¿Queremos ver?

Dios ha puesto frente a nosotros su perfecto plan de salvación; nos ha dado el entendimiento suficiente para vislumbrar la grandeza de su misericordia y su amor por la humanidad. ¿Haremos caso a ello?

Transcripción

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Muchos años atrás, me gustaba mucho ir cada domingo, no a la misa, sino que a un mercado que quedaba por allá en el centro de mi ciudad, ese mercado me fascinaba porque pasaba horas de la mañana y parte de la tarde viendo productos a buen precio, productos usados, productos descontinuados. Entonces me gustaba mucho buscar cosas antiguas. Alguna vez por ahí también coleccioné discos de vinilo, de vinilo, discos estos grandotes que había. También llegué a coleccionar algo de eso y se podían encontrar en este mercado a buen precio. Este mercado se llamaba o se llama el Mercado Persa, de Persa, o se llamaba también el Mercado Bio Bio por la calle donde quedaba.

A muy buen precio se podían encontrar cosas que ya no se encuentran en las tiendas. Así que por eso me gustaba mucho. Se comía también bastante económico, se podía comer caminando por las calles, un helado o una comida o un jugo, una fruta.

Se podía hacer prácticamente de todo. Y la historia cuenta que después del año 29 en Chile, cuando hubo una crisis muy fuerte, la gente comenzó a salir a la calle a vender sus cosas para tener algo de dinero, a poner una manta y a poner entonces sus productos, sus cosas, sus pertenencias para hacer entonces algo de dinero. Eso es lo que cuenta la historia. Y después de varios años, que extrañaba mucho a este mercado, dio la casualidad que en el lugar donde me encuentro viviendo ahora, a un par de cuadras tengo el canal de Ola Calle de Apatlaco, donde está exactamente lo mismo.

Así que, y no solamente el domingo, sino que es del lunes a viernes, ya me enteré que es una calle y sábado y domingo son las dos calles, así que el domingo parece que voy a tener mi paseo también por ese sector. Aquí recuerdo a los gemelos que les gusta mucho el Apatlaco ahí, andar de Apatlaquiando, dicen. Así que voy a ver si nos juntamos por ahí también a hacer ese recorrido.

Y hablando de ferias, hablando de mercados que hay en las calles, también hace pocos años atrás estuve en un mercado en los Estados Unidos. Un poco distinto, pero el ambiente era muy similar y no vendíamos ningún producto. Digo vendíamos porque estuvimos en ese momento. El señor Seigli se gestionó un proyecto para ponerse con un stand, un local alquilado por unas horas con la revista, con los folletos de la iglesia. Y entonces estuvimos ahí unas dos tres horas. Esto fue en Costa Mesa, en California, donde se ofrecía la literatura de manera gratuita, de manera gratuita, entre medio de toda la gente que vendía todas las cosas y grita que vende esto que los cacahuates, que el helado, que esto y lo otro.

Y ahí estábamos nosotros con este stand de las revistas. Y entonces, obviamente no es muy concurrido, no llega mucha gente, pero el hecho de haber estado algunas horas en este lugar me dio la facilidad de poder catalogar el tipo de persona que llega o que puede llegar a ser interesada levemente la iglesia o quizás absolutamente nada. Por ejemplo, tenemos a uno que le dije que puede ser el rápido. ¿Quién es el rápido? Bueno, es un personaje que camina enfrente del puesto, mira un par de folletos y cuando uno le va a decir algo, ya se fue.

Este es el rápido. Está el sensible, que se detienen de lejos, no se acercan al puesto de la revista, el sensible se pone de lejos, empieza como a mirar así, a intentar leer el título, a ver a la gente que está ahí. Y uno no sabe si está, qué es lo que realmente está haciendo y si se intenta de nuevo hacer el mínimo esfuerzo por llamarlo, hacer algo, ya como están sensibles, también se va y no pregunta nada.

Tenemos el amistoso que se acerca al puesto, da las gracias por la revista, quizás por ahí me tocó que ya la leían, la conocían y daban las gracias y luego se iban. También está el ocupado, me pasó que había varias gente que venía cargando con muchas cosas y aunque quisieran recibir una revista, no podían, porque estaban tan ocupados, venían con niños y venían con tanta distracción que en realidad ni siquiera, bueno decía, sí ahora vengo, ahora vengo, pero nunca vuelven.

Y por último está el soberbio y esto es un hecho real, pasa por enfrente del puesto, lee un par de títulos, ve ahí un poco los folletos y entonces esta persona me llamó la atención porque tomó el folleto de transforme su vida. Entonces lo que he mirado y la amiga la dijo, ¿crees que debería de transformar mi vida? Y la persona que la acompañó dijo, no, tú estás bien, ¿cómo estás? Déjalo, vámonos, vámonos. Entonces ellos también no les interesa esto y no les interesa quizás 10 minutos de leer algo que les podría cambiar las vidas y podrían incluso transformar sus vidas. Entonces la pregunta para nosotros es que si queremos cambiar nuestras vidas o si ya la hemos ya cambiado o más aterrizado al título del mensaje de hoy es si queremos ver, la pregunta es y el nombre del mensaje es queremos ver.

