La gran batalla para eliminar a Dios

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La gran batalla para eliminar a Dios

Nuestro mundo está pasando por muchos cambios bastante complejos e inquietantes. El Medio Oriente se encuentra en plena crisis por las guerras que libran algunas naciones en la zona, mientras los extremistas islámicos ejercen excesiva brutalidad y amenazan con destruir tanto a Europa como a los Estados Unidos.

Europa está en crisis. Rusia, junto con modernizar sus fuerzas militares, sigue aumentando su dominio y poder. China no se queda atrás y continúa expandiendo su influencia y control sobre ciertas regiones que en algún momento fueron protegidas por los Estados Unidos.

Esta nación norteamericana se está viendo obligada a retroceder como superpotencia global y líder militar, económico y político, mientras vemos cómo en su cultura los roles tradicionales del matrimonio, la familia y la identidad sexual experimentan una drástica redefinición.

¿Qué significa todo esto? ¿Dónde se encuentra Dios en este panorama, y cuál es su papel en este mundo actual?

Un tiempo de cambio y agitación

Cualquiera que mire a su alrededor puede darse cuenta de que algo muy grave está ocurriendo. Nuestro mundo ha dado un brusco giro y comenzado una era de cambio y gran agitación. Yo creo, honestamente, que estamos en un momento histórico semejante al que le tocó vivir a uno de los profetas de Dios, Habacuc. Él contempló el mundo de su generación y se inquietó al ver escenas que lo perturbaron mucho.

Habacuc vio guerras entre naciones y entre individuos; desigualdad social y perversidad a una escala que lo preocupó grandemente; la justicia para el pueblo se había corrompido y la ira y la violencia reinaban sin ningún freno. El mundo estaba muy convulsionado y los habitantes de su nación, Judá, que creían ser “una nación bajo Dios”, se hallaban bajo amenaza. Todo estaba cambiando, y para peor.

Cuando Habacuc oró a Dios acerca de lo que vio, él le respondió: “Observen las naciones; ¡mírenlas y asómbrense!Pues estoy haciendo algo en sus propios días,algo que no creerían aun si alguien les dijera”
(Habacuc 1:5, Nueva Traducción Viviente).

Estas palabras de Dios encajan perfectamente con lo que estamos viendo en la actualidad. Todos los días me entero de los últimos acontecimientos mundiales: leo tres periódicos en mi teléfono inteligente y veo reportes noticiosos de muchas partes del mundo en Internet y por lo menos un noticiero nocturno. Me considero un adicto a las noticias y, tal como usted, veo un mundo muy peligroso. Y esto me entristece muchísimo.

Me angustia y acongoja ver a quienes sufren a raíz de las injusticias, guerras y actos premeditados de maldad. Sin embargo, no dejo que mi angustia se convierta en desesperación; ¿por qué? Porque no he perdido la esperanza en la humanidad y su futuro. Permítame explicarle la razón.

El plan de Dios y su propósito

Yo sé que Dios tiene un plan para la vida humana. Toda la vida existe gracias a un Dios Creador, quien diseñó y planificó todo cuanto existe y luego lo hizo realidad mediante su voluntad divina.

Dios creó a todas las naciones de la Tierra a partir de un solo hombre, las estableció en sus lugares y determinó su ascenso y caída en el escenario mundial. De la misma manera, él está dirigiendo la historia hacia su culminación planificada de antemano. Los acontecimientos de nuestro mundo actual
–como los que ocupan los titulares del Medio Oriente, Asia y Europa– están desarrollándose de acuerdo al plan que el Eterno diseñó antes de la fundación del mundo.

Cuando analizo nuestro mundo y lo comparo con el panorama descrito en la Biblia, encuentro un asombroso parecido entre ambos y me lleno de esperanza al darme cuenta de que lo que está aconteciendo ya fue profetizado. No me cabe duda de que hay un Dios que vigila las naciones de la Tierra y que su propósito se llevará a cabo.

