Estados Unidos y China: ¿Destinados para la guerra?

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Estados Unidos y China: ¿Destinados para la guerra?

Taiwán está bajo una presión cada vez mayor por parte de China comunista, especialmente frente al súbito y lamentable retiro de Estados Unidos de Afganistán, considerado en todo el mundo como una vergonzosa traición a sus aliados de tanto tiempo.

La pequeña nación insular podría convertirse fácilmente en un detonante que desate la guerra. En las últimas semanas, China ha hostigado y amenazado cada vez más a Taiwán haciendo volar reiteradamente decenas de bombarderos y aviones de combate en el espacio aéreo de Taiwán o en sus proximidades, y practicando simulacros de aterrizaje anfibio en cercanías de la isla.

El 9 de octubre de 2021 el presidente chino, Xi Jinping, declaró abiertamente su intención de someter a Taiwán al control de Beijing. “La gente no debe subestimar la determinación del pueblo chino de defender su soberanía nacional e integridad territorial. La tarea de la reunificación completa de China debe lograrse, y definitivamente se logrará”, dijo.

También hizo una advertencia clara a cualquier nación, especialmente a Estados Unidos, que intentara ayudar a Taiwán a combatir la agresión china. “El problema de Taiwán es un asunto exclusivamente de China y no se puede tolerar ninguna interferencia externa”, advirtió.

Esto fue una reiteración de un mensaje anterior del Global Times, portavoz del Partido Comunista Chino con sede en Beijing poco después de la debacle de Estados Unidos en Afganistán: “Por lo que sucedió en Afganistán, ellos [los taiwaneses] deberían percibir que una vez que estalle una guerra en el estrecho [de Taiwán], la defensa de la isla colapsará en cuestión de horas y el ejército estadounidense no vendrá a ayudar. Como resultado, las autoridades del PDP [Partido Democrático Progresista de Taiwán] se rendirán rápidamente . . .”

¿Cómo llegamos a este punto?

El Dr. Graham Allison, experto en China, resume la situación en su libro de 2017 Destined for War (Destinados para la guerra): “El mundo nunca ha visto nada parecido al rápido cambio tectónico en el equilibrio global de poder a causa del ascenso de China” (p. xvi).

El 1 de julio de 2021, unos 1400 millones de chinos conmemoraron el centenario de la fundación del Partido Comunista Chino (PCCh). En un contexto político de intensa guerra comercial internacional, enfrentamientos militares y acusaciones de ciberataques mayores en Occidente, Xi Jinping, quien también es jefe del PCCh, aprovechó la oportunidad para advertir a las potencias occidentales.

En declaraciones ante unos 70 000 dignatarios, líderes empresariales, administradores de partidos y niños reunidos en la plaza de Tiananmen en Beijing, escenario de la sangrienta masacre de estudiantes que exigían una reforma democrática en 1989, Xi advirtió que cualquier nación que intente “intimidarnos, oprimirnos o esclavizarnos . . . será golpeada y ensangrentada al chocar con una gran muralla de acero forjada por más de 1400 millones de chinos utilizando carne y sangre”.

Nadie dudó que estas palabras iban específicamente dirigidas a la Casa Blanca. Pero ¿qué significan?

En apenas una década, la calidad de vida en China ha mejorado enormemente. China tiene hoy el ejército más grande del mundo (2.8 millones de soldados), que depende directamente del presidente Xi. Considerado antes un ejército subdesarrollado, China ha dado un salto adelante para convertirse en el líder de los letales misiles hipersónicos antidefensa, radares avanzados de largo alcance, y otras innovaciones de alta tecnología.

Y a medida que aumentan los enfrentamientos entre EE. UU. y China por el comercio, la influencia y el territorio, también crece la posibilidad de una guerra.

China ha dejado claras sus intenciones en su trato con Hong Kong. Este, que una vez fuera parte del Imperio británico, es hoy en día el principal centro financiero de Asia, que por mucho tiempo fue el puente de ingreso del capital internacional a China continental. Pero en los últimos meses ha sido absorbido cada vez más por China continental, obligando a sus ciudadanos a renunciar a sus libertades y su autonomía.