Intente imaginarse en esta feria caminando entre todos estos puestos, imagínese en la patlaco, imagínese en un mercado que sea y en termedio va a haber un puestecito de cosas gratis, como dicen aquí el dicho nada es gratis en esta vida, bueno pero si la revista si lo es, pero la gente siempre sospecha de algo gratis hoy día, es increíble. Imagínense usted ahí, si usted vería los títulos y vería la folletería de la iglesia, cuál sería su reacción poniéndonos en el caso que nunca ha sabido de la verdad o de la iglesia, cuál sería su reacción al ver estas publicaciones, se interesaría, estaría dispuesto a transformar su vida, estaría dispuesto a mirar, a ver lo que hay más allá.

Entonces vamos a leer un relato en nuestras Biblias, que es el relato del ciego de Juan, vamos a leer el relato del ciego del Evangelio de Juan, para entonces ver cómo fue transformándose lo que el ciego estaba experimentando, que fue increchendo. Es muy interesante este relato del ciego. Entonces, ahora vamos a nuestras Biblias para comenzar aquí en Juan 9, vamos a leer el versículo 6 al 12, primeramente. Este es el, nos vamos a dividir en tres actos del ciego. Este es acto número uno. El nombre del acto es aquel hombre. Este es el acto número uno, aquel hombre. Entonces, aquí el contexto de la historia es, recuerden, al ciego de nacimiento. Esto es a pocas semanas de que Jesucristo fuera crucificado. Este relato solamente lo encontramos en Juan. Recuerden que los evangelios muchas veces se van complementando en algunos detalles, pero Juan es el único que relata este evento de este milagro, cuando Jesús sana a este ciego de nacimiento. Entonces, Cristo venía, iba caminando y tomó esta oportunidad de realizar este milagro para dar una enseñanza. Una enseñanza. No es una parábola, este es un milagro tal cual como se relata. Entonces, acto número uno, aquel hombre. Versículo 6. Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con saliva y untó con el lodo los ojos del ciego. Y le dijo, ve al abarte en el están que decilo, que traducido es enviado. Fue entonces y se lavó y regresó viendo. Regresó viendo. Entonces, los vecinos y los que antes le habían visto que era ciego decían, ¿no es este el que se sentaba y mendigaba? Uno decía, él es y otros a él se parece. Él decía, yo soy. Y le dijeron, ¿cómo te fueron abiertos los ojos? Respondió él y dijo, aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo. Me untó los ojos y me dijo, ve al silué y lávate y fui y me la ve y recibí la vista. Entonces le dijeron, ¿dónde está él? Él dijo, no sé. Luego de esto, aquí vemos entonces al ciego, hizo caso a Jesús, se fue a lavar y recobró la vista. Y lo interesante es que aquí él reconoce a Jesús, pero le dice, aquel hombre que se llama Jesús. ¿Aquel hombre que se llama Jesús? Después de esto, la gente le llevó a los judíos para que le volvieran a preguntar cómo realmente había recibido la vista. Había mucha duda, ¿es este tipo el que estaba ciego o se parece o no es o está mintiendo? No es un hecho tal cual como se presenta. Un milagro. En el versículo 15 ahí volvieron pues a preguntarle también los fariseos, ¿cómo había recibido la vista? Él les dijo, me puso los dos sobre los ojos y me la ve y veo. Así tal cual fue el hecho. Y los judíos ahora le preguntan directamente al hombre cómo había sido la situación. Y entonces esto es lo que él responde. Entonces el acto número uno es aquel hombre.

Aquel hombre dice. El acto número dos, el acto número dos del ciego es el profeta.

Primero es aquel hombre, ahora vamos a el profeta. Los judíos no lo creían porque este milagro había sido realizado el sábado, quebrantando una de sus leyes, leyes judías, convirtiendo a Jesús en un pecador. Por ende no era real, era algo que no estaba bien, había algo malo ahí. Entonces ellos dudaron mucho. Entonces fíjense aquí en el versículo 14, cuando relata dice, y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo y le había abierto los ojos. Volvieron pues a preguntarle también a los fariseos cómo había recibido la vista, esta segunda vez que le preguntan. No, es la misma que habíamos mollido, sigamos leyendo. Él les dijo, me puso lodo sobre los ojos y me la ve y veo. Entonces algunos de los fariseos decían, ese hombre no procede de Dios porque no guarda el día de reposo.

Otros decían, ¿cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.

Un hecho real que no se creía, que no querían ver, que no querían creer.

17. Entonces, volvieron a decirle al ciego, ¿qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él les dijo, que es profeta. Ya no es aquel hombre llamado Jesús, ahora dice que es profeta. Ahí vemos un cambio en el ciego. De decir que era un hombre, aquel hombre, ahora dice profeta.

Vemos entonces una diferencia. Un hombre puede hablar sobre cosas simples, pero un profeta habla con inspiración. Una inspiración divina, ya sea para predecir un futuro o de manera inspirada por el Espíritu Santo. Aquí tenemos entonces al profeta.

