Imagine un mundo así
Prácticamente toda la gente está de acuerdo en que el mundo en que vivimos ha cambiado en muchos aspectos en los últimos años. Se han abandonado normas sociales que existían desde hace siglos. Se están forjando alianzas que recuerdan los oscuros tiempos de la Guerra Fría. Las libertades que han sido el sello de las democracias modernas están siendo cuestionadas incluso en las mismas naciones que implementaron por primera vez esas libertades en el mundo.
Todos estos cambios generan confusión. ¿Qué está pasando? ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Qué clase de mundo heredarán nuestros hijos? Incluso en ámbitos que antes ni siquiera eran tema de discusión, tenemos que preguntarnos: “¿Cuál es la verdad?”
¿No sería estupendo que desapareciera el desbarajuste y todo el mundo viviera en paz y en perfecta armonía? ¿No sería estupendo que todo el mundo supiera la verdad sobre las cosas y que nuestros líderes mundiales tuvieran una misma mentalidad y se dedicaran a servir a las personas que les han sido confiadas, a mejorar sus vidas y a unirlas? ¿No sería estupendo saber que existen respuestas reales y viables a los problemas globales a los que nos enfrentamos hoy en día, y que se están implementando para hacer realidad el mundo que todos anhelamos?
Imagínese un mundo en el que existe unidad y felicidad universales, y en el que todos están motivados por el amor a los demás.
¡Acompáñeme a imaginar un mundo así!
Envisionemos un mundo de paz, seguridad y lealtad
Imagine un mundo en el que no hay guerras en ningún lugar de la Tierra. Ha habido ciertas ocasiones durante la historia de la humanidad en las que no se ha librado una guerra real, pero incluso en esos tiempos soplaban “vientos de guerra”, y naciones o tribus maquinaban cómo apoderarse de otras.
Imagine un mundo en el que el clima está perfectamente controlado. No habría huracanes, tornados ni incendios forestales dañinos y mortíferos, ni se hablaría de la subida del nivel del mar o del aumento de las temperaturas que pueden amenazar la existencia de la humanidad.
Imagine un mundo en el que han desaparecido enfermedades tan temidas como el cáncer, las cardiopatías, las afecciones respiratorias crónicas y el coronavirus, y en el que no existe la amenaza de pandemias globales. Imagine un mundo en el cual los seres humanos de todo el orbe disfrutan de plena salud, sin la interminable publicidad acerca del último medicamento “milagroso” de la industria farmacéutica.
Imagine un mundo en el que los niños pueden jugar seguros en la calle sin que sus padres tengan que preocuparse de dónde están o de si alguien puede llevárselos a la fuerza. El sonido de las risas y juegos de los niños llenaría el aire y alegraría a todos los que lo oyeran.
Imagine un mundo en el que los niños pueden ir a la escuela mientras sus padres tienen pleno conocimiento de lo que se les enseña. Los fundamentos de la educación, como la lectura, la escritura y la aritmética serían las asignaturas prioritarias, y los niños aprenderían conceptos que mejorarían sus vidas y los ayudarían a adquirir habilidades para el futuro.
Imagine un mundo en el que todas las personas creen que en realidad solo hay dos géneros: masculino y femenino. Hombres y niños sabrían que son hombres, y mujeres y niñas sabrían que son mujeres, y crecerían apreciando su identidad y los importantísimos roles que cada uno desempeña en la vida.
Imagine un mundo en el que no hay divorcios, en el que la familia tradicional está intacta, en el que mamá y papá se quieren, son mutuamente fieles y se comprometen a permanecer juntos de por vida, y en el que sus hijos disfrutan todas las ventajas de crecer en hogares llenos de amor.
Anhelo de libertad, abundancia y armonía
Imagine un mundo en el que los adictos a las drogas, el alcohol u otras sustancias nocivas son tan bien asesorados y dirigidos, que se recuperan de manera eficaz y duradera. Imagine un mundo libre de fentanilo y opiáceos y del abuso de drogas en general.
