William Shakespeare escribió: “El más puro tesoro que nos concede esta vida mortal es una reputación intachable; destruida la cual, los hombres son tan sólo barro dorado o arcilla pintada”. Una reputación es algo que desarrollamos a medida que nos hacemos adultos y formamos nuestra vida. Requiere tiempo y esfuerzo, y puede romperse en un instante por un acto descuidado. Tal vez por eso un buen nombre -es decir, una buena reputación- es algo tan preciado y valioso. Proverbios 22:1 nos dice que es más valioso que las grandes riquezas.

Una reputación impecable es un indicador de un carácter bueno y fuerte. Cualquier persona que haya desarrollado un buen nombre y, por lo tanto, un buen carácter, puede manejar las riquezas. Al contrario, el que carece de buen carácter, dejará que las riquezas se le escapen de las manos como agua. Otra escritura que respalda el valor de una buena reputación es Eclesiastés 7:1. “Mejor es la buena fama que el buen ungüento”. Notemos que el primer gentil en convertirse fue un hombre de buena reputación (Hechos 10:22). Aunque era centurión del ejército romano, se había ganado el respeto de los judíos que lo rodeaban. Mantén a salvo tu reputación.