De nuevo, los judíos no querían creer porque Jesús había quebrantado su ley de guardar el sábado. ¿Cuál ley había quebrantado Jesús? ¿Qué ley?

La Mishnah, que es la ley farisea oral, o la Torah oral, como se dice, que registra cómo deben ser interpretados los mandamientos de Dios.

Entonces la Mishnah menciona 39 trabajos que no se podían realizar en día sábado. Una lista de cosas que no se podían hacer el día sábado. Entre ellos, y fíjense que irónico, no se podía escupir en la tierra. ¿Qué fue justamente lo que hizo Jesús? No se podía escupir. Sí se podía escupir en una roca.

Pero si uno escupía en la tierra, entonces podía generar un trabajo en la tierra, entonces estaba quebrantando el sábado. Pero Jesús escupió en el lodo para hacer esta masa. Entonces, ya quebrantó su ley escupiendo, tampoco se podía amasar. ¿Qué fue lo que Jesús hizo con el lodo y su saliva?

Amasó, quebrantó su ley, trabajó en sábado, tampoco se podía ungir. Tres, que es Jesús hizo ahí, quebrantando su ley. Dice aquí, está prohibido untar cualquier cosa, esto de ungir. Además, según la regla 12-1, estaba prohibido en el sábado atender y sanar a un enfermo si no estuviera en peligro de muerte.

Entonces, ante los ojos de los fariseos, Cristo era un hereje y estaba quebrantando su ley. No la ley de Dios, pero estaba quebrantando ahí, una y otra vez, sus leyes. Siguamos con la historia. Ahora, los judíos, que le preguntaban una y otra vez a este ciego, fueron a preguntarle a los padres. A ver si acaso era cierto, si era su hijo y qué es lo que decían los padres.

Los padres de este hombre ciego. Y que si había acaso tenido esta limitación de nacimiento, qué mejor manera de confirmar esto con los padres. Porque ellos estaban ahí con el ciego que estaba viendo, pero no le creían.

Estos, los padres, confirmaron efectivamente que eran sus padres. Pero tenían de los fariseos, le tenían miedo a los fariseos.

Imaginémonos un ambiente político muy fuerte hoy. Y eso es lo que se siente, o se hubiese sentido con los fariseos, haciéndonos preguntas así encima. Ellos temían de los fariseos. Cualquiera que hablara sobre Jesús sería expulsado de la sinagoga. Esa era una ley que ellos tenían en ese momento. No era solamente religioso, era civil también. Por ende, no podrían ellos compartir más con otros judíos.

Entonces, tuvieron miedo de responderle. ¿Y qué pasó? ¡Versículo 42!

Perdón, un paréntesis. Juan 12.42. ¿No vayan allá? ¡Oh sí, vamos allá que estamos cerca! Juan 12.42.

Hablando de este temor que tenían a los fariseos. Con todo eso, aún de los gobernantes, muchos creyeron en él.

Pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Muchas personas creyeron, pero tenían el miedo. Hoy día, muchas gente creen. Leer la revista y dicen, yo estoy de acuerdo con todo esto. Pero mi familia, mis papás, mi trabajo, no. Lo creo, pero no lo practico.

Es exactamente lo mismo. Es el miedo que hay, porque ama más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. Entonces, sus padres, ¿qué respondieron a los fariseos cuando le preguntaron? Edad tiene. Preguntarle a él. Vayan allá a preguntarle. Ellos se lavaron las manos. Vayan a preguntarle a él. Ya es grande, él responde por sus hechos. Y él puede darles entonces respuesta.

Eso está en el versículo 18 al 21. Pero los judíos no creían que él había sido ciego y que había recibido la vista. Hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista. Y le preguntaron diciendo, ¿es este vuestro hijo el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo pues ve ahora? Sus padres respondieron y le dijeron, sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego. Pero como ve, ve ahora. No lo sabemos o quién le ha abierto los ojos.

Nosotros tampoco lo sabemos. Edad tiene que preguntarle a él. Él hablará por sí mismo. Este es el segundo acto que estábamos hablando. El acto de el profeta. Tercer acto y final. El señor. Tercer acto y final. El señor. Juan 9.30, comenzamos ahí. Juan 9.30.

Respondió el hombre y le dijo, pues esto es lo maravilloso. Aquí hablándole el ciego, de nacimiento, que mendigaba, hablándole a las altas alcurnias de la sociedad. Respondió el hombre y le dijo, pues esto es lo maravilloso. Que vosotros no sepáis de dónde sea. Y a mí me abrió los ojos. Y si no, no lo sé. Pero el señor. A mí me abrió los ojos.

Ya, y a mí me abrió los ojos. A mí me abrió los ojos. Él está dando el crédito a Cristo. Me abrió los ojos. Él fue 31 y sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero si alguno es temeroso de Dios y hace su voluntad a ese oye, obviamente el temor que se habla aquí es el respeto y el guardar sus mandamientos, no el temor que sintieron quizás sus padres a sentir a los fariseos encima de ellos.

32. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. Un ciego de nacimiento, un mendigo hablándole a personas preparadísimas en la ley, les da esta tremenda respuesta. Tremenda respuesta. Este hombre tocó el nervio más sensible de los judíos en este momento. Si este no viniera de Dios, nada podría hacer. Aquí estaba diciendo el ciego.

Él es el Hijo de Dios. Él viene de Dios. Él podía dar fe y testimonio de que así era. Entonces, ¿qué pasó aquí? 34. Respondieron y le dijeron, Tú naciste del todo en pecado y nos enseñas a nosotros y le expulsaron. Te fuiste. Ellos tenían el orden de esta cosa. Tenían la capacidad de dejar a la gente entrar a la sinagoga, el que ellos quisieran, tenían el poder, tenían el apoyo, del poder militar también, del imperio.

Y lamentablemente este hombre fue finalmente expulsado. Y no temía a él decir la verdad de los hechos. Él nunca tenió. Fue creciendo su manera de expresarse acerca de Cristo. Pero nunca dijo otra cosa que no fuera la verdad. En Juan 16.2 dice, Os expulsarán de las sinagogas y aún viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rende servicio a Dios.

Esta es una realidad no solo de hoy. Las cruzadas es un buen ejemplo que los bendecían para que vayan a matar a gente en el nombre de Dios. ¿Y qué me dicen de hoy día? Todos los fundamentalistas islámicos que matan en el nombre de Dios o ala en su idioma, pero es en el nombre de Dios.

Cada vez que estas personas se inmolan o se van a matar o tienen algún grito de guerra a la jugada, dicen en el nombre de Dios. Dios es más fuerte. Eso es lo que ellos gritan hoy. Volviendo aquí al 35 del capítulo 9, Juan 9, versículo 35. Ya lo expulsaron a este hombre ciego que ya no era ciego.

El 35 dice, o yo Jesús que le habían expulsado y hallándole, le dijo, ¿crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él y dijo, ¿quién es Señor para que crean Él? Le dijo Jesús, pues le has visto. Y el que habla contigo él es. Y él le dijo, ah, espérame un poco, me voy a ir a buscarlo. E inmediatamente dijo, creo Señor y le adoró. Inmediatamente, creo Señor y le adoró. Si bien es cierto, fue este momento de volver a la vista física, también fue una vista espiritual que tuvo este hombre en este momento. Fue increscendo, fue increscendo hasta que ya le dice Señor, creo Señor y le adoró.

Jesús utilizó esto como un momento para enseñar a sus discípulos, a quienes lo rodeaban y para dejar muy en claro la ceguera espiritual del mundo que hasta el día de hoy existe. La ceguera espiritual de la comunidad judía de los fariseos.

Veamos aquí en el 39 y ya para terminar el relato. Dijo Jesús, para juicio he venido yo a este mundo para que los que no ven vean y los que ven sean cegados. Entonces, algunos de los fariseos que estaban con él al oír esto le dijeron, ¿acaso nosotros somos también ciegos?

Jesús les respondió, si fuéráis ciegos no tendríais pecado, más ahora porque decís, vemos vuestros pecados permanece. Ellos tenían la capacidad de ver, ellos sabían la ley, ellos conocían la ley, pero no querían ver. No querían ver al hombre ciego que había recogrado la vista. No querían ver el hecho y preguntaron una y otra vez, hasta los padres fueron a preguntarles, ¿es este tu hijo y cómo recibió la vista? ¿Es un mentiroso o dice la verdad? Y él siempre dijo la verdad. Pablo, fariseo, he enseñado a los pies de Gamaliel, experto en la ley y en la tradición judía, dice que no sabía lo que era pecado, hasta que conoció que codiciaba y entonces supo lo que era el pecado.

La ley nos hace a nosotros entonces capacidad de ver dónde estamos mal. Entonces Pablo habla muy bien de la importancia de la ley en ese sentido. Los fariseos que vieron este milagro, que escucharon a Jesús y que no pudieron negar el hecho y cuántos otros hechos más. Habiendo visto el hecho, no se lavaron los ojos y el pecado de ellos permaneció. Tuvieron la oportunidad de hacerlo, pero no quisieron hacerlo.

Aspectos importantes de este relato es Dios llama. Un aspecto importante de este relato es que Dios llama. Si usted leen detenidamente al comienzo del capítulo 9, ¿cómo fue que se le recobró la vista al ciego o se le dio la vista porque nunca la había tenido, Jesús vio a este hombre ciego y entonces las obras de Dios fueron manifiestas en él. Esto está descrito en los primeros versos del capítulo 9. Esto es algo que podríamos destacar de este relato. Podríamos nosotros estar en una feria gritando con bocinas, con mil watts de potencia.

Esta es la verdad de Dios. Guarden el sábado. Las resurrecciones son tres. El sábado no es solamente hoy, va a ser un descanso para el pueblo de Dios. Esos son los que nos queda. Hay una salvación que hay que trabajar, hay una carrera que hay que correr, etcétera, etcétera, etcétera. ¿Cuántos llegarían? ¿Cuántos llegarían? Todo este plan de salvación comienza con el llamamento de Dios, no con nosotros.

