La educación para nuestros hijos
La educación es un instrumento para el desarrollo de las naciones. Hay una diferencia entre educación y formación académica; una persona puede poseer formación académica pero no necesariamente es educada o viceversa.
La formación académica consiste en el conjunto de conocimientos adquiridos dentro del programa organizado, planificado, evaluado e impartido por las instituciones de la sociedad: academias, escuelas, institutos, universidad, etc., y suelen conducir a la obtención de un título y un reconocimiento social de los saberes adquiridos. Entonces, ¿qué es educación? la educación es un fenómeno social, porque moldea la forma de pensamiento del ser humano en los asuntos de la ética, la moral, la afectividad, entre otros, por lo que permite tener una convivencia pacífica.
La educación se ha definido desde diferentes enfoques de acuerdo a distintos autores y en distintas épocas de la historia.
Actualmente la educación puede ser definida como la facilitación del aprendizaje o de la obtención de conocimientos, habilidades, valores y hábitos (contenidos) en un grupo humano determinado, transmitidas por personas versadas en el asunto que emplean diversas técnicas (la narración, el debate, la memorización o la investigación), procesos (la práctica, la repetición), y principios (la continuidad y la constancia).
En la Iglesia, hemos aprendido que la buena educación se desarrolla en la familia, en casa, así como el pueblo de Israel recibió la manera adecuada de cómo, cuándo y en qué deben ser educados los hijos desde temprana edad, para que siendo jóvenes y adultos lleguen a ser útiles a la sociedad.
Deuteronomio 6:6-9 expresa: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”. En estos versículos podemos advertir que Dios como el primer educador versado en el tema, estableció toda una estructura educativa que ha prevalecido por siglos. Cuando indica: “y estas palabras que te mando hoy”, se refiere a todo un contenido de enseñanza que hay que transmitir a los hijos; y cuando señala que estas deberán ser repetidas, encuadra con uno de los procesos de la educación que es la repetición, esto es para fijar los conocimientos en la mente de los niños, para que no se les olvide cuando sean jóvenes y adultos. También señala dónde, cuándo y cómo se debe desarrollar esta educación: en casa, por el camino, al acostarse y al levantarse (principios de la continuidad y constancia).
Por tanto, Dios estableció desde tiempos antiguos la educación integral con enfoque actual, porque desarrolla actitudes, destrezas y buen comportamiento, contempla contenido, técnica, método, cronograma y material didáctico para la enseñanza efectiva. Esta educación, permite enseñarle al niño como vivir.
La biblia es un manual básico de instrucciones, es un libro actualizado para nuestro tiempo, es el fundamento del saber y de la buena educación. En 2 Timoteo 3:16-17 leemos: “Toda la escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”. Esta es la verdadera educación que Dios anhela para sus criaturas, la que es responsabilidad de los padres.