Puntualidad

No hay duda de que todos apreciamos la puntualidad al llegar a una cita acordada que habíamos agendado debidamente, así como el puntual cumplimiento de promesas y horarios que puedan afectar las diversas áreas de nuestras vidas.
Vivimos en una era de relojes muy precisos y parecemos estar siempre muy ocupados. Han quedado muy atrás los tiempos de los relojes de sol y las llegadas a horas aproximadas. Incluso esperamos que las líneas de transporte masivo mantengan un horario e itinerarios puntuales, y cuando los trenes o aviones se retrasan, rápidamente nos irritamos y molestamos.
Dios estableció “tiempo santo” para la humanidad a la puesta de sol. Eclesiastés nos recuerda que hay un tiempo para cada propósito bajo el sol (Eclesiastés 3:1). Por más que lo intentemos, no podemos ser puntuales siempre, en tanto vivimos en un mundo lleno de sucesos inesperados. Como todos compartimos el mismo mundo y sabemos esto, tenemos el deber de tener consideración cuando las personas o eventos que esperamos no son puntuales. Qué bueno es saber que algunas personas muestran la cortesía y la gracia de intentar ser puntuales, aunque no siempre lo logren. Es fácil pasar por alto que hay tiempos que es imposible alcanzar.