Espíritu Santo
El poder de Dios en acción
En esta temporada, hace unos dos mil años, ocurrió un suceso milagroso y trascendental: se creó la Iglesia del Nuevo Testamento en la Fiesta de Pentecostés. Lo que hizo tan asombroso este acontecimiento (Hechos 2 registra que las circunstancias de ese día fueron verdaderamente extraordinarias) fue que los seguidores de Jesucristo, tal como él se los había prometido, recibieron el Espíritu de Dios (Juan 14:16-17, 26; 15:26; 16:7-14, Hechos 1:4-5; 1:8).
¿Qué es este Espíritu Santo que recibieron los seguidores de Cristo aquel día? ¿Por qué sucedieron estas cosas? ¿Qué debemos aprender de esos extraños sucesos?
Para entender dichos acontecimientos, primero debemos entender lo que esy lo que no es el Espíritu Santo. Con ese propósito en mente, aclaremos lo que haceel Espíritu Santo.
Conceptos de “espíritus”
En primer lugar, debemos examinar el uso de la palabra espírituen la Biblia. ¿Qué es espíritu, exactamente, y qué significa esta palabra?
En la Biblia hay cuatro palabras, dos en hebreo y dos en griego, que se traducen como “espíritu”. De las cuatro, dos se usan solo un par veces: la palabra hebrea neshamah, que significa “aliento”, y la palabra griega phantasma, que significa “fantasma” o “aparición”. Las otras dos palabras son rúaj, del hebreo, y pneuma,del griego. Cada una se usa cientos de veces. Comprender estas palabras es crucial para entender qué es el Espíritu Santo.
Rúaj(ruacho rucha) significa “aliento; hálito, aire; viento; brisa; espíritu; coraje; temperamento; Espíritu” (Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo de Vine,Editorial Caribe, 1999, p. 139). Los conceptos de “viento”, “aliento” y “espíritu” estaban interconectados en el pensamiento y lenguaje bíblicos.
¿Cuál es el significado de la palabra griega pneuma? Esta palabra “primariamente denota viento (relacionado con pneo, respirar, soplar); también aliento; luego, de forma especial, el espíritu, que, a semejanza del viento, es invisible, inmaterial y poderoso” (ibíd., p. 940) y por lo general es traducida como “Espíritu” o “espíritu”.
En el español moderno encontramos esta raíz griega en palabras como neumonía, que es una infección aguda del sistema respiratorio humano; neumático, algo impulsado por la presión del aire; y neumática, que es la ciencia que estudia las propiedades del aire y otros gases. Todo esto tiene que ver con el aire, la respiración, el viento o la propulsión por aire. ¿Qué ocurre en nuestro cuerpo cuando respiramos? El aire entra y sale de nuestro organismo; con la respiración simplemente se genera una corriente de aire en muy pequeña escala.
Pneumaes el equivalente del hebreo rúaj. En Lucas 4:18, donde Cristo lee el pasaje de Isaías 61:1, Lucas sustituye pneumapor el hebreo rúajen referencia al “Espíritu [rúaj/pneuma] del Señor”. La Septuaginta, traducción griega del Antiguo Testamento, compilada en los siglos iii y ii a. C. y utilizada en el tiempo de la Iglesia primitiva, traducía rúajcomo pneuma(Spiros Zodhiates, The Complete Word Study Dictionary: New Testament[Diccionario completo de estudio de palabras: El Nuevo Testamento], 1992, p. 1185).
Conceptos relacionados
En el Nuevo Testamento vemos que persiste la misma conexión entre espíritu, aliento y viento. Aunque el idioma griego
(a diferencia del hebreo) tiene una palabra diferente para viento (anemos), pneumay su verbo relacionado, pneo,se traducen como “aliento” o “soplo” (2 Tesalonicenses 2:8, Apocalipsis 11:11, Lucas 12:55, Nueva Versión Internacional) y “viento” (Juan 3:8, Hechos 27:40, Reina-Valera 1960).
Jesucristo mismo hizo evidente esta conexión; después de haberles mostrado a sus discípulos las heridas en sus manos y costado, confirmando que había resucitado de entre los muertos, “sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo [pneuma]” (Juan 20:21-22, énfasis nuestro en todo este artículo).