Note lo que Dios nos dice acerca de su plan y propósito en Efesios 1: “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo.Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos . . .

“Ahora Dios nos ha dado a conocer su misterioso plan acerca de Cristo, un plan ideado para cumplir el buen propósito de Dios.Y este plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra.Es más, dado que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia de parte de Dios, porque él nos eligió de antemano y hace que todas las cosas resulten de acuerdo con su plan” (vv. 3-11, NTV).

¿Cuál es ese propósito?

A menudo leo este pasaje para no olvidar que la historia tiene un propósito. De hecho, ¡incluso todo el mal y el sufrimiento experimentado por las naciones y sus habitantes tienen una razón de ser! Al leer o escuchar las noticias, veo lo mismo que usted: cosas que me entristecen y enojan.

Cuando ocurren sin ninguna advertencia catástrofes naturales como tsunamis, terremotos y hambrunas, es difícil imaginarse el sufrimiento que tantos deben soportar. Se nos rompe el corazón por ellos, pero sabemos que es muy poco lo que podemos hacer para ayudarlos. Podemos donar dinero o bienes materiales y colaborar con las campañas de ayuda si ello está a nuestro alcance pero, al final, las naciones reconstruyen sobre los escombros y la vida continúa.

También vemos el inimaginable sufrimiento infligido a víctimas inocentes por las guerras y fechorías humanas. Nada me causa más dolor que ver a los refugiados escapando de los soldados armados que irrumpen violentamente en ciudades y naciones y desarraigan a poblaciones enteras.

No hay nada que yo pueda hacer para aliviar el sufrimiento a tal escala. No obstante, soy testigo de él tanto como usted y, francamente, su terrible magnitud es suficiente como para motivar a la gente a preguntarse si verdaderamente hay un Dios que ama a los seres humanos y se preocupa por ellos. La religión procura ofrecer respuestas, pero a veces ella misma contribuye al problema cuando se convierte en la causa principal de conflictos entre las personas. ¡No es nada extraño que a través de la historia la gente le haya dado la espalda a la religión y a Dios después de ver los problemas que aquejan a la humanidad en todo el mundo!

Pero leamos nuevamente Efesios 1:4: “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos” (NTV).

El amor imperecedero de Dios por la humanidad comenzó antes de la creación del mundo. La razón de que este planeta exista es que Dios amaba a los seres humanos y diseñó un ambiente que le permitiera crearlos a su imagen. ¿Por qué? Porque Dios quiere compartir su gloria con otros seres por toda la eternidad, en un ambiente familiar. Para poder llevar esto a cabo, él se valió de Jesucristo, mediante cuyo sacrificio y vida podemos llegar a ser santos y sin mancha ante Dios.

Este es el propósito de Dios, y como tal, es la información más vital que usted puede recibir. Entonces, ¿por qué no prestarle atención hoy mismo?

La batalla para eliminar a Dios

Seamos francos: actualmente se está librando una encarnizada batalla para eliminar a Dios y a la Biblia de todas las discusiones y escenarios públicos. Y aun cuando es cierto que la religión sigue prosperando en muchas partes del mundo, hay una creciente presión social y cultural para minar el conocimiento de Dios en la mente del público. La cultura moderna está atacando y excluyendo sistemáticamente al Creador.

Pero hay una razón detrás de los problemas que aquejan a nuestro mundo: no reconocemos ni entendemos plenamente a Dios.Mientras esta civilización carezca  del reconocimiento y comprensión adecuados del verdadero Dios, continuará experimentando interminables contiendas y sufrimientos. Este es el meollo de los problemas que nos aquejan.

Y aunque esta batalla ha estado librándose por miles de años, no va a terminar en victoria. Tal como Adán y Eva se escondieron de la presencia de Dios en el huerto del Edén, los seres humanos han rechazado su presencia guiadora en el mundo que él creó.

Pero hay buenas noticias: el deseo de Dios de compartir eternamente su gloria se hará realidad, y ningún obstáculo humano ni espiritual podrá impedirlo. Notemos una vez más lo que Dios dice en Efesios 1:10: “Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra” (NTV).