El llamamiento de la persona se gatilla por la voluntad del Padre, tal como Cristo lo dijo en Juan 6.44 y 65. Ninguno puede venir a mí si no le fuere dado del Padre. Por eso es que la iglesia no está empecinada en gritar a cuatro vientos estas perlas de oro o estas perlas preciosas o este tesoro tan valioso.

Entonces el resumen de la historia es de estos tres actos del ciego. Refleja una progresión del hombre ciego de nacimiento, quien primeramente habla de Jesús como un hombre llamado Jesús. ¿A qué el hombre? Esa es la primera acto. Después le dice profeta para finalmente decirle Señor y adorarlo, recuperar la vista física y la vista, entonces también espiritual.

El mundo está ciego, el mundo tiene un velo, el mundo no ve. Las personas no ven, no quieren, no les interesa saber acerca de las verdades de Dios, como se decían el sermón ciego. Tienen sus fiestas, tienen sus regalos, tienen sus senas, de las cuales nosotros no somos partícipes, en lo más mínimo.

Incluso cuando lo podrían tener en frente de sus ojos, no quieren, no pueden. Ya es muy tarde. Caminan ocupados con sus pensamientos, con sus ideas, con sus trabajos, con sus manos llenas de otras cosas que han comprado, que les ha costado dinero, pero no ven lo que gratuitamente se les puede ofrecer en un puesto que dice realmente que es algo gratis.

Las personas no quieren cambiar sus vidas, las personas no quieren ver. Los judíos vieron al hombre ciego, que ya no era ciego, le preguntaron a sus padres, le preguntaron de nuevo, tenían todo para creer lo que había sucedido, todo para creer lo que había sucedido y no quisieron ver.

Me recuerda el corazón endurecido de Farahón, una y otra plaga, una y otra plaga, y no quería, y no quería, porque él era la máxima autoridad, un corazón duro de piedra que no quería ceder.

Incluso al último, ya cuando los deja ir se rapiente y va en contra del pueblo de Israel.

¿Cuáles son los títulos de las revistas más famosas que hoy día uno puede ir a cualquier tienda? ¿Qué dicen los títulos?

¿Qué es lo que la gente le interesa? ¿Qué es lo que la gente compra? ¿Qué es lo que la gente lee? ¿Qué es lo que la gente ve?

¿Cuáles son los titulares de los diarios?

Eso es lo que la gente consume.

Y una revista que hable de este tipo de cosas, nunca va a ser un titular. Un tiempo atrás leí acerca de un diseñador de ropa muy famoso, muy multimillonario, y estaba muy... se estaba quejando porque decía, estoy muy triste porque todavía no existe el matrimonio entre humanos y animales, y yo amo a mi gata. Es un hecho real.

¿Te gustaría poder casarme con mi gata?

Su gata tiene enfermeras personales, tiene paseos en jet privado, tiene un iPad, que dicen que sabe cómo usarlo, tiene chofer personal y cuatro piezas de plata para comer. Una gata. No tengo nada en contra de los gatos, pero creo que me entienden el punto.

Veamos un lado más intelectual, un titular. Los científicos especulan acerca de las cavidades en la tierra y de una civilización que vive. Está como de Julio Verne, de una civilización que vive debajo de la tierra. Que hay un sol, que hay un clima, que hay plantas, y hay animales únicos y fantásticos. Todo mundo increíble debajo de la tierra. Los geólogos y geofísicos, fíjese que son geólogos y geofísicos, no son personas así hippies o algo así, son geólogos y geofísicos.

Responden los siguientes. La gente tiene derecho a perseguir sus sueños. Esa es la respuesta científica que dan, porque eso no está comprobado. Esa es su respuesta científica. La gente tiene derecho a perseguir sus sueños. El problema es que la gente está llena de lodo en sus ojos. Por eso un apocalipsis habla de unje tus ojos con colirio. Esto para estar sano de los ojos y ver realmente lo que Dios nos quiere mostrar. No es lo que nosotros vemos. La gente está llena de lodo en sus ojos.

La gente no entiende por qué estamos en la tierra. Hay un capítulo de los simpsons, que Homero Simpson se encuentra con Dios al final del capítulo. Y Dios le dice, el hombre viene a la tierra para y termina el capítulo. Ni siquiera los simpsons pueden inventarlo. El hombre no sabe por qué está aquí en la tierra. La gente no está basando sus pensamientos en la Biblia, en la palabra de Dios. La gente está haciendo lo correcto por lo que le dice el corazón, frente a sus ojos. Esto no es nuevo. Lean jueces 17 y vean lo horrendo que puede ser el pueblo de Dios frente a sus propios ojos, en jueces 17.

Cada uno hacía lo que le parecía. Así está el mundo de hoy. Toda la ceguera que vemos en el pueblo de aquí y fariseo, en esta gente que es el mundo que vino Jesucristo a hablarles y a revelarles o revelarnos una verdad, toda esta ceguera espiritual ya estaba profetizada. Fíjense aquí en Isaías. Vaya aquí a Isaías 6. Isaías capítulo 6. Isaías capítulo 6, versículo 9. Y dijo, Anda y día este pueblo.