Previamente les había dicho que les enviaría otro “Defensor” o “Consolador”, el Espíritu Santo (Juan 14:16). Aquí repite la promesa. Además, declara la naturaleza del Espírituque les enviaría: sería como un aliento, como un viento, algo que ellos no podrían ver, pero cuyo poder sentirían.
Y eso fue precisamente lo que sucedió.
La dramática evidencia del Espíritu de Dios
En Hechos 2 leemos acerca del cumplimiento de la promesa de que el Espíritu Santo vendría sobre los seguidores de Jesús: “Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos . . . Y fueron todos llenos del Espíritu Santo . . .” (Hechos 2:1-4).
¿Qué dijo Jesucristo acerca de este Espíritu? ¿Qué haría o les daría a quienes lo recibieran?
En Hechos 1 encontramos otra de las apariciones de Cristo a sus seguidores después que resucitó. Una gran inquietud los consumía: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6).
Jesús procedió a reorientar su atención a la misión que les encomendaría y les dijo que no se preocuparan de cuándo sería su regreso: “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:7-8).
Jesús dijo que sus seguidores “recibirían poder” cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos, y en estrecha relación con ese poder estaría la obra de ser sus testigos, comenzando en Jerusalén para luego extenderse a través de Judea y Samaria y finalmente a toda la Tierra.
Cristo dejó claro que el Espíritu Santo tiene que ver con poder. La palabra griega traducida como “poder” es dunamis, que se traduce como “poder”, “portento”, “fuerza”, “milagro”, “poderío”, “virtud” y “poderoso”. Es la misma raíz griega de la cual se derivan palabras en español moderno tales como dinámica, dínamoy dinamita. Todas tienen que ver con poder, tal como la raíz griega.
Al escribirle a su compañero Timoteo, Pablo describe el Espíritu dado a la Iglesia: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios [su Espíritu] que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder [dunamis], de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:6-7).
El Espíritu de Dios no es un espíritu de temor; no se esconde, no retrocede, ni se acobarda de terror y vergüenza. Al contrario, es un espíritu de poder, acción, energía y dinamismo, que se manifiesta en un profundo amor cristiano y en una mente sana, racional y con dominio propio.
El Espíritu de poder en acción
Ese Espíritu les permite a los seguidores de Jesús ser como él y tener a su disposición el mismo poder que él tenía. Lucas 4:14-15 describe ese poder en acción en su ministerio: “Y Jesús volvió en el poder [dunamis] del Espíritua Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos”.
En Hechos 10:38 Pedro resume el ministerio de Cristo, mostrando que “Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Aquí vemos que Espíritu Santo y poder en realidad son sinónimos. Este poder sagrado le dio a Cristo la capacidad para realizar sus portentosos milagros de sanidad y buenas obras durante su ministerio físico en la Tierra. El Espíritu Santo es la presencia misma del poder de Dios trabajando activamente en sus siervos.
El poder del Espíritu no era exclusivo de Jesucristo y los apóstoles. Este poder estaba disponible para todos los miembros de la Iglesia, y ellos debían usarlo. Pablo escribió a la Iglesia en Roma: “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
Luego siguió describiendo lo que este poder del Espíritu Santo les permitiría hacer y llegar a ser: “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad,llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros” (v. 14).
Pablo dijo que este mismo poder le permitió predicar el evangelio. Y más adelante escribió acerca de las cosas que Cristo había realizado en él “con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo” (v. 19).
Otros versículos, como Lucas 1:17, 35, Romanos 1:4, 1 Corintios 2:4-5 y 1 Tesalonicenses 1:5, se refieren a la conexión entre el Espíritu y el poder.
El Espíritu de revelación
El Espíritu de Dios también otorga otras facultades: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu . . . Nadie conoció las cosas de Dios, sino [por] el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1 Corintios 2:9-12).
Aquí Pablo nos dice que el Espíritu de Dios es la fuente de la revelación divina, el poder mediante el cual los seres humanos pueden entender y comprender conceptos y principios espirituales mencionados en la Palabra de Dios.