Nos estamos acercando a ese tiempo, cuando se llevará a cabo el grandioso plan de Dios de compartir la vida eterna con los seres humanos y toda la creación física se someterá a la autoridad de su Hijo, Jesucristo. Esta verdad es muy alentadora y reconfortante: Dios está a cargo, y la vida no es una casualidad. Él nos promete algo muy distinto al sufrimiento y la inseguridad que vemos por todos lados, pero para saber de qué se trata debemos empezar por entender quién y qué es Dios.

La humanidad se niega a aceptar a Dios

Actualmente el conocimiento de Dios no es bien recibido en muchos lugares. Leamos lo que el apóstol Pablo dijo acerca de esto en su epístola a los romanos:

“Pero Dios muestra su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y perversos, que detienen la verdad con su perversión.Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque él se la ha hecho evidente.Pues, desde la creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: su poder eterno y su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios” (Romanos 1:18-20, NTV).

Como Pablo demostró en este pasaje, los seres humanos tenemos razones de sobra para creer que Dios existe. Una mirada detallada y exhaustiva a lo que la ciencia ha descubierto sobre el universo provoca asombro y admiración, y nos hace darnos cuenta de que este no podría existir de no ser por la magnífica mente creadora y el poder de Dios. Muchos científicos admiten esta obvia verdad cuando observan el cielo y ven sus extraordinarias dimensiones y espléndido diseño.

Sin embargo, el ateísmo continúa ganando adeptos e influencia. En nuestros días, tal como en los de Pablo, la gente hace lo imposible por negar a Dios.

“Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y confusión.Afirmaban ser sabios pero se convirtieron en completos necios.Y, en lugar de adorar al Dios inmortal y glorioso, rindieron culto a ídolos que ellos mismos se hicieron con forma de simples mortales, de aves, de animales de cuatro patas y de reptiles” (vv. 21-23, NTV).

Aquí la Biblia muestra cómo la humanidad ha rechazado obstinadamente adorar a Dios. En el mundo antiguo, la idolatría tomaba la forma de ídolos de piedra, arcilla y madera que no podían ver, hablar ni escuchar. Nuestro mundo moderno tiene ídolos de diferente índole, entre los cuales el hombre ocupa un lugar preponderante: nos adoramos a nosotros mismos, nuestros poderes, intelecto y habilidades, mucho más que a Dios.

Cosechando lo sembrado

Pablo continúa: “Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas viles y degradantes entre sí.Cambiaron la verdad acerca de Dios por una mentira” (vv. 24-25, NTV).

Una de las verdades fundamentales de la Biblia es que Dios ha dejado que este mundo se las arregle solo. Él permite que los seres humanos hagan lo que les parezca en cuanto a religión, gobierno, filosofía y cultura, y que cosechen los frutos tanto buenos como malos de su existencia física.

A esto se debe que el progreso de la humanidad haya experimentado cambios tan extraordinarios a través de la historia. En la actualidad hemos creado un maravilloso mundo global gracias a los más espectaculares logros de la ciencia y la tecnología. Hemos hecho grandes avances para alargar la vida y mejorar su calidad. Vivimos en el periodo más próspero de la historia humana y, sin embargo, el estado espiritual de la humanidad deja al descubierto defectos que podrían empeorar rápidamente, al punto de amenazar con la extinción de todo ser vivo sobre este planeta. Lamentablemente, carecemos de la verdad espiritual.

“Por esa razón, Dios los abandonó a sus pasiones vergonzosas. Aun las mujeres se rebelaron contra la forma natural de tener relaciones sexuales y, en cambio, dieron rienda suelta al sexo unas con otras.Los hombres, por su parte, en lugar de tener relaciones sexuales normales, con la mujer, ardieron en pasiones unos con otros. Los hombres hicieron cosas vergonzosas con otros hombres y, como consecuencia de ese pecado, sufrieron dentro de sí el castigo que merecían” (vv. 26-27, NTV).