Como se señaló anteriormente, China también se ha mostrado cada vez más amenazante hacia Taiwán, una nación insular que, según han afirmado por mucho tiempo los chinos comunistas, es parte integral de China.

Entre otros recursos estratégicos, en el sur de Taiwán se encuentra una instalación alrededor de la cual gira todo el mundo: la Compañía de Fabricación de Semiconductores de Taiwán. Esta representa más de la mitad de los ingresos del mercado mundial de semiconductores y es un objetivo muy atractivo para la China comunista. Y Taiwán en su conjunto representa el 60 % de los ingresos mundiales por semiconductores. Quienquiera que controle Taiwán controla el mercado internacional de semiconductores, de vital importancia para la economía mundial con una alta tecnología en alza.

¿Es probable una guerra? Tenga en cuenta estos serios comentarios del Dr. Allison, quien también es un destacado analista de la política de defensa y seguridad nacional de Estados Unidos, con un enfoque especial en las armas nucleares y el terrorismo: “En la trayectoria actual, la guerra entre Estados Unidos y China en las próximas décadas no solo es posible, sino mucho más probable de lo que actualmente se cree” (p. xvii, énfasis nuestro en todo este artículo). Él escribió estas palabras mucho antes de que la debacle estadounidense en Afganistán envalentonara a los enemigos de Estados Unidos en todo el mundo.

¿Estrategia que derrotará a EE. UU.?

¿Cómo sería posible esta guerra? Si estallara hoy, los resultados probablemente no serían buenos para Estados Unidos, según Christian Brose, un reconocido analista militar y autor del aclamado libro de 2020 del Wall Street Journal, The Kill Chain: Defending America in the Future of High-Tech Warfare (La cadena de la muerte: Cómo defender a EE. UU. en una futura guerra de alta tecnología).

En el pasado reciente, Estados Unidos ha librado guerras de gran complejidad, en las que los barcos, las tropas y el equipo tardan varias semanas en reunirse antes de que comience el conflicto propiamente tal. Brose señala que la estrategia militar y los recursos tecnológicos chinos se centran actualmente en evitar que eso suceda.

Si estallara la guerra, los ataques chinos intentarían neutralizar las fuerzas convencionales estadounidenses antes de que estas pudieran ponerse en guardia. Los misiles hipersónicos chinos, que viajan a 6500 kilómetros por hora, más de cinco veces la velocidad del sonido, destruirían los portaaviones estadounidenses y las operaciones terrestres en las primeras horas de una guerra.

“A la par con estos ataques, las bases estratégicas de Estados Unidos en lugares como Japón y Guam serían inundadas con oleadas de certeros misiles balísticos y de crucero . . . [eso] dejaría cráteres en las pistas, destruiría los centros de operaciones y los tanques de almacenamiento de combustible, dejando inservibles esas bases estadounidenses”, escribe Brose.

Como dijimos, con el actual equilibrio de fuerzas es probable que el resultado no sea bueno para Estados Unidos. Salvo que este usara armas nucleares, podría sufrir una derrota significativa. Los expertos casi siempre dan como perdedor a Estados Unidos.

¿Cómo llegamos a esta situación?

China da un giro y se transforma

Según Brose, los líderes de China observaron atentamente mientras las fuerzas conjuntas de los estadounidenses y sus aliados aumentaban antes de aniquilar el poderío militar de la guerra fría de Saddam Hussein en la primera guerra del Golfo. Los observadores chinos decidieron que no podían permitir que esto les sucediera.

Entre 2010 y 2020, el gasto militar chino aumentó un 900 %. Lo que los chinos no pudieron construir, lo compraron, incluyendo portaaviones de alta tecnología. ¿Cómo pudieron hacer esto?

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, Estados Unidos se mantuvo sin rival como única superpotencia del mundo. China, con su economía e influencia reprimidas en el mundo por tener más de mil millones de personas viviendo en condiciones críticas, por debajo del nivel de pobreza, necesitaba a Estados Unidos y a Occidente.