El Espíritu de Dios no solo nos ayuda a entender su Palabra, sino que también inspiró a los escritores originales de la Biblia. Con respecto a las muchas profecías registradas en las Escrituras hebreas, el apóstol Pedro escribió que “la profecía nunca fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaronsiendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21).
Comprensión continua a través del Espíritu
Antes de su muerte, Jesús les dijo a sus discípulos que este proceso continuaría, que el Espíritu de Dios les ayudaría a comprender cosas que nunca antes habían comprendido. Él les dijo que se marcharía, “mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y él os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:26).
El Espíritu de Dios hizo exactamente lo que Cristo dijo que haría. Los discípulos crecieron en entendimiento espiritual, y con ese entendimiento se escribieron los cuatro evangelios. El Espíritu de Dios “les recordó” las cosas que Jesucristo había dicho y hecho, guiando a los discípulos a comprender más tarde su significado y escribir esas cosas para nosotros.
Según los evangelios, es evidente que los discípulos carecían de entendimiento espiritual mientras ocurrían estos acontecimientos. No fue sino hasta muchos años después, luego de que hubieran recibido el Espíritu de Dios y sido convertidos, que comprendieron el significado de las enseñanzas de Cristo y pusieron por escrito ese conocimiento. Así como Dios inspiró a los escritores de las “Sagradas Escrituras” (2 Timoteo 3:15-17), también inspiró con su Espíritu a los apóstoles en sus escritos.
“Y él os recordará” también tiene que ver con la obra del Espíritu de Dios en nuestras vidas hoy en día. Todavía necesitamos que actúe en nuestras mentes, y se nos exhorta a leer y estudiar las Escrituras para conocer las verdades y el camino de vida de Dios. Entonces, a medida que avanzamos en nuestras vidas, el Espíritu de Dios en nosotros nos encamina y guía, recordándonos los principios y las leyes de la Palabra de Dios que necesitamos para poder tomar decisiones correctas.
Crecer en entendimiento a través del tiempo
Jesucristo dijo que el Espíritu Santo les “enseñará [a sus discípulos] todas las cosas”. Ese proceso no fue instantáneo, sino que ocurrió a través de los años. Aprendieron a medida que iban viendo y comprendiendo cosas que jamás habían visto.
El Espíritu de Dios les dio un entendimiento que nunca habían tenido, facultad que Dios les entregaría sobrenaturalmente a través del poder del Espíritu.
Ese proceso continúa con nosotros. En la conversión, cuando recibimos el Espíritu Santo, Dios no nos enseña todo a la vez. Empezamos con la “leche” de la Palabra. Cuando la asimilamos, avanzamos cada vez más hacia “comida” más sólida (Hebreos 5:12-14) y progresivamente adquirimos mayor comprensión, lo que es posible por medio del Espíritu de Dios.
El Espíritu de Dios conduce al cambio
El Espíritu de Dios nos transforma. La comprensión espiritual, la revelación y el poder adicional conducen las vidas de los que reciben el Espíritu de Dios a algo crucial,
el cambio.
Pablo describe gráficamente las vidas de aquellos que viven separados del Espíritu de Dios: “Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza y libertinaje; idolatría y brujería; odio, discordia, celos, arrebatos de ira, rivalidades, disensiones, sectarismos y envidia; borracheras, orgías, y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, como antes lo hice, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:19-21, Nueva Versión Internacional).
Luego, Pablo contrasta esto con otro modo de vida: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:22-23).
El Espíritu de Dios realmente juega un papel vital en nuestras vidas. Habita dentro de los cristianos, permitiendo que se produzca una transformación milagrosa.
Una gran transformación
Pablo habla de esta transformación en Romanos 8, enfatizando nuevamente las dos maneras de vivir: “Porque los que son de la carne [es decir, que viven de acuerdo a su naturaleza humana corrupta] piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, [piensan] en las cosas del Espíritu.
“Porque el ocuparse de la carne [o ser carnal] es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz . . . Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él . . . Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:5-6, 9 y 11).
El Espíritu de Dios hace posible que ocurra el cambio definitivo, que seres humanos carnales y egoístas cambien sus mentes y pensamientos mundanos para convertirse en verdaderos hijos de Dios, ¡que finalmente serán transformados a la gloria inmortal en su familia cuando regrese Jesucristo!