Ser un buen ejemplo

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Ser un buen ejemplo

Como cristianos se nos enseña a ser luces en el mundo. La Biblia dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16). Escuchamos esas palabras y entendemos su significado. Pero ¿en verdad consideramos cuánto impacto tienen? La manera en que actuamos, nuestro ejemplo, es muy importante para Dios. ¿Por qué? Porque somos ejemplos de quién es Dios y de su carácter.

“Se necesita un esfuerzo para cambiar quienes somos y es casi imposible cuando nos negamos a separarnos de las malas influencias.”

Cuando consideramos los ejemplos que Cristo dejó para nosotros, debemos entender que hay que imitar su comportamiento. Debemos reflejar su bondad, misericordia y amor hacia todas las personas. No siempre es fácil hacerlo, pero es lo que Dios quiere de nosotros. Somos hijos de Dios y debemos separarnos del mundo. Mateo 13:49 dice que, en el fin de los siglos, los ángeles “apartarán a los malos de entre los justos”. Los justos habrán vivido como Dios ordenó y habrán sido buenos ejemplos para los demás. “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo. Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:20).

¿Alguna vez han estado con alguien que profesa ser cristiano, pero luego anda haciendo cosas que no son dignas de un cristiano? Tal vez usan el nombre de Dios en vano o hablan vulgarmente. Tal vez son supersticiosos, esparcen chismes maliciosos o son malos y crueles con otros. Cuando alguien declara su amor por Dios y Cristo y luego actúa tontamente, es un pobre reflejo de Dios y su pueblo. ¿Cómo podemos ser lumbreras delante de la gente del mundo cuando vivimos de tal manera? No podemos. “Profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda buena obra” (Tito 1:16).

Se nos pide vivir de manera diferente. Debemos ser incorruptibles, reverentes, amorosos, templados, etc. (Tito 2:1-8). También es cierto que, si somos buenos ejemplos, pero pasamos todo el tiempo con corruptos, eventualmente caeremos en problemas (1 Corintios 15:33). Dios entiende que la gente suele actuar como los que los rodean. Por eso él nos advierte evitar dichas relaciones. Piénselo. Así es como empiezan las tradiciones, como los lenguajes se desarrollan y por qué tendemos a usar los mismos gestos y palabras que nuestros amigos y familiares utilizan. Esto viene a nosotros lentamente y a veces nos sorprende cuando hacemos o decimos algo fuera de lugar.

Requiere esfuerzo cambiar nuestra manera de ser y casi imposible de hacer cuando nos rehusamos a alejarnos de malas influencias. “Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios” (3 Juan 1:11). Pablo nos recuerda: “No sea, pues, vituperado vuestro bien” (Romanos 14:16). Esto puede pasar cuando tropezamos cuando hablamos y en nuestras acciones. A menudo, otros buscan lo malo en nosotros. Si estamos haciendo el bien ante sus ojos y tropezamos al hablar mal de otros, o maldecimos cuando nunca nos escucharon hablar así, o hacemos cualquier cosa que sea poco agradable frente a ellos, ellos tienden a borrar todo lo bueno que hemos hecho y se enfocan en esa cosa mala. Por eso es importante cambiar quiénes somos por dentro.

Sabiendo esto, debemos ser conscientes de cómo tratamos a otros que no son cercanos a nosotros o que nos hacen bien. ¿Estamos siendo un buen ejemplo para todos? (Lucas 6:33). Debe ser natural para nosotros. Tenemos que internalizar el comportamiento y ser genuinos (Salmos 37:27). Si no lo hacemos, la gente podrá ver nuestro engaño. “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10). Tiene que volverse parte de nuestra naturaleza.

Por supuesto, nadie es perfecto. Pero debemos continuamente aspirar a serlo (Mateo 5:48). Es un proceso de aprendizaje. Salmos 18:32 nos dice que Dios es quien nos da el poder para alcanzar eso. Gálatas 3:3 dice que somos perfeccionados por el Espíritu Santo. Sin la ayuda de Dios no podríamos lograrlo, pero la intención de hacerlo tiene que comenzar con nosotros. Hay que tomar los primeros pasos para ser todo lo que Dios quiere que seamos si queremos ser parte del glorioso futuro que él ha planeado para nosotros. Ser un buen ejemplo para los demás parece poco pedir.