Hoy es bien y no entendáis. Pueden por cierto, más no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, ya agrava sus oídos y ciega sus ojos para que no vean con sus ojos ni oigan con sus oídos ni su corazón entienda ni se convierta y haya para él sanidad. Esto no es nuevo. Esto es algo que vivimos hoy día cada vez más fuertemente y son las mismas palabras que Jesús cita aquí.

Anoten ahí marcos 4 del 11 al 12. Cristo cita a Isaías, al profeta Isaías, hablando de esta ceguera espiritual. Marcos 4 del 11 al 12. Entonces con todo esto, mis hermanos, vamos a ver tres lecciones para nosotros de este evento, de este milagro que vimos aquí y leímos de este hombre ciego, aquel hombre, profeta y señor, estos tres actos que vimos en Juan 9. Esa es la lección número uno, son tres lecciones también. La lección número uno es lavar nuestros ojos a diario, lavar nuestros ojos a diario. Dios está ofreciendo sus preciosas verdades al mundo entero, pero difícilmente la gente le interesa.

Nosotros fuimos caminantes en un mercado, en una feria, anduvimos por ahí preocupados de nuestras cosas que necesitábamos, no sé si se dice aquí, vitriñando como de vitrinas o apatleaqueando, si quieren decir también. Viendo diferentes productos nuevos usados, etcétera, etcétera, está que Dios nos llamó para decirnos su verdad. Todos aquí en algún momento se nos abrió la mente y ahí entonces viene la parte de Libre al Bedrío.

¿Le hago caso o no le hago caso? No es una obligación. Se revela la verdad, pero la persona tiene que tomar la decisión para seguir o no seguir. Todos aquí, gracias a Dios, escuchamos eso y estamos acá tomando esa decisión. Fuimos ciegos, fuimos ciegos, como aquel hombre del Evangelio de Juan 9, pero hemos recibido la vista, hemos recibido vista espiritual para poder ver cosas. Nuestros ojos fueron ungidos para poder mirar. Varios de ustedes recibieron la revista La Pura Verdad años atrás o escucharon un programa radial o ver un folleto o quizás internet, televisión, etcétera, etcétera.

O tal vez porque un amigo tenía que separar el puerco de su comida y le preguntaron, ¿Oye qué pasó aquí? ¿Por qué haces esto? Y empieza entonces el proceso. Un buen ejemplo. Todos llegamos por alguno u otro medio, pero vivimos en un mundo colmado de maldad y hay lodo en todas partes. Todo está tapado, no se ve, todo está gris. Aunque venga el viento con sus vientos huracanados, igual sigue gris.

Podríamos comenzar a acumular lodo en nuestros ojos. No es algo instantáneo y que ya vamos a ver para toda la vida bien. Ese lodo se puede acumular día a día con nuestras preocupaciones y si nos alejamos de Dios, ese lodo puede volver a nuestros ojos.

Vamos a empezar a tapar nuestra visión. Y quizás podríamos decir, bueno ya, no importa para qué, para qué voy a seguir esto. Si no hay un cambio alguno y ya se produce un desánimo o un estrés también. Porque no es fácil estar aquí. Terminaremos como las vírgenes, con o sin aceite. Porque todas cabecearon, todas cabecearon. Pero había unas que tenían aceite y otras que no tenían aceite. El hombre ciego siguió las instrucciones de Jesús. Jesús les dijo, ve al abarte el estanque y si lo es.

Si el hombre no hubiese hecho eso, ¿cómo hubiese recibido la vista? Él tuvo entonces esa voluntad para ir y para hacer. Entonces, hay que seguir las instrucciones de Jesús. Hay que guardar sus mandamientos para que no se junte el lodo en nuestros ojos. Eso es lo que hay que hacer. Hay muchas herramientas para que el lodo no se escarche y no se pegue en nuestros ojos y poder siempre tener la vista abierta, transparente. Por ejemplo, la oración. Día a día. Que no pase un día sin orar a Dios y entregarle nuestras preocupaciones.

Y ya sentimos ya más tranquilos. Que no pase un día sin orar. No sé si les he descontado el relato. Muchos años atrás llegué muy cansado a casa. Yo acostumbraba soltero a dormir, pero la luz del buró, del tocador, del velador, la dejaba encendida. Pero si yo la pagaba ya me dormía. Entonces la dejaba encendida para obligarme un poco a pesar de el cansancio a orar. Entonces estaba ahí quedándome dormido, estaba ahí luchando, pero el interruptor estaba algo suelto. Entonces yo estaba buscando el interruptor y toqué los cables. Y aunque no me crean, me dio vuelta y quedé derrodida en la cama.