Luego, durante el gobierno de Deng Xiaoping, se puso fin a la anterior Revolución Cultural que había debilitado a la nación, un gobierno de diez años de devastación intelectual y social. China se abrió a los mercados occidentales e incorporó ciertos principios económicos democráticos. La economía china, bajo el control de un Partido Comunista renovado, disparó su crecimiento.

Pronto, la etiqueta “Hecho en China” se destacó en los productos de todo el mundo occidental. La mano de obra barata y los costos subsidiados hicieron que los productos chinos fueran ultra competitivos. La manufactura en todas las formas y tamaños llegó rápidamente a los habitantes de la República Popular de China, donde los productos electrónicos tales como computadoras portátiles, tabletas, teléfonos inteligentes, cargadores de batería y más, se podían fabricar a una fracción de lo que costaba hacerlos en los países occidentales.

Mientras tanto, el Partido Comunista de China se convirtió en una potencia dominante que gobernaba toda China.

Tanto capitalistas como legisladores vieron nuevas oportunidades para el comercio y las ganancias, quejándose solo cuando la política comunista requería que la propiedad intelectual, el valor real de cualquier empresa o producto, debía compartirse en acuerdos de empresas conjuntas.

China, que antes era económicamente débil, incluso se convirtió en un cliente habitual de los bonos del gobierno estadounidense y la deuda relacionada. En la actualidad, China posee el 15 % (alrededor de 1.1 billones de dólares) de los 7 billones de dólares en letras, pagarés y bonos de la Tesorería de Estados Unidos en poder de países extranjeros.

¿Un nuevo líder económico mundial?

¿Cuál ha sido el resultado de todo este asombroso crecimiento económico? Estados Unidos, con su Producto Interno Bruto (PIB) de 21 billones de dólares, todavía lidera el mundo. Pero China ahora ocupa el segundo lugar, con un PIB que supera los 14 billones de dólares, muy por encima del tercer lugar de Japón, con alrededor de 5 billones.

Según el Banco Mundial, la porción de la economía global de Estados Unidos es del 24.4 % . China tiene el 163 %, seguida de Japón con 5.7 % y Alemania con 4.4 % (cifras de 2020). Con una tasa de crecimiento económico de un increíble 6 %, antes del Covid-19 (la de Estados Unidos era entonces de un 2 %), se espera que China supere a Estados Unidos en algún momento de esta década.

China también ha aumentado radicalmente su influencia política y económica. En 2013, el presidente Xi reveló el meollo de su política exterior: la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI por sus siglas en inglés). La BRI negocia y promueve la influencia china en unos 70 países. El objetivo declarado de la BRI es “construir un gran mercado unificado y hacer un uso completo de los mercados nacionales e internacionales a través del intercambio cultural y la integración, para mejorar el entendimiento mutuo y la confianza de los países miembros”.

La BRI ha invertido miles de millones de dólares en infraestructura vital en Asia y África, incluidas redes eléctricas, carreteras, ferrocarriles e instalaciones educativas. Utilizando el dinero chino como moneda principal, la BRI busca abiertamente reducir la influencia estadounidense.

Dicha inversión china genera una “trampa de la deuda” que puede obligar y esclavizar a los países del tercer mundo y sus activos, incluidos los metales raros necesarios para construir y alimentar computadoras y otras tecnologías modernas fundamentales.

¿Un catalizador para una Unión Europea (UE) más poderosa?

El alcance global de China ha captado la atención de líderes y legisladores, incluidos los de la UE. Toda esta inestabilidad e intrigas económicas y políticas suscita una gran preocupación.

Sumado a esto, la salida del Reino Unido de la UE puede hacer que otros la sigan. Y el vergonzoso abandono de Afganistán por parte de Estados Unidos, que dejó a miles de occidentales a merced de los talibanes, mostró al mundo que esta nación es un aliado en el que no se puede confiar. ¿Cómo reaccionarán las naciones del continente ante estas nuevas realidades?

Los lectores antiguos de la revista Las Buenas Noticias y los que ven nuestro programa de televisión Beyond Today en español saben que por mucho tiempo hemos explicado el significado de las cruciales profecías bíblicas de los tiempos del fin.

