo?
Si es así, tendrás que diseñar ciertas reglas para moderar el uso que haces de tu tiempo. Esto no es solo para adolescentes: es importante que los adultos también lo hagan. Por ejemplo, podrías proponerte hacer del sábado semanal no solo un día de reposo, sino también de desconexión o pausa de los dispositivos digitales. O puedes limitarte a una cierta cantidad de tiempo en las redes sociales cada día. Pide ayuda a tu familia o amigos; no debes confiar solo en tu fuerza de voluntad para lograr esto.
En el caso que seas adolescente, pide a tus padres que te bloqueen el acceso al teléfono o a las redes sociales fuera del horario que juntos acuerden. También podrías eliminar por completo ciertas aplicaciones de redes sociales. Si hay alguna que tus padres consideran insegura o que está creando interacciones negativas o tentaciones, no vale la pena conservarla.
Este no es un proceso fácil. Por desgracia, es probable que incluso te sientas peor antes de ver alguna mejoría. Si pones en práctica algunas de estas técnicas, prepárate para experimentar sentimientos negativos durante un máximo de dos semanas.
Este es el tiempo que tu cerebro tarda en volver a la normalidad, y el malestar que sentirás se deberá a que él te está diciendo que no está recibiendo la dopamina que solía recibir. Aprovecha el tiempo en familia, los momentos en compañía de tus amigos, el contacto con la naturaleza y las actividades realmente satisfactorias como el arte, la música o los deportes.
Después de dos semanas, tu cerebro debería volver a producir dopamina como resultado de estas actividades productivas y saludables, y empezarás a sentirte mejor.
Cómo puedes recobrar el control para ser feliz
La cultura actual te dice que debes buscar lo que le hace sentir bien, ya sean las redes sociales, los videojuegos e incluso las drogas o el alcohol. Pero esas cosas solo brindan placer temporal y a largo plazo te hacen sentir peor. En nuestra sociedad actual hay que ser proactivos y moderar las actividades que liberan dopamina, como las redes sociales, para que no secuestren la capacidad de tu cerebro de sentir placer con actividades saludables.
Tienes que estar dispuesto a experimentar y sentir algunas emociones desagradables como aburrimiento, soledad, frustración e incomodidad, y resistir el impulso a buscar inmediatamente una vía de escape. Aislarnos de todo el dolor y la incomodidad, huir de ellos en lugar de enfrentarlos, solo acaba empeorando las cosas. A veces, comprender cómo funciona nuestro cerebro puede ayudarnos a recuperar el control de las conductas que sabemos que debemos reducir o eliminar.
El apóstol Pablo escribió: “He aprendido a estar satisfecho en cualquier situación en que me encuentre” (Filipenses 4:11, NVI). Él nos enseña que la verdadera paz no proviene de estímulos externos, sino de la satisfacción espiritual interna, y que esta se basa en la fe y confianza en Dios y la gratitud.
El Salmo 16:11 nos recuerda que Dios proporciona el camino hacia la satisfacción duradera y la verdadera alegría: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicia a tu diestra para siempre”. BN