Pensamiento más feliz
El científico alemán esperaba serena y calmadamente los resultados de Brasil y de África. Eran momentos tensos entre alemanes e ingleses. Sólo el año anterior había terminado la 1ra Guerra Mundial y los 10 millones de soldados muertos todavía dolían para los países beligerantes. Dadas estas circunstancias, además del limitado equipo técnico humano y análogo, fue toda una hazaña poder registrar uno de los días más felices del científico poco conocido que revolucionaría la manera de ver nuestro Universo.
El cielo cerrado y el calor intenso del 29 de mayo de 1919 en Sobral, África, no permitió registrar fotografías muy precisas dando un alto margen de error. Pero en Príncipe, Brasil, a pesar de haber estado también cerrado, sí se abrió la vista durante el bloqueo lunar y el telescopio irlandés logró captar 8 imágenes cruciales. Estas fotografías ayudarían a comparar en un mes más la ubicación de las estrellas, y saber si había o no algún cambio.
La ciencia estaba en jaque, y Newton, aunque muerto dos siglos atrás, lo sabía. Había mucha ansiedad en el ambiente periodístico y científico, y a pesar de todo el surtido torrente emocional y el cabello disparatado del científico, éste se mantuvo sereno durante los seis meses que demoró la espera de los resultados. Einstein no tenía duda alguna que su teoría, “su pensamiento más feliz”, sería comprobado por este famoso eclipse.
Es así como los científicos involucrados en el experimento de mayo firmaron en noviembre los resultados del análisis: “Los resultados de las observaciones aquí descritas parecen apuntar definitivamente (...), y confirmar la teoría de la relatividad general de Einstein".
Un eclipse es como su etimología griega lo postula, ékleipsis: una desaparición o abandono, en este caso, un fenómeno donde un cuerpo celeste que emite luz es bloqueado por otro. Los hay de Sol y de Luna, y se producen en una alineación poco usual por momentos específicos.
La semana pasada sucedió un eclipse total lunar en el planeta, donde chilenos tuvieron la dicha de poder observarlo a plenitud. A más de seis mil kilómetros del observatorio Cerro Tololo de La Serena, Chile, me tuve que conformar con verlo en directo por el canal de la NASA.
Pude observar el avance del bloqueo lunar sobre el Sol que avanzaba sin detención alguna. La fuente de energía y luz se apagaba cada vez más y más. Sus fáculas y máculas se percibían claramente. Hasta que el momento llegó. Una completa oscuridad. Las 400 veces más pequeño que es nuestro satélite natural, encajaba en las 400 veces más grande y más alejado que es el astro rey de éste bloqueando de manera perfecta la figura. Y entonces apareció lo más impactante: un anillo de luz alrededor de la forma dibujó el círculo de fuego del sol. A pesar de que no estaba ahí, fue algo realmente sorprendente.
100 años atrás a Einstein lo hicieron famoso por haber comprobado su teoría mediante la observación de la posición de las estrellas en el día de un eclipse total solar. El rígido pensamiento de la comunidad científica se dobló. La complicada lógica fue más lógica y sencilla. El espacio y el tiempo, valores reyes del absolutismo newtoniano se doblaron.
“El Sol sale para todos, los buenos y los malos”, dice el refrán y viene de la Biblia. Cristo lo mencionó en Mateo 5:45, referente a que Dios está al control de los astros, y también del clima, cuando menciona que hace llover sobre justos e injustos. Pero el Sol pareciera que algunas veces se nos oculta más de la cuenta. Tanto así que se tapa por completo, y no podemos ver nada quedándonos sin una fuente de luz visible para nuestros ojos. ¿Por qué nos puede suceder esto?
Es parte del proceso de nuestro perfeccionamiento. Es caminar por momentos en el desierto, sin agua, sin comida, y sin casa. Es el momento en que agradamos a Dios y le alabamos, porque nos está refinando como se hace la plata, como se purifica el oro. Es cuando debemos ganar paciencia y fortalecer convicciones.
Si es cierto que en estos momentos no hay luz. Todo está oscuro. No se ve esperanza y como que el Universo entero (y sus astros) se alinearon y se confabularon contra uno. Pero… si se espera durante esa oscuridad que es breve, pronto ocurre el impresionante fenómeno y explota el haz de luz circular. La silueta de la fuente de luz dibuja sus rayos, la posición de las estrellas alrededor del campo magnético se curva y Einstein, aunque muerto, lo sabe. Nosotros también lo sabemos. Porque es el momento para recordar que es Dios quien dispone el Universo y todo lo que hay en él para el bien de los que hemos sido llamados conforme a su propósito.
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” 1 Pedro 1:6-9.
Muchas veces los problemas son pequeños. Quizá 400 veces más pequeños que nuestra fuente de esperanza, la que quizá está 400 veces más lejana, pareciendo ambos de igual tamaño. Es ahí cuando lo imposible se vuelve posible, y vemos más allá de la prueba, otra perspectiva, otra realidad. Pero luego de un eclipse, la modificación de la percepción de las cosas pasa y todo vuelve a su normalidad.
En momentos de angustia, cuando vivimos un eclipse en el camino, es Dios quien permite que se nos eclipse la visión con objetivos muy superiores a la misma prueba. Necesitamos esto de vez en cuando. Son éstos los momentos donde la teoría de la perfección humana de Dios se comprueba convirtiéndose tal como para el científico alemán lo fue, en nuestro pensamiento más feliz.