Cómo vencer el desánimo
Cuando estamos desanimados, nos falta vitalidad para enfrentar la vida. Pareciera como si nuestro aliento se estuviese apagando. Podemos perder la motivación para seguir adelante; la montaña nos parece más inaccesible, el valle de sombra más oscuro, la batalla más cruenta y sentimos que nos falta coraje para continuar.
Las causas del desánimo pueden ser: falta de trabajo, enfermedad, recesión económica, problemas familiares, la pérdida de un ser querido, el confinamiento, entre otras. Tenemos la sensación de que nos falta algo y que no hemos alcanzado lo que deseamos.
El ánimo, por el contrario, es la fuerza interior para emprender, resolver o cambiar algo. Proviene del vocablo griego que en español se traduce como “soplo”, sinónimo de energía, esfuerzo, voluntad y valor, que necesitamos para vivir el presente y tener una esperanza hacia el futuro.
La falta de ánimo afecta el cuerpo, la mente y el corazón. Cuando estamos desanimados, los neurotransmisores pueden estar en concentraciones muy bajas. Por otra parte, cuando nos estresamos, las glándulas suprarrenales liberan adrenalina y cortisol, dos hormonas que nos ayudan a enfrentar el peligro o huir.
No permitamos que el desaliento y la impotencia se alojen en nuestro ser porque debilitan nuestro sistema inmunológico, haciéndonos más vulnerables a las enfermedades.
Dos realidades
Existe una realidad externa y una realidad interna. La primera está formada por los eventos que nos ocurren los cuales podemos observar y dimensionar. La realidad interna, por otro lado, es el mundo en nuestra mente, nuestros pensamientos, recuerdos, creencias y expectativas. Cuando logramos modificar nuestra realidad interna —cambio de actitud—podemos influir sobre nuestra realidad exterior.
Cada uno reacciona en forma diferente ante una situación en particular, pero siempre debemos tratar de ver el lado positivo. Si la pérdida de algo nos causa desánimo, recordemos que los árboles pierden sus hojas todos los años, pero quedan en pie a la espera de la primavera. Los pensamientos guían nuestra conducta y nuestras emociones. Como lo expresara el escritor motivacional Napoleón Hill, “la autodisciplina comienza con el dominio de los pensamientos. Si no podemos controlar lo que pensamos, no podremos controlar lo que hacemos”.
Hace algunos años, leí la oración de la serenidad. Algunos se la atribuyen a un soldado en medio de la batalla, mientras que otros piensan que el Dr. Reinhold Niebuhr fue quien la escribió. Esta dice así: “Padre, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las que sí puedo y sabiduría para saber la diferencia”
Dios nos anima a seguir adelante
La Biblia nos presenta ejemplos de muchos hombres de fe que confrontaron el desánimo y salieron adelante. A pesar de las adversidades, Dios nos exhorta a esforzarnos y cobrar ánimo cuando acudimos a él. Salmos 147:3 “Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas”. Cuando Dios escogió a Josué como sucesor de Moisés y líder de los israelitas, sus primeras palabras fueron "Se fuerte y valiente, no tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo donde quiera que vayas” (Josué 1:9).
El patriarca Job era un hombre rico y un padre de familia ejemplar, además, muy cercano a Dios. Pero de pronto, empezó a perder sus bienes y a los miembros de su familia (sepultó a sus diez hijos el mismo día). A pesar de su realidad externa tan difícil, mantuvo firme su realidad interior, confiando en Dios que al final probó su fe, lo levantó y lo bendijo en gran manera. “Y quitó Dios la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10)
El profeta Elías, quien había hecho el prodigio de descender fuego del cielo, huyó de Jezabel porque lo quería matar (1 de reyes 19:2). Se sentía tan desanimado que quería morir. Entonces, Dios le levantó el ánimo para seguir adelante, “Y volviendo el ángel del Eterno la segunda vez, le tocó diciendo: levántate y come, porque largo camino te resta”. 1 de reyes 19:7
A pesar del tiempo adverso e impredecible que vivimos, los cristianos debemos confiar y acercarnos a Dios en oración para que nos anime e intervenga para superar nuestras pruebas. No nos apartemos de la palabra de Dios, que es medicina para nuestro cuerpo, mente y corazón. Proverbios 4:22-23.