La definición bíblica del matrimonio y la familia está siendo cuestionada ante nuestros propios ojos. La moralidad es redefinida con cada año que pasa, e incluso alguna gente que afirma tener fe en las enseñanzas bíblicas está dispuesta a aceptar conductas y estilos de vida que la Biblia define como pecaminosos. De hecho, ¡la palabra “pecado” prácticamente ha desaparecido de las conversaciones sobre moralidad en el ámbito público!

Cuando la Escritura dice que “cambiaron la verdad de Dios por la mentira” (Romanos 1:25), es preciso entender que esto afecta la más profunda verdad espiritual acerca de Dios: él está desarrollando una familia, es decir, está reproduciéndose a sí mismo por medio de su creación humana.

“Por pensar que era una tontería reconocer a Dios, él los abandonó a sus tontos razonamientos y dejó que hicieran cosas que jamás deberían hacerse.Se llenaron de toda clase de perversiones, pecados, avaricia, odio, envidia, homicidios, peleas, engaños, conductas maliciosas y chismes.Son traidores, insolentes, arrogantes, fanfarrones y gente que odia a Dios. Inventan nuevas formas de pecar y desobedecen a sus padres.No quieren entrar en razón, no cumplen lo que prometen, son crueles y no tienen compasión.Saben bien que la justicia de Dios exige que los que hacen esas cosas merecen morir; pero ellos igual las hacen. Peor aún, incitan a otros a que también las hagan” (vv. 28-32, NTV).

Esta descripción del mundo romano del primer siglo tiene una asombrosa similitud con lo que vemos en nuestro mundo moderno. Lo desconcertante es esto: aquí, Pablo describe un mundo completamente pagano que no conocía al Dios de la Biblia — el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. En aquel tiempo era esperable un mundo así, ya que se hallaba completamente apartado del cristianismo y carecía de la revelación bíblica.

Pero observe nuestra moderna cultura “cristiana”, ¡que en muchos sentidos se parece muchísimo al mundo pagano de la Roma del primer siglo! En realidad, todavía vivimos en un mundo pagano como Roma, pero con todas las comodidades modernas.

El mundo “civilizado” de Occidente se ha embarcado en un peligroso sendero, y lucha desesperadamente por deshacerse de Dios y la Biblia. Esta es la causa de todas las interminables guerras culturales que vemos actualmente. El interrogante se reduce a esto: ¿Vamos a aceptar a Dios como fuente de nuestro conocimiento y vida, basando  nuestras vidas en su Palabra?

Guerra sin cuartel a la familia

Frente a todo esto, ¿qué necesitamos entender? Observamos nuestro mundo y nos damos cuenta de que no es mucho lo que podemos hacer para mitigar los grandes problemas; sin embargo, hay algo que sí podemos hacer en cuanto a nuestras propias vidas:aprender a manejar los desafíos que se nos presentan, y empezar a entender el propósito de nuestra vida.

Más arriba mencioné que el concepto tradicional del matrimonio y la familia hoy en día está siendo radicalmente transformado. Ambas instituciones han sido blanco de ataques durante mucho tiempo y desde múltiples frentes.

La revolución sexual de los años sesenta hizo colapsar las reglas culturales. La píldora anticonceptiva permitió el ejercicio de la inmoralidad sin consecuencias y esta,a su vez, condujo a crecientes tasas de divorcio. En los años setenta, el aborto se convirtió en un derecho legal [en los Estados Unidos] y pasó a ser solo otro hecho cotidiano.

Los pecados de la inmoralidad y el divorcio van de la mano, y han tenido un impacto devastador sobre el matrimonio. Mucho antes de la ola cada vez mayor de matrimonios del mismo sexo, la familia según Dios la diseñó ya había sido gravemente minada.

Todo esto ha contribuido a que seamos incapaces de ver el verdadero propósito de nuestras vidas. El hombre fue creado a la imagen de Dios para llegar a ser como él, mediante una resurrección y transformación a una existencia completamente nueva: la de la vida eterna, como seres divinos espirituales.