Imagine un mundo en el que los alimentos y el agua abundan en todas las naciones y regiones del mundo. En el que las hambrunas, las sequías y la escasez de alimentos causada por las guerras o malas decisiones gubernamentales forman parte de la oscura historia del pasado. En todas partes, los alimentos se cultivarían y cosecharían en campos labrados por obreros locales. Las frutas y verduras tendrían un sabor delicioso, aquel que se había perdido en los días de producción masiva del pasado.
Imagine un mundo en el que todas las familias son dueñas de su propia casa y de un terreno para disfrutar y utilizar. Desaparecerían las viviendas hacinadas en lugares carentes de áreas verdes, y ya no habría personas viviendo en las calles como sucede en tantas ciudades modernas. La gente apreciaría mucho más las maravillas de los terrenos agrícolas al ver cómo las plantas y árboles producen alimentos, y nuestros hijos aprenderían qué bendición y milagro es nuestro planeta.
Imagine un mundo en el que no existen la delincuencia ni la violencia. No habría miedo a los tiroteos masivos en los lugares “más improbables”. Las escuelas y otros lugares públicos de reunión serían completamente seguros, y si alguien empezara a hacer algo con intenciones de causar daño, habría una rápida intervención preventiva.
Imagine un mundo sin necesidad de intrincados sistemas de seguridad para proteger nuestras casas, bienes o identidades. Se acabarían todos los robos y la gente respetaría la propiedad de los demás.
Imagine un mundo en el que la envidia y los celos dan paso a la buena voluntad hacia los demás. ¿Cómo beneficiaría algo así a toda la sociedad en cada nación y lugar del planeta? ¿Se imagina un mundo en el que todos se alegran por los éxitos de su vecino, y en el que las naciones no tienen envidia de la prosperidad de las otras?
Imagine un mundo en el que los dirigentes se dedican a servir correctamente a las personas bajo su jurisdicción. Los motivos ocultos detrás del servicio público y la corrupción, ya sea el afán de lucro o el apetito de poder para “enseñorearse” de su ciudad o nación, dejarían de ser la norma. En su lugar, una actitud de servicio verdadera y pura caracterizaría a todos los servidores públicos. ¡Imagine un mundo así!
Imagine un mundo tan pacífico que incluso los animales viven en paz unos con otros, en el que lobos y corderos, leones y ciervos, serpientes y niños pequeños pueden coexistir en perfecta armonía.
¿Podría ser realidad algo así?
Sorprendentemente, este mundo que he descrito aparece en muchas profecías a lo largo de la Biblia, como mencionamos a menudo en las páginas de esta revista, y es el tema que enfatizamos en este número en particular.
A medida que adquiera más conocimiento mediante el aprendizaje de las maravillosas promesas de Dios sobre el mundo venidero, permita que esta visión siga ocupando sus pensamientos. Piense en las cosas que, según usted, harían de este mundo un lugar mucho mejor y en el que la gente de todas partes sería feliz y podría prosperar gracias al amor, respeto y cuidado mutuos.
Siga imaginando aquel mundo en el que se satisfacen las necesidades de todos y la gente aprende a trabajar duro y a incorporar a su vida las prácticas que dan como resultado la verdadera felicidad, la satisfacción y el sentido correcto del propósito: un mundo en el que hay certeza en el camino, la verdad y la vida.
¿Es posible un mundo así? La respuesta es un rotundo ¡sí! De hecho, más allá de la confusión, el caos, la guerra, las luchas, la infelicidad, la miseria y la desesperanza que vemos hoy, el mundo que hemos estado imaginando aquí se hará realidad, y usted puede formar parte de él.
Pero ¿cómo va a ocurrir esto, y cómo puede usted formar parte del monumental cambio que se va a producir?
Para descubrirlo lea el siguiente artículo, “La visión hecha realidad”, y continúe con los otros artículos de este número. ¡Que Dios le ayude a captar esa visión y a permitir que dirija su vida! BN