Israel: El reino temporal de Dios

Usted está aquí

Israel

El reino temporal de Dios

Las tribus de Israel, descendientes de Jacob, nieto de Abraham, se convirtieron en un reino literal bajo el mando del rey David.

David, ancestro de Jesucristo, reflexionaba acerca del propósito del hombre al contemplar la gloria de los cielos: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? (Salmos 8:4). Desde tiempo inmemorial esta ha sido la gran incógnita de la humanidad, y aún ahora continuamos preguntándonos: “¿Es esta vida lo único que existe?”

Por medio de David, Dios reveló que intervendría dramáticamente en los asuntos de la humanidad, que haría “cesar las guerras hasta los fines de la tierra” y que sería “exaltado entre las naciones” (Salmos 46:1-11).

A partir de David, Dios estableció una dinastía de reyes sobre Israel. Jesús mismo, como “hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1), nació para heredar el trono de David (Lucas 1:32). Vemos, pues, una relación directa entre la dinastía de reyes que Dios prometió que descenderían de Abraham y David, y el Reino de Dios anunciado por Jesucristo.

¿Cuánto tiempo regirá la dinastía de David sobre Israel?

“¿No sabéis vosotros que el Eterno Dios de Israel dio el reino a David sobre Israel para siempre, a él y a sus hijos, bajo pacto de sal?” (2 Crónicas 13:5)..

El dominio de David va a durar por siempre. Él gobernará sobre Israel después de la restauración de la nación bajo el reinado del Mesías (Ezequiel 37:21-24). Desde luego, el dominio de David no podrá ocurrir hasta que Dios lo resucite, junto con los demás santos, al regreso de Cristo. El reino que Dios estableció por medio de David fue precursor de un reino mucho más importante que Jesucristo establecerá en el futuro. Notemos cómo Dios se- ñaló la importancia de la dinastía de David: “Él me edificará casa, y yo confirmaré su trono eternamente. Yo le seré por padre, y él me será por hijo; y no quitaré de él mi misericordia, como la quité de aquel que fue antes de ti; sino que lo confirmaré en mi casa y en mi reino eternamente, y su trono será firme para siempre” (1 Crónicas 17:12-14). Dios se refirió al reino de David como “mi reino”; era un tipo o precursor del futuro Reino de Dios. Comprender la relación entre el reino temporal de David y el reino eterno de Dios es crucial para entender el evangelio que predicaron Jesús y sus apóstoles.

¿Vio Pablo una relación entre el evangelio y las promesas que Dios le hizo a David?

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:1-4)."

Mientras enseñaba en un día sábado en Antioquía, Pablo explicó este concepto: “Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero. De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios levantó a Jesús por Salvador a Israel” (Hechos 13:21-23; comparar 2 Timoteo 2:8; Apocalipsis 22:16).

Cuando Salomón, hijo de David, vino a ser rey, ¿en el trono de quién se sentó?

"Y se sentó Salomón por rey en el trono del Eterno Grabado en madera por Paul Gustave Doré en lugar de David su padre . . .” (1Crónicas 29:23)."

No sólo consideraba Dios a Israel como su reino temporal, sino que también consideraba el trono de Israel como su propio trono, el que heredará Jesucristo (Lucas 1:32). Los reyes de la dinastía de David eran responsables directamente ante Dios. Pero Israel y sus reyes no fueron fieles al pacto que Dios había hecho con ellos, y el reino de Israel no perduró. Así terminó el contacto directo que tenían con Dios. Después del reinado de Salomón, la nación de Israel fue dividida en dos. Las 10 tribus del norte continuaron llamándose Israel. El reino del sur, conocido como Judá, permaneció fiel a los reyes de la dinastía de David. Pero en lo sucesivo, ninguna de las dos naciones siguió el ejemplo de Abraham y de David. Finalmente, Israel y Judá fueron llevadas cautivas por sus poderosos vecinos. Después de una serie de invasiones, Israel se vino abajo y fue tomada cautiva por los asirios en el año 721 a.C. El reino de Judá cayó ante Nabucodonosor, rey babilonio, en el año 587 a.C. Con la caída de ambas naciones el reino temporal de Israel fue arrasado y dejó de existir. Únicamente un remanente de su gente permaneció como cautivos y esclavos. Entre los cautivos de Judá que fueron llevados a Babilonia estaba un hombre joven llamado Daniel, perteneciente a la nobleza. Dios le dio la habilidad de interpretar ciertos sueños y visiones. Por medio de las interpretaciones de Daniel, Dios reveló un asombroso futuro lleno de esperanza para Israel.