La Fiesta de los Panes sin Levadura
Salir del pecado
Inmediatamente después de la Pascua viene una festividad que representa la etapa siguiente en el cumplimiento del plan divino. Después de que Dios, por medio del sacrificio de Jesucristo, ha perdonado nuestros pecados, debemos vivir una vida nueva. Pero ¿cómo debemos vivir como los redimidos de Dios? La respuesta se encuentra en el singular significado de la Fiesta de los Panes sin Levadura.
Cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, les dijo: “Siete días comeréis panes sin levadura” (Éxodo 12:15). Más adelante leemos que ellos “cocieron tortas sin levadura de la masa que habían sacado de Egipto, pues no había leudado, porque al echarlos fuera los egipcios, no habían tenido tiempo ni para prepararse comida” (v. 39).
El proceso de fermentación, que hace que el pan se leude, lleva tiempo. Los israelitas habían salido apresuradamente de Egipto, así que cocinaron y comieron pan sin levadura. Lo que empezó como una necesidad continuó por una semana. Dios, de manera apropiada, llamó este período “la fiesta solemne de los panes sin levadura” (Levítico 23:6), o como se menciona en Hechos 12:3: “los días de los panes sin levadura”.
Cuando Jesús vivió en la tierra como ser humano celebró esta festividad de siete días (la cual, en ocasiones, los judíos llaman la Fiesta de la Pascua debido a que las dos fiestas ocurren en días consecutivos). La guardó de niño y luego como adulto (Lucas 2:41-42; Juan 2:13, Juan 2:23; Lucas 22:7-8; Mateo 26:17). La iglesia apostólica también la celebró siguiendo el ejemplo de Cristo (Hechos 20:6; 1 Corintios 5:7-8).
Las primeras instrucciones y las enseñanzas de Jesús
Cuando los israelitas estaban preparándose para salir de Egipto, Dios les dio las primeras instrucciones relacionadas con esta fiesta: “Este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para el Eterno durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel. El primer día habrá santa convocación, y asimismo en el séptimo día tendréis una santa convocación; ninguna obra se hará en ellos, excepto solamente que preparéis lo que cada cual haya de comer” (Éxodo 12:14-16).
Al celebrar esta fiesta cada año, los israelitas conmemoraban el hecho de que Dios había liberado a sus padres de la esclavitud de Egipto. El Creador les ordenó: “Guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto; por tanto, guardaréis este mandamiento en vuestras generaciones por costumbre perpetua” (v. 17). La salida de Egipto permanece como un motivo fundamental para la celebración de esta fiesta hoy en día. Así como Dios liberó al antiguo Israel, así nos libera a nosotros de nuestros pecados y dificultades.
Ahora notemos la enseñanza de Jesús acerca de la levadura, la cual amplía el significado de esta fiesta. Durante su ministerio, Jesús realizó dos milagros en los cuales unos pocos panes y pescados fueron suficientes para alimentar a miles de personas. En una de estas ocasiones, cuando sus discípulos habían ido al otro lado del mar de Galilea, olvidaron traer pan. Así que Jesús les dijo: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”. Los discípulos pensaron que se refería al hecho de que no tenían pan, pero él estaba aprovechando la ocasión para enseñarles acerca del simbolismo de la levadura. Por tanto, les preguntó: “¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?” Entonces los discípulos “entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina [enseñanza] de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:5-12).
En tiempos de Jesús algunos de esos dirigentes religiosos aparentaban ser justos, pero su comportamiento personal era pecaminoso. Jesús claramente les dijo que conocía cómo eran en realidad: “Vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mateo 23:28).
La Fiesta de los Panes sin Levadura nos recuerda que, con la ayuda de Dios, debemos evitar y eliminar todo tipo de pecado —simbolizado por la levadura— en todos los aspectos de nuestra vida.
La importancia permanente de esta fiesta
Durante la Fiesta de los Panes sin Levadura, el apóstol Pablo comparó el pecado con la levadura y así enseñó las mismas lecciones espirituales que Jesús había enseñado. Al amonestar a los cristianos de Corinto por el partidismo, los celos y la inmoralidad que toleraban en su medio, dijo: “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:6-8).
Sin lugar a dudas, la iglesia en Corinto estaba celebrando la Fiesta de los Panes sin Levadura, pues Pablo la mencionó directamente. No obstante, él se valió de esta fiel obediencia de los corintios de guardar la fiesta en su aspecto físico (sacando la levadura de sus casas y dejando de comer pan leudo) como base para exhortarlos a celebrarla con el entendimiento correcto de su propósito espiritual.
Sacar la levadura de nuestras casas por siete días nos recuerda que por medio de la oración, y con la ayuda y el entendimiento que Dios nos proporciona, nosotros también debemos reconocer, expulsar y evitar el pecado. Así pues, la Fiesta de los Panes sin Levadura es un tiempo de profunda introspección. Debemos meditar en nuestras actitudes y comportamiento y pedirle a Dios que nos ayude a reconocer y superar nuestras faltas.
En 2 Corintios 13:5 Pablo habló de la importancia de esta introspección: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” En otra epístola, él mismo explicó el significado de la expresión “Jesucristo está en vosotros”. En Gálatas 2:20 escribió: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Estos siete días en que nos examinamos a nosotros mismos resultan muy valiosos, pues nos ayudan a renovar nuestro compromiso con Dios y Jesucristo cada año. Este período de una semana también representa nuestra victoria sobre el pecado. Así como Dios liberó a los israelitas de la esclavitud de Egipto, así nos libera a nosotros de la esclavitud del pecado (Romanos 6:12-18).
Aplicación de las lecciones espirituales
Aprendemos por la práctica, y el hacer ciertas cosas físicas nos ayuda a aprender lecciones espirituales de suma importancia. Ocuparnos en la tarea de sacar la levadura de nuestras casas nos recuerda que debemos estar alerta en contra de los pensamientos y acciones erróneos a fin de poder evitarlos. Dios sabe que a pesar de nuestras buenas intenciones, todos pecamos.
Muchos años después de su conversión, el apóstol Pablo escribió acerca de la fuerte tendencia que todos tenemos hacia el pecado: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado” (Romanos 7:21-25).
Pablo entendía que la vida misma es una lucha contra “el pecadoque tan fácilmente nos asedia” (Hebreos 12:1, Reina-Valera Actualizada). Nosotros tenemos que hacer nuestra parte para vencer el pecado; no obstante, contrario a lo que muchos piensan, debemos depender de la ayuda de Dios. Pablo hizo referencia a esto en su carta a la iglesia en Filipos: “Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dioses el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:12-13).
La Fiesta de los Panes sin Levadura nos mantiene conscientes de cuánto necesitamos que Jesucristo nos ayude a vencer nuestras debilidades. Sin embargo, esta fiesta es un tiempo de regocijo porque él nos da toda la ayuda que necesitamos. Jesucristo, el Cordero de Dios, fue sacrificado para el perdón de nuestros pecados; es él quien nos limpia al quitar la levadura de nuestra vida. Él continúa ayudándonos a vivir en obediencia por medio del Espíritu de Dios que mora en nosotros. Esto nos lleva al tema del capítulo siguiente.