Sé que muchos de ustedes se consideran hijos de Dios y que lo ven a él como un Padre y desean una relación espiritual con él. Mi intención no es cuestionar su creencia, ¡pero su Biblia revela mucho más de lo que usted jamás haya escuchado o imaginado!

Cuando usted entienda lo que la Biblia verdaderamente dice acerca de por qué nacimos y por qué Dios puso al hombre en este planeta, se encontrará con algo increíblemente extraordinario.¡Su mente se abrirá a otra dimensión de conocimiento que cambiará radicalmente su vida!

Esta verdad bíblica es realmente asombrosa; sin embargo, hay personas que han leído la Biblia toda su vida y se han esforzado arduamente por vivir de acuerdo a sus enseñanzas, ¡y aun así no entienden plenamente lo que verdaderamente dice!

“Vosotros sois dioses”

Veamos unos cuantos conceptos bíblicos fundamentales que muestran en términos inequívocos la razón por la cual usted nació y el propósito y significado de su vida.

Juan 10 registra una ocasión en que Jesús hablaba con un grupo de judíos que creían conocer sus propias Escrituras. Ellos habían acusado a Jesús de blasfemia y querían apedrearlo por haber afirmado ser el Hijo de Dios (vv. 32-33).

En los versículos 34 al 36 Jesús los enfrenta citando el Salmo 82:6, donde dice: “Vosotros sois dioses”, aplicándolo a otros seres humanos. Además, les dijo que vieran las obras que hacía para que se convencieran de que Dios estaba trabajando en él, en la carne, sobre la Tierra. Cristo había venido al mundo como el Verbo de Dios, y el Padre trabajaba en él mediante un proceso divino que comenzaba a abrir el camino de la salvación a toda la humanidad (Juan 10:36-38).

Aquí, en este pasaje tan poco entendido, Jesús nos muestra la verdad fundamental del proceso de salvación y cómo podemos obtener vida eterna y vivir para siempre.

Jesús fue el Hijo de Dios que vino en la carne como Hijo del Hombre para vivir una vida de justicia perfecta. Él vino a morir como el Cordero de Dios, a fin de que la humanidad pudiera ser redimida del pecado y así tener acceso a Dios. Y también vino para ser resucitado a vida espiritual y sentarse a la diestra del Padre, para mostrarnos el camino a la salvación y que usted y yo pudiéramos tener la esperanza de la vida eterna y vivir para siempre en la familia de Dios.

Jesús hizo una declaración extremadamente importante al decir “Vosotros sois dioses”. Esta afirmación es muy profunda y, si uno toma en cuenta sus implicancias para nosotros, ¡tiene la facultad de cambiar nuestras vidas! Esto quiere decir que usted y yo podemos llegar a ser hijos de Dios, ¡y ser hijo de Dios específicamente significa convertirse nada menos que en un hijo legítimo y divino de la familia de Dios!

“¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él?”

El libro de Hebreos nos muestra aún más lo que Dios está haciendo como Padre Celestial. Nos dice que “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:2).

La herencia de Jesucristo es muy superior a la de los ángeles. Él ha heredado todas las cosas y ahora está sentado a la diestra de Dios. Jesús era Dios y se convirtió en carne para que pudiésemos compartir esa gloria y honor con él, distinción que nunca fue dada a los ángeles. Los seres humanos fueron creados con un propósito diferente: usted fue creado para heredar la salvación.

Hebreos 2:6 formula una pregunta clave a Dios: “¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él, o el hijo del hombre, para que le visites?” El autor de Hebreos aquí está citando el Salmo 8:4, y pregunta: “¿Qué es el hombre?” ¿Por qué Dios debería tener interés y preocupación por este montón de carne y huesos llamado hombre?