Así tal cual como se los cuento. Y dije, bueno, ya, ya, ok, ya voy a orar. Me desperté y puedo orar tranquilo. Algo gracioso, pero anécdótico también. Entonces orar, orar que no pase un día sin orar para que nuestros ojos no se tapen delodo, para que no se tapen delodo. Esa es la lección número uno. La lección número dos es no temer a decir las verdades de Dios. No temer a decir las verdades de Dios. Seguramente el hombre que recibió la vista empezó a ver colores, formas, rostros, muchas cosas.

Nadie de nosotros aquí ha perdido la vista. O tal vez sí, pero es algo muy terrible. No podríamos andar ni cinco minutos con los ojos tapados. Y este hombre era ciego en nacimiento y entonces tuvo un cambio gigante en su vida y empezó a mirar todas las cosas. El ciego comprendió que este milagro había sido un milagro de Dios.

Y nuestro llamado es un milagro de Dios. El milagro más grande que existe en el universo es que usted entienda. Ese es el milagro más grande que existe. Como dice aquí Juan, ya lo vimos en Juan 933. Si este no viniera de Dios, nada podría ser. Cuando le preguntan, bueno, ¿y cómo recibiste la vista? Si bien este hombre tuvo una progresión de sus respuestas, vemos que siempre dijo la verdad. A medida que comprendía más, nunca tuvo miedo de decir la verdad. Incluso ya al final cuando lo expulsaron de la ceanaboga, él nunca tuvo miedo de decir la verdad. Cuando los tenía y los judíos encima de ellos. ¿Qué decimos si nos preguntan algún día? Oye, ¿por qué no come cerdo? ¿Por qué no come esporco? ¿Por qué no celebras la navidad? ¿Por qué no te vas? ¿Por qué estás comiendo carne sin la Semana Santa? ¿Qué respondemos? ¿Lo que nos conviene? O aprovechamos el momento para decir la verdad de Dios. Si nos encontramos en una circunstancia de hablar acerca de las verdades de Dios. O si alguien nos pregunta, hay que hablar con tranquilidad sobre las verdades de Dios. Hay que hablar con tranquilidad en el momento que se presente. Por eso, segunda de Timoteo 2.15, aquí las instrucciones de Pablo con su... con el joven Timoteo, le da una instrucción que también podemos nosotros tomar aquí. En segunda de Timoteo 2.15, un versículo para recordar el fragmento de esto es como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad, que usa bien la palabra de verdad, pero no para tener una contienda, no para van a agloriarse de tener este conocimiento. La manera correcta de compartir esto no es para ir a buscar una pelea, por eso muchos de ustedes, cuando le golpean la puerta y vienen de otras denominaciones, ustedes alguna vez se prefieren no meterse porque al final, ellos nunca van a ceder. ¿Para quién meterse y enfrascarnos en contiendas? Si ellos nunca van a entender. Entonces, ahí en Felipe Ence dos, tres, dice hacerlo todo, no por contienda o van a gloria. Esa es la clave para nosotros ser una luz con este conocimiento, no por contienda o van a gloria. Las fiestas santas de Dios forman parte de la verdad de Dios. No temamos a expresar nuestra felicidad por las fiestas santas. No hay nada de qué avergonzarse. Según de Timotero 2.15. Nada de qué avergonzarse. No hay nada de qué temer, sino por el contrario, es una alegría, es un regocijo poder celebrar estas fiestas.

Lo hablábamos con los jóvenes. En la mañana estamos repasando la doctrina número 7 de las 20 doctrinas de la Iglesia de Dios Unida de las creencias fundamentales, los tres días y tres noches.

Muy sencillo, matemático, gráfico. Los 2.000 millones de cristianos creen que fue de viernes a domingo.

Y si esa señal de Jonás no se hubiese cumplido, que fue la única que Jesús les dijo, que esta señal demanda señal, esta generación demanda señal, y no lo voy a ninguna señal, la única va a ser tres días y tres noches, igual que Jonás, la única.

Si no se hubiese cumplido, Cristo sería un falso maestro. Y ellos creen de viernes a domingo y lo tratan de ajustar a su manera, siendo que fue parte y fracción del domingo y parte del viernes y todo el problema. Entonces, ¿cómo hay 2.000 millones de personas que crean eso?

Es realmente increíble, algo tan sencillo y que hasta un niño no puede comprender. Tres días y tres noches sumen y cuenten y es lo que hacen ellos, es una falacia.

Lección número 3. Entonces, tenemos, no temer a decir las verdades de Dios, y ahora la tercera y última es creer y respetar a Dios. Él estará con nosotros. Creer y respetar a Dios. Él estará con nosotros. Cuando Jesús supo que el hombre sanado había sido expulsado por los judíos por haber dicho la verdad de Dios, fue a buscarlo. Y le preguntó, ¿crees tú? ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Y Él respondió, creo, Señor, y le adoró creer en Dios.

Seguramente este hombre, habiendo sido expulsado de la sinagoga, no hubiese sido capaz de volver a negociar o de tener amigos en su comunidad. Era una cosa terrible, pero bueno, era un bendigo, había sido ciego, y tenía ahora una tremenda vida por delante. Gracias a este milagro, y reconoció a Dios como el Hacedor de ese milagro.