A medida que la era del autogobierno humano bajo la influencia de Satanás llega a su fin, la Biblia revela el surgimiento de un grupo de diez potencias nacionales con sede en Europa, del cual surgirá una nueva superpotencia global que superará lo que tanto China como Rusia hasta ahora han podido lograr.

¿Podrán las amenazas de guerra o un feroz conflicto económico entre China y Estados Unidos u otros países promover la creación de una Unión Europea renovada, dejando de lado sus muchas diferencias, para convertirse en una verdadera fuerza global dominante?

En el futuro cercano, la comprensión de la Biblia puede iluminar el camino para aquellos que buscan la verdad, y lo hará. Siga leyendo Las Buenas Noticias para obtener información importante. ¡Manténgase atento y observe! BN


Taiwán: “El lugar más peligroso del mundo”

“Unificar Taiwán por la fuerza” ha sido una política militar china formal durante décadas. Hace años, una posible invasión a Taiwán por parte de las fuerzas chinas fue ampliamente ridiculizada como “el nado de un millón de hombres”, debido a la incapacidad del Ejército Popular de Liberación y la Armada para organizar una invasión.

Pero ya no más. Sede de la planta de fabricación de semiconductores más importante y más grande del mundo, la Compañía de Fabricación de Semiconductores de Taiwán (TSMC por sus siglas en inglés), Taiwán tiene un enorme valor estratégico y económico. Como se evidencia en la escasez de semiconductores de la era Covid-19 y su impacto en la industria global automotriz y otras industrias, la economía mundial depende literalmente de la disponibilidad de semiconductores de alta tecnología. Tanto es así que, a principios de julio de 2021, el viceprimer ministro japonés, Taro Aso, declaró abiertamente: “Japón y Estados Unidos deben defender a Taiwán”.

Además de las violaciones al tratado sobre la semiindependencia de Hong Kong, China ha intensificado su intimidación militar enviando aviones armados al espacio aéreo taiwanés, haciendo que destructores y otros barcos surquen aguas taiwanesas y llevando a cabo ciberataques y campañas de desinformación para socavar y debilitar su sociedad. Sus intenciones parecen mortalmente claras.

Estados Unidos lleva mucho tiempo comprometido con el fomento y protección de la democracia en China. En 1945, después de la Segunda Guerra Mundial, el presidente Harry Truman envió al entonces popular general George Marshall a China para tratar de negociar la paz entre los comunistas Mao Zedong y Zhou Enlai y el líder nacionalista Chiang Kai-shek. La guerra civil china que duró décadas se intensificó, el general Marshall regresó a casa y Chiang finalmente se retiró a Taiwán, que en ese entonces era una isla estratégica recién liberada del dominio japonés. En junio de 1950, Truman envió el buque USS Valley Forge, insignia de la Séptima Flota de EE. UU. y su grupo de batalla al estrecho de Taiwán, entre el continente y la isla, como expresión de la nueva política de Truman: EE. UU. defendería a Taiwán de un ataque.

Casi 30 años después, en enero de 1979, Taiwán fue expulsado de las Naciones Unidas y reemplazado por la República Popular China, que se convirtió en miembro permanente del poderoso Consejo de Seguridad de la ONU.

En marzo de 2021, el almirante de la Marina de los Estados Unidos Philip Davidson dijo a los legisladores estadounidenses que cree que China intentará tomar el control de Taiwán para 2027, declarando: “Este problema está mucho más cerca de nosotros de lo que la mayoría piensa”. Y la tentativa puede llegar mucho antes, especialmente después de los eventos en Afganistán.

Al declarar a Taiwán como “el lugar más peligroso de la Tierra” en su artículo de portada del 1 de mayo de 2021, la revista británica The Economist señaló que “la caída de Taiwán ante China se consideraría en Asia como el fin del predominio estadounidense e incluso como ‘el Suez de Estados Unidos’, una referencia a la humillación de Gran Bretaña cuando se extralimitó durante la crisis de Suez de 1956”.

¿Cuál es el peligro de que Estados Unidos caiga en una crisis similar a la de Suez? Como decía un podcast de la Institución Hoover, “No hay otro Estados Unidos esperando tras bambalinas”.