¿Por qué podría estar Dios interesado en su vida, o en la mía? ¿Se ha hecho alguna vez esta pregunta? ¡No me cabe duda de que sí! Seguramente se ha preguntado la razón de esta vida, si hay verdaderamente un Dios, y si él lo conoce a usted. Estas son las preguntas que nos hacemos especialmente en los momentos más aciagos de nuestras vidas, cuando estamos enojados o frustrados por las cosas que nos ha tocado vivir.

Hebreos 2:7 continúa citando el Salmo 8 para responder a esta pregunta: “Le hiciste [refiriéndose al ser humano] un poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos”.

La humanidad fue creada a imagen de Dios, lo cual nos distingue de los ángeles. Los seres humanos han sido colocados sobre la Tierra, y estamos aquí a fin de prepararnos para otra vida, mucho más grandiosa y eterna, ¡en la familia de Dios!

Hebreos 2:8 prosigue: “. . . pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas”. Tal como Jesucristo, quien ha heredado todas las cosas y ahora es Señor y Maestro, nosotros somos invitados a unirnos a él para compartir su herencia.

En el versículo 10 del mismo capítulo leemos: “Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos”.

¿Se dio cuenta de lo que dice? Dios está llevando a “muchos hijos a la gloria”. ¡Jesucristo es el perfecto capitán de nuestra salvación, y con su ayuda podemos convertirnos en hijos de Dios!

Usted fue creado con el potencial para llegar a ser un hijo divino de Dios y compartir la gloria de Jesucristo, lo cual él hizo posible mediante su resurrección. ¡Esta verdad puede hacer que su vida presente adquiera mucho mayor significado! ¡He aquí el propósito de su vida, el significado de ella, y la revelación del gran misterio!

“Toda familia en el cielo y en la tierra”

Vemos la confirmación de esta espectacular verdad en Efesios 3:14-15, donde Pablo escribe: “Por esta razón me arrodillo delante del Padre,de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra” (Nueva Versión Internacional).

El Padre y el Hijo son una familia, y están llevando a otros hijos de Dios a la gloria, para compartir con ellos su nombre familiar y su existencia. Por eso es que la familia –que según la definición bíblica consiste en un hombre y una mujer que tienen hijos y los crían hasta ser adultos en un ambiente amoroso y protegido– es tan importante para la humanidad y la preservación y el progreso de la civilización humana.

La alteración de este modelo y propósito mediante cualquier medio –inmoralidad, divorcio, matrimonio con alguien del mismo sexo, o cualquier otro diseño humano– priva a la humanidad del objetivo e intención divinos para la vida humana. Por eso es que hoy en día vemos tantos problemas sociales y culturales, y por eso es también que la vida, incluso la de usted, ¡puede parecer tan caótica y desconcertante!

No obstante, usted puede hacer algo por su vida. Puede hallar mucho más y empezar a vivir de acuerdo a la voluntad y finalidad de Dios para luego cosechar sus bendiciones.

Si usted realmente desea entender por qué las naciones están tan convulsionadas y por qué los titulares noticiosos anuncian tanta agitación, injusticia y maldad, grábese en la mente lo siguiente: Dios está midiendo a las naciones y pueblos de la Tierra, y no estamos cumpliendo con sus expectativas.

Vivimos en un momento histórico en el cual ciertos acontecimientos de gran importancia están transformando al mundo, ¡justo antes de que Dios intervenga para revelarle a la humanidad la plenitud de su gloria y de su plan!

Este es un buen momento para que usted examine su vida en relación al gran Dios y su eterno plan de redención para este mundo. Es tiempo de que cada uno de nosotros examine su vida ante la presencia de Dios. Es tiempo de alinearnos con el Eterno y de permitirle ser el Dios de nuestra vida en tiempo de juicio.

Dios juzgará a este mundo, y cuando lo haga, la gran batalla para deshacerse de él llegará a su fin. ¡Dios ganará, y su verdad llenará la Tierra como las aguas cubren el mar!

¡Que Dios apresure la llegada de aquel día, y que lo ayude a entender mejor el propósito que tiene para su vida!