Y entonces, la pregunta es, ¿por qué asiste usted a la iglesia?

¿Por qué asiste usted a la iglesia? ¿Por un buen amigo? ¿Por su familia? ¿Por qué la pasa bien? La iglesia puede ser un lugar maravilloso, socialmente que cumpla todas las expectativas de una persona común y corriente. Se pueden forjar bellas amistades, y deben haber recuerdos inmemorables de varios de ustedes, varios de nosotros. Pero también puede ser un lugar de contiendas, puede ser un lugar de divisiones, de engaños y de mentiras. Somos simples seres humanos que si nos alejamos de Dios, veremos todo el esplendor del espíritu humano que se inclina hacia el mal.

¿Por qué asiste la iglesia? Está bien que venga por un familiar, por un amigo, por sus hijos, por comer rico, pero esto no es lo más importante. Esto no es. No debe ser lo más importante. Herimos la iglesia en este día sábado porque reconocemos a nuestro Dios y le adoramos, lo respetamos. Como el ciego dijo al final, Sí, Señor, creo. Y le adoró. Esa debe ser las respuestas que usted debe forjarse a medida que vaya creciendo como el ciego en sus convicciones. Quizás al principio es aquel hombre, después quizás va a ser un profeta, tal vez llega a ser un Señor para usted y le va a adorar. Esa es la progresión que todos debemos tener. Esa es la carrera cristiana que tenemos acá. Una cosa que no debe mantenerse y debe seguir creciendo. Quizás podríamos perder amigos en algún momento de nuestras vidas. Yo he perdido varios amigos en la iglesia, que no sé ni dónde están. Pero no me voy a ir por ellos. O tendremos que dejar padres, casas, trabajos, vidas completas por una verdad, la verdad de Dios, aquella que nos hace libres. Ahora sí, Juan 8.32, para que no me equivoque. No vayan allá, que esa verdad sí nos hace libre. La verdad de Dios. No importa todo lo que perdamos, no importa si nos hace libre.

No importa todo lo que perdamos, como el ciego que lo expulsaron de la sinaboga, y eso era muy, muy terrible. No importa lo que perdamos, por la verdad de Dios. Él siempre estará con nosotros. Recordemos adorarle y hacer todo para su gloria y su honra, como habla ahí en 1 Corintius 10.31. Es para su gloria y para su honra, no para la nuestra.

Así es entonces, que estamos ahora concluyendo mis hermanos de este mensaje y reconocemos y sabemos que este mundo es como una gran feria que ofrece sus productos nuevos, usados, caros, económicos. Y entonces les relaté la experiencia de un puesto en particular donde se ofrecía la verdad de Dios de manera gratuita, con todas sus letras. De gracias recibisteis, de gracias os doy. Por eso nosotros no hacemos un lucro de lo que hacemos en la predicación de las verdades de Dios. Esto es gratis.

Y esta vivencia deja en clara evidencia que muy pocos prestan atención y que tal como nos relata en Juan 9, el mundo está ciego espiritualmente. El mundo está ciego espiritualmente. Pero usted y yo hemos tomado una decisión cuando recibimos esa vista. Nos fuimos a la bar y pudimos ver. Tuvimos ese unjimiento a nuestros ojos, sacamos ese lodo y todo lo que nos molestaba a la vista. Y ahora podemos ver el reino de Dios más allá. No lo que está aquí, sino lo que está más allá.

Hemos sido llamados, hemos sido transformados. Nuestros ojos han sido lavados del lodo que teníamos y ahora vemos. ¿Queremos ver la pregunta de este mensaje? ¿Queremos ver? Claro que sí queremos ver. Y no queremos perder la vista. No queremos que ese lodo se siga acumulando. Si por ahí se empieza a acumular en el año.

Ahora que nos encontramos con vista espiritual, recuerden que potencialmente podría acumularse ese lodo en nuestros ojos.

No seamos como los judíos en quienes Jesús le respondió, si fuera y ciego no tendríais pecado, más ahora porque decís, vemos vuestro pecado permanece. Nosotros sí estamos viendo. Pero al mismo tiempo que podemos ver, se nos va a pedir más. Se nos va a pedir más. Tomemos conciencia de nuestra vista espiritual. Transformemos nuestra vida, la vemos nuestros ojos día a día y démolesle gracias a Dios que el cordero que quita el pecado del mundo nos dio la vista por medio de su padre, quien nos llamó. Recordemos entonces las tres lecciones basadas en estos tres actos de este hombre ciego de nacimiento y su progresión de lo que él iba entendiendo sobre las verdades de Dios. Entonces la lección número uno, recuerden, lavar nuestros ojos diariamente, lavar nuestros ojos diariamente no temer a decir las verdades de Dios. No tenemos nada que avergonzarnos. Y número tres, adorar a Dios. Él siempre estará con nosotros. Muy buenas tardes a todos.

Pastor para la República Mexicana. Junto a su esposa y sus tres hijos, viven en la Ciudad de México. Sirve de tiempo completo a las congregaciones del país, y produce y administra contenido para los medios digitales de la iglesia.