El asombroso girasol desafía la evolución darwiniana
El girasol tiene características que no parecen haber evolucionado de forma gradual.
Pocas cosas en la vida me impresionan más que ver un campo de hermosos y alegres girasoles apuntando al Sol. Pareciera que están siguiendo obedientemente una orden silenciosa, la de mirar hacia arriba al unísono.
Tal vez nunca te hayas preguntado cómo lo hacen, pero realmente raya en lo milagroso. De hecho, esta humilde planta plantea un enorme desafío a lo que Charles Darwin afirmaba que podía hacer el proceso de la evolución.
Darwin afirmó: “Si pudiera demostrarse que existió algún órgano complejo que no pudiera haber sido formado por numerosas, sucesivas, ligeras modificaciones, mi teoría se derrumbaría por completo. Pero no puedo descubrir tal caso” (El origen de las especies, capítulo 6).
Aunque dijo que no podía encontrar un ejemplo al respecto, podemos ver uno en las características del girasol. Estas no parecen haber evolucionado de forma gradual, paso a paso. Veamos tres ejemplos.
Las espirales de Fibonacci agrupan las semillas de manera óptima
En primer lugar, veamos cómo se organizan las semillas del girasol. Son el producto de los órganos reproductores de esta planta, llamados flósculos discoides o floretes del disco.
Dentro de la cabeza de la flor las semillas están dispuestas en espiral. Increíblemente, forman un elaborado patrón basado en una fórmula matemática que utiliza los números de Fibonacci. Estos números fueron formulados en 1202 por el gran matemático italiano Leonardo Fibonacci. Según este patrón, cada número sucesivo es la suma de los dos números anteriores. El comienzo de la secuencia es el siguiente: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, etc. En una cabeza de girasol, esto significa que cada semilla se encuentra en lo que los científicos denominan “el ángulo dorado”, es decir, el ángulo en el que el mayor número de semillas cabe en el menor espacio posible.
El Biomimicry Institute explica: “La disposición de las semillas en espirales de números de Fibonacci permite que haya el máximo número de semillas en una cabeza, distribuidas de manera uniforme y sin aglomeraciones en el centro ni zonas “calvas” en los bordes. La secuencia de Fibonacci funciona bien para el girasol debido a una característica clave: el crecimiento. En una flor de girasol, las semillas individuales crecen mientras que el centro de la cabeza sigue añadiendo otras nuevas, empujando hacia fuera a las que se encuentran en la periferia. Seguir la secuencia de Fibonacci garantiza un crecimiento en las mismas condiciones de forma indefinida. Es decir, a medida que crece la cabeza de semillas, estas siempre se apilarán de forma uniforme y con la máxima compacidad” (“Helianthus Sunflower”, Encyclopedia of Life, 2012).
Debemos preguntarles a los evolucionistas darwinianos lo siguiente: ¿Cómo es posible que el girasol haya adoptado la fórmula matemática Fibonacci para almacenar de forma tan eficiente sus semillas? ¿Qué proceso gradual y escalonado condujo a esto? Como es de esperarse, los evolucionistas todavía no han propuesto ningún proceso para explicar este elaborado diseño.
Entonces, según la evolución, ¿quiere decir que el girasol se convirtió en el equivalente de un experto matemático para organizar sus semillas de la forma más eficiente? ¿Cómo puede ser posible tal cosa a través de la mutación y la selección natural, los dos mecanismos de la evolución?
Por el contrario, ¿no tendría más sentido postular que el girasol ha sido cuidadosamente diseñado por un Gran Matemático que creó esta fórmula numeral precisa como parte del sello característico de la flor? Como declara Romanos 1:20: “Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa” (Nueva Versión Internacional).
Los asombrosos movimientos del girasol
El Salmo 19:1 nos dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. Y el girasol está en sintonía con los cielos. Una de sus habilidades más asombrosas es la forma en que puede seguir al Sol por el cielo durante la mayor parte de su existencia. Esto se denomina heliotropismo, o el seguimiento de la trayectoria del Sol por parte de una planta.
