Una luz más brillante

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Una luz más brillante

Los seguidores de Jesucristo deseamos ser luz, como debería ser (Mateo 5:13-16). Desafortunadamente, algunos piensan que mostramos nuestra luz cuando forzamos a otros a hacer las cosas a nuestra manera. Mateo 5:16 nos da la clave. Jesucristo dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Debemos dejar que otros vean nuestras buenas obras en lugar de forzarlos a que crean.

Muchos de nosotros deseamos compartir con otros lo que hemos aprendido. Después de todo, la palabra de Dios y el mensaje de Jesucristo son motivadores. Pero a veces las personas no están preparadas para sentarse y escuchar. He tenido la experiencia de hablarle a alguien estas verdades y he visto que su expresión se queda en blanco. Cuando advierto que han dejado de escuchar, entonces dejo de hablar. El problema no consiste en compartir ese entusiasmo; nuestro mensaje debe ser para aquellos que desean escuchar. No estoy diciendo que no hablemos de Dios, sino que no debemos desperdiciar nuestro tiempo en aquellos que no quieren escuchar (Hechos 28:27). El problema es que, a veces, le decimos a otros cómo vivir el camino de Dios, pero no les mostramos la forma en que vivimos.

Influenciamos más a otros por la forma en que vivimos. A menudo las personas ven en nosotros pequeñas cosas, pero consistentes, y estas son las que tienen más impacto. Recuerdo que una vez trabajé en una gran empresa. Yo no maldecía, pero los demás lo hacían. Nunca les corregí, pero con el tiempo ellos se dieron cuenta que yo no decía palabrotas. Cuando estaban cerca de mí, procuraban no hacerlo, pero cuando en forma involuntaria lo hacían, se disculpaban. Nunca dije una palabra para corregir su comportamiento, solamente mis acciones. He visto que las cosas insignificantes influyen en otros en varias maneras. Por ejemplo, puede motivar un tema de conversación en dónde se preguntan por qué somos diferentes.

¿Has visto alguna protesta, una discusión y hasta peleas por opiniones diferentes? Cuando esto ocurre, las personas son intolerantes y no muestran amor. Recordemos que el amor hacia el prójimo es una parte importante del mensaje de la vida cristiana (Mateo 22;39; Gálatas 5:14; Marcos 12:31). Como cristianos, nos toca estar en diferentes escenarios. Debemos ser personas cariñosas, respetuosas y tratar de vivir con integridad en los caminos de Dios. (Proverbios 10:9; Salmos 119:3). Viviendo así, nos convertimos en una luz más brillante delante de otros. De niños se nos decía que debemos ser un buen ejemplo. Este es el mismo consejo de Jesucristo. “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno…” (3 Juan 1:11).

Si queremos mostrar la presencia de Dios en nuestra vida, imitemos las acciones y las palabras de Jesucristo. Algunas personas se concentran demasiado en ser amables. Nosotros debemos reflejar una luz más brillante, mostrando en silencio como trabajan la bondad y el amor de Dios en nosotros. La palabra de Dios es la luz que nos guía (Salmos 119:105). Estoy segura de que todos tenemos valiosos recuerdos de nuestro pasado. Por ejemplo, alguien que nos mostró mucho cariño. Alguien; alguien que nos enseñó cómo vivir la vida. Estas personas ocupan un lugar especial en nuestra memoria. Quien quiera que fuere, impactó nuestra vida, como queremos impactar a otros.

Busquemos siempre lo positivo en otros, aún en nuestros enemigos (Lucas 6:27-28). Nuestras acciones serán más recordadas que nuestras palabras. Cada vez que estamos en paz y controlamos nuestras emociones, se enciende nuestra luz. La gente nos reconocerá por nuestros frutos (Mateo 7:16-20) Los frutos pueden crecer o marchitarse — dependiendo del cuidado que se les prodigue. Cuando brillamos viviendo a la manera de Dios, los frutos crecen y la gente a nuestro alrededor lo observa.

Cuando reconocemos lo bueno en otros, ellos ven el bien en nosotros y entonces, abren una puerta para preguntar sobre lo que sabemos. Aunque la puerta se abre solo un poco, tenemos oportunidad para decir unas palabras. Cualquier cosa que le digamos a alguien acerca de los caminos de Dios y Jesucristo, serán de ayuda. La luz que Dios nos ha mostrado, puede ser la chispa que empiece a alumbrar su camino hacia Dios.