¿Cómo puede hacer tal cosa? Sorprendentemente, cuenta con un sistema hidráulico orgánico, llamado pulvino, que cambia la presión del agua en el cuello del tallo según el ángulo de la luz solar. Así, durante el día, el tallo del girasol utiliza sus células motoras para alargar el lado opuesto al Sol, inclinando las hojas y las flores inmaduras hacia el Sol, para terminar mirando hacia el oeste al atardecer.
Durante la noche, el otro lado del tallo se expande, empujando las hojas y las flores hacia el este, donde estarán orientadas hacia el Sol al amanecer. Dado que las hojas y las flores inmaduras son verdes y realizan activamente la fotosíntesis, el heliotropismo les proporciona entre un 10 y un 15 por ciento más de luz solar que si estuvieran en una posición fija. Cuando el girasol se vuelve demasiado pesado y sus semillas maduran, se asienta en una posición orientada hacia el este.
Reiteramos: ¿Cómo podría haber evolucionado gradualmente un sistema hidráulico tan elaborado que utiliza células motoras? Si la presión del agua no fuera la adecuada en el cuello del tallo, o si el mecanismo de rotación no estuviera correctamente ajustado en las células motoras, la planta no obtendría ningún beneficio de ello. Sin embargo, para que funcionaran correctamente, ¡todos estos mecanismos tenían que estar completamente ensamblados en la primera generación! Ningún proceso gradual lo habría conseguido.
Sensores de luz móviles
Para que el girasol se vuelva hacia el Sol como lo hace, necesita sensores de luz finamente ajustados que no solo determinen en qué dirección se mueve el astro por el cielo, sino también la hora del día y la estación. De hecho, los sensores de luz son tan sofisticados que pueden distinguir entre los rayos solares y las sombras, enviando así las señales adecuadas a la planta para que gire correctamente.
Estos sensores de luz en los órganos de la planta también pueden determinar la duración del día, la cantidad de luz disponible y la dirección desde la que emana la luz. Este complejo sistema incluye un reloj molecular que se ajusta automáticamente a la trayectoria del Sol y lleva un registro de la hora del día y la estación. Por eso los girasoles no se confunden cuando se mueven durante el día o la noche.
Además, el girasol también es capaz de detectar la calidad de la luz y ajustar su productividad de acuerdo a ello. Por ejemplo, en condiciones de poca luz puede producir más pigmentos fotosintéticos, mientras que si la luz es muy brillante y aumentan los niveles de luz ultravioleta dañina, puede producir más pigmentos protectores que actúan como filtro solar.
¿Crees que todas estas características podrían haber evolucionado por sí solas? ¿O reconoces que fueron creadas por un Diseñador omnisciente y omnipotente?
El girasol fue diseñado para beneficiar a la humanidad
El alegre girasol tiene aún más motivos para sonreír. Más allá de su intrincada cabeza de semillas y su capacidad para seguir al Sol, tiene otras características magníficas que benefician a los seres humanos.
El girasol, una de las plantas que más beneficios económicos aporta a la humanidad, puede proporcionar:
• Semillas comestibles
• Aceite para cocinar
• Forraje para animales
• Papel
• Látex
• Purificación medioambiental
Las semillas de girasol son capaces de extraer del suelo ingredientes tóxicos como plomo, arsénico y uranio. Tras la explosión de la central nuclear de Chernóbil en 1986, se utilizaron girasoles para eliminar el cesio-137 y el estroncio-90 de un estanque cercano, y en 2011 se llevó a cabo una campaña similar en respuesta al desastre nuclear de Fukushima Daiichi en Japón.
Jesucristo nos dijo que consideráramos las flores del campo como una representación de la preocupación y el sentido de la belleza de Dios, quien desea mostrarnos que su amor e interés por nosotros es mucho mayor (Mateo 6:28-30; Lucas 12:26-28).
Así que demos gracias y gloria a Dios, que con gran inteligencia y amor creó el girasol, tan increíblemente complejo y productivo, para beneficiarnos y mostrarnos su majestad y su cuidado supremo por nosotros.
Como declara reverentemente el Salmo 108:4-5: “Porque más grande que los cielos es tu misericordia, y hasta los cielos tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, y sobre toda la tierra sea enaltecida tu gloria”. BN